lunes, 8 de abril de 2013

El Club Rotario. El hermano menor de la masonería

Por su origen masónico, por sus probadas hostilidades hacia la Iglesia Católica y por su código moral, tan parecido, en casi su totalidad al de la masonería
 
El Club Rotario. El hermano menor de la masonería
El Club Rotario. El hermano menor de la masonería
El Rotary Club: una secta extranjera

El Rotary Club —asociación de hombres, preferentemente de negocios y profesionales, que se proponen moralizar y mejorar los espíritus contribuyendo a la paz universal mediante la práctica de una moral sin dogmas y de un laicismo y naturalismo absolutos— es la masonería internacional esparcida por todo el mundo, como noviciado de la Orden, para probar, ensayar y conquistar adeptos. Sus jefes son elegidos por los masones residentes en la ciudad norteamericana de Evanston, Illinois, cerca de Chicago, sede del organismo central. Al frente de cada club local hay un presidente a quien acompaña el vicepresidente, el secretario, el tesorero y el macero; y en cada distrito de clubes federados existe un gobernador, el cual depende directamente del Club Central, integrado por una Junta Directiva mundial que se renueva anualmente.

Esta Junta Directiva del Rotary International consta de un presidente, tres vicepresidentes, diez directores, un secretario y un tesorero. Uno de los directores, en 1958, fue el cordobés Tristán E. Guevara, Ministro de Trabajo y Previsión en la Argentina de la Revolución Libertadora (hoy esa tarea la ejerce un General del Ejército en situación de Retiro). Para elegir a los directores los distritos se agrupan en zonas. Cada club rotario debe tener entre sus socios un representante de cada profesión, negocio o institución reconocida en la comunidad donde actúa. El número mínimo de socios es veinte y deben ser todos varones.


Su nombre surgió —según se lee en sus estatutos y reglamentos— de la costumbre de celebrar las reuniones del primer club por rotación en los distintos despachos de los socios fundadores. Dos años después ya no se hacían en los domicilios de los asociados sino en los hoteles más lujosos, como cuadraba a la categoría social de sus integrantes, millonarios industriales, magnates de la Banca y de los consorcios comerciales de profundísima penetración internacional. Su lema oficial es: Dar de sí antes de pensar en sí. Se beneficia más quien mejor sirve.

Concomitancias con los hermanitos mayores

El mallete, distintivo del venerable maestro de la logia masónica, es también el distintivo del presidente del club rotario; y la bandera blanca de los masones es el emblema de los rotarios, que han sustituido en ella el águila de dos cabezas por la rueda dentada.

El gobernador, elegido en la reunión anual de los clubes del distrito, debe ser presentado al Rótary Internacional para su aprobación definitiva.

Al candidato se le exige, como requisito indispensable para ser propuesto para tal cargo, de supervisor general, el haber participado en la Convención Internacional Rotaria; pues estos altos jefes resultan ser, en la práctica, agentes de la Junta Directiva en el Exterior. A la Convención Anual de los delegados rotarios precede siempre la Asamblea Internacional de los gobernadores, donde éstos reciben normas de gobierno. De la misma manera, cada gobernador reúne, en abril o mayo, a los presidentes y secretarios de todos los clubes de su distrito, además de la conferencia distrital que anualmente realiza con los socios.

Sus deberes son: remitir mensualmente sus mensajes a los clubes de su jurisdicción y vigilarlos directamente bajo la fiscalización de la Junta Internacional; comunicar a la Junta Directiva de los Estados Unidos los resultados de la Asamblea del distrito, y enviar a estas mismas autoridades internacionales de Chicago el informe anual de sus visitas a los clubes de la zona. Cada presidente de club remitirá por separado el informe semestral al Secretario General del Rotary International.

En la sede central se llevan al día los ficheros de todos los clubes del mundo, enriquecidos con los datos actualizados de cada uno de sus miembros.

Fundado el Rotary Club, o Círculo de la Rueda Dentada, el 23 de febrero de 1905 en Chicago por el abogado masón Paul Harris, adquirió carácter internacional en 1912; estableciéndose en la Argentina el 8 de noviembre de 1919.

