La
bienaventurada Virgen María en el primer instante de su concepción fue,
por singular privilegio de Dios y en virtud de los méritos de Cristo,
preservada inmune de toda mancha (labe: infección) de la culpa
original”.
Esta es la revelación de Lourdes: “Yo soy la Inmaculada Concepción”.
La Inmaculada te dice que para acoger a Jesús, que es la misma santidad, sólo hay un camino: un cuerpo, un alma que no conocen pecado; a Jesús sólo le puede ofrecer hospitalidad un corazón enteramente puro e inmaculado.
Inmaculada: Aspiración de un hijo a una madre perfecta. María es la persona ideal, la que reúne todas las perfecciones; es la Pureza absoluta, la santidad perfecta.
En la Inmaculada Dios nos da una Madre que colma todas las aspiraciones, aún las que en ensueños podamos aspirar. La Inmaculada es una “fuera de serie” del Espíritu Santo. María es una maravilla en la que lo que hemos descubierto queda muy por debajo de lo que se puede descubrir.
María es la digna de confianza. El máximo de garantía re-side en una santidad perfecta. María Madre Inmaculada, la de la santidad perfecta, es para mí el maximum de garantía; es la garantía perfecta. En Ella puedo depositar toda mi confianza. En Ella estoy perfectamente asegurado. Constituye un seguro de por vida y universal, nada cae fuera de él.
María es el guía, la guía para Dios. “A Dios nadie le ha visto nunca”. María está ya viendo a Dios. “Nadie conoce al Hijo sino el Padre…” Nadie conoce a Jesús sino la Madre. Es una guía segu¬ra porque es Inmaculada, no hay en Ella error. Toda Ella es luz de santidad. No hay en Ella desviación. No ha habido en Ella alianza alguna, aún la pasajera o mínima de una insignificante imperfección, con el demonio, nuestro enemigo, el principal enemigo, el mortal, el que siempre está en el fondo de todo enemigo nuestro manteniendo y avivando las enemistades. La Inmaculada es toda Ella una firme y sólida repulsa no digo del pecado, sino de la sombra del pecado. La Inmaculada es la detectora clarividente del pecado. Asociado a Ella detestarás el pecado, repelerás el pecado. Nosotros tan débiles ante lo violento de las tendencias pasionales. Tener una Madre Inma¬culada es un tesoro nunca lo bastante alabado. Ponte bajo la dirección de María: el camino que Ella te señale es un camino recto y seguro para el encuentro con Dios.
María es la educadora, la formadora. Posee la santidad y el arte de comunicarla. Una Madre posee la naturaleza humana y el poder de trasmitirla. Eso es la Inmaculada, la que posee santidad divina y el poder de trasmitirla. Esto es lo que se llama un formador. Para ello María está dotada de gran dulzura y de gran delicadeza. María no hiere, María no pone ojo duro. No desfallezcas en asistir a su Escuela. Por Ella te habla y te forma el Espíritu Santo. María es incansable, infatigable. Nada hay en mí que pueda hacerla desfallecer en esta su misión de formadora, llena de bondad; de formar en mí el rostro de su Hijo Jesús. Cuanto más hundido esté más brilla la excelencia y bondad de su método educativo.
Todo educador tiene que tener paciencia. María tiene más. María tiene aguante. María tiene una paciencia inagotable, que no retrocede ni cede. María tiene indulgencia pero no condes¬cendencia. No se apea del ideal de santidad que quiere grabar, esculpir en ti y hacer en ti. Tu debilidad le hace tener mano izquierda, pero jamás abajar el modelo de santidad, suma y pauta de su actividad educadora.
María ha dado a luz con dolor. “Con dolor parirás”. María ha dado a luz a un Crucificado. “Una espada de dolor atravesará tu corazón”. La obra de María en ti será dolorosa. El modelo que María quiere esculpir en ti es un crucificado. María te lleva a la virginidad total. Virginidad quiere decir tener un solo querer: Dios; y todo lo demás quererlo a través de Dios. Verlo todo en Dios, quererlo todo en Dios.
¿Qué es verlo todo en Dios? Es verlo saliendo de Dios, viviendo-consistiendo en Dios, orientado hacia Dios.
