sábado, 22 de diciembre de 2012

La Navidad



La Iglesia en su misión de ir por el mundo llevando la Buena Nueva ha querido dedicar un tiempo a profundizar, contemplar y asimilar el Misterio de la Encarnación del Hijo de Dios; a este tiempo lo conocemos como Navidad. Cerca de la antigua fiesta judía de las luces y buscando dar un sentido cristiano a las celebraciones paganas del solsticio de invierno, la Iglesia aprovechó el momento para celebrar la Navidad.
En este tiempo los cristianos por medio del Adviento se preparan para recibir a Cristo,"luz del mundo" (Jn 8, 12) en sus almas, rectificando sus vidas y renovando el compromiso de seguirlo. Durante el Tiempo de Navidad al igual que en el Triduo Pascual de la semana Santa celebramos la redención del hombre gracias a la presencia y entrega de Dios; pero a diferencia del Triduo Pascual en el que recordamos la pasión y muerte del Salvador, en la Navidad recordamos que Dios se hizo hombre y habitó entre nosotros.
Así como el sol despeja las tinieblas durante el alba, la presencia de Cristo irrumpe en las tinieblas del pecado, el mundo, el demonio y de la carne para mostrarnos el camino a seguir. Con su luz nos muestra la verdad de nuestra existencia. Cristo mismo es la vida que renueva la naturaleza caída del hombre y de la naturaleza. La Navidad celebra esa presencia renovadora de Cristo que viene a salvar al mundo.
La Iglesia en su papel de madre y maestra por medio de una serie de fiestas busca concientizar al hombre de este hecho tan importante para la salvación de sus hijos. Por ello, es necesario que todos los feligreses vivamos con recto sentido la riqueza de la vivencia real y profunda de la Navidad.
Por último, es necesario recordar que durante la Navidad celebramos en tres días consecutivos, 26, 27 y 28 de diciembre, tres fiestas que nos hacen presente la entrega total al Señor :
San Esteban, mártir que representa a aquellos que murieron por Cristo voluntariamente.
San Juan Evangelista, que representa aquellos que estuvieron dispuestos a morir por Cristo pero no los mataron. San Juan fue el único Apóstol que se arriesgó a estar con La Virgen al pie de la cruz.
Los Santos Inocentes que representan a aquellos que murieron por Cristo sin saberlo. 



