La Iglesia en su misión de ir por
el mundo llevando la Buena Nueva ha querido dedicar un tiempo a profundizar,
contemplar y asimilar el Misterio de la Encarnación del Hijo
de Dios; a este tiempo lo conocemos como Navidad. Cerca de la antigua
fiesta judía de las luces y buscando dar un sentido cristiano
a las celebraciones paganas del solsticio de invierno, la Iglesia aprovechó el momento para celebrar la Navidad.
En este tiempo los cristianos por medio
del Adviento se preparan para recibir a Cristo,"luz del
mundo" (Jn
8, 12) en sus almas, rectificando sus vidas y renovando el
compromiso
de seguirlo. Durante el Tiempo de Navidad al igual que en
el Triduo
Pascual de la semana Santa celebramos la redención del
hombre
gracias a la presencia y entrega de Dios; pero a
diferencia del
Triduo Pascual en el que recordamos la pasión y muerte del
Salvador, en la Navidad recordamos que Dios se hizo hombre
y habitó entre nosotros.
Así como el sol despeja las
tinieblas durante el alba, la presencia de Cristo irrumpe
en las tinieblas del pecado, el mundo, el demonio y de la
carne para mostrarnos el camino a seguir. Con su luz nos muestra
la verdad de nuestra existencia. Cristo mismo es la vida que
renueva la naturaleza caída del hombre y de la naturaleza.
La Navidad celebra esa presencia renovadora de Cristo que
viene a salvar al mundo.
La Iglesia en su papel de madre y maestra
por medio de una serie de fiestas busca concientizar al hombre de
este hecho tan importante para la salvación de sus hijos.
Por ello, es necesario que todos los feligreses vivamos con recto
sentido la riqueza de la vivencia real y profunda de la Navidad.
Por último, es necesario recordar
que durante la Navidad celebramos en tres días consecutivos,
26, 27 y 28 de diciembre, tres fiestas que nos hacen presente la
entrega total al Señor :
San
Esteban, mártir que representa a aquellos que murieron por Cristo voluntariamente.
San
Juan Evangelista, que representa aquellos que estuvieron dispuestos a morir por Cristo pero no los mataron.
San Juan fue el único Apóstol que se arriesgó a estar con La Virgen al pie de la cruz.
Los
Santos Inocentes que representan a aquellos que murieron
por Cristo sin saberlo.
ORIGEN DE LA PALABRA
La palabra para Navidad en el antiguo inglés
tardío es Cristes Maesse, la Misa de Cristo, hallada
por primera vez en 1038, y Cristes-messe en 1131. En holandés
se dice Kerst-misse, en latín Dies Natalis, de
donde se deriva la palabra francesa Noël, e Il natale
en italiano; en alemán Weihnachtsfest, de previo a la
Sagrada Vigilia. El término Yule (Navidad) es de origen
incierto. El nombre en anglosajón era geol, fiesta:
geola, nombre de un mes (cf. el islandés iol, una
fiesta en diciembre).
CELEBRACIONES TEMPRANAS
La Navidad no figuraba entre las primeras fiestas
celebradas antiguamente por la Iglesia. Ireneo y Tertuliano
la omiten en su lista de fiestas; Orígenes, teniendo
en cuenta quizá la deshonrosa Natalitia imperial, afirma
(Hom. VIII sobre el Lev. en Migne, P.G., XII, 495) que, en la Sagrada
Escritura sólo los pecadores, nunca los santos, celebraban
la fecha de su nacimiento; Arnobio (VII, 32 en P.L., V, 1264)
incluso ridiculiza el "cumpleaños" de los dioses.
Alejandría
La primera evidencia sobre esta fiesta la encontramos
en Egipto. Aproximadamente en el año 200 A.D., Clemente
de Alejandría (Strom., I, XXI en P.G., VIII, 888) dice
que ciertos teólogos egipcios "de manera bastante curiosa"
indican, no sólo el año, sino también el día
del nacimiento de Cristo, colocándolo el 25 de Pachon (20 de
mayo), del vigésimo octavo año del reinado de Augusto.
[Ideler (Chron., II, 397, N.) piensa que lo hicieron así, creyendo
que el noveno mes en el que nació Cristo, era el noveno mes
de su calendario]. Otros declaran que la fecha fue el 24 ó
25 de Pharmuthi (19 ó 20 de abril). Clemente, en su obra "De
paschæ computus", escrita en el 243 y falsamente atribuida a
Cipriano (P.L., IV, 963 ss.), da como fecha del nacimiento de Cristo
el 28 de marzo, fecha en la que el sol material se creó. Pero
Lupi ha demostrado (Zaccaria, Dissertazioni eec. del p. .A. M. Lupi
Faenza, 1785, p. 219) que no existe un mes en el año en el
que respetables autoridades no hayan designado como fecha del nacimiento
de Cristo. Clemente, sin embargo, nos dice también que los
basilianos celebraban la Epifanía, y, probablemente
junto con esta fiesta, el Nacimiento de Cristo, el 15 ó 11
de Tybi (10 ó 6 de enero). Esta doble conmemoración
se hizo popular, en parte, porque la aparición a los pastores
fue considerada una manifestación de la gloria de Cristo, conmemorándosele
entre las más importantes solemnidades, y celebrada el día
6 de enero; también, en parte, porque en la manifestación
dada en el Bautismo, muchos códices (por ejemplo el Codex Bezæ)
erradamente ponen que las Divinas palabras fueron sou ei ho houios
mou ho agapetos, ego semeron gegenneka se (Tu eres mi Hijo Amado,
yo te he engendrado hoy) en lugar de en soi eudokesa (en quien
me complazco), leído en Lucas 3,22. Abrahán Ecchelensis
(Labbe, II, 402) cita en las Constituciones de la Iglesia de Alejandría
de tiempos de Nicea la frase: dies Nativitatis et Epiphaniæ;
Epifanio (Hær., li, ed. Dindorf, 1860, II, 483) cita una sorprendente
ceremonia semi-nóstica en Alejandría en la que, en la
noche del 5-6 de enero, una extraña cruz con la imagen de Kore
estampada en ella, era llevada en procesión alrededor de una
cripta, mientras se entonaba el canto: "Hoy, a esta hora, Kore dio
a luz al Eterno"; Juan Casiano, en sus "Colaciones" (X, 2 en P.L.,
XLIX, 820), escrita entre los años 418-427, dice que los monasterios
egipcios todavía observan la "antigua costumbre"; pero, Pablo
de Emesa, predicó el 29 de Choiak (25 de diciembre) y el 1
de enero del 433 ante Cirilo de Alejandría, y sus sermones
(véase Mansi, IV, 293; apéndice del libro de los Hechos.
