martes, 24 de enero de 2017

Garabandal no es del Cielo: obispos. “Vidente contorsionista”: «no pude soportar la intensa mirada de Jesús»

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Esta perturbadora imagen es una de las verdaderas escenas de la euforia aparicionista que sufrieron unos niños en Garabandal, españa, en 1961. La Iglesia de entonces declaró  que no se podía atribuir origen divino a las manifestaciones de los supuestos videntes.
Esta perturbadora imagen de  Jacinta González es una de las verdaderas escenas de la euforia aparicionista que sufrieron unos niños en Garabandal,  España, en 1961. La Iglesia de entonces declaró que no se podía atribuir origen divino a las manifestaciones de los supuestos videntes.
Jacinta González, una de las supuestas videntes de Garabandal aporta un extraño y contradictorio testimonio al afirmar que la supuesta mirada de Jesús es insoportable y que casi prefiere no pensarlo.  Finalmente expresa su único deseo, evocando a los hippies: lo único que pido es que reine el amor y la paz.
En diversas ocasiones la Iglesia verdadera nos advirtió contra las extrañas visiones, las cuales han aparecido literalmente por miles, dentro de la Nueva Iglesia Conciliar. Los santos, con el discernimiento de espíritu nos han advertido que las apariciones del demonio dejan gran confusión y desesperación en los videntes, además de que no llevan a nada, solamente lo espectacular por lo espectacular.

Cuando ROBABAN MANZANAS, primero se les apareció el Diablo… y enseguida apareció “un ángel”

Lo narra la propia María Concepción González, en sus propio diario, cuando tenía 13 años:
 Voy a relatar en este libro mis apariciones y mi vida corriente.
    El mayor acontecimiento de mi vida fué el día 18 de Junio de 1961 en San Sebastián. Sucedió de la siguiente manera: Era un domingo por la tarde, donde nos encontrábamos todas las niñas jugando en la plaza.
    De repente Mari Cruz y yo pensamos ir a coger manzanas y nos dirigimos directamente allí, sin decir nada a nadie que íbamos a coger manzanas.
    Las niñas al ver que nos alejábamos las dos solas nos preguntaron: 
— ¿A dónde vaís?
    Nosotras les contestamos:
— ¡Por ahí!.
    Y seguimos nuestro camino, pensando cómo íbamos a apañárnosla para cogerlas. Una vez ahí nos pusimos a coger manzanas y cuando estábamos más entusiasmadas vimos llegar a Loli, a Jacinta y a otra cría que venía a buscarnos.
    Al vernos coger manzanas exclamó Jacinta: 
— ¡Ay Conchita, que coges manzanas!
—¡Calla le contesté yo, que te oye la señora del maestro y se lo dice a mi mamá. 
“Aniceta González, viuda, con cuatro hijos: Serafín, Cetuco (diminutivo de Aniceto), Miguel y Conchita.”
     Yo me escondí entre las patatas y Mari Cruz echó a correr por las tierras.
    Entonces Loli exclamó: 
— ¡No corras Mari Cruz que te vimos, ya se lo diremos al dueño!.
    Entonces Mari Cruz vuelve a donde mí y salimos de nuestro escondrijo para reunimos todas. Estando hablando llamaron a la cría que venía con Jacinta y Loli, y se fué. Nos quedamos las cuatro solas y pensándolo mejor, volvimos las cuatro a coger manzanas. Cuando estábamos más divertidas oímos la voz del maestro, quien al ver que se movían tanto las ramas, creyó que eran las ovejas y le dijo a su mujer Concesa:
— ¡Vete al huerto, que andan las ovejas donde está el manzano!.
    Nosotras al oirlo, nos entró mucha risa. Cuando ya nos llenamos los bolsillos echamos a correr para comerlas más tranquilamente en el camino o sea en la calleja. 
“Es el camino pedregoso que va desde el pueblo a un bosquecillo de nueve pinos.”
    Estando entretenidas comiéndolas escuchamos un fuerte ruido como de trueno 
    Y nosotras exclamamos a la vez: 
— ¡Parece que truena!
    Eso sucedió a las ocho y media de la noche
    Una vez terminadas las manzanas digo yo: 
¡Hay que gorda! Ahora que cogimos las manzanas que no eran nuestras el demonio estará contento y el pobre Ángel de la Guarda estará triste.
    Entonces empezamos a coger piedras y a tirárselas con todas nuestras fuerzas al lado izquierdo. Decíamos ahí estaba el demonio.
Una vez cansadas de tirar piedras y ya más satisfechas empezamos a jugar a las canicas con piedras.
    De pronto se me apareció una figura muy bella con muchos resplandores que no me lastimaban nada los ojos. Las otras niñas Jacinta, Loli, y Mari Cruz al verme en este estado creían que me daba un ataque, porque yo decía con las manos juntas: “¡Ay! . . . ¡Ay! . . .” Cuando ellas ya iban a llamar a mi mamá se quedaron en el mismo estado que yo y exclamamos a la vez: “¡Ay, el Ángel!”.
    Luego hubo un cierto silencio entre las cuatro… y de repente desapareció. Al volver normales y muy asustadas corrimos hacia la Iglesia, pasando de camino por la función del baile que había en el pueblo.
    Entonces una niña del pueblo, que se llama Pili González nos dijo:
— ¡Qué blancas y asustadas estáis! ¿De dónde venís?

