|
El Club Rotario. El hermano menor de la masonería |
El Rotary Club: una secta extranjera
El Rotary Club —asociación de
hombres, preferentemente de negocios y profesionales, que se proponen moralizar
y mejorar los espíritus contribuyendo a la paz universal mediante
la práctica de una moral sin dogmas y de un
laicismo y naturalismo absolutos— es la masonería internacional esparcida por
todo el mundo, como noviciado de la Orden, para probar,
ensayar y conquistar adeptos. Sus jefes son elegidos por los
masones residentes en la ciudad norteamericana de Evanston, Illinois, cerca
de Chicago, sede del organismo central. Al frente de cada
club local hay un presidente a quien acompaña el vicepresidente,
el secretario, el tesorero y el macero; y en cada
distrito de clubes federados existe un gobernador, el cual depende
directamente del Club Central, integrado por una Junta Directiva mundial
que se renueva anualmente.
Esta Junta Directiva del Rotary International consta
de un presidente, tres vicepresidentes, diez directores, un secretario y
un tesorero. Uno de los directores, en 1958, fue el
cordobés Tristán E. Guevara, Ministro de Trabajo y Previsión en
la Argentina de la Revolución Libertadora (hoy esa tarea la
ejerce un General del Ejército en situación de Retiro). Para
elegir a los directores los distritos se agrupan en zonas.
Cada club rotario debe tener entre sus socios un representante
de cada profesión, negocio o institución reconocida en la comunidad
donde actúa. El número mínimo de socios es veinte y
deben ser todos varones.
Su nombre surgió —según se lee en
sus estatutos y reglamentos— de la costumbre de celebrar las
reuniones del primer club por rotación en los distintos despachos
de los socios fundadores. Dos años después ya no se
hacían en los domicilios de los asociados sino en los
hoteles más lujosos, como cuadraba a la categoría social de
sus integrantes, millonarios industriales, magnates de la Banca y de
los consorcios comerciales de profundísima penetración internacional. Su lema oficial
es: Dar de sí antes de pensar en sí. Se
beneficia más quien mejor sirve.
Concomitancias con los hermanitos mayores
El mallete,
distintivo del venerable maestro de la logia masónica, es también
el distintivo del presidente del club rotario; y la bandera
blanca de los masones es el emblema de los rotarios,
que han sustituido en ella el águila de dos cabezas
por la rueda dentada.
El gobernador, elegido en la reunión anual
de los clubes del distrito, debe ser presentado al Rótary
Internacional para su aprobación definitiva.
Al candidato se le exige, como
requisito indispensable para ser propuesto para tal cargo, de supervisor
general, el haber participado en la Convención Internacional Rotaria; pues
estos altos jefes resultan ser, en la práctica, agentes de
la Junta Directiva en el Exterior. A la Convención Anual
de los delegados rotarios precede siempre la Asamblea Internacional de
los gobernadores, donde éstos reciben normas de gobierno. De la
misma manera, cada gobernador reúne, en abril o mayo, a
los presidentes y secretarios de todos los clubes de su
distrito, además de la conferencia distrital que anualmente realiza con
los socios.
Sus deberes son: remitir mensualmente sus mensajes a los
clubes de su jurisdicción y vigilarlos directamente bajo la fiscalización
de la Junta Internacional; comunicar a la Junta Directiva de
los Estados Unidos los resultados de la Asamblea del distrito,
y enviar a estas mismas autoridades internacionales de Chicago el
informe anual de sus visitas a los clubes de la
zona. Cada presidente de club remitirá por separado el informe
semestral al Secretario General del Rotary International.
En la sede central
se llevan al día los ficheros de todos los clubes
del mundo, enriquecidos con los datos actualizados de cada uno
de sus miembros.
Fundado el Rotary Club, o Círculo de la
Rueda Dentada, el 23 de febrero de 1905 en Chicago
por el abogado masón Paul Harris, adquirió carácter internacional en
1912; estableciéndose en la Argentina el 8 de noviembre de
1919.
La estadística actual totaliza 5200 distritos, 12.000 clubes y 750.000
rotados, de los cuales 6.000 se hallan en nuestro país,
donde funcionan 380 clubes. [1]
La nueva religión laica de la
amistad rotaria
"Nuestro plan —declaró Harris— hace caso omiso de todo
credo y glorifica los hechos. Rótary está abierto a protestantes,
católicos, judíos, musulmanes, cristianos, budistas, y ateos. ¿Vamos a ser
retrógrados, o debemos ir adelante con el progreso de los
tiempos?"
