miércoles, 1 de abril de 2015

¿Qué es el “Oficio de las Tinieblas” del Miércoles Santo?

El Oficio de Tinieblas es una ceremonia solemne de la religión católica que se celebra en Semana Santa, pero que al paso de los años ha perdido actualidad y su celebración ya es poco habitual, sin que para ello exista una razón en particular.

Los días Miércoles, Jueves y Viernes Santos la liturgia de la Iglesia incluía una celebración especial al caer la tarde. El templo era iluminado a la luz de las velas dispuestas en el "tenebrario", un candelabro especial de 15 velas que representaban a los 11 apóstoles (sin Judas Iscariote), la Santísima Virgen y las tres mujeres también llamadas María (Magdalena, de Cleofás, y Salomé).

Para la realización de este oficio se disponía de un candelabro especial (tenebrario), que tenía 15 velas o cirios amarillos que representaban a los 11 apóstoles que permanecieron tras la traición del Iscariote, las tres marías (María Salomé, María de Cleofás y María Magdalena) y a la Virgen María, en la persona de un cirio más destacado que los otros.

Tanto las luces del templo como los cirios se iban apagando uno tras otro tras el canto de los salmos para que al final quedase encendido sólo el cirio que más destaca al acercarse la muerte del Redentor (los apóstoles lo fueron abandonando y el templo va quedando en tinieblas, por eso el nombre del Oficio).

Al llegar al último cirio se cantaba el Miserere (Salmo 50 (51)) y el cirio se situaba en la parte posterior al altar ocultándolo, simbolizando la entrada de Jesús en la sepultura y la permanencia de la Iglesia en espera de la Luz que surgirá en la Vigilia Pascual.

Terminado el Miserere, el clero y los fieles producían un ruido matracas, que cesaba dramáticamente al aparecer la luz del cirio oculto detrás del altar, para simular las convulsiones y trastornos naturales (“hasta las piedras hablaron”) que sobrevinieron a la naturaleza al morir Jesucristo Salvador.

Este Oficio presentaba todas las características de las exequias: salmos, antífonas y responsorios fúnebres y de lamentación, omitiendo todo tipo de himno o doxología, sin acompañamientos musicales y con el altar desnudo, las imágenes cubiertas y con la oscuridad cada vez mayor, salvo los cirios. Pero también recuerda la Pasión y agonía del Señor. Cabe señalar que, al finalizar el Oficio no se daba la bendición ni hay rito de despedida.

De este apagado progresivo de las luces hasta la plena oscuridad viene que en la Vigilia Pascual el templo se encuentre en completas tinieblas al empezar la celebración, oscuridad que romperá el nuevo fuego y la permanencia de la Iglesia en espera de la Luz que surgirá en la Vigilia Pascual.

Terminado el Miserere, el clero y los fieles producían un ruido matracas, que cesaba dramáticamente al aparecer la luz del cirio oculto detrás del altar, para simular las convulsiones y trastornos naturales (“hasta las piedras hablaron”) que sobrevinieron a la naturaleza al morir Jesucristo Salvador.

Este Oficio presentaba todas las características de las exequias: salmos, antífonas y responsorios fúnebres y de lamentación, omitiendo todo tipo de himno o doxología, sin acompañamientos musicales y con el altar desnudo, las imágenes cubiertas y con la oscuridad cada vez mayor, salvo los cirios. Pero también recuerda la Pasión y agonía del Señor. Cabe señalar que, al finalizar el Oficio no se daba la bendición ni hay rito de despedida.

De este apagado progresivo de las luces hasta la plena oscuridad viene que en la Vigilia Pascual el templo se encuentre en completas tinieblas al empezar la celebración, oscuridad que romperá el nuevo fuego y la Luz de Cristo resucitado, hasta iluminar por completo la iglesia.

La historia del Oficio de Tinieblas se remonta al Siglo V, y estaba vinculado al canto del Miserere, al cual seguía el ruido de matracas y otros instrumentos similares por parte de los fieles, que cesaba cuando el sacerdote encendía una lámpara detrás del altar, símbolo de la sepultura de Cristo y la espera de la resurrección.

Solemnidad y, al mismo tiempo ruido ensordecedor

El ruido ensordecedor de las matracas representaba el terremoto y demás signos de la naturaleza que siguieron a la Crucifixión según los relatos evangélicos.

El Oficio de Tinieblas incluía los elementos tradicionales de la Liturgia de las Horas: salmos, antífonas y responsorios, omitiendo cualquier cántico y destacando los contenidos fúnebres y de lamento, con el altar desnudo y las imágenes cubiertas.

Al finalizar no se impartía la bendición ni había rito de despedida. La oscuridad que poco a poco se iba apoderando del espacio, era símbolo del triunfo de las Tinieblas, triunfo momentáneo.

Aun cuando el Oficio de Tinieblas ya no forma parte de la Liturgia de Semana Santa, algunos de sus símbolos han sido adaptados para ayudar en la oración en los días santos.

En algunos lugares, algunos momentos de oración que hacen uso del tenebrario como ayuda pastoral se realizan el Miércoles Santo para no interferir con las celebraciones litúrgicas del Triduo Pascual.

Hoy día, este oficio como tal ha desaparecido: no hay un oficio distinto al de otros días para la Semana Santa. Sin embargo, dada su singularidad, se tiende a adaptar las antiguas peculiaridades del rito al ordo del Vaticano II, con el uso del tenebrario, el apagado progresivo de las luces, etcétera, añadiendo el canto de las lamentaciones que permite la liturgia actual.

Sin embargo, ya no se omiten ni doxologias ni himnos, ni se unen todas las horas en una, puesto que las horas que coinciden con las celebraciones de la Semana Santa, pueden directamente omitirse: las vísperas de Jueves y Viernes Santo y el Oficio de Lectura y las Completas entre el Sábado y el Domingo.

A pesar de no tener la singularidad de antaño, la Iglesia Católica sigue recomendando vivamente el rezo comunitario de este oficio, según el modo actual. La inclusión de los elementos del antiguo ordo que se puedan puede ayudar a ver el simbolismo de la luz en la noche de Pascua.

Fuente:yoinfluyo

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