Fuente: El Observador Católico
TEMA DE LA SEMANA
Parece que va ganando el mal, y surge la duda de dónde quedó el Reino
de Dios - ¿Hasta cuándo, Dueño santo y veraz? - Lo peor está por venir -
Así es el Reino de Dios - Oración a Cristo Rey
Parece que va ganando el mal, y surge la duda de dónde quedó el Reino de Dios
Cuando se echa un vistazo al mundo y se hace un balance entre el bien
y el mal, parece que este último va ganando con creces. Y no es sólo
que estén aumentando el satanismo y los casos de posesión demoniaca. Lo
que se vislumbra no es nada alentador:
- Los vicios son cada vez más aceptados. En EU varios estados acaban
de aprobar la producción, posesión y consumo de la marihuana: el mal
ahora es declarado bueno. Muchos países, entre ellos México, ya dejaron
de aplicar sanciones a las personas que poseen pequeñas cantidades de
droga, como si, por ser poca, ya no fuera dañina.
- La familia está siendo atacada como nunca. El resultado es que, en
el mundo occidental, hoy fracasan más o menos la mitad de los
matrimonios. Para colmo, diversas ciudades y países han legalizado las
uniones entre personas del mismo sexo.
- Hoy hay más crímenes anuales que en todos los años que duró la
Segunda Guerra Mundial. En los seis años de esa guerra, incluyendo las
víctimas de las bombas atómicas, murieron 55 millones de personas; hoy
esa cifra se supera con el sólo asesinato, «legal» o clandestino, de los
niños no nacidos: el número de abortos anuales ya está en 60 millones.
Son más de mil millones de bebés asesinados desde 1980.
- Actualmente unos 200 millones de cristianos son perseguidos en el
mundo a causa de su fe. Y no sólo en India, Paquistán, China o los
países árabes. En 2013 entrará en vigor una ley de Barack Obama que
pretende obligar a la Iglesia y demás instituciones religiosas de
Estados Unidos a ofrecer a sus empleados planes de «salud» que incluyan
«servicios» anticonceptivos y abortivos. En Canadá está prohibido
enseñar que el aborto o la homosexualidad son malos, so pena, si uno es
demandado, de ir a la cárcel o recibir una multa.
Cuando se consideran estos ejemplos pareciera que el Reino de Dios
sencillamente no existe; que el Señor ha fracasado en la Tierra; que
cuando se dice que Jesucristo es el Rey del Universo se trata de una
cuestión que en nada tiene que ver con la vida de aquí abajo; que Él
reina, sí, pero en otra dimensión muy ajena a la nuestra, en un Reino
inaccesible para nosotros. En pocas palabras, que el demonio se ha
salido con la suya. Pero no es así: el diablo sabe de antemano que está
vencido.
EL TRABAJO DE SATANÁS
Al mismo tiempo, Satanás sigue trabajando con gran ahínco en lo suyo,
¿por qué? Porque, además de saber que está derrotado, igualmente sabe
que mucha gente, incluido un gran número de bautizados, ignoran esta
verdad al grado de temer que el mal finalmente saldrá del todo vencedor.
Para el demonio es más fácil trabajar entre éstos de espíritu
abatido, que caen en la desesperación y deciden, para sobrevivir en el
mundo, seguir las malas normas en lugar de las de Dios.
El diablo no puede vencer a Dios, pero se conforma con robarle el
mayor número de almas posible, arrastrándolas a la condenación eterna en
el Infierno.
ÉXITO, AUNQUE NO LO PAREZCA
Entonces, ¿Dios no ha fracasado? Responde el Papa Benedicto XVI (7
nov 2008): «Dios no fracasa. O, más exactamente: al inicio Dios fracasa
siempre, deja actuar la libertad del hombre, y ésta dice continuamente
‘no'. Pero la creatividad de Dios, la fuerza creadora de su amor, es más
grande que el ‘no' humano. A cada ‘no' humano se abre una nueva
dimensión de su amor, y Él encuentra un camino nuevo, mayor, para
realizar su ‘sí' al hombre, a su historia y a la creación».
Añade el vicario de Cristo que todo esto viene desde Adán, quien dijo
«no» a Dios apeteciendo ser él mismo un dios. «Dios ‘fracasa' en Adán,
como fracasa, aparentemente, a lo largo de toda la historia. Pero Dios
no fracasa, puesto que Él mismo se hace Hombre y así da origen a una
nueva humanidad; de esta forma enraiza el ser Dios en el ser hombre de
modo irrevocable y desciende hasta los abismos más profundos del ser
humano; se abaja hasta la cruz».