Conc. Eph.) muestran que la celebración de Diciembre estaba
firmemente establecida en aquel lugar, y los calendarios demuestran
su permanencia. Por ello, la tradición de celebrar esta fiesta
en diciembre, llegó a Egipto alrededor de los años 427
y 433.
Chipre, Mesopotamia, Armenia,
Asia Menor.
En Chipre, a finales del cuarto siglo, Epifanio
se declara en contra del Alogi (Hær., li, 16, 24 en P.G., XLI,
919, 931) que Cristo nació el 6 de enero y se bautizó
el 8 noviembre. Efraín de Siria (cuyos himnos son de Epifanía
y no de Navidad), muestra que Mesopotamia todavía celebraba
la fiesta del nacimiento de Cristo trece días después
del solsticio de invierno; es decir, el 6 de enero; asimismo, Armenia
ignora, y sigue ignorando la celebración de Diciembre. (Cf.
Eutimio, "Pan. Dogm.", 23 en P.G., CXXX, 1175; Nicéforo, "Hist.
Eccl.", XVIII, 53 in P.G., CXLVII, 440; Isaac, Catholicos de Armenia
del siglo once o doce, "Adv. Armenos", I, XII, 5 in P.G., CXXII, 1193;
Neale, "Holy Eastern Church", Introd., p. 796). En Capadocia, los
sermones de Gregorio de Niza sobre San Basilio (quién murió
antes del 1 enero del 379) y sus dos siguientes, predicados en la
fiesta de San Esteban (P.G., XLVI, 788; cf, 701, 721), demuestran
que en el año 380, el 25 de diciembre ya era ahí celebrado,
a menos que, siguiendo los argumentos demasiado ingeniosos de Usener
(Religionsgeschichtliche Untersuchungen, Bonn, 1889, 247-250), debemos
colocar esos sermones en el año 383. También Asterio
de Amaseia (siglo quinto) y Amfiloquio de Iconio (contemporáneo
de Basilio y Gregorio) celebraban en sus diócesis ambas fiestas
-Epifanía y Natividad- de forma separada (P.G., XL, 337 XXXIX,
36).
Jerusalén
En el año 385, Silvia de Burdeos (o
Eteria, como parece evidente debe ser llamada) quedó profundamente
impresionada por las espléndidas fiestas sobre la infancia
del Señor Jesús celebradas en Jerusalén. Ellos
celebraban la "Natividad"; el Obispo iba de noche a Belén,
regresando a Jerusalén para las celebraciones del día.
La fiesta de la Presentación se celebraba cuarenta días
después. Pero este cálculo empezaba desde el día
6 de enero, y la fiesta duraba hasta la octava de esa fecha. (Peregr.
Silv., ed. Geyer, pp. 75 ss.). Nuevamente, (en la pág. 101)
ella menciona como muy importantes fiestas, la Pascua y la Epifanía.
Como podemos ver, en el 385, el 25 diciembre no era observado en Jerusalén.
Este dato verifica las citas dadas por Juan de Nikiu (c. 900), tomadas
de las cartas entre Cirilo de Jerusalén (348-386) y el Papa
Julio I (337-352), con el propósito de conseguir que en Armenia
se celebre la Navidad el día 25 diciembre (véase P.L.,
VIII, 964 ss.). Cirilo declara que su clero no puede realizar en la
misma fecha de la fiesta del Nacimiento y Bautismo, una procesión
a Belén y Jordania. (Esta posterior práctica es un anacronismo).
Él le pide a Julio que le asigne a la Navidad, su verdadera
fecha "tomándola de los documentos del censo traídos
por Tito a Roma"; Julio asigna como fecha el 25 de diciembre. Otro
documento (Cotelier, Patr. Apost., I, 316, ed. 1724) dice que Julio
le escribió a Juvenal de Jerusalén (c. 425-458), informándole
que Gregorio Nacianceno, en Constantinopla estaba siendo criticado
por "dividir la fiesta en dos". Julio murió en el año
352, y por el 385, Cirilo no había introducido cambio alguno
cambio; de hecho, Jerónimo, escribiendo aproximadamente
en el 411 (en Ezeq., P.L., XXV, 18), reprocha a Palestina el hecho
de celebrar el nacimiento de Jesús (cuando Él se ocultaba)
en el día de la fiesta de la Manifestación. Cosme Indicopleustes
sugiere (P.G., LXXXVIII, 197) que, incluso a mediados del siglo sexto,
Jerusalén se distinguía por combinar las dos conmemoraciones,
arguyendo que en Lucas III,23, el día del bautismo de Cristo
se realizó el día de Su cumpleaños. Sin embargo,
la conmemoración en Jerusalén de David y del Apóstol
Santiago se realizaba el día 25 de diciembre, hecho que muestra
que esta fiesta no era celebrada en este día. Usener, tomando
argumentos del "Laudatio S. Stephani" de Basilio de Seleucia (c. 430.