Esto es lo que se propone el rotarismo, a saber:
racionalismo en doctrina, naturalismo o laicismo en moral e indiferentismo
absoluto en religión.
Su semejanza con la masonería radica cabalmente en
el naturalismo racionalista, en el indiferentismo religioso y en la
moral universal atea. Se proponen mejorar la humanidad por la
amistad y la camaradería, sustituyendo el mandil masónico por el
mantel laico de la opípara mesa. En esta campaña de
mejoramiento social no cuenta para nada la religión; “ni siquiera
debemos acordarnos de ella”, decía el gobernador del distrito 63,
Abente Haedo, en mayo de 1936,
El católico, soldado por vocación,
deberá dejar sus armas a la puerta del club, si
desea permanecer en el Rótary y, obligado al combate espiritual,
quedará inerme ante los errores que le serán presentados bajo
los velos de la indiferencia.
El rotario William Mayer afirmó en
México que “todos y cada uno de les rotados deben
desterrar de sus mentes los prejuicios de religión y de
nacionalidad”; y en 1944 el rotario argentino, doctor del Forno,
aseguró que “la moral sin dogmas forma la conciencia del
Rótary”.
Ya el rotario belga Hermann Doms había expresado en 1927
que “la moral del Rótary no tiene religión. Es estrictamente
neutra en el sentido más amplio de la palabra”.
Para un
rotario es muy fácil entonces hablar de tolerancia religiosa en
su propaganda laicista; pues, si en nada cree, todo para
él resulta una misma cosa.
En 1936 el rotario argentino, Salvador
Díaz Moreno, manifestó que “al Rótary no le interesa la
religión ni los dogmas revelados; ni dioses ni tampoco santos.
El Rótary vive de la realidad del presente; pero en
sus entrañas se gesta una “nueva religión laica” de la
amistad. El porvenir dirá si tendrá o no su Olimpo".
Y
el rotario brasileño Ferraz Alvim decía en el club de
San Pablo: “Rótary no tiene moral práctica ni mucho menos
teórica”.
En los clubes rotarios se prohíbe a los católicos manifestar
su fe religiosa, pero en cambio ella puede recibir allí
los más rudos ataques.
En el club de la provincia de
San Juan en 1937 —para citar algún caso entre tantos—
se desconoció la divinidad de Cristo y se le llamó
"bohemio"; y en el club de Buenos Aires, el 21
de julio de 1944, se injurió a los santos de
la Iglesia Católica, endosándoles el carácter de “epilépticos” a San
Pablo, a San Francisco de Asís, a Santa Juana de
Arco y a Santa Bernardita Soubirous. [2]
Este mismo club de
la Capital Federal celebró con gran pompa y entusiasmo, el
11 de julio de 1934, el cincuentenario del laicismo escolar
argentino; y tal homenaje se repitió en marzo de 1956
junto con el de la masonería, cuando el gobierno de
la Revolución Libertadora anunció la plena vigencia de la ley
1420, que consagró nuevamente entre nosotros el laicismo en la
escuela, haciéndolo extensivo a todo el país.
El 11 de abril
de 1944 decía Julián J. Lastra en el Rótary Club
de Neuquén: “Sobre la cumbre de la montaña de los
siglos hay una hueva cruz, el Rótary, pero cruz sin
víctima odiosa. Nuestro código moral rotario sin principios dogmáticos, sino
empíricos, es como el evangelio de la sagrada escritura. Con
nuestra política de buena vecindad y nuestra palabra de honor,
alcanzaremos la paz entre los hombres y la armonía entre
las naciones". Esta es la misma teoría del masón Harris,
fundador del Rótary, el cual decía —olvidándose de la venida
de Jesucristo y la publicación de su Evangelio— que “el
firme cimiento sobre el cual se edificará la paz permanente
del mundo y que excluye a cualquier otro es el
Rótary" [3]. El 28 de junio de 1946 el Rótarv
Club de la ciudad de San Nicolás rindió un público
homenaje al partido socialista que, “por su conducta definida y
recta, se había puesto lealmente al servicio de la patria”.
Pero ¿ignoran, acaso, los católicos rotarlos, que tal partido político
ha sido y sigue siendo en nuestro país el tradicional
enemigo de la Iglesia Católica?