La estadística actual totaliza 5200 distritos, 12.000 clubes y 750.000 rotados, de los cuales 6.000 se hallan en nuestro país, donde fun­cionan 380 clubes. [1]

La nueva religión laica de la amistad rotaria

"Nuestro plan —declaró Harris— hace caso omiso de todo credo y glorifica los hechos. Rótary está abierto a protestantes, católicos, judíos, musulmanes, cristianos, budistas, y ateos. ¿Vamos a ser retrógrados, o debemos ir adelante con el progreso de los tiempos?"

Esto es lo que se propone el rotarismo, a saber: racionalismo en doctrina, naturalismo o laicismo en moral e indiferentismo absoluto en religión.

Su semejanza con la masonería radica cabalmente en el naturalismo racionalista, en el indiferentismo religioso y en la moral universal atea. Se proponen mejorar la humanidad por la amistad y la camaradería, sustituyendo el mandil masónico por el mantel laico de la opípara mesa. En esta campaña de mejoramiento social no cuenta para nada la religión; “ni siquiera debemos acordarnos de ella”, decía el gobernador del distrito 63, Abente Haedo, en mayo de 1936,

El católico, soldado por vocación, deberá dejar sus armas a la puerta del club, si desea permanecer en el Rótary y, obligado al combate espiritual, quedará inerme ante los errores que le serán presentados bajo los velos de la indiferencia.

El rotario William Mayer afirmó en México que “todos y cada uno de les rotados deben desterrar de sus mentes los prejuicios de religión y de nacionalidad”; y en 1944 el rotario argentino, doctor del Forno, aseguró que “la moral sin dogmas forma la conciencia del Rótary”.

Ya el rotario belga Hermann Doms había expresado en 1927 que “la moral del Rótary no tiene religión. Es estrictamente neutra en el sentido más amplio de la palabra”.

Para un rotario es muy fácil entonces hablar de tolerancia religiosa en su propaganda laicista; pues, si en nada cree, todo para él resulta una misma cosa.

En 1936 el rotario argentino, Salvador Díaz Moreno, manifestó que “al Rótary no le interesa la religión ni los dogmas revelados; ni dioses ni tampoco santos. El Rótary vive de la realidad del presente; pero en sus entrañas se gesta una “nueva religión laica” de la amistad. El porvenir dirá si tendrá o no su Olimpo".

Y el rotario brasileño Ferraz Alvim decía en el club de San Pablo: “Rótary no tiene moral práctica ni mucho menos teórica”.

En los clubes rotarios se prohíbe a los católicos manifestar su fe religiosa, pero en cambio ella puede recibir allí los más rudos ataques.

En el club de la provincia de San Juan en 1937 —para citar algún caso entre tantos— se desconoció la divinidad de Cristo y se le llamó "bohemio"; y en el club de Buenos Aires, el 21 de julio de 1944, se injurió a los santos de la Iglesia Católica, endosándoles el carácter de “epilépticos” a San Pablo, a San Francisco de Asís, a Santa Juana de Arco y a Santa Bernardita Soubirous. [2]

Este mismo club de la Capital Federal celebró con gran pompa y entusiasmo, el 11 de julio de 1934, el cincuentenario del laicismo escolar argentino; y tal homenaje se repitió en marzo de 1956 junto con el de la masonería, cuando el gobierno de la Revolución Libertadora anunció la plena vigencia de la ley 1420, que consagró nuevamente entre nosotros el laicismo en la escuela, haciéndolo extensivo a todo el país.

El 11 de abril de 1944 decía Julián J. Lastra en el Rótary Club de Neuquén: “Sobre la cumbre de la montaña de los siglos hay una hueva cruz, el Rótary, pero cruz sin víctima odiosa. Nuestro código moral rotario sin principios dogmáticos, sino empíricos, es como el evangelio de la sagrada escritura. Con nuestra política de buena vecindad y nuestra palabra de honor, alcanzaremos la paz entre los hombres y la armonía entre las naciones". Esta es la misma teoría del masón Harris, fundador del Rótary, el cual decía —olvidándose de la venida de Jesucristo y la publicación de su Evangelio— que “el firme cimiento sobre el cual se edificará la paz permanente del mundo y que excluye a cualquier otro es el Rótary" [3]. El 28 de junio de 1946 el Rótarv Club de la ciudad de San Nicolás rindió un público homenaje al partido socialista que, “por su conducta definida y recta, se había puesto lealmente al servicio de la patria”. Pero ¿ignoran, acaso, los católicos rotarlos, que tal partido político ha sido y sigue siendo en nuestro país el tradicional enemigo de la Iglesia Católica?