-P.G., LXXXV, 469), piensa que Juvenal intentó introducir esta
fiesta, pero que la fama del nombre de Cirilo hizo que la fecha se
mantuviera sin variación.
Antioquía
En Antioquía, durante la fiesta de San
Filogonio, Crisóstomo predicó un importante sermón.
Esto sucedió, casi con certeza, en el año 386, aunque
Clinton da como fecha el 387, y Usener, por una larga reestructuración
de los sermones del santo, en el 388 (Religionsgeschichtl. Untersuch.,
pp. 227-240). Pero, entre febrero del 386, época en la que
Flaviano ordenó a Crisóstomo de sacerdote, y diciembre,
hay tiempo suficiente para la predicación de todos los sermones
en cuestión. (Véase Kellner, Heortologie, Friburgo,
1906, pág. 97, n. 3). En vista a una reacción por algunas
fiestas y ritos judíos, Crisóstomo intenta unir Antioquía
en la celebración del nacimiento de Cristo el 25 de diciembre,
ya que parte de la comunidad ya lo venía haciendo desde hacía
más o menos diez años. Él declara que en Occidente
esta fiesta es celebrada en esa fecha, anothen; esta introducción
en Antioquía la cual él siempre buscó, fue opuesta
por los conservadores. Esta vez, Crisóstomo tuvo éxito;
en una iglesia llena de gente, defendió esta nueva costumbre.
No era ninguna novedad; desde Tracia a Cádiz esta fiesta
era observada debidamente, ya que su milagrosa difusión demostró
su autenticidad. Además, Zacarías, que era sacerdote,
entró en el Templo el Día de la Expiación, recibiendo
el anuncio de la concepción de Juan, por consiguiente, fue
en septiembre; seis meses después, Cristo fue concebido, es
decir, en Marzo, naciendo en Diciembre.Finalmente, aunque no estuvo nunca en Roma, sabía que los documentos del censo sobre la Sagrada Familia, todavía se encontraban ahí. [Esta apelación a los archivos romanos es bastante antigua, desde Justino Mártir (Apol., I, 34, 35) y Tertuliano (Adv. Marc., IV, 7, 19). En las falsificaciones de Cirilino, se dice que Julio calculó la fecha basándose en Josefo, de la misma forma que Crisóstomo se basó en injustificadas suposiciones sobre Zacarías]. Por ello, sabemos que Roma ha observado esta fiesta el 25 de diciembre, bastante tiempo antes del año 388, pues ese es el año en que Crisóstomo decretó el 25 de diciembre como fecha oficial de esta fiesta (P.G., XLVIII, 752, XLIX, 351).
Constantinopla
En el año 379 ó 380, Gregorio
Nacianceno se convirtió en exarchos de esta nueva
fiesta en Constantinopla, es decir, en iniciador, ciudad en la que
después de la muerte de Valente, la ortodoxia renació.
Sus tres Homilías (véase Hom. XXXVIII en P.G., XXXVI),
fueron predicadas en días sucesivos (Usener, op. cit., pág.
253) en la capilla privada conocida con el nombre de Anastasia. Durante
su destierro en el 381, esta fiesta desapareció.Sin embargo, según Juan de Nikiu, Honorio, cuando estuvo en Constantinopla durante una visita, fijó con Arcadio, la observación de esta fiesta según la fecha romana. Kellner dice que esta visita se realizó en el 395; Baumstark (Oriens Chr., 1902, 441-446) dice que fue entre el 398 y el 402. Este último se basa en una carta de Jacobo de Edesa, citada por Jorge de Beeltân, en la que afirma que la Navidad fue llevada a Constantinopla desde Italia por Arcadio y Crisóstomo, ciudad en la que, "según historias", se había celebrado desde tiempos Apostólicos. El episcopado de Crisóstomo duró desde el año 398 al 402; por consiguiente, la fiesta debe de haber sido introducida entre esas fechas por el Obispo Crisóstomo, así como en Antioquía por El sacerdote Crisóstomo. Pero Lübeck (Hist. Jahrbuch., XXVIII, I, 1907, pp. 109-118) declara que las evidencias de Baumstark son inválidas. Otra declaración, incluso más importante pero poco acreditada, es el argumento de Erbes (Zeitschrift f. Kirchengesch., XXVI, 1905, 20-31), declarando que esta fiesta fue introducida por Constantino en el año 330-35.
Roma
En Roma, la evidencia más antigua la
tenemos en el Calendario de Filocalio (P. L., XIII, 675; puede verse
en su totalidad en J. Strzygowski, Kalenderbilder des Chron. von Jahre
354, Berlín, 1888), recopilado en el 354, el cual contiene
tres importantes datos. En el calendario civil, el 25 de diciembre
figura como "Natalis Invicti". En el "Depositio Martyrum", una antigua
lista de mártires romanos y universalmente venerados, el día
25 de diciembre dice: "VIII kal. ian. natus Christus in Betleem Iudeæ".
También menciona en el "VIII kal. mart." (22 de Febrero) la
Cátedra de San Pedro. En la lista de cónsules,
encontramos cuatro extraños registros eclesiásticos:
los días en que nació y murió Cristo; la llegada
a Roma y martirio de San Pedro y San Pablo. Esta significativa entrada
dice: "Chr. Cæsare et Paulo sat. XIII. hoc. cons. Dns. ihs.
