sábado, 26 de abril de 2014

El Veneno de la Lengua

CALUMNIA: Acusación hecha a sabiendas de que es falsa.
La calumnia es mentir sobre el carácter de una persona. Quien ha calumniado debe retractarse y hacer reparación del daño hecho, en cuanto sea posible.
La lengua es un arma poderosa. La calumnia usa ese poder para hacer gran daño. 
DIFAMACION
(Latín: diffamāre)

Desacreditar a alguien divulgando algo contra su buena opinión y fama.  El difamador utiliza tanto información verdadera como falsa.  Si es falsa es calumnia. Pero aunque sea verdad lo que dice el difamador comete pecado porque le quita a una persona su derecho del buen nombre.  
No confundir la difamación con la justa denuncia de un mal con el fin de defender al inocente del agresor. Hay que examinar la intención y la finalidad.
CHISME
Comentario (verdadero o falso) que presenta a una persona o grupo en forma negativa. El chisme es pecado aunque lo que se divulgue sea cierto. Es pecado contra la caridad.
Antes de hablar de otro piensa si te gustaría que hablen así de ti.
No hables de alguien que no está presente para defenderse. 

La Biblia nos advierte sobre los pecados de la lengua:
 -          “Yo les digo que en el día del juicio los hombres tendrán que dar cuenta hasta de las palabras ociosas que hayan dicho. Por tus palabras serás declarado justo, y por lo que digas vendrá tu condenación”. (Mateo 12:36-37)
 -          “Ustedes han escuchado que se dijo a sus antepasados  “No matarás” y el que mate deberá responder ante la justicia. Yo les digo más: cualquiera que se enoje contra su hermano comete un delito y el que lo insulte merece ir ante el Tribunal Supremo, y el que lo llame tonto es digno del infierno”.  (Mateo 5:21-22)
 -          “¿No comprenden que todo lo que entra por la boca va a parar al vientre y después sale del cuerpo,  mientras que lo que sale de la boca procede del corazón, y eso es lo que hace impuro al hombre?  En efecto, del corazón proceden los malos deseos, asesinatos, adulterios, inmoralidad sexual, mentiras, chismes.  Esas son las cosas que hacen impuro al hombre”. (Mateo 15:17-21)
 -          “Por la lengua cae el hombre. Que no te llamen calumniador,  porque al ladrón le llega la deshonra, pero la condena será aún más severa para el hombre de doble lengua”. (Sirach 5:11-14)  
 -          “Quien se preste a la calumnia no encontrará descanso ni hallará paz. Muchos han caído por la espada, pero muchos más caerán por la lengua” (Sirach 28:15-18)
 -          “Nada se halla tan oculto que no vaya a ser descubierto, nada escondido que no deba ser conocido. Por eso, todo lo que digan a oscuras será oído de día; y lo que digan al oído en los lugares más retirados, será proclamado sobre los tejados”.
 -            “Hermanos, no se critiquen unos a otros. El que habla en contra de un hermano o juzga mal de él, habla en contra de la ley y juzga en contra de ella. Y si tú juzgas a la ley ya no la cumples, sino que te haces superior a ella. Pero uno solo hizo la ley y a la vez puede juzgar. El que es capaz  de salvar o de condenar.  Pero quién eres tú para juzgar al prójimo?”  (Santiago 4:11-12)
 -          “Arranquen de raíz entre ustedes: los disgustos, los arrebatos, el enojo, los gritos, las ofensas y toda clase de maldad. Por el contrario, muéstrense buenos y comprensivos unos con otros, perdonándose mutuamente, como Dios los perdonó en Cristo”.  (Efesios 4:30)

Mensaje de Jesús a Sor Josefa Menendez
21 de MARZO de 1923

Josefa continúa escribiendo el mensaje de Jesús a las almas, esta vez el Señor se refiere a las ocasiones que debiésemos callar algo pero la lucha interior nos vence:

“…Si algún alma impulsada, no por la caridad y el deseo del bien al prójimo, sino por un secreto movimiento de envidia, procura divulgar una falta ajena, la gracia y la conciencia levantan la voz y le dicen que aquello es una injusticia, y que no procede de bueno sino de mal espíritu. Quizá tenga un instante de lucha interior pero, cobarde al fin, su pasión inmortificada la ciega y procura inventar un arreglo que, a la vez, acalle su conciencia y satisfaga su mala inclinación: esto es, acallar en parte lo que debía callar del todo; y se excusa diciendo: `tiene que saberlo… sólo diré una palabra…´”.

