Dios crea homosexuales?
La respuesta a esta cuestión es NO
Hoy es una creencia común la falsa idea de que Dios crea homosexuales a ciertas personas (o que la homosexualidad es por un resultado de algún tipo de problema “psicológico”). De hecho, es evidente a través de nuestro contacto con las personas que la mayoría de aquellos que se consideran “católicos tradicionales” creen que no hay nada malo con la orientación homosexual, pero que sí lo hay en los actos homosexuales. La verdad es que Dios no crea a las personas con una orientación homosexual. Todos los que son verdaderos homosexuales (incluyendo los que no participan en actos homosexuales) lo son por una posesión demoníaca y por el pecado mortal. Quienes se burlen de esta afirmación simplemente son unos liberales infieles que no aceptan la verdad y no creen en la existencia del mundo sobrenatural.
Romanos 1- “Porque habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias; sino que devanearon en sus discursos, y quedó su insensato corazón lleno de tinieblas… ellos que habían colocado la mentira en el lugar de la verdad de Dios, dando culto y sirviendo a las criaturas en lugar de adorar al Creador, el cual es bendito por todos los siglos. Amén. Por eso los entregó Dios a pasiones infames. Pues sus mismas mujeres invirtiendo el uso natural, en el que es contrario a la naturaleza. Del mismo modo también los varones, desechado el uso natural de la hembra, se abrasaron en amores brutales de unos con otros, cometiendo torpezas nefandas varones con varones, y recibiendo en sí mismo la paga merecida de su obcecación… los que hacen tales cosas, son dignos de muerte, y no sólo los que las hacen, sino también los que aprueban a los que las hacen”.
Romanos 1 nos enseña claramente que las personas que “rendían culto y servían a las criaturas en lugar de adorar al Creador” y que “colocaban la mentira en el lugar de la verdad de Dios” era la razón por la que Dios las entregó a la homosexualidad, descrita como pasiones infames. Por otra parte, Romanos 1 claramente enseña que la homosexualidad es “contraria a la naturaleza”, es decir, que esta orientación es ajena a la naturaleza del hombre, por ende, que no es infundida por Dios.
Romanos 1 nos enseña claramente que las personas que “rendían culto y servían a las criaturas en lugar de adorar al Creador” y que “colocaban la mentira en el lugar de la verdad de Dios” era la razón por la que Dios las entregó a la homosexualidad, descrita como pasiones infames. Por otra parte, Romanos 1 claramente enseña que la homosexualidad es “contraria a la naturaleza”, es decir, que esta orientación es ajena a la naturaleza del hombre, por ende, que no es infundida por Dios.
Los hombres y las mujeres se entregan a la homosexualidad por sumergirse en los pecados de impureza —y, por lo tanto, por adorar la carne en lugar de adorar a Dios— y así son poseídos por el demonio de la lujuria, quien se apodera de ellos y corrompe toda su orientación. (Los homosexuales pueden ser curados de esto, por supuesto). Las personas también se hacen homosexuales por participar en la idolatría o por tener una atracción perversa por los seres humanos —adorando a la creatura en lugar de adorar al Creador— en vez de amar a Dios sobre todas las cosas. El hecho de que todos los homosexuales están poseídos espiritualmente por un espíritu demoníaco se confirma por el hecho de que la mayoría de los homosexuales varones pueden ser identificados por sus gestos externos afeminados. ¿Qué explicación tiene esto? Es evidente que se trata de la presencia del demonio que se manifiesta exteriormente en la persona, o sea, en las conductas externas y antinaturales que se revelan por la corrupción interna del alma.
Isaías 3, 9 – “El semblante que presentan da testimonio contra ellos; pues, como Sodoma, hacen alarde de su pecado, ni lo encubren: ¡Ay de su alma de ellos! porque se les dará el castigo merecido”.
Nótese que el profeta Isaías, refiriéndose a los homosexuales, dice que “se les dará el castigo merecido”. Esto es muy similar a Romanos 1 citado anteriormente, donde San Pablo dice que el homosexual recibirá “en sí mismo el pago [castigo] merecido de su obcecación”. La verdad de que todos los homosexuales están poseídos espiritualmente por un espíritu demoníaco también se prueba por el hecho de que la sociedad ha visto recientemente un aumento del número de personas que se consideran a sí mismas como homosexuales. Esto se explica fácilmente por la llegada y expansión masiva del internet y por otros medios tecnológicos que permiten un acceso más fácil a la pornografía y a la impureza (p. ej., la masturbación es pecado), lo que hace que millones y millones de personas cometan pecados de impureza, y por ende, millones más sean poseídos por el maligno, e innumerables personas se conviertan en homosexuales. (Por supuesto que no todos los que cometen pecados mortales de impureza se hacen homosexuales, por lo que si alguno cree que está bien lo que hace simplemente porque no es un homosexual, a pesar de que esté cometiendo pecados de impureza, se estará engañando gravemente y va en camino al infierno y es un esclavo del demonio).