El 15 de enero de 1958,
por primera vez en la historia del Rótary argentino, un
Presidente de la Nación (Aramburu), masón Grado 33º, asistió al
almuerzo ritual de los miércoles, servido en el Plaza Hotel
de Buenos Aires. El Vicepresidente (Isaac Rojas), masón Grado 33º,
lo hizo al mes siguiente, el miércoles 12 de febrero.
En tal ocasión, el contralmirante Isaac Rojas dijo: “(…) Soy
un convencido del bien que hace a la humanidad la
organización a que ustedes pertenecen”; y el general Pedro Aramburu
—al ser declarado miembro honorario del Rótary por su gobernador
metropolitano -doctor Guillermo Garbarini Islas, masón activísimo, mano derecha de
Alicia Moreau de Justo en la Junta Consultiva- expresó lo
siguiente: “Conozco los altos fines que persigue esta institución y
por ello he sentido una gran satisfacción cuando se me
ha invitado a concurrir a esta comida de camaradería(…) Ojalá,
señores, pudieran multiplicarse en el país instituciones de la naturaleza
del Rótary Club, porque de ellas emana una fuerza espiritual
tan extraordinaria que, en realidad, son el puntal, la garantía
más segura para la democracia y la libertad”.
El 8 de
abril de 1959 el Presidente Provisional, Pedro Aramburu, es despedido,
en reunión secreta, por el Rótary Club de Ramos Mejía,
antes de emprender viaje a Europa. Presidía la mesa, como
invitado de honor, el señor Ian Drydale, Gran Maestre de
la masonería argentina y agente confidencial de Su Majestad Británica.
El homenajeado se hallaba a su derecha revestido -según algunos,
cronistas- con su mandil reglamentario, correspondiente al grado 33. [4]
En
1926 los rotados enviaron al verdugo de la Iglesia Católica
en México, Plutarco Calles, un telegrama en el cual, después
de felicitarlo, le decían: “Estamos resueltos a cooperar con vuestro
gobierno mientras podamos”. Al hablar de la cuestión religiosa mexicana
declaraba el masón neoyorquino Roberto A. Grennfield: “La masonería se
vale de la YMCA (protestante) y del Rótary para combatir
al catolicismo”.
Los rotarios son masones disfrazados
Es un hecho que
los rotarios florecen donde más abundan los masones, a tal
punto que aquellos, generalmente, no son otra cosa que
masones disfrazados. Masón fue su
fundador y sus principales colaboradores y masones son los actuales
dirigentes internacionales. En Londres existe una logia masónica -la
Rótary Lodge- reservada exclusivamente para rotarios masones y cuyo
Gran Maestre es el Príncipe Consorte, Felipe de
Edimburgo. El Boletín de enero de
1928 del Gran Oriente Español decía que “los masones podían
considerarse como los hermanos mayores de los rotarios, ya
que entre una y otra institución hay grandes puntos
de contacto”. “En los clubes rotarios
—afirma la revista masónica “Alpina”— tienen su puesto muchos
masones; y esto es fácilmente comprensible —añade- dados los principios
porque se rige el rotarismo". No
es, por lo tanto, una novedad que en la
revista masónica “El Nivel”, editada en Buenos Aires, se
informara al público masónico, en su entrega de febrero-marzo
de 1944, sobre “los eficientes trabajos realizados por el
Gran Maestre de la Gran Logia Argentina en conexión con
el Rótary Club". El masón Pérez
Torreblanca decía en la Asamblea de la Masonería Simbólica
de España en 1929: “Por sus orígenes los clubes
rotarios cumplen una función internacional muy parecida a la
masónica, aunque la limitación de sus fines los coloque en
la situación de hermanos menores de nuestra Orden. La
masonería debe colaborar en este movimiento para que no
se desnaturalicen sus fines primordiales”. Y luego, a raíz
de las censuras eclesiásticas recaídas sobre los socios de
la “rueda dentada”, añadía: “El movimiento rotario, condenado por
la Iglesia y perseguido por los obispos, merece una simpática
consideración, e incluso el apoyo de integrarlo allí donde
las posibilidades masónicas lo permitan”. [5] El Club
de Leones: centro de captación de los rotarios
Entre los diversos centros que deben su
iniciación al Rótary, debemos nombrar, por su gran importancia,
al Club de Leones. Esta institución, llamada también Lions
International, cuya casa matriz se halla en Chicago (de
donde salieron los Chicago Boys de Martínez de Hoz),
nació en la ciudad estadounidense de Dallas, Texas, en 1917,
como hermano menor del Rótary. Según se cree,
es una organización internacional de origen masónico que responde
a los intereses petroleros de los Estados Unidos (de
allí su conexión con Joe y su banda de
forajidos). El leonismo ha fundado ya 21.000 clubes en el
mundo y cuenta con 1.500.000 asociados, llamados “leones”. La
sigla LEONES puede significar, según los intérpretes del
leonismo: Lealtad, Entendimiento, Orden, Nobleza de Ideales, Esfuerzo por
el progreso y Servicio al individuo. Desde luego, todo
ello, para la destrucción de las patrias.