    Nosotras muy avergonzadas de confesar la verdad le dijimos: — ¡De coger manzanas! 
    Y ella dijo:
— ¿Por eso venís así?

    Nosotras le contestamos todas a una:
— ¡Es que hemos visto al Ángel!

    Ella dijo:
— ¿De verdad? …

    Nosotras: sí, sí… y seguimos nuestro camino en dirección a la Iglesia, y esta chica, se quedó diciéndoselo a otras.
    Una vez en la puerta de la Iglesia y pensándolo mejor nos fuimos detrás de la misma a llorar. Unas crías que estaban jugando nos encontraron y al vemos llorar nos preguntaron:
— ¿Por qué lloráis?

    Nosotras les dijimos: — Es que hemos visto al Ángel.
    Ellas echaron a correr a comunicárselo a la señora maestra.
    Una vez que terminamos de llorar a la puerta de la Iglesia, entramos en ella. En aquel mismo momento llegó la señora maestra toda asustada y en seguida nos dijo:
— Hijas mías, ¿Es verdad que habéis visto al Ángel?
— ¡Sí señora!
— ¿A la mejor es imaginación vuestra?
— ¡No, señora, no! Hemos visto bien al Ángel.
    Entonces la maestra nos dijo:
— Pues vamos a rezar una estación a Jesús Sacramentado en acción de gracias. 

La “estación” es una devoción a la Eucaristía. Consiste en rezar seis Padrenuestros, seis Ave Marías y seis Gloria, un Credo y generalmente se añade una Salve Regina.”
 Cuando hubimos terminado de rezar la estación nos fuimos para nuestras casas. Ya eran las nueve de la noche y mi mamá me había dicho que fuera a casa de día, y yo ese día fui ya de noche.
    Cuando llegué a mi casa mi mamá me dice: — ¿No he dicho yo, que a casa se viene de día?
    Yo toda asustada por las dos cosas: por haber visto aquella figura tan bella y por venir tarde a casa, no me atrevía a entrar a la cocina y me he quedado junto a una pared, muy triste y le dije yo a mi mamá;
— He visto al Ángel.

Ella me respondió:
— ¡Todavía de venir tarde a casa me vienes diciendo esas cosas!

Yo le respondí de nuevo:
— Pues yo he visto al Ángel.

    Ella me respondió lo mismo, pero ya más dudosa de que yo hubiera visto al Ángel.
    Esto fue a las nueve y media de la noche. Después ya esa noche ya no hablamos más de ello, fue una noche corriente igual que las otras sin hablar nada, ni nada.
ojo-que-todo-lo-ve 2