¿Qué es amarlo todo en Dios? Es quererlo saliendo de Dios, viviendo en Dios, orientado hacia Dios.
Tú no debes por tanto programar nada sino desde el punto de vista de Dios, el único propietario de todo. Y esto es dolo¬roso. Tengo que recortar sin compasión en mis quereres hasta que puedan ser encajados dentro del Querer de Dios o hasta que el Querer de Dios pueda encajar plenamente en mi que¬rer. Por eso decir virginidad cristiana es decir la más fecunda maternidad.
El enfoque de Dios es el único real, el que se adecua a la realidad. María es la técnica en dar a luz crucificados. Es su técnica específica. Dijo a Santa Bernardita: “No te haré feliz en la tierra sino en el cielo”.
María intercede por nosotros; pide por nosotros. Tanto más eficaz es su petición cuanto que es Inmaculada en su concep¬ción. Lo que quiere decir que la pureza sin tacha embarga todo su ser y sus circunstancias porque toda ella sale y se desarrolla a partir de algo cuya casta es la pureza. María continuamente está presentando nuestras necesidades a Dios para que sean atendidas y Dios se inclina tanto más a satisfacer el ruego de María cuanto que reconoce en Ella la única criatura que jamás le ha disgustado ni decepcionado. Dios mira a María con com¬placencia sin reserva. El amor abre a Dios: primero le aplaca, después le abre. Como María toda Ella es amor puro de Dios, es decir, a disposición de Dios, verla Dios y aplacarse y abrirse es todo uno.
Acude a Dios siempre por María. María es la omnipotencia suplicante. Su pureza inmaculada asegura el poder y el éxito de su intercesión.
María Inmaculada es decir triunfo de Dios. Un triunfo de Dios completo, eso es María. En el mundo reina el demonio a través del pecado en un reino de muerte. Muerte como escalón final de la cascada de males que sofocan el ansia de vivir del mundo.
En María se derrumba el mundo del pecado y el reino de la muerte. La Inmaculada es su desplome total. El demonio ve la Inmaculada. La ve como la que se le escapa íntegramente y tras Ella perderse su imperio en el mundo. Es su primera defección total.
Fuente: www.cruzadamariana.org
Esta es la revelación de Lourdes: “Yo soy la Inmaculada Concepción”.
La Inmaculada te dice que para acoger a Jesús, que es la misma santidad, sólo hay un camino: un cuerpo, un alma que no conocen pecado; a Jesús sólo le puede ofrecer hospitalidad un corazón enteramente puro e inmaculado.
Inmaculada: Aspiración de un hijo a una madre perfecta. María es la persona ideal, la que reúne todas las perfecciones; es la Pureza absoluta, la santidad perfecta.
En la Inmaculada Dios nos da una Madre que colma todas las aspiraciones, aún las que en ensueños podamos aspirar. La Inmaculada es una “fuera de serie” del Espíritu Santo. María es una maravilla en la que lo que hemos descubierto queda muy por debajo de lo que se puede descubrir.
María es la digna de confianza. El máximo de garantía re-side en una santidad perfecta. María Madre Inmaculada, la de la santidad perfecta, es para mí el maximum de garantía; es la garantía perfecta. En Ella puedo depositar toda mi confianza. En Ella estoy perfectamente asegurado. Constituye un seguro de por vida y universal, nada cae fuera de él.
María es el guía, la guía para Dios. “A Dios nadie le ha visto nunca”. María está ya viendo a Dios. “Nadie conoce al Hijo sino el Padre…” Nadie conoce a Jesús sino la Madre. Es una guía segu¬ra porque es Inmaculada, no hay en Ella error. Toda Ella es luz de santidad. No hay en Ella desviación. No ha habido en Ella alianza alguna, aún la pasajera o mínima de una insignificante imperfección, con el demonio, nuestro enemigo, el principal enemigo, el mortal, el que siempre está en el fondo de todo enemigo nuestro manteniendo y avivando las enemistades. La Inmaculada es toda Ella una firme y sólida repulsa no digo del pecado, sino de la sombra del pecado. La Inmaculada es la detectora clarividente del pecado. Asociado a Ella detestarás el pecado, repelerás el pecado. Nosotros tan débiles ante lo violento de las tendencias pasionales. Tener una Madre Inma¬culada es un tesoro nunca lo bastante alabado. Ponte bajo la dirección de María: el camino que Ella te señale es un camino recto y seguro para el encuentro con Dios.