XPC natus est VIII Kal. ian. d. ven. luna XV", es decir, durante el
consulado de (Augusto) César
y Paulo, nació Nuestro Señor Jesucristo en la octava
antes de las calendas de Enero (25 de Diciembre), un día Viernes,
el día catorceavo de la luna. Los detalles concuerdan con la
tradición y las posibilidades. El epact, aquí
XIII, normalmente es XI; el año es A.U.C. 754, una fecha que
se creyó primero dos siglos después; ningún año,
entre el 751 y el 754 pudo el día 25 de diciembre caer viernes;
la tradición es constante en colocar el nacimiento de Cristo
un miércoles. Es más, según la fecha dada para
la muerte de Cristo (duobus Geminis coss., es decir, el 29
A.D.), Cristo murió a los veintiocho años. Además,
estos datos en una lista de cónsules, queda claro que son una
interpolación. Pero, �no están estos dos datos también
en el "Depositio Martyrum"? Aquí encontramos sólo el
día del nacimiento de Cristo en la carne, por lo que puede
ser que encabece el año de los natales espirituales
de los mártires; pero el 22 febrero está totalmente
fuera de lugar. Aquí, como en el fasti consular, fueron,
por conveniencia, insertadas algunas fiestas populares. El calendario
civil en sí mismo no fue exclusivamente modificado, pues dejó
de ser útil después del abandono de las fiestas paganas.
Por ello, aun cuando el "Depositio Martyrum" sea, como es probable,
del año 336, no queda claro si el calendario contiene evidencias
anteriores al propio Filocalio, es decir, al 354, salvo que, en efecto,
la pre-existencia de esta celebración popular represente la
posibilidad de su reconocimiento oficial. Si el manuscrito Chalki
de Hipólito es genuino, tendríamos evidencias sobre
esta fiesta de Diciembre desde aproximadamente el 205. El pasaje pertinente
[el cual existe en el manuscrito de Chigüí, sin las palabras
entre paréntesis, y que siempre a sido citado así antes
de Jorge Syncellus (c. 1000)] dice así:"La primera venida de Nuestro Señor en la carne [en la que fue engendrado], en Belén, sucedió [el 25 de diciembre, el cuarto día] durante el reinado de Augusto [el cuadragésimo segundo año, y] en el año 5500 [desde Adán]. Sufrió en Su trigésimo tercer año [el 25 de marzo, en el decimoctavo año de Tiberio César, durante el consulado de Rufo y Rubelio]".
San Ambrosio (de virg., III, 1 en P. L., XVI, 219) ha preservado un sermón predicado por el Papa Liberio I en San Pedro, cuando, el día de Natalis Christi, Marcelina, la hermana de Ambrosio, tomó el velo. El pontificado de este Papa fue desde mayo del 352 hasta el 366, exceptuando los años 355-357, época en la que estuvo desterrado. Si Marcelina se hizo monja después de la edad canónica -veinticinco-, y si Ambrosio nació en el año 340, lo más probable es que este hecho ocurriera después del 357. Si bien el sermón abunda en referencias apropiadas para la Epifanía (las bodas de Caná, la multiplicación de los panes, etc.), aparentemente se debe a (Kellner, op. cit., pág. 109) un orden en su pensamiento, y no a que hubiese sido pronunciado el día 6 de enero, una fiesta que sólo fue conocida en Roma bastante después. Sin embargo, Usener defiende (pág. 272) la teoría de que Liberio lo predicó en esa fecha, en el 353, instituyendo la fiesta de la Natividad en diciembre de ese mismo año; pero, Filocalio justifica nuestra suposición que esta fiesta antecedió a su pontificado por algún tiempo, aunque Duchesne lo relega al 243 (Bull. crit., 1890, 3, pp. 41 ss.) algo que no es muy de alabar. En Occidente, el Concilio de Zaragoza (380) ignora aún la fiesta del 25 de diciembre (véase can. XXI, 2). El Papa Siricio, escribiendo en el año 385 (P. L., XII, 1134) a Himerio, en España, distingue las fiestas de Navidad y de Epifanía; pero no queda claro si se está refiriendo a la costumbre romana o española. Ammiano Marcelino (XXI, ii) y Zonaras (Ann., XIII, 11) fechan una visita que hizo Juliano el Apóstata a una iglesia de Vienne, en la Galia, durante la Epifanía y la Natividad, respectivamente. A menos que sean dos visitas, Vienne en el año 361 d. C, combinaba estas fiestas, aunque la fecha exacta es dudosa. Durante la época de Jerónimo y Agustín, la fiesta de Diciembre fue establecida, aunque este último (Epp., II, liv, 12, en P.L., XXXIII, 200) la omite en una lista de fiestas de primera importancia. A partir del cuarto siglo, el calendario de Occidente le asignan a esta fiesta el día 25 de diciembre. En conclusión, en Roma la Navidad se celebraba el día 25 de diciembre desde antes del 354; en Oriente, en Constantinopla, no antes del 379, a menos que sigamos a Erbes y rechacemos a Gregorio, diríamos que fue desde el 330. Por lo tanto, es casi universalmente aceptado que la fecha llegó a Oriente desde Roma, por el Bósforo, durante el reavivamiento anti-arriano, y gracias a los defensores de la ortodoxia. De Santi (L'Orig. delle Fest. Nat., en Civiltæ Cattolica, 1907), siguiendo a Erbes, dice que Roma tomó la fiesta de la Epifanía de Oriente, con un claro sentido Navideño, y, junto con un creciente número de Iglesias Orientales, la celebró el 25 de diciembre; después, Oriente y Occidente dividieron sus fiestas, dejando la Epifanía el 6 de enero, y la Navidad el 25 de diciembre. La primera hipótesis sigue siendo más aceptable.