La primera convención de clubes de leones del
distrito correspondiente a la Argentina se reunió luego en
el teatro El Círculo de la ciudad de Rosario, el
23 de mayo de 1957 (pleno reinado de la
Revolución Libertadora), presidida por su delegado internacional, el doctor
Humberto Valenzuela García (que ya había estado en Argentina
en noviembre de 1954); y al establecerse en Buenos
Aires la filial nacional de la institución, resultó elegido
como presidente el masón José Fernández Moreno. [6]
Rotarismo y catolicismo En 1928
condenaron al Rótary, en sendas cartas pastorales, los obispos
españoles de Palencia, Almería, Tuy, León y Orense; y
luego el episcopado español en pleno el 1º
de febrero de 1929. El primado de
Toledo, monseñor Segura y Sáenz, escribía en su pastoral
del 23 de enero de 1929: “El Rótary hace
profesión de un laicismo absoluto y de una indiferencia
religiosa universal, intentando moralizar a los individuos y a
las sociedades con total prescindencia de nuestra santa Madre la
Iglesia Católica. Mientras predican una moral sin religión para
llegar a la paz universal, ocultan -bajo un aspecto
comercial, recreativo, filantrópico, pedagógico, neutral, pero siempre laico-
la negación de la moral verdadera y de la verdadera
religión, que tratan de sustituir con una religión que
no es la de Jesucristo". El
obispo de Palencia decía: “La institución rotariana, como tal,
hace profesión de laicismo absoluto, de indiferencia religiosa universal,
e intenta moralizar a los individuos y sociedades por
medio de una doctrina radicalmente naturalista, racionalista y aún
atea. Sepan, por tanto, nuestros amados fieles que, dentro
de los titulados clubes rotarios, no pueden entrar los
buenos católicos". Y el obispo de
Orense señalaba que “tales clubes rotarios no son otra cosa
que nuevos organismos satánicos de igual procedencia y espíritu
que el masonismo; bien que procuren disfrazarse y aparecer
con el marchamo de humanitarismo puro y hasta de
caridad cristiana y de fraternidad universal (…). Según todas
las señales y testimonios y documentos fidedignos; y aún
a juicio y probanza de insignes y meritísimos católicos y
prelados de la Iglesia, la organización rotaria resulta sospechosa
y debe estimarse vitanda, execrable y maldita".
El cardenal Andrieu, arzobispo de Burdeos, lo condenó
en 1929; y, al mencionar estos documentos de los
episcopados francés y español, la Revista Eclesiástica de Buenos
Aires, en 1929 y 1945, recordaba a los católicos la
resolución Nº 87 del Episcopado Argentino que ordena lo
siguiente: “Deben nuestros fieles andar muy cautos en dar
su nombre y apoyo a asociaciones de carácter internacional
con principios doctrinarios opuestos a las enseñanzas de la Iglesia
y con gobierno sustraído a toda dirección e influencia
de la misma". Y más adelante comentaba que "entre
esas asociaciones se puede incluir con justicia al Rótary
Club"; por lo que sólo con permiso del obispo, y
comprometiéndose a seguir fielmente sus instrucciones, un católico podrá
pertenecer por excepción al Rótary.[7]
Porque “el Rótary —escribió el jesuíta José M. Bower
en la revista "Estudios" de Buenos Aires en su
entrega de octubre de 1928— no es compatible con
el catolicismo. Con su moral racionalista, naturalista y laica
se alza como rival de la moral evangélica, y entre
la moral del Rótary y la moral de Cristo
la opción no puede ser dudosa para un católico.
