miércoles, 24 de julio de 2013

¿Se pueden realizar pactos con el diablo



La vida es una lucha contra el mal
Autor: P. Angel Peña O.A.R.

Capítulo 7: La posesión diabólica

LA POSESIÓN DIABÓLICA

La posesión se puede dar, sobre todo, entre los que adoran al diablo como a un dios; a veces, bajo la forma de un chivo con cuernos. Estas personas han hecho pacto con el diablo y celebran misas negras, especialmente, los fines de semana, donde celebran orgías y toda clase de excesos e inmoralidades, incluso con imágenes sagradas. En algunas circunstancias, hasta llegan a matar a un niño; en otros casos, consiguen hostias consagradas de las Iglesias y las profanan y hacen otras cosas que la pluma se resiste a escribir.

Ahora bien, no todos los que dicen que están endemoniados lo están. Hay muchos enfermos mentales que tratan de hacerlo creer y ellos necesitan de un psiquiatra más que de un exorcista. Estos pacientes tratan de llamar la atención de esta manera y hacen cosas raras para que los crean. En cambio, cuando hay verdadera posesión, el demonio trata de ocultarlo a toda costa.

De todos modos, hay enfermos mentales, que pueden tener cierta influencia demoníaca, que los ha llevado a ese estado. A este respecto, diremos que el Beato Francisco Palau, carmelita español del siglo diecinueve, tenía un hospicio en donde recogía a los afectados de enfermedades mentales. Los exorcizaba a todos y los que estaban afectados por el diablo se curaban, mientras que los otros se quedaban como estaban. Pero es preferible distinguir bien primero, de acuerdo a ciertas señales, para que no se hagan exorcismos indebidos.

Sin embargo, hay que aclarar que se dan casos de posesión diabólica, incluso en niños, ofrecidos por sus padres al diablo. También en algunos santos, quienes, por un cierto tiempo, pueden estar poseídos con el permiso de Dios, que lo permite para afianzarlos en la fe, ya que el diablo puede tener poder sobre su cuerpo, pero nunca lo tendrá sobre su alma. Hay casos de santos, que, en esos momentos, blasfeman, escupen a las imágenes o hacen cosas raras, aunque interiormente las rechazan y, por eso, no ofenden a Dios.

Para los casos de obsesión u opresión, basta con la oración de liberación; pero, para los casos de posesión, hay que hacer verdaderos exorcismos, conminando con fuerza al diablo en el Nombre de Jesús. Para hacer exorcismos en público solamente están autorizados los sacerdotes con permiso del obispo. Para ello usan el rito de los exorcismos. El nuevo rito de los exorcismos fue publicado el 26 de enero de 1999. En el Catecismo leemos: "Cuando la Iglesia pide públicamente y con autoridad en Nombre de Jesucristo que una persona o un objeto sea protegido contra las asechanzas del maligno y sustraída a su dominio, se habla de exorcismo. El exorcismo solemne sólo puede ser practicado por un sacerdote con el permiso del obispo. En estos casos, es preciso proceder con prudencia, observando estrictamente las reglas establecidas por la Iglesia" (Cat 1673). En privado, se pueden hacer con la debida discreción y nunca solos, sino acompañados de alguna otra persona y pidiendo previamente la protección en virtud de la sangre de Cristo para todos los presentes. No es conveniente que haya incrédulos o personas curiosas, ya que todos deben orar por la liberación. Si se trata de una mujer, es conveniente que haya también alguna mujer presente.

Las señales para distinguir la verdadera posesión son, por ejemplo, fuerza sobrehumana, hablar lenguas desconocidas, conocer cosas ocultas y tener terror a las cosas e imágenes benditas. El Padre Gabriel Amorth dice: "He visto jovencitas débiles romper con sus blancas manos bancas de nogal de la Iglesia sin ningún esfuerzo aparente. Una vez, una mujer se levantó y dio un salto hacia atrás de unos 10 metros, cayendo de cabeza, yo pensé que se había matado, pero se levantó tranquila. He visto campesinos analfabetos, que hablaban en latín, griego y arameo. A veces, me decían cosas privadas de mi propia vida". Los casos de posesión son relativamente pocos, pero quizás sean más de lo que nos imaginamos. Hoy están creciendo los grupos satánicos sin control. Hay iglesias satánicas en USA que hacen propaganda en los medios de comunicación social.