Las plumas regadas
Una mujer fue a confesarse con San Felipe Neri acusándose de haber hablado mal de algunas personas. El santo la absolvió, y le puso como penitencia que tomara una gallina y volviera donde él desplumándola poco a poco a lo largo del camino. Cuando estuvo de nuevo ante él, le dijo: "Ahora vuelve a casa y recoge una por una las plumas que has dejado caer cuando venías hacia aquí". La mujer le mostró la imposibilidad: el viento las había dispersado. Ahí es donde quería llegar San Felipe. "Ya ves -le dijo- que es imposible recoger las plumas una vez que se las ha llevado el viento, igual que es imposible retirar murmuraciones y calumnias una vez que han salido de la boca".
UN TESTIMONIO IMPORTANTE

El actor ingles Alec Guinness, católico converso, famoso por interpretar al maestro Jedi Obi Wan en la primera película de Star Wars, sabía que este pecado era uno de sus puntos débiles como cristiano. 

Para combatirlo, contaba con un aliado: San Francisco de Sales, patrón de escritores y periodistas, cuyos consejos contra "los pecados de la lengua" leía y releía. 

Para no dañar con las palabras
Guinness tenía una innegable capacidad para hacer daño a la gente con comentarios hirientes, y debía inspirarse en las palabras de este santo obispo y escritor en su lucha desigual por no decir más mofas y ofensas, “el peor pecado de la lengua que podemos cometer contra nuestro hermano”, según el santo obispo de Ginebra. 

Guinness veía a Francisco de Sales como un santo práctico, con métodos aplicables. “Voy y vengo y vuelvo a empezar en mi vida religiosa, pero profundizo, me parece, y rezo y confío”, diría a un amigo esos días.

Un converso en un mundo de apariencias
En 2005 apareció en inglés la biografía oficial del actor británicoAlec Guinness, fallecido el año 2000. 

Guinness ha sido ya ídolo de dos generaciones por su papel del maestro jedi Obi Wan Kenobi en La Guerra de las Galaxias, pero antes ya se había hecho un enorme prestigio en el mundo del cine, con un Óscar en 1957 por su papel en El puente sobre el Río Kwai

El biógrafo, Piers Paul Read, presta en esta obra (Alec Guinnes: the authorized biography), una atención especial a la fe católica del actor, la fe de un converso en la que siempre encontró consuelo y crecimiento. 

Hijo de madre soltera y bebedora
La infancia de Guinness no fue fácil: nació en Londres en 1914, nunca supo quién fue su padre y vivía en pensiones con una madre que apenas se preocupaba de él. 

“Mi madre era una puta”, diría con dureza Guinness a John le Carré

“Se acostó con toda la tripulación del yate de Lord Moyne en la Regata Cowes y cuando dio a luz llamó Guinness al bastardo pero mi padre fue probablemente el maldito cocinero”. 

Era bebedora y robaba cosas. Como reacción a esta infancia, cuando años después Guinness triunfe, desarrollará un cierto dandismo, un puntillismo famoso en círculos artísticos y un gusto por los trajes elegantes y las compras exquisitas. 

Controlar la homosexualidad mediante la oración
En su época de estudiante Guinness conoció los ambientes turbios de la homosexualidad e incluso experimentó inclinaciones en este sentido, aunque parece ser que las resistió. 

El biógrafo recoge su amistad con el director Peter Glenville, un católico convencido, que sin embargo mantuvo una relación homosexual de por vida a la vez que reconocía la necesidad de confesarlo, arrepentirse y seguir la enseñanza de la Iglesia. 

Guinness escribió que este tipo de pasiones “podían controlarse, si no curarse, mediante la oración, el arrepentimiento y la Gracia de Dios”. 

Tras la escuela, trabajó un año en una firma publicitaria y después empezó a formarse como actor. En 1934 John Gielgudpuso en marcha su exitosa carrera con el papel de Osric enHamlet

El catolicismo, “regimiento de élite”
Durante la Segunda Guerra Mundial Guinness adoptó el anglocatolicismo, la rama ritualmente más parecido al catolicismo de la Iglesia Anglicana. 

En aquella época, los anglicanos no ordenaban mujeres ni casaban homosexuales y la doctrina era muy cercana a la católica. 

Según escribió, la religión anglicana era “un baluarte psicológico contra las incertidumbres de la guerra y el miedo al futuro y me mantuvo por el buen camino”. 

Incluso, después de casarse, jugó un tiempo con la idea de hacerse sacerdote anglicano. Pero ya entonces, en los años de la guerra, siendo oficial en la Royal Navy, consideraba que el catolicismo era “el regimiento de élite” del que pensaba que no podía permitirse sus “caros uniformes”.


Alec Guinness ataviado como el Padre Brown
en la serie de TV británica clásica

La sotana que inspiraba confianza
 
Una escena especial se dio en su vida cuando rodaba un capítulo de El Padre Brown, serie de TV inspirada en las novelas de G.K. Chesterton, y él estaba vestido como el famoso sacerdote. Paseaba al aire libre durante un descanso, y una niña pequeña se le acercó corriendo, muy confiada. 