«A través de la cruz de Cristo Dios se ha acercado a todas las
gentes; ha salido de Israel y se ha convertido en el Dios del mundo. Y
ahora el cosmos dobla sus rodillas ante Jesucristo... El Dios que había
‘fracasado', ahora, con su amor, hace que el hombre doble sus rodillas;
así vence al mundo con su amor», dice Benedicto XVI.
DEL «FRACASO» A NUEVAS OPORTUNIDADADES
También en otros pasajes del Evangelio se muestra el aparente fracaso
divino. El Papa propone la parábola del banquete, en la que «los
primeros en ser invitados se excusan y no van. La sala de Dios se queda
vacía; el banquete parece haber sido preparado en vano. Es lo que Jesús
experimenta en la fase final de su actividad: los grupos oficiales,
autorizados, dicen ‘no' a la invitación de Dios, que es Él mismo. No
acuden. Su mensaje, su llamada, acaba en el ‘no' de los hombres.
«Sin embargo, tampoco aquí fracasa Dios. La sala vacía se convierte
en una oportunidad para llamar a un número mayor de personas. El amor de
Dios, la invitación de Dios, se extiende. San Lucas nos narra esto en
dos fases: primero, la invitación se dirige a los pobres, a los
abandonados, a los que nadie invita en esa misma ciudad... Entonces
viene la segunda fase: sale de la ciudad, a los caminos, e invita a los
vagabundos.
«Podemos suponer que san Lucas con esas dos fases quiere dar a
entender que los primeros en entrar a la sala son los pobres de Israel, y
luego, dado que no son suficientes, pues la sala de Dios es más grande,
la invitación se extiende, fuera de la ciudad santa, hasta el mundo de
los gentiles. Los que no pertenecen a Dios, los que están fuera, son
invitados para llenar la sala».
«Así pues -concluye el Papa-, debemos preguntarnos: ¿Qué significa
todo eso para nosotros? Ante todo tenemos una certeza: Dios no fracasa.
‘Fracasa' continuamente, pero en realidad no fracasa, pues de ello saca
nuevas oportunidades de misericordia mayor, y su creatividad es
inagotable. No fracasa porque siempre encuentra modos nuevos de llegar a
los hombres y abrir más su gran casa, a fin de que se llene del todo.
No fracasa porque no renuncia a pedir a los hombres que vengan a
sentarse a su mesa... Dios tampoco fracasa hoy. Aunque muchas veces nos
respondan ‘no', podemos tener la seguridad de que Dios no fracasa. Toda
esta historia, desde Adán, nos deja una lección: Dios no fracasa». El
mal no tiene la última palabra.
D.R.G. B.
«El mal nunca tendrá la última palabra, a pesar de que nos
invade y nos inquieta tanto en el ámbito social, político y económico,
así como en las esferas cultural y religiosa. Pero la victoria del Bien,
de Cristo, que vence la muerte y nos abre la vida nueva en su
Resurrección, es la victoria que nos anima».
(Arzobispo Edmundo Valenzuela)
«Satanás ha sido expulsado del Cielo, y, por tanto, no tiene
gran poder. Él sabe que le queda poco tiempo, ya que la historia dará un
giro radical para liberarse del mal, y por ello reacciona lleno de
ferocidad».
(Beato Juan Pablo II)
«Al morir Jesús, Satanás parecía haber confirmado su poder. Pero
la aparente derrota de Jesucristo se convirtió en verdadera victoria...
Desde ahora en adelante, el diablo es el jefe de un ejército
derrotado... El Príncipe de las Tinieblas sabe que lucha por una causa
perdida. Por consiguiente, el cristiano de ningún modo necesita
temerle». (P. Michael Schmaus)
«Tened confianza, Yo he vencido al mundo» (Jn 16, 33).
(Jesucristo, Rey del Universo)
¿Hasta cuándo, Dueño santo y veraz?
Por Diana R. García B.