Mutilar la verdad divina es un sacrilegio, disimularla es una
cobardía y sustituirla por otra es una apostasía”.
Todo sistema ético que no se base
en los principios cristianos es inadmisible para un católico,
y “las tentativas de acuerdo en este terreno —nos advierte
Pío XI en su encíclica Mortálium ánimos del
6 de enero de 1928— no pueden, en ninguna
manera, obtener la aprobación de los católicos, puesto que están
fundadas en la falsa opinión de los que piensan
que todas las religiones son, con poca diferencia, igualmente
buenas. Cuantos sustentan esa opinión poco a poco vienen
a parar en el naturalismo y ateísmo”. [8]
El Boletín Eclesiástico de la arquidiócesis de Santa Fe
del 15 de marzo de 1933 se hace eco
de estos conceptos al transcribir un artículo de L´Osservatore Romano,
órgano oficioso de la Santa Sede, subrayando el “carácter
antirreligioso y anticatólico del rotarismo”. [9]
A las condenas de los obispos españoles y franceses
siguieron las del episcopado holandés en su Conferencia de
Utrecht de 1930, del episcopado peruano en 1938 y
de monseñor Reyes, de Nicaragua, en 1941, los cuales
en general dicen: “El Rótary sostiene una doctrina radicalmente
naturalista y atea, totalmente indiferente en cuanto a la
religión y al culto. Tales clubes son satánicos, de
igual espíritu y procedencia que el masonismo (…) Y
predican una moral sin religión (…) Por lo que declaramos
categóricamente que a ningún católico le está permitido afiliarse
al Rótary, y que al pertenecer a él ponen
en peligro su salvación eterna”. La Santa
Sede -respondiendo a la consulta de los obispos- lo
prohibió terminantemente para todos los clérigos en su “non
éxpedit” (no conviene) del 4 de febrero de 1929,
y luego Pío XII repitió tal prohibición el 11 de
enero de 1951, añadiendo para los fieles en general
una exhortación, en la cual les aconseja que se
cuiden de pertenecer a sociedades condenadas por la Iglesia
o simplemente sospechosas, a tenor del canon 684 del
Código de derecho canónico. La Santa Sede,
aclarando la frase curial “non éxpedit”, indicó que
“prohibitiónem importat”, o sea, constituye una prohibición [10] Y
L´Osservatore Romano, diario oficioso del Vaticano, daba tres razones
principales de tal prohibición, a saber: “Por su origen
masónico, por sus probadas hostilidades hacia la Iglesia Católica
y por su código moral, tan parecido, en casi su
totalidad al de la masonería”. Los
rotarios argentinos, al conocer tal decisión de la Santa
Sede, hablaron de las “injustas apreciaciones del Vaticano”, de
“reviviscencias de la intolerancia medieval”, de que “la Iglesia
ha cometido un error muy serio”; y que tal
actitud manifiesta en Ella “una autoridad espiritual llena de
soberbia”. Con tales apreciaciones sobre el supremo magisterio del Vicario
de Cristo en la tierra ¿cómo puede llamarse católico
un rotario? En setiembre de
1945 la revista eclesiástica de Buenos Aires se expresaba así:
“El Ordinario no puede permitir que los sacerdotes se
afilien o den su nombre a los Rótary clubes,
ni tampoco que asistan a las reuniones que aquéllos
verifiquen”. [11] Leemos en L´Osservatore
Romano de 1933: “Los rotarios, al pretender ser la
auténtica organización práctica de la ética y los maestros y
ejecutores de la ley moral que ellos señalan, argumentan
en forma parecida a los doctrinarios de la masonería.
Por esto la concepción rotariana, así como la masónica,
no pueden conciliarse con la doctrina católica”.
El rotarismo, prescindiendo de veinte siglos de vida
cristiana, ha dado un salto gigantesco hacia atrás y
se ha colocado en plena filosofía pagana y naturalista.
Sus rasgos propios e imborrables son: un naturalismo radiccal, un
absoluto indiferentismo religioso y un ateísmo práctico completo.