Nótese que el profeta Isaías, refiriéndose a los homosexuales, dice que “se les dará el castigo merecido”. Esto es muy similar a Romanos 1 citado anteriormente, donde San Pablo dice que el homosexual recibirá “en sí mismo el pago [castigo] merecido de su obcecación”. La verdad de que todos los homosexuales están poseídos espiritualmente por un espíritu demoníaco también se prueba por el hecho de que la sociedad ha visto recientemente un aumento del número de personas que se consideran a sí mismas como homosexuales. Esto se explica fácilmente por la llegada y expansión masiva del internet y por otros medios tecnológicos que permiten un acceso más fácil a la pornografía y a la impureza (p. ej., la masturbación es pecado), lo que hace que millones y millones de personas cometan pecados de impureza, y por ende, millones más sean poseídos por el maligno, e innumerables personas se conviertan en homosexuales. (Por supuesto que no todos los que cometen pecados mortales de impureza se hacen homosexuales, por lo que si alguno cree que está bien lo que hace simplemente porque no es un homosexual, a pesar de que esté cometiendo pecados de impureza, se estará engañando gravemente y va en camino al infierno y es un esclavo del demonio).
Sin embargo, oímos de aquellos “católicos” y de casi todos los “católicos tradicionales” decir que los actos homosexuales son malos pero que la orientación homosexual está bien –es decir, que no por culpa propia que estas personas sean homosexuales. Esta es una falsedad que favorece la causa del demonio y la agenda homosexual. Ello tampoco les ayudará a los homosexuales. La idea tan difundida hoy en día de que no hay nada malo con la orientación homosexual (lo cual contradice Romanos 1) es debido por los siguientes hechos: (a) los seminarios del novus ordo se están desbordando de homosexuales; (b) los homosexuales han adquirido una ascendencia en la sociedad donde básicamente sus estilos de vida y “las personas homosexuales” son aceptadas en la televisión y en los medios; y (c) el “matrimonio” gay ahora es legal en ciertos lugares del mundo. Si los que profesasen ser “católicos” no hubieran abandonado la verdad de que todos los homosexuales están poseídos espiritualmente –y que la homosexualidad es el resultado por el pecado mortal–, nada de esto hubiera pasado. También debe señalarse que las personas que se hacen homosexuales a una edad temprana se debe simplemente al hecho de que fueron poseídas espiritualmente por un espíritu demoniaco a una edad temprana de su vida.
La homosexualidad está condenada en toda la Biblia. La sodomía es uno de los pecados que clama venganza al cielo. Dios destruyó a Sodoma y Gomorra precisamente por este pecado.
Judas 1, 7: “Así como Sodoma, y Gomorra, y las ciudades comarcanas, siendo reas de los mismos excesos de impureza y entregadas al pecado nefando, vinieron a servir de escarmiento, sufriendo la pena del fuego eterno”.
Levítico 18, 22: “No cometas pecado de sodomía, porque es una abominación”.
Levítico 20, 13: “El que pecare con varón como si éste fuera una hembra, los dos hicieron cosa nefanda: mueran sin remisión: caiga su sangre sobre ellos”.
Deuteronomio 23, 17: “No haya entre las hijas de Israel ninguna ramera; ni hombre fornicador entre los hijos de Israel”.
1 Reyes 14, 24: “Y aun hubo también en el país hombres afeminados, que renovaron todas las abominaciones de aquellos pueblos que el SEÑOR había destruido al presentarse los hijos de Israel”.
1 Reyes 15, 11-12: “E hizo Asa lo que era justo delante del SEÑOR, como su padre David; y extirpó del país a los afeminados: y le limpió de todas las inmundicias de los ídolos fabricados por sus padres”.
Cuando les decimos la verdad a los homosexuales de que no es natural su orientación perversa, les hacemos una gran obra de caridad y les estamos demostrando un verdadero amor por sus almas. Les damos el conocimiento y los medios para que se curen. Y ellos no necesitan un exorcismo para que sean curados. Si un homosexual deja de cometer todo pecado mortal y cambia su vida para bien; si él o ella sostienen la fe católica sin transigencias, que incluye una profesión de fe; si él o ella hace una sincera confesión sacramental a un sacerdote válidamente ordenado de todos sus pecados mortales; si él o ella tiene un vida fervorosa de oración y una verdadera devoción a la Madre de Dios y al santo rosario, entonces no cabe duda que serán liberados de la homosexualidad. Nuestro Señor nos dice que: “Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8, 32). Porque al conocer la verdad y ejercer los medios para liberarse de esto, los homosexuales podrán y serán liberados de su orientación perversa.
Con respecto al Santo Rosario, la Hna. Lucía le dijo al Padre Fuentes en una famosa entrevista de 1957:
“Mire Padre que la Santísima Virgen, en estos últimos tiempos en que estamos viviendo, ha dado una nueva eficacia al rezo del Santo Rosario. De tal manera que ahora no hay problema, por más difícil que sea, sea temporal o sobre todo espiritual, sea que se refiera a la vida personal de cada uno de nosotros o a la vida de nuestras familias, del mundo o comunidades religiosas, o a la vida de los pueblos y naciones. No hay problema, repito, por más difícil que sea, que no podamos resolver ahora con el rezo del Santo Rosario. Con el Santo Rosario nos salvaremos, nos santificaremos, consolaremos a Nuestro Señor y obtendremos la salvación de muchas almas. Y luego, la devoción al Corazón Inmaculado de María, nuestra Santísima Madre, poniéndonosla como sede de la clemencia, de la bondad y el perdón; y como puerta segura para entrar al cielo”.
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