Éste es clamor de los santos, de los amigos de Dios: «¿Hasta cuándo,
Dueño santo y veraz, tardarás en hacer justicia...? » (Ap 6, 10). El
verdadero cristiano desea y reza constantemente por que se instaure
cuanto antes y de manera definitiva el Reino de Dios: «Venga a nosotros
tu Reino»; pero hasta ahora el Señor, en su sabiduría infinita, se sigue
demorando; las tragedias, las calamidades y las injusticias aumentan,
pero la tarea del creyente sigue siendo la misma: anunciar el Evangelio,
seguir amando, seguir creyendo, seguir esperando y seguir orando:
«¡Ven, Señor Jesús!» (Ap 22, 20).
No se piense, sin embargo, que mientras tanto el mundo ha quedado
totalmente a merced de las fuerzas del mal; por el contrario, el Señor
actúa constantemente, aunque muchas veces en forma velada. Más aún,
interviene con bastante frecuencia en aquellas realidades en las que la
Iglesia, por falta de una pastoral o quién sabe qué otras razones, no
produce resultados; por ejemplo, en la evangelización de los judíos, de
los musulmanes, o de los protestantes.
El caso es que Dios no deja de actuar, de ahí la inexplicable ola de
conversiones que desde hace algunas décadas se está dando en los
ambientes más insospechados: cientos de pastores protestantes, en su
afán de desenmascarar la «falsedad» de la Iglesia católica, se ponen a
estudiar y acaban siendo iluminados por Dios (algunos hasta han recibido
experiencias sobrenaturales de la Santísima Virgen María o de la
Eucaristía) y se hacen católicos; marxistas ateos comienzan a creer de
golpe, sin ni siquiera un predicación de por medio; brujos y satanistas
experimentan repentinamente el amor del Señor y cambian su vida; buen
número de judíos, hindúes y musulmanes ya están creyendo en el
mesianismo y la divinidad de Cristo...
Como escribiera el sacerdote mexicano Antonio Brambila en su libro La
paradoja de la creencia y la fe, «el progreso de la historia de la
salvación es todo un paradigma de divina pachorra. Dios ha permitido
cosas que nosotros no habríamos, ciertamente, permitido, de haber podido
evitarlas como lo podía Él. Y esa permisión no nos la podemos explicar
sino admitiendo que Él tiene medios invisibles pero eficacícimos para
salvar las almas... Así, ha salvado Dios, durante milenios, a millones
de gentes».
Y agrega que cierto tipo de gente, por ejemplo, un drogadicto, un
libertino, un marxista, etc., suele estar «demasiado lejos de la Iglesia
para que ésta logre hacerse oír por él. Un proceso de conversión a
Cristo como la de Chesterton es, para este tipo de gentes, rigurosamente
impensable. Para ellas la Iglesia es algo tan remoto como si no
exisitiera... Parece, entonces, que a Cristo no le queda otro remedio ni
otra técnica que la del ‘encontronazo', la de la supresión y dispensa
de todos los trámites racionales que estamos habituados a considerar
como necesarios para el acceso de un hombre a Cristo en la fe».
«Y da la casualidad de que en Isaías (65, 1) leemos: "Me hice
manifiesto a quienes no Me buscaban; Me dejé encontrar por quienes no
preguntaban por Mí; y les dije ‘Aquí estoy' a gentes que no invocaban mi
nombre". Estimo que esto y no otra cosa es lo que estamos viviendo».
A continuación presentamos dos ejemplos de la inospechada acción de
Dios en el mundo, que confirman que nada escapa a sus designios:
1) ¿Cómo convierte Cristo a los paganos? Apareciéndose
¿Cómo convertir a los musulmanes si, en los países donde son mayoría,
está prohibido -a veces hasta con pena de muerte- predicarles a Cristo,
poseer una Biblia o renunciar a la fe musulmana? ¿Cómo acercarse a los
hinduistas, que, igual que los seguidores de Mahoma, con frecuencia
despojan, torturan y asesinan a los cristianos? ¿Cómo instaurar un mundo
de justicia si ésta no puede llegar verdaderamente sino a través de la
conversión a Jesucristo?
El hombre no parece tener la respuesta, pero Dios sabe cómo hacerlo.
Una nota de la agencia Zenit de junio de este año revela algo que está pasando en una diócesis de la India:
El obispo John Kattrukudiyil de Itangar, Arunachal Pradesh, al
noreste de India, subraya que el fenómeno de las curaciones dentro del
movimiento carismático en su diócesis ha hecho que en los últimos 35
años las conversiones entre hinduistas se incrementen constantemente, y
que hoy ya es católico el 40% de los que habitan dicho territorio
diocesano. «Repetidas veces me cuentan historias de curaciones que han
sucedido en varios lugares», revela.