El célebre pensador inglés Chesterton lo
define como “una organización sin alma, desprovista de toda
dignidad espiritual. El compañerismo rotariano —dice— no tiene nada
de cristiano y su teoría de la propia suficiencia
es la más negra de las modernas herejías”. Y
concluye así el erudito escritor: “El hombre no se basta
a sí mismo, debe apoyarse en Dios; y el
rotarismo prescinde de toda idea divina en las relaciones
humanas. La hermandad de los hombres necesita de la paternidad
de Dios. Cuando se suprime o evita la creencia
en lo sobrenatural (como hace el Rótary) todo queda
reducido a una mezquina colección de presuntuosos.
REFERENCIAS [5] TONELLI, Armando, La
verdad sobre el Rotary Club, ibídem.
·
[6] Diario La Nación del 31 de mayo
de 1957. [7] Revista Eclesiástica de
Bs. As., pág. 554 del año 1929 y 532 del
año 1945. 47 Calece. [8] Colección Completa
de Encíclicas Pontificias, Tomo I, pp. 1114 a
1120 (Encíclica Mortalium ánimos de Pío XI del 6
de enero de 1928). [9] Boletín Eclesiástico de
la Arquidiócesis de Santa Fe, pág. 153, del 15
de marzo de 1933. [10] Acta Apostolicae Sedis,
volumen 21, Nro. 42. [11] Revista Eclesiástica de Bs.
As., pág. 532, año 1945. Publicación del Rotary Club
de Bs. As. (folleto), año 1951. [12] TONELLI,
Armando, op. cit..
Masones
y rotarios
Ricardo
Gutiérrez acaba de cumplir 43 años. Pertenece a la Masonería desde
hace nueve. Su logia celebra dos tenidas
-reuniones- dos viernes al mes, de 8 a 10 de la noche, y regresa a casa
a medianoche, tras el ágape o
cena-. Su esposa no está invitada -sólo puede asistir a las
tenidas
blancas -asambleas o ágapes abiertos a los familiares y amigos íntimos-.
En los países nórdicos y anglosajones es normal que se consuma
bastante alcohol; al fin y al cabo es como estar en una peña de amigos
y además hay que cumplir con los brindis obligatorios.
Para
Ricardo, la cultura y la conciencia política -no tanto el dinero- son
absolutamente necesarias, sobre todo en los países latinos. Las
tenidas
de instrucción, cuando tienen lugar, pueden acabar con su
paciencia, ya que ha de memorizar su papel. Las otras
tenidas
-en especial las que acogen una ceremonia de iniciación o de
elevación
a un grado superior (en esta última se le
sube
el salario al que ya fue iniciado en su día)- son más
entretenidas: hay que vestirse formalmente, portar un
mandil
de su propio grado, cubrirse las manos con guantes blancos y seguir
atentamente y en silencio las diversas fases del ritual. Hoy le toca a
un fontanero, mañana a un economista, otro día a un funcionario de
justicia.
Mandil
del Rito Escocés
En
los países anglosajones y latinoamericanos, pertenecer a una logia masónica
o a un club rotario, o a ambos, es imprescindible para quien desea
progresar en su profesión. En España, ser rotario es un privilegio;
ser masón, en cambio, más bien una inconveniencia: la represión
franquista, la iglesia católica y la ignorancia general le han creado
muy mala fama. En la Masonería, a diferencia de un club rotario, hay
ceremonias rituales con esqueletos y tremendos juramentos. Todo está
cerrado al escrutinio público. A la esposa de Ricardo no le hace
ninguna gracia que su marido se reúna en secreto con no se sabe quién
y vuelva a casa con los ojos saltarines. En la
tenida
del solsticio de verano o del invierno ella puede lucir su vestido
nuevo, pero el ambiente es un poco raro; los hombres hablan entre sí de
sus cosas y las mujeres tratan
de seguir como pueden los brindis de ritual: al Jefe del Estado, a todos
los Jefes de Estado que protegen a la Masonería (o Rotary
Internacional), al Gran Maestro (o al Gobernador del Distrito), a los
masones y rotarios ausentes.