El 15 de enero de 1958, por primera vez en la historia del Rótary argentino, un Presidente de la Nación (Aramburu), masón Grado 33º, asistió al almuerzo ritual de los miércoles, servido en el Plaza Hotel de Buenos Aires. El Vicepresidente (Isaac Rojas), masón Grado 33º, lo hizo al mes siguiente, el miércoles 12 de febrero. En tal ocasión, el contralmirante Isaac Rojas dijo: “(…) Soy un convencido del bien que hace a la humanidad la organización a que ustedes pertenecen”; y el general Pedro Aramburu —al ser declarado miembro honorario del Rótary por su gobernador metropolitano -doctor Guillermo Garbarini Islas, masón activísimo, mano derecha de Alicia Moreau de Justo en la Junta Consultiva- expresó lo siguiente: “Conozco los altos fines que persigue esta institución y por ello he sentido una gran satisfacción cuando se me ha invitado a concurrir a esta comida de camaradería(…) Ojalá, señores, pudieran multiplicarse en el país instituciones de la naturaleza del Rótary Club, porque de ellas emana una fuerza espiritual tan extraordinaria que, en realidad, son el puntal, la garantía más segura para la democracia y la libertad”.

El 8 de abril de 1959 el Presidente Provisional, Pedro Aramburu, es despedido, en reunión secreta, por el Rótary Club de Ramos Mejía, antes de emprender viaje a Europa. Presidía la mesa, como invitado de honor, el señor Ian Drydale, Gran Maestre de la masonería argentina y agente confidencial de Su Majestad Británica. El homenajeado se hallaba a su derecha revestido -según algunos, cronistas- con su mandil reglamentario, co­rrespondiente al grado 33. [4]

En 1926 los rotados enviaron al verdugo de la Iglesia Católica en México, Plutarco Calles, un telegrama en el cual, después de felicitarlo, le decían: “Estamos resueltos a cooperar con vuestro gobierno mientras podamos”. Al hablar de la cuestión religiosa mexicana declaraba el masón neoyorquino Roberto A. Grennfield: “La masonería se vale de la YMCA (protestante) y del Rótary para combatir al catolicismo”.


Los rotarios son masones disfrazados

Es un hecho que los rotarios florecen donde más abundan los masones, a tal punto que aquellos, generalmente, no son otra cosa que masones disfrazados.

Masón fue su fundador y sus principales colaboradores y masones son los actuales dirigentes internacionales. En Londres existe una logia masónica -la Rótary Lodge- reservada exclusivamente para rotarios masones y cuyo Gran Maestre es el Príncipe Consorte, Felipe de Edimburgo.

El Boletín de enero de 1928 del Gran Oriente Español decía que “los masones podían considerarse como los hermanos mayores de los rotarios, ya que entre una y otra institución hay grandes puntos de contacto”.

“En los clubes rotarios —afirma la revista masónica “Alpina”— tienen su puesto muchos masones; y esto es fácilmente comprensible —añade- dados los principios porque se rige el rotarismo".

No es, por lo tanto, una novedad que en la revista masónica “El Nivel”, editada en Buenos Aires, se informara al público masónico, en su entrega de febrero-marzo de 1944, sobre “los eficientes trabajos realizados por el Gran Maestre de la Gran Logia Argentina en conexión con el Rótary Club".

El masón Pérez Torreblanca decía en la Asamblea de la Masonería Simbólica de España en 1929: “Por sus orígenes los clubes rotarios cumplen una función internacional muy parecida a la masónica, aunque la limitación de sus fines los coloque en la situación de hermanos menores de nuestra Orden. La masonería debe colaborar en este movimiento para que no se desnaturalicen sus fines primordiales”. Y luego, a raíz de las censuras eclesiásticas recaídas sobre los socios de la “rueda dentada”, añadía: “El movimiento rotario, condenado por la Iglesia y perseguido por los obispos, merece una simpática consideración, e incluso el apoyo de integrarlo allí donde las posibilidades masónicas lo permitan”. [5]

