miércoles, 25 de enero de 2017

Las tablas de la ley están rotas, pero Dios escribió en piedra


por Padre Juan Manuel Rodríguez de la Rosa

Dijo el Señor a Moisés: Sube a mí al monte y permanece allí. Te daré unas tablas de piedra, y escritas en ellas las leyes y mandamientos que te he dado, para que se las enseñes. Ex. 24, 12.
El becerro de oro. La Ley de Dios ha sido quebrantada
Queridos hermanos, el Señor llama a Moisés a que suba a la cumbre del monte Sinaí para entregarle lo que ya tiene preparado para nosotros. Lo hace por escrito para que Su Palabra no sea deformada ni alterada por el hombre, ni éste interprete la Ley de otra forma distinta al sentido dado por Dios. Lo da por escrito para que permanezca lo que quiere transmitir, y su fiabilidad no se altere. La piedra es el material por excelencia que garantiza que lo escrito en ella permanezca siempre, de generación en generación.
Moisés sube al Sinaí a por las tablas de la ley, y una nube lo cubrió, haciendo referencia al Espíritu Santo. Allí permaneció seis días, y al séptimo – día en que el señor terminó la Creación –  el Señor llamó a Moisés. Permaneció en la montaña, en medio de la nube, por espacio de cuarenta  días y cuarenta noches, los mismos que el Señor en el desierto. En este tiempo, el Señor, le da instrucciones orales referidas a la construcción de un tabernáculo, al igual que instrucciones orales referidas a la liturgia, altar, incienso, vestiduras sacerdotales… Finalmente le da las tablas escritas por el mismo dedo de Dios. Transmisión oral y escrita.
Cuando hubo acabado el Señor de hablar con Moisés en la montaña del Sinaí le dio las dos tablas del testimonio, tablas de piedras, escritas por el dedo de Dios. Ex. 31, 18.
El Señor manda bajar a Moisés para que comprenda con qué facilidad se corrompen las almas, apartándose de Dios.
Ve, baja, que tu pueblo, el que tú has sacado de Egipto, ha prevaricado. Bien pronto se han olvidado del camino que les prescribí. Ex,32,7-8.
El Señor muestra su ira y Moisés implora clemencia, sin embargo cuando baja y ve lo que el Señor mismo le había anunciado, arroja las tablas al suelo, rompiéndolas. La ley de Dios ha sido quebrantada.
Cuando estuvo cerca del campamento, vio el becerro y las danzas; y encendido en cólera, tiró las tablas y las rompió al pie de la montaña. Cogió el becerro que habían hecho y lo quemó, desmenuzándolo hasta reducirlo a polvo, que mezcló con agua, haciéndosela beber a los hijos de Israel. Ex. 32, 19-20.
¿No están hoy las tablas de la ley rotas en el suelo?
¿Acaso hoy en día, a semejanza del tiempo de Moisés, no están rotas en el  suelo las tablas de la ley?  ¿Acaso no ha dejado de respetarse la Ley de Dios en Su Iglesia? ¿No merecemos un castigo?  ¿Acaso no se han quebrantado los Mandamientos? La ira de Dios se manifiesta claramente en las almas santas cuando se quebranta la Ley divina.
El hombre ha sucumbido al mundo, al demonio y a la carne. Las leyes que el hombre dicta  lo demuestran. Se adora al becerro, es decir, al maligno, al pecado.
Ya no se cumplen los Mandamientos, las tablas han sido destruidas, la ley escrita en las tablas ha sido sustituida por la palabra del hombre escrita en papel. Nuestros propios Pastores condenan la violencia pero no en nombre de los Mandamientos de la Ley de Dios, sino en orden a cualquier otra razón. Esto en cuanto a la acción exterior de la Iglesia, pues en cuanto a la acción interna vemos cómo se nos propone una alternativa humana a la Ley divina.
Los Mandamientos se escribieron en piedra y por el dedo de  Dios, aún rotas las tablas y hechas añicos, la piedra es indestructible. Sin embargo, la palabra del hombre escrita sobre papel, dura lo que dura la gloria del hombre. Cada hombre escribe su propia palabra.
El  Señor vuelve a escribir en piedra  Su Ley
Por segunda vez. Moisés sube al monte Sinaí, tallando dos piedras como las primeras.
Haz dos tablas como las primeras y escribiré en ellas lo que tenían las primeras que rompiste. Ex. 33, 1.
Al descender de la montaña el rostro de Moisés brillaba porque era el mismo Dios  el que había hablado y obrado, y lo vuelve a hacer sobre piedra y con las mismas palabras, los diez Mandamientos, destacando que son inquebrantables. La Ley no se puede cambiar.
Estuvo allí Moisés cuarenta días y cuarenta noches, sin comer y sin beber, y escribió el Señor en las tablas los diez Mandamientos de la Ley. Cuando bajó Moisés de la montaña del Sinaí traía en sus manos las dos tablas del testimonio y no sabía que su faz se había hecho radiante desde que había estado hablado con el Señor. Ex. 34, 28-29.
Amoris Laetitia
La Exhortación apostólica Amoris Laetitia está escrita en papel para satisfacer y complacer al hombre, proponiendo, con soberbia inaudita, una vía caritatis – un camino creado por el hombre para satisfacer al hombre – para aquellos que se les haga difícil cumplir la Ley de Dios.
¿Qué está escrito en las tablas de la ley? ¿Qué dicen los Mandamientos? La Exhortación apostólica se opone al sexto y noveno mandamiento. ¿Qué tiene más validez el papel o la piedra? ¿La Palabra de Dios, o la palabra del hombre?
¿Están rotas las tablas una vez más? Podemos decir sin temor alguno, fieles a la Palabra de Dios, que sí. Están rotas. Las tablas han sido tiradas con furia al suelo. Pero aun estando rotas, lo escrito permanece porque está en piedra. La palabra de Dios no se cuestiona. Los Mandamientos de la Ley de Dios se cumplen fielmente. Están escritos por Su propio dedo. No hay vía alternativa.
El que guarda el mandamiento, guarda su alma; el que menosprecia sus caminos morirá. Prov.19.16.
Ave María Purísima.
Padre Juan Manuel Rodríguez  de la Rosa



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