Dio el ejemplo reciente de un hombre que se bautizó como católico
para casarse con una chica católica. El obispo Kattrukudiyil dijo: «Al
hombre se le pidió que fuera a rezar sobre un hombre paralítico. Él no
quería pero fue y rezó y al día siguiente el hombre se levantó y caminó
hasta la iglesia. Estaba tan impresionado de esta experiencia milagrosa
que ahora es un miembro muy activo de la parroquia».
Añadió: «Ésta es la experiencia de una Iglesia muy joven,
experimentando la misma gracia de la Iglesia de los tiempos apostólicos.
El hecho de que mucha gente experimentó la curación orando a Jesús
atrajo a mucha gente a la Iglesia, y ella consigue una especie de paz
espiritual por pertenecer a la Iglesia».
En cuanto al mundo musulmán, otra nota, pero de Charisma News y del
mes de julio, revela que desde hace algunos años se viene dando una
fuerte corriente de conversiones a Cristo a pesar del peligro que
implica para los que renuncian al islam.
Pero últimamente a esto se añade otra cosa: ya son muchos los
musulmanes que han estado recibiendo sueños y visiones de Jesucristo, y
eso los lleva a la conversión. De hecho, nunca como ahora, a pesar de
que la persecución es más terrible, ha habido tantas conversiones a
Cristo en los países árabes.
Éste es el testimonio de Alí, uno de los muchos que se han encontrado a Jesús:
«Hace varios años fui de peregrinación a La Meca. Por su supuesto,
iba para rendir homenaje a la Kabba y para cumplir con los requisitos
establecidos en el islam». Pero, en su camino una noche «vi a Jesús en
un sueño. En primer lugar, Jesús tocó mi frente con su dedo. Y, después
de tocarme, me dijo: ‘Tú me perteneces'. Y luego me tocó por encima de
mi corazón y me dijo: ‘Tú has sido salvado, sígueme. Tú me perteneces'.
Decidí que no iría a terminar la peregrinación; me dije: ‘Cueste lo que
cueste, voy a seguir esa voz'».
Lo maravilloso es que el caso de Alí no es un acontecimiento único y
aislado. El fenómeno de los sueños y las visiones de Cristo ha surgido
en todo el mundo musulmán, desde Indonesia hasta Marruecos. De hecho, en
las comunidades cristianas, más o menos un 80% de los conversos del
islam dicen haber abrazado la fe después de ver a Jesús en sueños.
Otra conversa cuenta que estaba viendo en la televisión un programa
cristiano. «Cuando me quedé dormida, llegué a tener una visión de Jesús.
Tan pronto como lo miré supe que Cristo era el Salvador».
El Espíritu Santo se está moviendo tanto que muchos se van a la cama siendo musulmanes y despiertan siendo cristianos.
2) El demonio tiembla ante el Papa
Uno de los más grandes regalos que Cristo ha dado a su Iglesia es el
Papado. Independientemente de que en algunos períodos de la historia
haya habido Papas con una vida personal que dejó mucho que desear, no
por eso el Señor igualmente envía sobre ellos su Santo Espíritu de una
manera que ningún otro hombre en la Tierra posee, por lo que un Papa es
siempre un auténtico canal de la Gracia y del poder de Dios. Y eso
verdaderamente debilita al demonio. Si el Papa, además, es un hombre
santo, Satanás tiembla más todavía ante él.
Por eso no sorprende que, incluso después de fallecidos los Papas,
puedan seguir ayudando a vencer el imperio del mal. Ahí está el caso de
Francesco Vaiasuso, joven italiano que recoge su testimonio en un libro
titulado Mi posesión. Cómo me libré de 27 legiones de demonios.
Francesco tenía 4 años de edad cuando fue poseído, y esto duró por 27
años. Fue sometido a cientos de exorcismos. Ahora él no duda en decir:
«Juan Pablo II me liberó de Satanás». El beato Papa ya había fallecido
cuando se le comenzó a aparecer durante las crisis más violentas para
consolarlo; le mostró el Cielo y, al mismo tiempo, le indicó lo que
debía hacer para ser liberado. Y así ocurrió.
También está el caso de Benedicto XVI. Durante el exorcismo de una
mujer romana en 2009, el demonio, torturado y entre gritos, reveló
acerca de este Papa: «¡Lo odio, no lo soporto más: cada palabra suya,
cada gesto y cada bendición representan un exorcismo!».