El Club de Leones: centro de captación de los rotarios

Entre los diversos centros que deben su iniciación al Rótary, debemos nombrar, por su gran importancia, al Club de Leones. Esta institución, llamada también Lions International, cuya casa matriz se halla en Chicago (de donde salieron los Chicago Boys de Martínez de Hoz), nació en la ciudad estadounidense de Dallas, Texas, en 1917, como hermano menor del Rótary. Según se cree, es una organización internacional de origen masónico que responde a los intereses petroleros de los Estados Unidos (de allí su conexión con Joe y su banda de forajidos). El leonismo ha fundado ya 21.000 clubes en el mundo y cuenta con 1.500.000 asociados, llamados “leones”. La sigla LEONES puede significar, según los intérpretes del leonismo: Lealtad, Entendimiento, Orden, Nobleza de Ideales, Esfuerzo por el progreso y Servicio al individuo. Desde luego, todo ello, para la destrucción de las patrias.

La primera convención de clubes de leones del distrito correspondiente a la Argentina se reunió luego en el teatro El Círculo de la ciudad de Rosario, el 23 de mayo de 1957 (pleno reinado de la Revolución Libertadora), presidida por su delegado internacional, el doctor Humberto Valenzuela García (que ya había estado en Argentina en noviembre de 1954); y al establecerse en Buenos Aires la filial nacional de la institución, resultó elegido como presidente el masón José Fernández Moreno. [6]

Rotarismo y catolicismo

En 1928 condenaron al Rótary, en sendas cartas pastorales, los obispos españoles de Palencia, Almería, Tuy, León y Orense; y luego el episcopado español en pleno el 1º de febrero de 1929.

El primado de Toledo, monseñor Segura y Sáenz, escribía en su pastoral del 23 de enero de 1929: “El Rótary hace profesión de un laicismo absoluto y de una indiferencia religiosa universal, intentando moralizar a los individuos y a las sociedades con total prescindencia de nuestra santa Madre la Iglesia Católica. Mientras predican una moral sin religión para llegar a la paz universal, ocultan -bajo un aspecto comercial, recreativo, filantrópico, pedagógico, neutral, pero siempre laico- la negación de la moral verdadera y de la verdadera religión, que tratan de sustituir con una religión que no es la de Jesucristo".

El obispo de Palencia decía: “La institución rotariana, como tal, hace profesión de laicismo absoluto, de indiferencia religiosa universal, e intenta moralizar a los individuos y sociedades por medio de una doctrina radicalmente naturalista, racionalista y aún atea. Sepan, por tanto, nuestros amados fieles que, dentro de los titulados clubes rotarios, no pueden entrar los buenos católicos".

Y el obispo de Orense señalaba que “tales clubes rotarios no son otra cosa que nuevos organismos satánicos de igual procedencia y espíritu que el masonismo; bien que procuren disfrazarse y aparecer con el marchamo de humanitarismo puro y hasta de caridad cristiana y de fraternidad universal (…). Según todas las señales y testimonios y documentos fidedignos; y aún a juicio y probanza de insignes y meritísimos católicos y prelados de la Iglesia, la organización rotaria resulta sospechosa y debe estimarse vitanda, execrable y maldita".

El cardenal Andrieu, arzobispo de Burdeos, lo condenó en 1929; y, al mencionar estos documentos de los episcopados francés y español, la Revista Eclesiástica de Buenos Aires, en 1929 y 1945, recordaba a los católicos la resolución Nº 87 del Episcopado Argentino que ordena lo siguiente: “Deben nuestros fieles andar muy cautos en dar su nombre y apoyo a asociaciones de carácter internacional con principios doctrinarios opuestos a las enseñanzas de la Iglesia y con gobierno sustraído a toda dirección e influencia de la misma". Y más adelante comentaba que "entre esas asociaciones se puede incluir con justicia al Rótary Club"; por lo que sólo con permiso del obispo, y comprometiéndose a seguir fielmente sus instrucciones, un católico podrá pertenecer por excepción al Rótary.[7]

Porque “el Rótary —escribió el jesuíta José M. Bower en la revista "Estudios" de Buenos Aires en su entrega de octubre de 1928— no es compatible con el catolicismo. Con su moral racionalista, naturalista y laica se alza como rival de la moral evangélica, y entre la moral del Rótary y la moral de Cristo la opción no puede ser dudosa para un católico. Mutilar la verdad divina es un sacrilegio, disimularla es una cobardía y sustituirla por otra es una apostasía”.