Ricardo
recibió una invitación para integrarse en un club rotario, en virtud
de su cualificación personal y profesional; pero no así para entrar en
el templo masónico: él mismo tuvo que cursar una solicitud de iniciación
a la Gran Logia Provincial, cuya dirección le ha proporcionado un
amigo. Tras dos meses de espera, sin que nadie se haya puesto en
contacto con él, recibe una llamada telefónica anunciándole la visita
de un miembro de la logia local. Ricardo está un poco nervioso, ¿Qué
podrían preguntarle? Por si acaso improvisa un cuestionario sobre su
opinión acerca de la Masonería, la Iglesia Católica, la familia, el
trabajo, la nación. Cuando suena el timbre de la puerta de su casa, a
Ricardo se le acelera un poco el pulso. Delante de él aparece un hombre
trajeado, moreno, con entradas prominentes, y una sonrisa cortés. La
conversación es cualquier cosa menos un interrogatorio; Ricardo
esperaba mayor agresividad por parte de aquel hombre, que se presenta
como Juan Orts. ¿Por qué quiere
ser masón? ¿Cree en Dios? ¿Tiene un trabajo estable? El
intercambio es suave, informal, sin dirección por parte del visitante.
“Ha sido un placer conocerte;
pronto recibirás la visita de otro miembro de la logia.”
“¿Algún problema? ¿He dicho algo que no debiera?” “No,
de ningún modo. Tú tranquilo.” De
nuevo el silencio durante otras cuatro o cinco semanas, o varios meses,
y hasta años. Ricardo está pasando la etapa conocida como
aplomación,
es decir, va a ser entrevistado por tres miembros designados por el
Venerable -el
presidente- para informar a la logia sobre el candidato. Transcurrido el
tiempo de costumbre, su nombre es sometido a una votación. Si las bolas
salen blancas, se procederá inmediatamente a su iniciación. Ricardo
acudirá a un lugar fijado de antemano, vestido con traje oscuro, camisa
blanca, zapatos negros y corbata negra y se le invitará a entrar en la
logia.
Ricardo
recordará esa noche el resto de su vida. Alguien le hará pasar a una
cámara
de reflexión, donde se le pedirá que elabore su
testamento. Frente a él cuelga un letrero con el acrónimo
V.I.T.R.I.O.L. (al parecer, una locución latina
equivalente a
Visita Interiora Terrae Rectificando Invenies Occultum
Lapidem,
es decir, Visita el Interior de la Tierra y
Rectificando Hallarás la Oculta Lápida - en inglés,
Visit the Interior of the Earth and Rectifying you will
Find the Hidden Stone).
Más adelante sabrá que en el rito de
emulación
no hay cámara de reflexión, pero sí en el rito
escocés,
que es el que se practica en la logia a cuyas puertas ha llamado.
"Cámara
de reflexión" de la logia Constante Alona de Alicante
A
continuación se le despojará de todo objeto de metal, de sus gafas
doradas, de su chaqueta y del zapato de su pie derecho, donde le será
colocada una zapatilla. Por último le pedirán que se suba la pernera
del pantalón izquierdo hasta la rodilla, que se desabroche la camisa
mostrando el pecho por el lado izquierdo, y le cubrirán los ojos con un
pañuelo rojo. “¿Ves algo?”
“No.” “Bien, dame la mano y, a partir de ahora, sigue las
instrucciones que te den. No sueltes mi mano hasta que lo haga yo."
Ricardo ha leído algo sobre las pruebas a las que va a ser sometido.
Pero estar a ciegas en un lugar desconocido, guiado por una persona que
le habla con voz firme y le oprime la mano y el antebrazo, cambia un
poco su actitud abierta y amigable y le transforma en un ser indefenso.
Ricardo
Gutiérrez ha solicitado, pues, la iniciación en la logia local, que
acaba de ser instalada. No hay aquí un "principio
de clasificaciones", como entre los rotarios, que impide el
predominio de un grupo profesional en particular; por el contrario, la
logia acoge prácticamente a todas las ocupaciones laborales provechosas
y Ricardo, que trabaja para la industria del aluminio, es el único
empresario del grupo y se tendrá que codear con un médico pediatra, un
cirujano, dos abogados (un laboralista y un penalista), varios
funcionarios, un fotógrafo y un economista. Estando obligado a asistir
a todas las tenidas, su falta injustificada a cuatro consecutivas puede
significar, al menos teóricamente, la pérdida de su condición de
miembro, aunque la norma no es muy estricta. Cuando tenga que realizar
un viaje, podrá consultar el directorio oficial, que le informará de
la fecha, hora y lugar de reunión de todas las logias del mundo. Basta
presentar la tarjeta de miembro (denominado
pasaporte),
el último recibo de afiliación
y someterse a un breve examen de
reconocimiento para asistir a la reunión de cualquier logia que se
encuentre a su paso. Portar un emblema en la solapa de su
chaqueta, con arreglo a su grado, puede ser suficiente.