ORIGEN DE LA FECHA
Los Evangelios
Los Evangelios no proporcionan ayuda
alguna acerca de la fecha del nacimiento de Cristo; según sus
datos, nos encontramos con argumentos contradictorios. Parece imposible
que el censo se haya realizado en invierno: toda una población
no podría haberse puesto en camino. Por otra parte, sí
pudo haberse realizado en invierno; pues sólo durante esta
época del año el trabajo en el campo era suspendido.
Pero, Roma no era tan considerada. Además, las autoridades
difieren acerca de si los pastores solían cuidar sus rebaños
y dejarlos pastear durante las noches de la estación de las
lluvias.
El servicio en el templo
de Zacarías
Los argumentos que se basan en el ministerio
en el templo de Zacarías, no son de fiar, aunque, los cálculos
sobre su antigüedad (ver más arriba) han sido reavivados
de una manera más complicada, por ejemplo por Friedlieb (Leben
J. Christi des Erlösers, Münster, 1887, pág. 312).
Se dice que, las veinticuatro clases de sacerdotes judíos servían
en el Templo, cada una, durante una semana; Zacarías pertenecía
a la octava clase, los Abia. El Templo fue destruido en el año
9 Ab, 70 d. C.; la tradición rabínica tardía
dice que la primera clase, los Jojarib, estaban sirviendo entonces.
De estos datos poco fiables, asumiendo que Cristo nació el
año 79 A.U.C., y que en ningún momento, de esos setenta
turbulentos años, la sucesión semanal falló,
se calcula que la octava clase sirvió durante la semana del
2 al 9 de octubre del año 748 A.U.C., por lo que se deduce
que la concepción de Cristo fue en marzo, y su nacimiento en
diciembre. Kellner (op. cit., pp. 106, 107) declara que es muy poco
serio calcular la semana que Zacarías estuvo sirviendo en el
Templo partiendo de cualquier referencia anterior o posterior.
Analogía con las
fiestas del Antiguo Testamento
Parece imposible poder relacionar la analogía
que existe entre la Pascua y Pentecostés judías, con
la Pascua y Pentecostés cristianas, con la Navidad y la fiesta
de los Tabernáculos, como lo hizo, por ejemplo, Lightfoot (Horæ
Hebr, et Talm., II, 32), argumentando desde las profecías del
Antiguo Testamento, por ejemplo la de Zacarías 14, 16 ss,;
combinando, además, la muerte de Cristo ocurrida en Nisan,
con la profecía de Daniel de un ministerio de tres años
y medio de duración (9, 27), declara que el nacimiento se realizó
en Tisri, -septiembre. Esto es tan poco feliz como relacionar el 25
de diciembre con la fiesta Oriental (Diciembre) de la Dedicación
(Jos. Ant. Jud., XII, VII, 6).
Natalis Invicti
La conocida fiesta solar del
Natalis Invicti, celebrada el 25 de diciembre, ejerció una
fuerte influencia sobre nuestra fecha Navideña. Para conocer
la historia del culto solar, su importancia en el Imperio romano,
y su sincretismo con el Mitraísmo, véase la obra
de Cumont "Textes et Monuments" etc., I, ii, 4, 6, pág. 355.
Mommsen (Corpus Inscriptionum Latinarum, 1�, pág., 338), en
la que ha recogido datos sobre esta fiesta, la cual llegó a
su punto máximo de popularidad bajo Aureliano, el 274. Filippo
del Torre, en 1700, advirtió su importancia; habría
que subrayar que, como ya se ha dicho, sin la adición en el
Calendario de Filocalo. Nos sería imposible aquí, el
poder perfilar la historia e idioma del simbolismo solar aplicado
a Dios, el Mesías y a Cristo, tanto en los canónicos
judíos o cristianos, en la patrística, o obras de devoción.
Los himnos y oficios de Navidad abundan en esto; Cumont ha delineado
bien los textos (op. cit., addit. Nota C, pág. 355).
El primer texto conocido que
une o relaciona el nacimiento de Cristo y el del sol, lo tenemos
en Cipriano, "De pasch. Comp"., xix, "O quam præclare providentia
ut illo die quo natus est Sol. nasceretur Christus". - "�Oh, qué
maravillosamente actuó la Providencia, que en el día
en el que nació el Sol. Cristo debía nacer". -En el
siglo cuarto, Crisóstomo, en su obra "del Solst. Et Æquin".
(II, pág., 118, ed. 1588), dice: "Sed et dominus noster nascitur
mense decembris. VIII KAL. Ian. Sed et Invicti Natalem appelant. Quis
utique tam invictus nisi dominus noster?. Vel quod dicant Solis esse
natalem, ipse est Sol iustitiæ". - "No obstante, Nuestro Señor,
también nace en el mes de diciembre. en la octava antes de
las calendas de enero [25 diciembre]., Pero ellos lo llaman el "Nacimiento
del Invencible". �Quién hay que sea tan invencible como Nuestro
Señor.? O, si ellos dicen que es el día del nacimiento
del Sol, Él es el Sol de Justicia". Ya Tertuliano (Apol., 16;
cf. Ad. Nat., I, 13; Orig. c. Cels., VIII, 67, etc.) tuvo que afirmar
que el Sol no era el Dios de los cristianos; Agustín (Tract.
XXXIV, in Joan. En P. L., XXXV, 1652) denuncia la identificación
herética entre Cristo y el Sol. El Papa León I (Serm.