Todo sistema ético que no se base en los principios cristianos es inadmisible para un católico, y “las tentativas de acuerdo en este terreno —nos advierte Pío XI en su encíclica Mortálium ánimos del 6 de enero de 1928— no pueden, en ninguna manera, obtener la aprobación de los católicos, puesto que están fundadas en la falsa opinión de los que piensan que todas las religiones son, con poca diferencia, igualmente buenas. Cuantos sustentan esa opinión poco a poco vienen a parar en el naturalismo y ateísmo”. [8]

El Boletín Eclesiástico de la arquidiócesis de Santa Fe del 15 de marzo de 1933 se hace eco de estos conceptos al transcribir un artículo de L´Osservatore Romano, órgano oficioso de la Santa Sede, subrayando el “carácter antirreligioso y anticatólico del rotarismo”. [9]

A las condenas de los obispos españoles y franceses siguieron las del episcopado holandés en su Conferencia de Utrecht de 1930, del episcopado peruano en 1938 y de monseñor Reyes, de Nicaragua, en 1941, los cuales en general dicen: “El Rótary sostiene una doctrina radicalmente naturalista y atea, totalmente indiferente en cuanto a la religión y al culto. Tales clubes son satánicos, de igual espíritu y procedencia que el masonismo (…) Y predican una moral sin religión (…) Por lo que declaramos categóricamente que a ningún católico le está permitido afiliarse al Rótary, y que al pertenecer a él ponen en peligro su salvación eterna”.

La Santa Sede -respondiendo a la consulta de los obispos- lo prohibió terminantemente para todos los clérigos en su “non éxpedit” (no conviene) del 4 de febrero de 1929, y luego Pío XII repitió tal prohibición el 11 de enero de 1951, añadiendo para los fieles en general una exhortación, en la cual les aconseja que se cuiden de pertenecer a sociedades condenadas por la Iglesia o simplemente sospechosas, a tenor del canon 684 del Código de derecho canónico.

La Santa Sede, aclarando la frase curial “non éxpedit”, indicó que “prohibitiónem importat”, o sea, constituye una prohibición [10] Y L´Osservatore Romano, diario oficioso del Vaticano, daba tres razones principales de tal prohibición, a saber: “Por su origen masónico, por sus probadas hostilidades hacia la Iglesia Católica y por su código moral, tan parecido, en casi su totalidad al de la masonería”.

Los rotarios argentinos, al conocer tal decisión de la Santa Sede, hablaron de las “injustas apreciaciones del Vaticano”, de “reviviscencias de la intolerancia medieval”, de que “la Iglesia ha cometido un error muy serio”; y que tal actitud manifiesta en Ella “una autoridad espiritual llena de soberbia”. Con tales apreciaciones sobre el supremo magisterio del Vicario de Cristo en la tierra ¿cómo puede llamarse católico un rotario?

En setiembre de 1945 la revista eclesiástica de Buenos Aires se expresaba así: “El Ordinario no puede permitir que los sacerdotes se afilien o den su nombre a los Rótary clubes, ni tampoco que asistan a las reuniones que aquéllos verifiquen”. [11]

Leemos en L´Osservatore Romano de 1933: “Los rotarios, al pretender ser la auténtica organización práctica de la ética y los maestros y ejecutores de la ley moral que ellos señalan, argumentan en forma parecida a los doctrinarios de la masonería. Por esto la concepción rotariana, así como la masónica, no pueden conciliarse con la doctrina católica”.

El rotarismo, prescindiendo de veinte siglos de vida cristiana, ha dado un salto gigantesco hacia atrás y se ha colocado en plena filosofía pagana y naturalista. Sus rasgos propios e imborrables son: un naturalismo radiccal, un absoluto indiferentismo religioso y un ateísmo práctico completo.

El célebre pensador inglés Chesterton lo define como “una organización sin alma, desprovista de toda dignidad espiritual. El compañerismo rotariano —dice— no tiene nada de cristiano y su teoría de la propia suficiencia es la más negra de las modernas herejías”. Y concluye así el erudito escritor: “El hombre no se basta a sí mismo, debe apoyarse en Dios; y el rotarismo prescinde de toda idea divina en las relaciones humanas. La hermandad de los hombres necesita de la paternidad de Dios. Cuando se suprime o evita la creencia en lo sobrenatural (como hace el Rótary) todo queda reducido a una mezquina colección de presuntuosos. 