Cruz
de San Jorge, emblema de la masonería nórdica
Esmalte con la escuadra y
el compás (3o)
Placa
conmemorativa en la Biblioteca Arús de Barcelona
Algo
parecido le ocurrirá cuando salga de su ciudad y visite un club rotario
a la hora del almuerzo o la cena; allí podrá dar un triple abrazo a
sus colegas y sentarse a comer un codillo con verduras del país, a la
vez que fija sus contactos profesionales si así lo desea. Ricardo no
conoce el perfil-caricatura del rotario trazado por el escritor
norteamericano Sinclair Lewis. El protagonista de su novela
Babbit
(1922) es un espíritu agresivo, entusiasta, optimista, con sentimientos
poco pulidos. Ganar dinero y triunfar en el negocio es objetivo esencial
de su tránsito por el mundo. La vida intelectual es para él una
excrecencia superflua. El único control que admite es el de la censura
social. Babbit se mueve entre la superficialidad, la vulgaridad, el
esnobismo
y la complacencia.
Pero
el Babbit de Lewis, contra el que se alzaron en airada protesta los
rotarios de todo el mundo (los masones no suelen airear sus trapos
sucios) no responde en absoluto a las manifestaciones de Rotary
Internacional ni a las de cualquier Gran Logia. El prototipo del masón-rotario
se ha expresado, por ejemplo, en la atención prestada a los refugiados
de los dos últimas guerras mundiales y a los de la Guerra Civil española,
acogidos en Méjico y en otros países hispánicos como
hermanos.
El contenido filantrópico y humanitario de la Francmasonería y de
Rotary Internacional ha llevado a la creación de hospitales,
residencias de ancianos y diversas fundaciones cuyos programas de
financiación de diferentes proyectos -erradicación de la polio, becas
de formación de investigadores - absorben presupuestos gigantescos. El
valor patrimonial y de los servicios que prestan las logias masónicas y
los clubes rotarios es incalculable, pero supera fácilmente 6.000
millones de euros, minuciosamente contabilizado por los departamentos
correspondientes. Las cuotas de los millones de socios, puntuales y
disciplinados, auguran una vida prolongada y vigorosa para la
Francmasonería y para Rotary Internacional. Cada masón y cada rotario
paga cuotas mensuales o trimestrales para sufragar los gastos de su
organización -preparación de las logias provinciales y nacionales, los
gobernadores de distrito, las actividades de la junta directiva, el
desarrollo de programas y publicaciones, sueldos de funcionarios, la
misma administración-. Los fondos de inversiones, hábilmente
custodiados por expertos en finanzas -masones y rotarios que actúan
como voluntarios- aseguran el equilibrio entre los ingresos y los
gastos.
Rotary
Internacional nació a principios de siglo en Estados Unidos. Paul
Harris, abogado de Chicago, fundó un club de hombres de negocios,
algunos de ellos masones, con representación de diversas profesiones,
capaz de llevar al grupo más allá de la amistad interesada. La primera
reunión formal tuvo lugar el 23 de febrero de 1905, dándosele
inicialmente al club el nombre de "rotario" por la costumbre
de celebrar las reuniones de forma rotativa en los locales de los
socios. Al ampliarse el número de éstos, hubo que hacer las reuniones
más funcionales, trasladándolas a un lugar fijo a la hora del
almuerzo.
Paul
Harris, fundador de Rotary International (23 de febrero de 1905)
En
los años sucesivos se fueron creando derivaciones del club fundador. En
julio de 1910 (el año rotario comienza el 1 de julio y termina el 30 de
junio del año siguiente) tuvo lugar el primer congreso nacional, en el
que se formularon los principios del rotarismo. La apertura de nuevos
clubes en Europa les llevó a adoptar el nombre de Rotary Internacional.
Rotary ha sido la precursora de otros movimientos asociativos, como
Kiwanis o Leones. El primer club rotario de España se formó en Madrid
en 1920, siendo disuelto al término de la Guerra Civil. En 1977, con la
nueva Ley de Asociaciones, reanudó sus actividades aprobando, entre
otras, una resolución sobre los derechos humanos: "Donde la
libertad, la justicia, la verdad, la santidad de la palabra empeñada y
el respeto a los derechos humanos no existen, Rotary no puede vivir ni
sus ideales prevalecer."
|
No hay comentarios.:
Publicar un comentario