XXXVII in nat. dom., VII, 4; XXII, II, 6 en P. L., LIV, 218 y 198)
reprocha duramente los remanentes del culto solar -los cristianos,
en la misma puerta de la basílica de los Apóstoles,
se voltean para adorar al naciente sol. El culto al sol ha legado
rasgos en el culto popular moderno en Armenia, en donde los cristianos
dieron en la antigüedad, de manera temporal y externa, culto
al sol material (Cumont, op. cit., pág. 356).
Debemos considerar aquí,
que incluso al "bautizar" de manera deliberada y legítima una
fiesta pagana, no tuvo otro significado que el de la necesidad de
transferir la supuesta fecha. El "nacimiento en la montaña"
de Mitra y el de Cristo en una "gruta" no tienen nada en común:
la adoración de Mitra por los pastores (Cumont, op.
cit., I, II, 4, pág., 304 ss.) fue tomada prestada de las fuentes
cristianas, y no viceversa.
Otras teorías de
origen pagano
El origen de la Navidad no
debe buscarse en los Saturnales (1-23 de diciembre), ni tampoco en
el santo nacimiento a media noche de Eleusis (véase J.E. Harrison,
Prolegom., pág. 549) con su probable conexión a través
de Frigia, con los herejes nasenos, o con la ceremonia alejandrina
citada anteriormente; ni tampoco con los ritos análogos al
culto del solsticio de invierno en Delphi, cuna de Dionisio, con su
revocación desde el mar a un nuevo nacimiento (Harrison, op.
cit., 402 ss.).
La teoría astronómica
Duchesne (Les origines du culte
chrétien, París, 1902, 262 ss.) nos presenta la teoría
"astronómica", en la que, tomando el día 25 de marzo
como el de la muerte de Cristo [históricamente imposible, pero
tan antigua como Tertuliano (Adv. Jud., 8)], el instinto popular,
el cual quiere conocer con exactitud el número de años
de una vida Divina, pone Su concepción en esa misma fecha,
siendo Su nacimiento el 25 de diciembre. Esta teoría se apoya
en el hecho que algunos montanistas (Sozomeno, Hist. Eccl.,
VII, 18) celebraban la Pascua el 6 de abril; así, tanto el
25 de diciembre y el 6 de enero son simultáneamente explicados.
Es más, el cálculo sigue en su totalidad los argumentos
basados en el número y en la "conveniencia" de la astronomía,
en aquella época muy popular. Desgraciadamente, no existe evidencia
contemporánea alguna sobre la celebración en el siglo
cuarto de la Concepción de Cristo, en el día 25 de marzo.
Conclusión
El presente escritor se inclina
a pensar que, estando el origen de esta fiesta en Oriente o Occidente,
y a pesar de la abundancia de fiestas análogas celebrando el
solsticio de invierno, éstas pueden haber ayudado, aunque de
manera imprecisa, en la elección de la fecha de diciembre,
de la misma manera que cuando se fijó la fecha del Natalis
Invicti en el solsticio de invierno, aparte de la adaptación
deliberada o de curiosos cálculos, para fijar en ese mismo
día la fiesta cristiana.
LITURGIA Y COSTUMBRES
El calendario
Al fijare esta fecha, quedaron
también fijadas la de la Circuncisión y de la Presentación;
la de la Expectación y, quizás, la de la Anunciación
de la Santísima Virgen María; también la del
Nacimiento y Concepción del Bautista (cf. Thurston en Amer.
Eccl. Rev., Diciembre, 1898). Hasta el siglo décimo la Navidad
era considerada, en los documentos pontificios, el inicio del año
eclesiástico, como se sigue haciendo en las Bulas; Bonifacio
VIII (1294-1303) restauró temporalmente esta costumbre, la
cual Alemania sostuvo durante algún tiempo más.
Las celebraciones populares
El códice Theod., II,
8, 27 (cf. XV, 5,5) prohíbe, en el año 425, los juegos
del circo durante el 25 de diciembre; aunque no fue hasta el Códice
de Justino III, 12, 6 (529) que esta prohibición fue realmente
impuesta. El Segundo Concilio de Tours (can. XI, XVII), en el año
566 ó 567, proclama la santidad de los "doce días" desde
la Navidad hasta la Epifanía, y el deber de ayunar durante
el Adviento; el de Agde (506), en los cánones 63-64, decreta
una comunión universal, y el de Braga (563) prohíbe
el ayuno durante el Día de Navidad. Pero, las celebraciones
populares navideñas aumentaron tanto, que en 1110 se dieron
las llamadas "Leyes del Rey Cnut", decretando un ayuno desde Navidad
hasta Epifanía.
Las tres Misas
Las tres misas que señalan
para esta fecha el Misal de Gelasio y el Gregoriano, y éstas
con un martirologio especial y sublime, y con la dispensa, si fuera
necesaria, de la abstinencia, todavía hoy son guardadas. Si
bien Roma señala sólo tres Misas para la Navidad, Ildefonso,
un Obispo español, en el 845, alude a una triple Misa en Navidad,
Pascua, Pentecostés, y la Transfiguración (P.L., CVI,
888). Estas Misas, de medianoche, al alba, e in die, están
místicamente relacionadas con la distribución judía
y cristiana, o (como lo dice Santo Tomás, Summa Theol., III:83:2)
al triple "nacimiento" de Cristo: en la Eternidad, en el Tiempo, y
en el Alma. Los colores litúrgicos variaban: negro, blanco,
rojo, o (por ejemplo en Narbona) se usaba el rojo, blanco, y violeta
(Durand, Rat. Div. Off., VI, 13). El Gloria era sólo entonado
al principio de la primera Misa de ese día.