En Garabandal, España,una de las visionarias confiesa que no pudo sostener la mirada a una supuesta aparición del Sagrado Corazón de Jesús y todo lo demás son oscuros y contradictorios recuerdos.
Así no se posa una santa. Euforia en Garabandal.
Así no actúa una santa. Euforia y falta de pudor en Garabandal.
Grotescas contorsiones en Garabandal.
Grotescas contorsiones en Garabandal.
La falta de decoro y pudor caracterizan a los videntes de las apariciones en Garabandal
La falta de decoro y pudor caracterizan a los videntes de las apariciones en Garabandal
¿Levitaciones?... en Garabandal.
¿Levitaciones?… en Garabandal.
Garabandal: ¿Esto parece una santa, o una posesa?
Garabandal: ¿Esto parece una santa, o una posesa?
Conchita con los ojos fijos siempre en contorsión...
Conchita con los ojos fijos siempre en tensa contorsión…
En el minuto 3:00 se ve a Jacinta caminando al revés sin tropezar.
En el minuto 3:00 de este video se ve a Jacinta caminando al revés… sin tropezar.
«En la Calleja se me apareció el Sagrado Corazón de Jesús. No me habló. Con su mirada me dijo que era Todopoderoso. Que Él lo era todo.Fue una mirada que no podía soportar, pero no por miedo, sino porque me penetraba hasta el alma». Jacinta González tiene ahora 62 años. Tenía 12 cuando junto a Conchita González, Mari Cruz González y María Dolores Mazón, un día como hoy, de hace 50 años, tuvieron una visión que les marcaría para toda la vida: el Arcángel San Miguel se les presentaba en la zona conocida como ‘El Callejón’, en San Sebastián de Garabandal, y les avisaba de la aparición de la Virgen María el día 2 de julio de 1961. Lo cuenta Nieves Bolado en Diario Montañés.
  Cincuenta años después Jacinta ha vuelto a Garabandal -viene cada dos años desde California, donde reside- «para vivir una fecha que contiene un sentido muy especial para mí porque me marcó la vida».
  Cuando todos los días que está en su pueblo natal se acerca al lugar donde se les apareció el Arcángel, la Virgen y el Sagrado Corazón de Jesús, «tengo la sensación de que aquello le ha pasado a otra persona. Yo era una niña y pensaba que eso (la aparición) les ocurría a todos los niños».
  Nunca ha hablado para los medios de comunicación pero, en declaraciones a EL DIARIO MONTAÑÉS, Jacinta dice que, a veces, lo revive «como una nebulosa», y asegura que «con el paso de los años, reflexiono y casi prefiero no pensarloEs algo que va contigo. No recuerdo el gentío que acudió a Garabandal, quizás lo sufrieron mis padres y mis hermanos, que eran los que veían qué pasaba. Para mí todo era normal».
La siniestra imagen de Garabandal, cuya devoción no fue aprobada por el Santo Oficio, ni por los obispos contemporáneos.
La siniestra imagen de Garabandal, sin velo y con maquillaje, cuya devoción no fue aprobada por el Santo Oficio, ni por los obispos contemporáneos.
No recuerda si ella recibió la Comunión, como le ocurrió a Conchita, de forma inesperada, en su boca. Sí tiene grabado a fuego, y así lo asegura, sin ninguna duda, que «vi a la Virgen y al Arcángel San Miguel, pero sobre todo al Sagrado Corazón de Jesús. No puedo decir cuánto tiempo lo pude contemplar porque sólo sentía aquella mirada que me ha guiado en la vida. Cuando tomo una decisión importante, vuelvo a ver aquella mirada».
  Se casó con un norteamericano que conoció a la puerta de su casa, en Garabandal, y desde entonces vive en California. «No me siento ninguna privilegiada, al contrario, me veo menos que las demás personas porque siento que tengo más responsabilidad. Lo que más admiro de aquellas apariciones es la fe que ha suscitado en muchas personas, y lo más grande que tenemos es la fe».
Las tres videntes que quedan, Conchita vive en Nueva York, «nos hablamos por teléfono», explica Jacinta, «y a Mari Cruz, que vive en Avilés, la suelo ver cuando coincidimos en Garabandal». Después de una costosa (para ella) entrevista quiere dejar un mensaje personal: «Lo único que pido es que reine el amor y la paz».

 la Santa Sede no ha aprobado ni siquiera indirectamente el movimiento de Garabandal, que nunca ha alentado o bendecido promotores o centros de Garabandal. 