Miguel Warnke cuenta su propia historia en su libro "El vendedor de Satanás" y cómo fue cayendo, poco a poco, en una secta satánica de la que llegó a ser Sumo sacerdote, dirigiendo un grupo de 1,500 personas en el Sur de California (USA). Pero, cuando se hizo incapaz de dirigir el grupo, porque se había hecho drogadicto, lo abandonaron una noche fría en una carretera. Él cuenta cómo hizo su pacto con el diablo, firmado con su sangre, y lo que hacían en las misas negras... Y cómo, al fin, se convirtió con la ayuda de otros cristianos, que lo ayudaron a liberarse. Pero ¡cuántos habrá que, una vez llevados por este mal camino, no pueden o no tienen fuerza para abandonarlo! Para muchos será un camino sin retorno.

Y, sin embargo, hay muchos inconscientes, que se meten en sectas satánicas por curiosidad o buscando novedades y placeres nuevos. No se dan cuenta de que se están metiendo en la boca del lobo y quizás para siempre. Y no faltan quienes disfrutan al ver películas sobre el diablo, donde aparece con un poder absoluto, que pude matar exorcistas y hacer lo que quiera, como si Dios no existiera y él fuera el dueño del mundo. Películas negativas, que lo único que producen en la gente es un gran miedo al diablo y verlo por todas partes, llenando su vida de temores y angustias. Y, si esto no se contrapone con fe y oración, puede producir muchas enfermedades y sufrimientos. Gracias a Dios, mientras hay vida hay esperanza.

El Evangelio nos habla de varios casos, como el endemoniado de Gerasa, que vivía en los sepulcros, y que rompía hasta las cadenas con que alguna vez lo habían atado. Dice el Evangelio que no era uno solo, sino muchos, y Jesús los expulsó y los mandó a los cerdos, que se precipitaron al lago y se ahogaron (Mc 5). Pues bien, Jesús sigue vivo entre nosotros y puede hacer los mismos milagros de hace dos mil años.

Recuerdo una ocasión en que vino a visitarme una joven, que adoraba al diablo en reuniones satánicas. Cuando comencé a orar por ella, la joven se desencajó y empezó a decir NO, NO, NO. No quería que orase y quería marcharse... Con ayuda de su padre y de otro hermano de la parroquia estuvimos dos horas orando hasta que el diablo salió en forma de espuma blanca. Recuerdo que dijo: "Nunca he sentido tanta paz".

Después de la liberación, tuvimos que recomendarle encarecidamente que llevara una vida cristiana de oración, de amor a María, de confesión y comunión frecuente; porque, de otro modo, podía recaer en lo mismo, como ocurre varias veces. Y así nos lo avisa Jesús: "Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda vagando por lugares áridos en busca de reposo y, al no encontrarlo, dice: me volveré a mi casa, de donde salí. Y al llegar, la encuentra barrida y en orden. Entonces, va y toma otros siete espíritus peores que él, entran y se instalan allí y el final de aquel hombre viene a ser peor que el principio" (Lc 11,24-26).

Por eso, es imprescindible la perseverancia en el bien, acudir a algún grupo, donde puede ser sostenido en su fe, y, por supuesto, saber perdonar las ofensas, pues si guarda rencor, nunca se podrá liberar. Aquel día aprendí que el diablo es poderoso, pero no todopoderoso. Me di cuenta de la importancia de las imágenes benditas; pues, cuando le poníamos delante el crucifijo, no podía mirarlo de frente y se escondía en un rincón. También pude aprender el poder de intercesión de María, ya que la invocábamos con fervor, y la importancia del agua bendita; al echársela, se apartaba como si le quemara. Antes de comenzar, oramos para protegernos, pidiendo la protección de la sangre de Cristo y haciendo tres veces la señal de la cruz.

¿Alguna vez has sentido la presencia del diablo en tu vida, en tu mente o en tu corazón? ¿Lo has invocado? ¿Qué has hecho para liberarte o liberar a otros?

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