A diferencia de otros ministros ordenados, Benedicto XVI no tiene
miedo de hablar del Cielo, el Purgatorio y el Infierno para convertir a
la gente. Por ejemplo, durante la visita a una parroquia de Roma, dijo
claramente: «A los que siguen pecando sin mostrar ninguna forma de
arrepentimiento, la perspectiva es la condenación eterna, el Infierno».
Lo peor está por venir
Pero todas esas pruebas son importantes para que, al final, pueda llegar también lo mejor.
Ésta es una afirmación dolorosa pero totalmente cierta: «Antes del
advenimiento de Cristo, la Iglesia deberá pasar por una prueba final que
sacudirá la fe de numerosos creyentes (cfr. Lc 18, 8; Mt 24, 12). La
persecución que acompaña a su peregrinación sobre la Tierra (cfr. Lc 21,
12; Jn 15, 19-20) desvelará el ‘misterio de iniquidad' bajo la forma de
una impostura religiosa que proporcionará a los hombres una solución
aparente a sus problemas mediante el precio de la apostasía de la
verdad... La Iglesia sólo entrará en la gloria del Reino a través de
esta última Pascua en la que seguirá a su Señor en su muerte y su
Resurrección (cfr. Ap 19, 1-9). El Reino no se realizará, por tanto,
mediante un triunfo histórico de la Iglesia (cfr. Ap 13, 8) en forma de
un proceso creciente, sino por una victoria de Dios sobre el último
desencadenamiento del mal (cfr. Ap 20, 7-10)... El triunfo de Dios sobre
la rebelión del mal tomará la forma de Juicio Final (cfr. Ap 20, 12)
después de la última sacudida cósmica de este mundo que pasa» (Catecismo
de la Iglesia Católica, nn. 675 y 677).
En otras palabras, lo peor está por venir.
Ya recordaba el beato Juan Pablo II en el año de 1980, en Fulda,
Alemania Occidental, cuando los periodistas le preguntaban por el
secreto de Fátima, las calamidades anunciadas y el futuro de la Iglesia:
«Con vuestra oración y la mía es posible mitigar nuestra tribulación,
pero no será posible evitarla, porque sólo así la Iglesia podrá ser
efectivamente renovada. Cuántas veces de la sangre ha brotado la
renovación de la Iglesia. Esta vez tampoco será de manera distinta.
Debemos ser fuertes, prepararnos, confiar en nuestro Señor y en su Madre
Santísima y ser asiduos, muy asiduos en el rezo del Santo Rosario».
EL SERVIDOR NO ES MÁS QUE SU SEÑOR
Enseña nuestro Señor Jesucristo: «Acuérdense de lo que les dije: el
servidor no es más grande que su señor. Si me persiguieron a Mí, también
los perseguirán a ustedes» (Jn 15, 20). Si el triunfo definitivo de
Cristo se logró en la Cruz, la purificación de la Iglesia y la
instauración del Reino universal e indiscutible de Cristo se logrará
igualmente a través de la pasión que ha de sufrir la Iglesia.
Sin embargo, según la promesa de Dios, de que los poderes del Hades
no la podrán vencer (cfr. Mt 16, 18), en realidad la Iglesia no morirá,
pero sí parecerá a los ojos del mundo que ha desaparecido, que ha sido
derrotada. Sin embargo, esa aparente muerte se traducirá luego en un
renacimiento definitivo, ya purificada y engalanada como digna Esposa de
Jesucristo (cfr. Ap19, 7-8).
Así lo explica el teólogo y sacerdote alemán Michael Schmaus: «Al fin
de los tiempos, el diablo intentará un último y supremo esfuerzo. Le
será permitido instaurar un corto y aparente dominio sobre el mundo.
Desarrollará tal pompa y tales artificios de seducción que aun los
hombres de buena voluntad se sentirán inclinados a apostatar (cfr. I Tim
4. 1; Ap 12. 16, 13 y sigs. 19; 20). Pero Cristo descenderá entonces
del Cielo, a modo de rayo, y destruirá para siempre el reino de Satanás
(cfr. Ap 20, 11-21 y sigs). Quizá hayan de pasar todavía innumerables
días y siglos, pero ante los ojos de Dios no tardará en llegar el
momento en que Él, el Dios de la paz, aplastará para siempre a Satanás
(cfr. Rm 16, 20)».