REFERENCIAS
[5] TONELLI, Armando, La verdad sobre el Rotary Club, ibídem. ·
[6] Diario La Nación del 31 de mayo de 1957. [7] Revista Eclesiástica de Bs. As., pág. 554 del año 1929 y 532 del año 1945. 47 Calece.
[8] Colección Completa de Encíclicas Pontificias, Tomo I, pp. 1114 a 1120 (Encíclica Mortalium ánimos de Pío XI del 6 de enero de 1928).
[9] Boletín Eclesiástico de la Arquidiócesis de Santa Fe, pág. 153, del 15 de marzo de 1933. [10] Acta Apostolicae Sedis, volumen 21, Nro. 42.
[11] Revista Eclesiástica de Bs. As., pág. 532, año 1945. Publicación del Rotary Club de Bs. As. (folleto), año 1951.
[12] TONELLI, Armando, op. cit.. 
 
 
Masones y rotarios  
Ricardo Gutiérrez acaba de cumplir 43 años. Pertenece a la Masonería desde hace nueve. Su logia celebra dos tenidas -reuniones- dos viernes al mes, de 8 a 10 de la noche, y regresa a casa a medianoche, tras el ágape o cena-. Su esposa no está invitada -sólo puede asistir a las tenidas blancas -asambleas o ágapes abiertos a los familiares y amigos íntimos-. En los países nórdicos y anglosajones es normal que se consuma bastante alcohol; al fin y al cabo es como estar en una peña de amigos y además hay que cumplir con los brindis obligatorios.
Para Ricardo, la cultura y la conciencia política -no tanto el dinero- son absolutamente necesarias, sobre todo en los países latinos. Las tenidas de instrucción, cuando tienen lugar, pueden acabar con su paciencia, ya que ha de memorizar su papel. Las otras tenidas -en especial las que acogen una ceremonia de iniciación o de elevación a un grado superior (en esta última se le sube el salario al que ya fue iniciado en su día)- son más entretenidas: hay que vestirse formalmente, portar un mandil de su propio grado, cubrirse las manos con guantes blancos y seguir atentamente y en silencio las diversas fases del ritual. Hoy le toca a un fontanero, mañana a un economista, otro día a un funcionario de justicia.

Mandil masónico (Rito Escocés)
Mandil del Rito Escocés
En los países anglosajones y latinoamericanos, pertenecer a una logia masónica o a un club rotario, o a ambos, es imprescindible para quien desea progresar en su profesión. En España, ser rotario es un privilegio; ser masón, en cambio, más bien una inconveniencia: la represión franquista, la iglesia católica y la ignorancia general le han creado muy mala fama. En la Masonería, a diferencia de un club rotario, hay ceremonias rituales con esqueletos y tremendos juramentos. Todo está cerrado al escrutinio público. A la esposa de Ricardo no le hace ninguna gracia que su marido se reúna en secreto con no se sabe quién y vuelva a casa con los ojos saltarines. En la tenida del solsticio de verano o del invierno ella puede lucir su vestido nuevo, pero el ambiente es un poco raro; los hombres hablan entre sí de sus cosas y las mujeres tratan de seguir como pueden los brindis de ritual: al Jefe del Estado, a todos los Jefes de Estado que protegen a la Masonería (o Rotary Internacional), al Gran Maestro (o al Gobernador del Distrito), a los masones y rotarios ausentes.
Ricardo recibió una invitación para integrarse en un club rotario, en virtud de su cualificación personal y profesional; pero no así para entrar en el templo masónico: él mismo tuvo que cursar una solicitud de iniciación a la Gran Logia Provincial, cuya dirección le ha proporcionado un amigo. Tras dos meses de espera, sin que nadie se haya puesto en contacto con él, recibe una llamada telefónica anunciándole la visita de un miembro de la logia local. Ricardo está un poco nervioso, ¿Qué podrían preguntarle? Por si acaso improvisa un cuestionario sobre su opinión acerca de la Masonería, la Iglesia Católica, la familia, el trabajo, la nación. Cuando suena el timbre de la puerta de su casa, a Ricardo se le acelera un poco el pulso. Delante de él aparece un hombre trajeado, moreno, con entradas prominentes, y una sonrisa cortés. La conversación es cualquier cosa menos un interrogatorio; Ricardo esperaba mayor agresividad por parte de aquel hombre, que se presenta como Juan Orts. ¿Por qué quiere ser masón? ¿Cree en Dios? ¿Tiene un trabajo estable? El intercambio es suave, informal, sin dirección por parte del visitante. “Ha sido un placer conocerte; pronto recibirás la visita de otro miembro de la logia.”  “¿Algún problema? ¿He dicho algo que no debiera?” “No, de ningún modo. Tú tranquilo.”  De nuevo el silencio durante otras cuatro o cinco semanas, o varios meses, y hasta años. Ricardo está pasando la etapa conocida como aplomación, es decir, va a ser entrevistado por tres miembros designados por el Venerable  -el presidente- para informar a la logia sobre el candidato. Transcurrido el tiempo de costumbre, su nombre es sometido a una votación. Si las bolas salen blancas, se procederá inmediatamente a su iniciación. Ricardo acudirá a un lugar fijado de antemano, vestido con traje oscuro, camisa blanca, zapatos negros y corbata negra y se le invitará a entrar en la logia.
Ricardo recordará esa noche el resto de su vida. Alguien le hará pasar a una cámara de reflexión, donde se le pedirá que elabore su testamento. Frente a él cuelga un letrero con el acrónimo V.I.T.R.I.O.L. (al parecer, una locución latina equivalente a Visita Interiora Terrae Rectificando Invenies Occultum Lapidem, es decir, Visita el Interior de la Tierra y Rectificando Hallarás la Oculta Lápida - en inglés, Visit the Interior of the Earth and Rectifying you will Find the Hidden Stone).
 