María es la educadora, la formadora. Posee la santidad y el arte de comunicarla. Una Madre posee la naturaleza humana y el poder de trasmitirla. Eso es la Inmaculada, la que posee santidad divina y el poder de trasmitirla. Esto es lo que se llama un formador. Para ello María está dotada de gran dulzura y de gran delicadeza. María no hiere, María no pone ojo duro. No desfallezcas en asistir a su Escuela. Por Ella te habla y te forma el Espíritu Santo. María es incansable, infatigable. Nada hay en mí que pueda hacerla desfallecer en esta su misión de formadora, llena de bondad; de formar en mí el rostro de su Hijo Jesús. Cuanto más hundido esté más brilla la excelencia y bondad de su método educativo.
Todo educador tiene que tener paciencia. María tiene más. María tiene aguante. María tiene una paciencia inagotable, que no retrocede ni cede. María tiene indulgencia pero no condes¬cendencia. No se apea del ideal de santidad que quiere grabar, esculpir en ti y hacer en ti. Tu debilidad le hace tener mano izquierda, pero jamás abajar el modelo de santidad, suma y pauta de su actividad educadora.
María ha dado a luz con dolor. “Con dolor parirás”. María ha dado a luz a un Crucificado. “Una espada de dolor atravesará tu corazón”. La obra de María en ti será dolorosa. El modelo que María quiere esculpir en ti es un crucificado. María te lleva a la virginidad total. Virginidad quiere decir tener un solo querer: Dios; y todo lo demás quererlo a través de Dios. Verlo todo en Dios, quererlo todo en Dios.
¿Qué es verlo todo en Dios? Es verlo saliendo de Dios, viviendo-consistiendo en Dios, orientado hacia Dios.
¿Qué es amarlo todo en Dios? Es quererlo saliendo de Dios, viviendo en Dios, orientado hacia Dios.
Tú no debes por tanto programar nada sino desde el punto de vista de Dios, el único propietario de todo. Y esto es dolo¬roso. Tengo que recortar sin compasión en mis quereres hasta que puedan ser encajados dentro del Querer de Dios o hasta que el Querer de Dios pueda encajar plenamente en mi que¬rer. Por eso decir virginidad cristiana es decir la más fecunda maternidad.
El enfoque de Dios es el único real, el que se adecua a la realidad. María es la técnica en dar a luz crucificados. Es su técnica específica. Dijo a Santa Bernardita: “No te haré feliz en la tierra sino en el cielo”.
María intercede por nosotros; pide por nosotros. Tanto más eficaz es su petición cuanto que es Inmaculada en su concep¬ción. Lo que quiere decir que la pureza sin tacha embarga todo su ser y sus circunstancias porque toda ella sale y se desarrolla a partir de algo cuya casta es la pureza. María continuamente está presentando nuestras necesidades a Dios para que sean atendidas y Dios se inclina tanto más a satisfacer el ruego de María cuanto que reconoce en Ella la única criatura que jamás le ha disgustado ni decepcionado. Dios mira a María con com¬placencia sin reserva. El amor abre a Dios: primero le aplaca, después le abre. Como María toda Ella es amor puro de Dios, es decir, a disposición de Dios, verla Dios y aplacarse y abrirse es todo uno.
Acude a Dios siempre por María. María es la omnipotencia suplicante. Su pureza inmaculada asegura el poder y el éxito de su intercesión.
María Inmaculada es decir triunfo de Dios. Un triunfo de Dios completo, eso es María. En el mundo reina el demonio a través del pecado en un reino de muerte. Muerte como escalón final de la cascada de males que sofocan el ansia de vivir del mundo.
En María se derrumba el mundo del pecado y el reino de la muerte. La Inmaculada es su desplome total. El demonio ve la Inmaculada. La ve como la que se le escapa íntegramente y tras Ella perderse su imperio en el mundo. Es su primera defección total.
Fuente: www.cruzadamariana.org
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