El origen histórico
de esta triple Misa, probablemente fue de la siguiente manera (cf.
Thurston, en Amer. Eccl. Rev., Enero, 1899; Grisar, Anal. Rom., I,
595; Geschichte Roms. im mittelalter I, 607, 397; CIV. Catt., 21 septiembre
de 1895, etc.): La primera Misa era celebrada en el Oratorium Præsepis
en Santa María La Mayor -una iglesia probablemente asimilada
desde el principio a la basílica de Belén- y la tercera
en San Pedro, reprodujeron en Roma el doble Oficio de Navidad mencionado
por Eteria (véase lo anteriormente dicho) en Belén y
Jerusalén. La segunda Misa era celebraba por el Papa en la
"capilla real" del Palatino, para los miembros de la corte bizantina,
es decir, la capilla de Santa Anastasia, como fue originalmente llamada,
al igual que la basílica en Constantinopla, Anastasis, y como
ella, fue construida para reproducir la basílica del mismo
nombre de Jerusalén -y como ella también, finalmente
abandonó el nombre de "Anastasis", por el de la mártir
Santa Anastasia. La segunda Misa fue, por consiguiente, una
deferencia que el Papa hacia a la iglesia imperial en su fiesta patronal.
Las tres lugares se mantuvieron así, pues, por el año
1143 (cf. Ord. Romani en P. L., LXXVIII, 1032) el Papa dejó
de oficiar la tercera Misa en el distante San Pedro, y la empezó
a decir en el altar mayor de Santa María La Mayor. En esta
tercera Misa, León II inauguró, en el año 800,
por medio de la coronación de Carlomagno, el Sacro imperio
romano. Este día se convirtió en el favorito para las
ceremonias de la corte, y en él, por ejemplo, Guillermo
de Normandía fue coronado en Westminster.
Las representaciones dramáticas
La historia de la dedicación
del Oratorium Præsepis en la basílica de Liberio,
de las reliquias allí guardadas y sus imitaciones, no pertenecen
a esta disertación [cf. Crib; Relics. Los datos están
bien dados por Bonaccorsi (Il Natale, Roma, 1903, ch. IV)], pero la
práctica de dar una expresión dramática, o por
lo menos espectacular, a los hechos de la Navidad, fueron lo que,
de alguna manera, dieron origen a los misterios litúrgicos.
Por ejemplo, el ordinaria de Ruán y el de Reims, colocan
el officium pastorum inmediatamente después del Te Deum
y antes de la Misa (cf. Ducange, Gloss. med. et inf. Lat., s.v. Pastores);
posteriormente, la Iglesia celebró un segundo misterio "profético"
después de Tierce, en la que la Vigilia y la Sibila
se unían con los profetas del Antiguo Testamento para honrar
a Cristo. (Para más detalles sobre Vigilias y obras sobre la
Navidad y profecías, ver la obra de Comparetti, "Virgil in
Middle Ages", pág. 310 ss.). La obra "To out-herod Herod",
es decir sobreactuar, muestra la violencia de Herodes.
Los pesebres, Belenes o
Nacimientos
San Francisco de Asís
en el año 1223 dio origen a los pesebres o nacimientos que
actualmente conocemos, popularizando entre los laicos una costumbre
que hasta ese momento era del clero, haciéndola extra-litúrgica
y popular. La presencia del buey y del burro se debe a una errónea
interpretación de Isaías 1, 3 y de Habacuc 3, 2 (versión
"Itala"), aunque aparecen en el magnífico "Pesebre" del siglo
cuarto, descubierto en las catacumbas de San Sebastián en el
año 1877. El burro en el que Balaam montó, en el misterio
de Reims, hizo que la fiesta recibiera el nombre de Festum Asinorum
(Ducange, op. cit., s.v. Festum).
Los himnos y villancicos
La degeneración de las
obras dramáticas ocasionó la difusión de villancicos
y pastorales, a los cuales se les a otorgado en ocasiones, una posición
cuasi-litúrgica. Prudencio, en el siglo cuarto, es el primero
(y único en su siglo) en escribir himnos para la Navidad, pues
los himnos "Vox clara" (himno para Laudes en Adviento) y "Christe
Redemptor" (Vísperas y Maitines de Navidad) no pueden ser asignados
a Ambrosio. Sin embargo, el himno "A solis ortu", pertenece a Sedulio
(siglo quinto). Los primeros Weihnachtslieder alemanes datan de los
siglos undécimo y duodécimo; los primeros villancicos
conocidos datan del siglo undécimo, y del siglo decimotercero.
El famoso "Stabat Mater Speciosa" es atribuido a Jacopone Todi (1230-1306);
"Adeste Fideles" data del siglo decimoséptimo. Pero, éstos
aires populares, e incluso palabras, deben de haber existido desde
mucho tiempo antes de que fueran puesto por escrito.
Tarjetas y regalos
La costumbre pagana
centrada en las calendas de enero, influyó en las de Navidad.
Tiele (Yule and Christmas, Londres, 1899) ha recolectado muchos interesantes
ejemplos. La strenæ (eacute;trennes) del 1 de
enero romano (fuertemente condenado por Tertuliano, de Idol., XIV
y X, y por Máximo de Turín, Hom. el CIII, de Kal. gentil.,
en P.L., LVII, 492, etc.) sobrevivió en la costumbre de los
regalos Navideños, las tarjetas, y cajas.
Las fogatas Navideñas
Las fogatas durante las calendas
eran un escándalo en Roma, y San Bonifacio logró que
el Papa Zacarías las aboliera. Pero, probablemente esta fogata
de Navidad, en sus muchas formas, era originalmente encendido sólo
debido al invierno. Sólo a partir de 1577 se convirtió
en una ceremonia pública en Inglaterra; su popularidad, sin
embargo, creció inmensamente, sobre todo en la Provenza; en
la Toscana, la Navidad es simplemente llamada ceppo (bloque,
leño -Bonaccorsi, op. cit., pág. 145, n. 2).