Cámara de reflexión - V.I.T.R.I.O.L.
 
Más adelante sabrá que en el rito de emulación no hay cámara de reflexión, pero sí en el rito escocés, que es el que se practica en la logia a cuyas puertas ha llamado.
 
Cámara de Reflexión - Logia Constante Alona, Alicante
"Cámara de reflexión" de la logia Constante Alona de Alicante
A continuación se le despojará de todo objeto de metal, de sus gafas doradas, de su chaqueta y del zapato de su pie derecho, donde le será colocada una zapatilla. Por último le pedirán que se suba la pernera del pantalón izquierdo hasta la rodilla, que se desabroche la camisa mostrando el pecho por el lado izquierdo, y le cubrirán los ojos con un pañuelo rojo. “¿Ves algo?”  “No.” “Bien, dame la mano y, a partir de ahora, sigue las instrucciones que te den. No sueltes mi mano hasta que lo haga yo." Ricardo ha leído algo sobre las pruebas a las que va a ser sometido. Pero estar a ciegas en un lugar desconocido, guiado por una persona que le habla con voz firme y le oprime la mano y el antebrazo, cambia un poco su actitud abierta y amigable y le transforma en un ser indefenso.
Ricardo Gutiérrez ha solicitado, pues, la iniciación en la logia local, que acaba de ser instalada. No hay aquí un "principio de clasificaciones", como entre los rotarios, que impide el predominio de un grupo profesional en particular; por el contrario, la logia acoge prácticamente a todas las ocupaciones laborales provechosas y Ricardo, que trabaja para la industria del aluminio, es el único empresario del grupo y se tendrá que codear con un médico pediatra, un cirujano, dos abogados (un laboralista y un penalista), varios funcionarios, un fotógrafo y un economista. Estando obligado a asistir a todas las tenidas, su falta injustificada a cuatro consecutivas puede significar, al menos teóricamente, la pérdida de su condición de miembro, aunque la norma no es muy estricta. Cuando tenga que realizar un viaje, podrá consultar el directorio oficial, que le informará de la fecha, hora y lugar de reunión de todas las logias del mundo. Basta presentar la tarjeta de miembro (denominado pasaporte), el último recibo de afiliación y someterse a un breve examen de reconocimiento para asistir a la reunión de cualquier logia que se encuentre a su paso. Portar un emblema en la solapa de su chaqueta, con arreglo a su grado, puede ser suficiente.
 