Para ella, él era simplemente un sacerdote con sotana, y la niña al parecer tenía muy buena experiencia de los curas y le inspiraban una gran confianza y simpatía. Aquello hizo pensar a Guinness, aún anglicano, en como la mera sotana había bastado para aportar alegría y confianza a una niña desconocida.

Un pacto con Dios
A los cuarenta años Guinness escribe en su diario: “mi alma, mi cuerpo, mi cerebro languidecen necesitando religión. El mundo es demasiado inhóspito e inexpresivo sin un sentido de adoración”. 

Cuando su hijo Matthew cayó enfermo de poliomelitis,Guinness hizo el pacto con Dios de convertirse si el chico se recobraba: Matthew se curó y Guinness se convirtió. 

Así lo explica en su autobiografía Blessings in Disguise (1985), aunque Piers Paul Read y otros señalan que fue en realidad un paso más en un deseo lento pero tenaz de vivir y crecer en fe. 

La visión mística de Santa Juliana
A partir de ese momento, Guinness devorará las obras espirituales del cardenal Newman, de Chesterton, de Hilaire Belloc, de Knox, de Carlos de Foucauld y de santa Teresa de Ávila

En uno de sus diarios apunta un pasaje de las Revelaciones del Amor Divino, una de las visiones de la beata medieval Juliana de Norwich: Vi una cosa pequeñita en la palma de mi mano, del tamaño de una avellana, redonda como una bolita. Pensé, ¿qué será esto? Y se me respondió: “esto es todo lo que ha sido hecho”. Me maravilló como podía mantenerse y no caer en la inexistencia por su pequeñez. Se me respondió:“se mantiene, y se mantendrá siempre, porque Dios lo ama”. 

A Guinness le cautivó esta visión y en su caja de maquillaje llevaba siempre una avellana, que era lo primero que sacaba y ponía en la mesa del camerino al llegar a un teatro. 

Una caricia de Dios
Alec Guinness también creía que Dios permitía que cada hombre y mujer, alguna vez, recibieran “de acuerdo a su capacidad, un destello de Su promesa a ellos, una impresión de lo que la eternidad podría significar, un destello de su adopción como Hijos de Dios y al retirarse este destello, darse cuenta de lo que significa la Caída del Hombre. Se nos deja con una sensación exultante y al mismo tiempo, junto con su felicidad, una tristeza que es difícil que volvamos a encontrar en esta vida. Es una zanahoria dorada ante unos burros... que podrían ser dioses”. 

Destello de eternidad
Párrafos como este, que podemos encontrar en otros grandes cristianos ingleses de esos años, como C.S.Lewis o J.R.R.Tolkien acercan la experiencia mística, el “destello de eternidad”, a los hombres. No es extraño que estos artistas hayan llegado a tantos lectores y espectadores. 

Consciente de sus fallos
Guinness era muy consciente de sus pecados y fallos, “dolorosos, cuando no ridículos o aburridamente repetitivos”. Fue consciente de sus fallos y de hecho la mayoría de sus papeles en cine o teatro trataban el tema del fracaso, fuese como soldado o espía, oficinista o vendendor, científico o noble en desgracia. En su vida espiritual, su reconocimiento de esta debilidad y su dependencia de los sacramentos fortaleció su fe. 

Una mujer de bandera
Guinness fue amigo de sus amigos, generoso y fiel a su esposa. Sin embargo, siempre se mostró desdeñoso e hiriente con cosas que eran valiosas para ella, sus libros infantiles, sus ilustraciones, su cocina. 

Su esposa Merula veía estos fallos como resultado de su dandismo compulsivo y los perdonaba

“Según unos cuantos de sus amigos más cercanos, mientras Alec mantenía su viejo y difícil yo, era Merula quien ganaba en sabiduría y bondad, adquiriendo el genio de la santidad que había eludido a Alec”, escribe en esta biografía Piers Paul Read

Un palmarés impresionante
“Con todas las contradicciones de su maquillaje, siempre hubo un núcleo de verdad allí en el medio que fue lo que reconocí cuando nos enamoramos por primera vez. Supe que siempre podría confiar en él”, escribió Merula tras la muerte de su esposo, una de las figuras públicas más conocidas del catolicismo público inglés en el arte del s.XX. 

En su palmarés quedaba el Oscar de 1957 al mejor actor y un Globo de Oro por El puente sobre el río Kwai; el premio honorífico de la Academia en 1980 por su contribución cine; sus nominaciones al Oscar como actor principal por The Lavender Hill Mob en 1951, y también las nominaciones como actor de reparto por La guerra de las galaxias en 1977 y Little Dorrit en 1988.

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