Todos los obispos anteconciliares de la Diócesis, entre 1961 y 1970, afirmaron «que no consta la sobrenaturalidad de dichas apariciones», según el documento oficial.
Se presentaba como un fenómeno de masas, «de confusión y apasionamiento», pero en diciembre de 1977 el postconciliar Juan Antonio del Val (obispo entre 1971 y 1991) promovió un estudio interdisciplinar para investigar con mayor profundidad este fenómeno y cuyas conclusiones fueron analizadas por Roma: Se confirmó que «no consta la sobrenaturalidad de dichas apariciones» pero sí admitió entonces la celebración de la Eucaristía en Garabandal, «pero sólo si se celebra en la Iglesia parroquial, sin referencia a las supuestas apariciones y con la autorización del párroco actual, que goza de mi confianza», expresa el nuevo Obispo.
El carácter de las manifestaciones de Garabandal ha sido objeto de sucesivas notas informativas de los obispos de la diócesis de Santander (que, recordemos, es bajo cuya jurisdicción se halla el pueblo. Tan pronto como el 26 de agosto de 1961, es decir, a dos meses escasos de la primera de las apariciones, el Dr. Doroteo Fernández (1913-1989), administrador apostólico de la sede santanderina entre mayo de 1961 y enero de 1962, emitió una primera nota, en la que afirmaba que “es prematuro cualquier juicio definitivo que quiera pronunciarse sobre la cuestión”, postura prudente y ecuánime, dentro de la práctica habitual de la Iglesia.
La segunda nota del mismo prelado, de noviembre de 1961, aun insistiendo en que la Iglesia no cree aún prudente pronunciarse definitivamente, aseguraba: “No consta que las mencionadas apariciones o revelaciones puedan hasta ahora presentarse ni ser tenidas con fundamento serio por verdaderas y auténticas”. 
La tercera nota, emanada por Mons. Eugenio Beitia Aldazábal (1902-1985), obispo de Santander entre enero de 1962 y enero de 1965, data del 7 de octubre de 1962 y reza: “tales fenómenos carecen de todo signo de sobrenaturalidad y tienen una explicación de carácter natural”. La segunda de Mons. Beitia (en calidad de administrador apostólico, pues había renunciado al obispado), lleva por fecha 8 de julio de 1965; en ella se exhorta a no fomentar las manifestaciones. 
Mons. Vicente Puchol Montis (1915-1967), sucesor de Mons. Beitia desde julio de 1965, se mostró, en cambio, extremadamente categórico –y en un sentido muy negativo– en la quinta nota: ni hubo apariciones ni mensajes y todos los fenómenos acaecidos tenían explicación natural. El prelado dijo públicamente: “Esto lo acabo yo cueste lo que cueste”.
Una sexta nota fue publicada el 9 de octubre de 1968, ya no por el obispo, Mons. José María Cirarda Lachiondo (1917-2008), que lo fue de Santander entre julio de 1968 y diciembre de 1971, sino por su secretaría, en la cual se lamenta que se difundan en distintos medios. Hay que decir que en el año 1967, consultada la Sagrada Congregación para la doctrina de la Fe, su prefecto el cardenal Alfredo Ottaviani había respondido que la Santa Sede no se había avocado la jurisdicción en la materia y, por lo tanto, la autoridad competente seguía siendo el obispo de Santander, a cuyo juicio se remitía. Ante la insistencia de Mons. Cirarda, en 1969 el cardenal Franjo Seper –que había sucedido a Ottaviani como prefecto del ex Santo Oficio– le dio idéntica respuesta. El mismo purpurado respondió en igual sentido al arzobispo de Nueva Orleáns (en los Estados Unidos), Mons. Philip M. Hannan:

Posición Sobre Garabandal: Carta de Franjo Seper, Prefecto de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, al arzobispo Philip M. Hannan de Nueva Orleans, Louisiana.