LA VISIÓN DE LEÓN XIII
La Oración a San Miguel, que se decía después de la Misa hasta que
las reformas del Concilio Vaticano II cambiaron la liturgia, fue
instituida por el Papa León XIII después de haber recibido la visión de
un debate entre Nuestro Señor y Satanás, durante el cual al diablo le
fue otorgado más poder.
Era el 13 de octubre de 1884; el Papa había terminado de celebrar la
Misa en su capillita, acompañado de unos pocos cardenales, cuando de
repente se detuvo al pie del altar en éxtasis, que duró como diez
minutos. Cuando se le preguntó más tarde lo que había sucedido, contó
que escuchó dos voces, una suave y la otra gutural y áspera, que
parecían salir del tabernáculo. Satanás dijo al Señor con su voz gutural
y llena de orgullo: «Yo puedo destruir tu Iglesia». Jesús le contestó:
«¿Tu puedes? Entonces sigue adelante y hazlo». Satanás dijo: «Para ello
necesito más tiempo y más poder». Nuestro Señor dijo: «Tienes el tiempo y
tendrás el poder».
LA IMPORTANCIA DE LAS PRUEBAS
Aunque lo anterior pueda sonar desalentador, hay que recordar que
«Dios es fiel, y Él no permitirá que sean probados más allá de sus
fuerzas. Al contrario, en el momento de la tentación, les dará el medio
de librarse de ella, y los ayudará a soportarla» (I Co 10, 13). Por
tanto, «hermanos, alégrense profundamente cuando se vean sometidos a
cualquier clase de pruebas, sabiendo que la fe, al ser probada, produce
la paciencia. Y la paciencia debe ir acompañada de obras perfectas, a
fin de que ustedes lleguen a la perfección y a la madurez» (Stgo 1,
2-4).
Así pues, «feliz el hombre que soporta la prueba, porque después de
haberla superado, recibirá la corona de Vida que el Señor prometió a los
que lo aman» (Stgo 1, 12). «Por eso, ustedes se regocijan, a pesar de
que es preciso que todavía por algún tiempo sean afligidos en diversas
pruebas, a fin de que la calidad probada de su fe, más preciosa que el
oro perecedero que es purificado por el fuego, se convertirá en motivo
de alabanza, de gloria y de honor el día de la Revelación de Jesucristo,
a quien aman sin haberlo visto, y en quien creen aunque de momento no
lo vean; y se alegran con un gozo indecible y lleno de gloria, seguros
de alcanzar el término de esa fe, que es la salvación» (I Pe 1, 6-9).
Si lo peor está por venir es porque después vendrá lo mejor.
Así es el Reino de Dios
+ El Reino de Dios es una realidad que comienza de manera casi
imperceptible, silenciosa y aparentemente frágil; crece de modo
progresivo y, no obstante, no depende de la voluntad del hombre.
+ El Reino, aunque comience de ese modo, está destinado a producir un resultado final lleno de frutos.
+ El Reino de Dios no se impone mediante la fuerza o de repente:
entra en la historia, se mezcla con la historia del hombre y crece en
medio de ella. Todo esto nos recuerda que, ante todo, el Reino es un don
de Dios y obra suya.
+ El Reino comienza por la acción del Padre, de un modo aparentemente
oscuro y escondido, como la vida del Señor en la casa de Nazaret, pero
está destinado a tener un formidable florecimiento: la promesa,
mantenida, es que desde un comienzo en la pequeñez, llegue a un término
glorioso.
+ Incluso hoy, en el tiempo de la Iglesia, la lógica permanece
incambiada: el Reino vive y crece de manera humanamente imperceptible,
casi insensiblemente. Se le descuida y a menudo es obstaculizado por las
fuerzas del mundo, pero de manera inexorable es esperado en los
corazones y en las mentes de aquellos que son de Cristo, y en ellos
triunfa.
Homiletica.org
Oración a Cristo Rey
¡Oh, Cristo Jesús! Te reconozco por Rey universal. Todo lo que ha
sido hecho sido creado para Ti. Ejerce sobre mí todos tus derechos.
Renuevo mis promesas del Bautismo, renunciando a Satanás, a sus pompas y
a sus obras, y prometo vivir como buen cristiano. Y muy en lo
particular me comprometo a hacer triunfar, según mis medios, los
derechos de Dios. Te ofrezco mis pobres acciones para que todos
reconozcan tu Sagrada realeza, y que así el reinado de tu paz se
establezca en el universo entero. Amén.
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