Además, estuvo también
relacionada con otras costumbres; en Inglaterra, un siervo tenía
el derecho de alimentarse a expensas de su señor, durante todo
el tiempo que durase el fuego de una rueda de madera, que su señor
le entregaba, el señor también entregaba a su siervo
una carga de madera, cuando nacía un niño; Kindsfuss
era el nombre de un regalo que se le daba a los niños cuando
les nacía un hermano o hermana, e incluso, los animales de
la granja también recibían el suyo, cuando Cristo, el
hermano universal, nacía (Tiele, op. cit., pág. 95 ss.).
El árbol de Navidad
Gervasio de Tilbury (siglo
trece), narra que en Inglaterra el grano era expuesto la noche de
Navidad, para que adquiera la fertilidad del rocío que cae
en respuesta al "Rorate Cæli"; la tradición en la que
los árboles y las flores florecen durante esta noche, es citada
por primera vez, de un geógrafo árabe del siglo décimo,
y se extendió por toda Inglaterra. Alrededor del siglo decimotercero,
en la épica francesa, se ven velas en los árboles florecientes.
En Inglaterra, el bastón de José de Arimatea era el
que florecía en Glastonbury y en otros lugares; cuando el 3
de septiembre se convirtió en 14 de septiembre, en el año
1752, 2000 personas estuvieron observando si el espino Quainton
(cratagus præcox) brotaría en la nueva fecha
Navideña; y como no lo hizo, se negaron a guardar esta nueva
fecha. De esta costumbre de decorar los árboles tomada de las
calendas (que fue prohibido por el Arzobispo Martín de Braga,
c. 575, P. L., LXXIII -el muérdago fue legado por los Druidas),
surgió el del árbol de Navidad, mencionado por primera
vez en el año 1605 en Estrasburgo, e introducido en Francia
e Inglaterra, recién en el año 1840, por la princesa
Helena de Mecklenburg y el príncipe Consorte respectivamente.
El visitante misterioso
Sólo con mucha cautela
debemos relacionar al misterioso bienhechor de la noche de Navidad
-Knecht Ruprecht, Pelzmärtel en un caballo de madera, San Martín
en un caballo de batalla blanco, Martín en un corcel blanco,
San Nicolás y su equivalente "reformado", el Padre de
la Navidad, quien junto con su esposa Berchta, desciende en las noches
entre el 25 de diciembre y el de 6 enero, en un caballo blanco, para
bendecir la tierra y los hombres. Las fogatas y las ruedas encendidas
iluminaban las colinas, se adornaban las casas, los juicios eran suspendidos
y se celebraban fiestas (cf. Bonaccorse, op. cit., pág. 151).
Knecht Ruprecht, de todos modos (mencionado por primera vez en un
misterio de 1668 y condenado en 1680 como un demonio) era sólo
un siervo del Santo Niño.
Celebraciones no-católicas
Sin duda alguna, los nuclei
cristianos asumieron costumbres paganas. Pues las momias de las calendas;
el extraordinario y obsceno Modranicht; el pastel en honor
de la "placenta" de María, condenado por el Concilio
de Trullan (692), canon 79; el Tabulæ Fortunæ (comida
y bebida ofrecidas para obtener alzas, condenado en el 743), véase
Tiele, op. cit., cap. VIII, IX -los datos de Tiele son quizá
de mayor valor que sus deducciones- y Ducange (op. cit., s. vv. Cervula
y Kalendæ).
En Inglaterra, la Navidad fue
prohibida por un Acta del Parlamento en 1644; debía de ser
considerado día de ayuno y de mercado; las tiendas fueron obligadas
a abrir; los budines de ciruela y los pasteles de carne picada y frutas
fueron condenados como paganos. Los conservadores se resistieron;
en Canterbury se derramó sangre; pero después de la
Restauración, los disidentes continuaron llamándola
Yuletide "Fooltide".
Además de los
trabajos mencionados en el artículo, véase también,
Die Geschichte des deutschen Weihnachts (Leipzig, 1893); MANN-HARDT,
Weihnachtsblüthen in Sitte u. Sage (Berlin, 1864); RIETSCHEL,
Weihnachten in Kirche, Kunst u. Volksleben (Bielefeld and Leipzig,
1902); SCHMID, Darstellung der Geburt Christin der bildenden Kunst
(1890); MÜLLER, Le costumanzi del Natale (Rome, 1880); CORRIERI,
Il Natale nelle letterature del Nord in Cosmos Cath. (December, 1900);
ERBES, Das Syrische Martyrologium, etc., in Zeitschr. F. Kirchengesch.
(1905), IV (1906), I; BARDENHEWER, Mariä Verkündigung (Freiburg,
1905); DE KERSAINT-GILLY, Fêtes de Noël en Provence (Montpellier,
1900); DE COUSSEMAKER, Drames Liturgiques du Moyen Age (Paris, 1861);
DOUHET, Dict, des mystères in MIGNE, Nouv, encycl. théol.,
XLIII; PÉREMÈS, Dict. De Noëls, ibid. LXIII; SMITH
AND CHEETHAM, dict. Christ. Antiq., s.v. Christmas.
CYRIL MARTINDALE
Trascrito por Susanti A. Suastika
Traducido por Juli�n Alejandro Nieva
Trascrito por Susanti A. Suastika
Traducido por Juli�n Alejandro Nieva
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