Cruz de San Jorge, distintiva de la francmasonería nórdica
Cruz de San Jorge, emblema de la masonería nórdica
 
Emblema con la escuadra y el compás realizado en esmalte
Esmalte con la escuadra y el compás (3o)
 
Placa conmemorativa en la Biblioteca Arús de Barcelona
Placa conmemorativa en la Biblioteca Arús de Barcelona
Algo parecido le ocurrirá cuando salga de su ciudad y visite un club rotario a la hora del almuerzo o la cena; allí podrá dar un triple abrazo a sus colegas y sentarse a comer un codillo con verduras del país, a la vez que fija sus contactos profesionales si así lo desea. Ricardo no conoce el perfil-caricatura del rotario trazado por el escritor norteamericano Sinclair Lewis. El protagonista de su novela Babbit (1922) es un espíritu agresivo, entusiasta, optimista, con sentimientos poco pulidos. Ganar dinero y triunfar en el negocio es objetivo esencial de su tránsito por el mundo. La vida intelectual es para él una excrecencia superflua. El único control que admite es el de la censura social. Babbit se mueve entre la superficialidad, la vulgaridad, el esnobismo y la complacencia.
Pero el Babbit de Lewis, contra el que se alzaron en airada protesta los rotarios de todo el mundo (los masones no suelen airear sus trapos sucios) no responde en absoluto a las manifestaciones de Rotary Internacional ni a las de cualquier Gran Logia. El prototipo del masón-rotario se ha expresado, por ejemplo, en la atención prestada a los refugiados de los dos últimas guerras mundiales y a los de la Guerra Civil española, acogidos en Méjico y en otros países hispánicos como hermanos. El contenido filantrópico y humanitario de la Francmasonería y de Rotary Internacional ha llevado a la creación de hospitales, residencias de ancianos y diversas fundaciones cuyos programas de financiación de diferentes proyectos -erradicación de la polio, becas de formación de investigadores - absorben presupuestos gigantescos. El valor patrimonial y de los servicios que prestan las logias masónicas y los clubes rotarios es incalculable, pero supera fácilmente 6.000 millones de euros, minuciosamente contabilizado por los departamentos correspondientes. Las cuotas de los millones de socios, puntuales y disciplinados, auguran una vida prolongada y vigorosa para la Francmasonería y para Rotary Internacional. Cada masón y cada rotario paga cuotas mensuales o trimestrales para sufragar los gastos de su organización -preparación de las logias provinciales y nacionales, los gobernadores de distrito, las actividades de la junta directiva, el desarrollo de programas y publicaciones, sueldos de funcionarios, la misma administración-. Los fondos de inversiones, hábilmente custodiados por expertos en finanzas -masones y rotarios que actúan como voluntarios- aseguran el equilibrio entre los ingresos y los gastos.
Rotary Internacional nació a principios de siglo en Estados Unidos. Paul Harris, abogado de Chicago, fundó un club de hombres de negocios, algunos de ellos masones, con representación de diversas profesiones, capaz de llevar al grupo más allá de la amistad interesada. La primera reunión formal tuvo lugar el 23 de febrero de 1905, dándosele inicialmente al club el nombre de "rotario" por la costumbre de celebrar las reuniones de forma rotativa en los locales de los socios. Al ampliarse el número de éstos, hubo que hacer las reuniones más funcionales, trasladándolas a un lugar fijo a la hora del almuerzo.

Paul Harris, fundador de Rotary International (23 de febrero de 1905)
En los años sucesivos se fueron creando derivaciones del club fundador. En julio de 1910 (el año rotario comienza el 1 de julio y termina el 30 de junio del año siguiente) tuvo lugar el primer congreso nacional, en el que se formularon los principios del rotarismo. La apertura de nuevos clubes en Europa les llevó a adoptar el nombre de Rotary Internacional. Rotary ha sido la precursora de otros movimientos asociativos, como Kiwanis o Leones. El primer club rotario de España se formó en Madrid en 1920, siendo disuelto al término de la Guerra Civil. En 1977, con la nueva Ley de Asociaciones, reanudó sus actividades aprobando, entre otras, una resolución sobre los derechos humanos: "Donde la libertad, la justicia, la verdad, la santidad de la palabra empeñada y el respeto a los derechos humanos no existen, Rotary no puede vivir ni sus ideales prevalecer."

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