21 de abril de 1970

“Esta oficina ha recibido la carta de abril de 1970 en la que usted expresó una aprehensión justificable sobre la difusión del movimiento de Garabandal en la Arquidiócesis y acerca del cual  usted solicitó directrices claras y fiables de la Santa Sede para hacer frente a este fenómeno.
“La Santa Sede comparte su percepción sobre el manifiesto movimiento y el aumento de la confusión debido a la difusión de este entre los fieles, y desea con esta carta aclarar su posición al respecto.”
“Esta Sagrada Congregación hace constar que a solicitud de varios Obispos y fieles, siempre se ha negado a definir el carácter sobrenatural de los acontecimientos de Garabandal. Después del juicio negativo definitivo emitido por la Curia de Santander, esta Sagrada Congregación, después de un examen atento enviado a esta oficina acerca de las investigaciones , con frecuencia ha elogiado la prudencia que caracteriza el método seguido en el examen, y por lo mismo ha decidido dejar la responsabilidad directa de la cuestión al Ordinario del lugar.
“La Santa Sede siempre ha sostenido que las conclusiones y las disposiciones del Obispo de Santander eran directrices suficientemente seguras para el pueblo cristiano, asimismo las indicaciones de los Obispos a fin de disuadir a las personas de participar en peregrinaciones y otros actos de devoción basados en las supuestas apariciones y mensajes de Garabandal.
El 10 de marzo de 1966, la Sagrada Congregación escribió una carta en estos términos al obispo de Santander, que también había pedido una declaración más explícita de la Santa Sede al respecto.
“Sin embargo los promotores del movimiento de Garabandal han tratado de minimizar las decisiones y la jurisdicción del obispo de Santander. ESTA CONGREGACIÓN quiere que se entienda claramente que el obispo de Santander, ha sido y sigue siendo el único con JURISDICCIÓN COMPLETA EN ESTE MATERIA, Y LA SANTA SEDE no tiene intención de examinar esta cuestión más lejos, ya que sostiene que los exámenes ya realizados son suficientes, así como son las declaraciones oficiales del Obispo de Santander.
No hay nada de cierto en la afirmación de que la Santa Sede ha nombrado a un investigador privado del caso de Garabandal y las afirmaciones atribuidas al personaje anónimo en la medida en que la verificación de las apariciones de Garabandal está completamente en manos del Santo Padre, Papa Pablo VI, y otras expresiones que apuntan a socavar la autoridad de la decisiones del Obispo de Santander son completamente infundadas.
“Con el fin de responder a ciertas dudas que usted expresó en su carta de esta Sagrada Congregación desea afirmar: Que la Santa Sede no ha aprobado ni siquiera indirectamente el movimiento de Garabandal, que nunca ha alentado o bendecido promotores o centros de Garabandal.  La Santa Sede lamenta el hecho de que ciertas personas e instituciones persisten en fomentar el movimiento en evidente contradicción con las disposiciones de la autoridad eclesiástica y así difundir la confusión entre la población, especialmente entre la sencilla e indefensa.
“De lo que se ha dicho hasta ahora se dará cuenta fácilmente que a pesar de esta Sagrada Congregación ciertamente está de acuerdo con el contenido de la nota de 10 de mayo, 1969 (publicado en varios países y en especial en la revista francesa LA DOCUMENTACIÓN CATHOLIQUE del 21 de septiembre 1966, n:. 1547 p 821) Debe decirse que es inexacto atribuir la parte del texto que se refiere a la falta de carácter sobrenatural de los acontecimientos de Garabandal de la Sagrada Congregación, que siempre ha luchado a abstenerse de cualquier declaración directa sobre la cuestión precisamente porque no consideró necesario hacerlo después de las decisiones claras y expresas del Obispo de Santander. Este es el verdadero significado de la carta escrita el 21 de enero de 1970 por el Reverendo Paul Phillippe, Secretario de esta Sagrada Congregación el editor en jefe de LA DOCUMENTACIÓN CATHOLIQUE.
“Con el fin de contribuir aún más a su acción pastoral en este asunto, esta oficina está anexando otros documentos esenciales ya publicados en otros países, como España: Los dos comunicados del Obispo de Santander, dos cartas de la Sagrada Congregación para el mismo Obispo y una carta al Delegado Apostólico en México. Esta oficina espera en esta carta que ha aclarado una cuestión que afecta no sólo su Arquidiócesis, sino también otras diócesis.
“Con sentimientos de profunda estima y cordial respeto que soy devoto suyo,
Francis Cardenal Prefecto Seper

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