ORIGEN DE LA PALABRA
La palabra para Navidad en el antiguo inglés tardío es Cristes Maesse, la Misa de Cristo, hallada por primera vez en 1038, y Cristes-messe en 1131. En holandés se dice Kerst-misse, en latín Dies Natalis, de donde se deriva la palabra francesa Noël, e Il natale en italiano; en alemán Weihnachtsfest, de previo a la Sagrada Vigilia. El término Yule (Navidad) es de origen incierto. El nombre en anglosajón era geol, fiesta: geola, nombre de un mes (cf. el islandés iol, una fiesta en diciembre).
CELEBRACIONES TEMPRANAS
La Navidad no figuraba entre las primeras fiestas celebradas antiguamente por la Iglesia. Ireneo y Tertuliano la omiten en su lista de fiestas; Orígenes, teniendo en cuenta quizá la deshonrosa Natalitia imperial, afirma (Hom. VIII sobre el Lev. en Migne, P.G., XII, 495) que, en la Sagrada Escritura sólo los pecadores, nunca los santos, celebraban la fecha de su nacimiento; Arnobio (VII, 32 en P.L., V, 1264) incluso ridiculiza el "cumpleaños" de los dioses.
Alejandría
La primera evidencia sobre esta fiesta la encontramos en Egipto. Aproximadamente en el año 200 A.D., Clemente de Alejandría (Strom., I, XXI en P.G., VIII, 888) dice que ciertos teólogos egipcios "de manera bastante curiosa" indican, no sólo el año, sino también el día del nacimiento de Cristo, colocándolo el 25 de Pachon (20 de mayo), del vigésimo octavo año del reinado de Augusto. [Ideler (Chron., II, 397, N.) piensa que lo hicieron así, creyendo que el noveno mes en el que nació Cristo, era el noveno mes de su calendario]. Otros declaran que la fecha fue el 24 ó 25 de Pharmuthi (19 ó 20 de abril). Clemente, en su obra "De paschæ computus", escrita en el 243 y falsamente atribuida a Cipriano (P.L., IV, 963 ss.), da como fecha del nacimiento de Cristo el 28 de marzo, fecha en la que el sol material se creó. Pero Lupi ha demostrado (Zaccaria, Dissertazioni eec. del p. .A. M. Lupi Faenza, 1785, p. 219) que no existe un mes en el año en el que respetables autoridades no hayan designado como fecha del nacimiento de Cristo. Clemente, sin embargo, nos dice también que los basilianos celebraban la Epifanía, y, probablemente junto con esta fiesta, el Nacimiento de Cristo, el 15 ó 11 de Tybi (10 ó 6 de enero). Esta doble conmemoración se hizo popular, en parte, porque la aparición a los pastores fue considerada una manifestación de la gloria de Cristo, conmemorándosele entre las más importantes solemnidades, y celebrada el día 6 de enero; también, en parte, porque en la manifestación dada en el Bautismo, muchos códices (por ejemplo el Codex Bezæ) erradamente ponen que las Divinas palabras fueron sou ei ho houios mou ho agapetos, ego semeron gegenneka se (Tu eres mi Hijo Amado, yo te he engendrado hoy) en lugar de en soi eudokesa (en quien me complazco), leído en Lucas 3,22. Abrahán Ecchelensis (Labbe, II, 402) cita en las Constituciones de la Iglesia de Alejandría de tiempos de Nicea la frase: dies Nativitatis et Epiphaniæ; Epifanio (Hær., li, ed. Dindorf, 1860, II, 483) cita una sorprendente ceremonia semi-nóstica en Alejandría en la que, en la noche del 5-6 de enero, una extraña cruz con la imagen de Kore estampada en ella, era llevada en procesión alrededor de una cripta, mientras se entonaba el canto: "Hoy, a esta hora, Kore dio a luz al Eterno"; Juan Casiano, en sus "Colaciones" (X, 2 en P.L., XLIX, 820), escrita entre los años 418-427, dice que los monasterios egipcios todavía observan la "antigua costumbre"; pero, Pablo de Emesa, predicó el 29 de Choiak (25 de diciembre) y el 1 de enero del 433 ante Cirilo de Alejandría, y sus sermones (véase Mansi, IV, 293; apéndice del libro de los Hechos. Conc. Eph.) muestran que la celebración de Diciembre estaba firmemente establecida en aquel lugar, y los calendarios demuestran su permanencia. Por ello, la tradición de celebrar esta fiesta en diciembre, llegó a Egipto alrededor de los años 427 y 433.
Chipre, Mesopotamia, Armenia, Asia Menor.
En Chipre, a finales del cuarto siglo, Epifanio se declara en contra del Alogi (Hær., li, 16, 24 en P.G., XLI, 919, 931) que Cristo nació el 6 de enero y se bautizó el 8 noviembre. Efraín de Siria (cuyos himnos son de Epifanía y no de Navidad), muestra que Mesopotamia todavía celebraba la fiesta del nacimiento de Cristo trece días después del solsticio de invierno; es decir, el 6 de enero; asimismo, Armenia ignora, y sigue ignorando la celebración de Diciembre. (Cf. Eutimio, "Pan. Dogm.", 23 en P.G., CXXX, 1175; Nicéforo, "Hist. Eccl.", XVIII, 53 in P.G., CXLVII, 440; Isaac, Catholicos de Armenia del siglo once o doce, "Adv. Armenos", I, XII, 5 in P.G., CXXII, 1193; Neale, "Holy Eastern Church", Introd., p. 796). En Capadocia, los sermones de Gregorio de Niza sobre San Basilio (quién murió antes del 1 enero del 379) y sus dos siguientes, predicados en la fiesta de San Esteban (P.G., XLVI, 788; cf, 701, 721), demuestran que en el año 380, el 25 de diciembre ya era ahí celebrado, a menos que, siguiendo los argumentos demasiado ingeniosos de Usener (Religionsgeschichtliche Untersuchungen, Bonn, 1889, 247-250), debemos colocar esos sermones en el año 383. También Asterio de Amaseia (siglo quinto) y Amfiloquio de Iconio (contemporáneo de Basilio y Gregorio) celebraban en sus diócesis ambas fiestas -Epifanía y Natividad- de forma separada (P.G., XL, 337 XXXIX, 36).
Jerusalén
En el año 385, Silvia de Burdeos (o Eteria, como parece evidente debe ser llamada) quedó profundamente impresionada por las espléndidas fiestas sobre la infancia del Señor Jesús celebradas en Jerusalén. Ellos celebraban la "Natividad"; el Obispo iba de noche a Belén, regresando a Jerusalén para las celebraciones del día. La fiesta de la Presentación se celebraba cuarenta días después. Pero este cálculo empezaba desde el día 6 de enero, y la fiesta duraba hasta la octava de esa fecha. (Peregr. Silv., ed. Geyer, pp. 75 ss.). Nuevamente, (en la pág. 101) ella menciona como muy importantes fiestas, la Pascua y la Epifanía. Como podemos ver, en el 385, el 25 diciembre no era observado en Jerusalén. Este dato verifica las citas dadas por Juan de Nikiu (c. 900), tomadas de las cartas entre Cirilo de Jerusalén (348-386) y el Papa Julio I (337-352), con el propósito de conseguir que en Armenia se celebre la Navidad el día 25 diciembre (véase P.L., VIII, 964 ss.). Cirilo declara que su clero no puede realizar en la misma fecha de la fiesta del Nacimiento y Bautismo, una procesión a Belén y Jordania. (Esta posterior práctica es un anacronismo). Él le pide a Julio que le asigne a la Navidad, su verdadera fecha "tomándola de los documentos del censo traídos por Tito a Roma"; Julio asigna como fecha el 25 de diciembre. Otro documento (Cotelier, Patr. Apost., I, 316, ed. 1724) dice que Julio le escribió a Juvenal de Jerusalén (c. 425-458), informándole que Gregorio Nacianceno, en Constantinopla estaba siendo criticado por "dividir la fiesta en dos". Julio murió en el año 352, y por el 385, Cirilo no había introducido cambio alguno cambio; de hecho, Jerónimo, escribiendo aproximadamente en el 411 (en Ezeq., P.L., XXV, 18), reprocha a Palestina el hecho de celebrar el nacimiento de Jesús (cuando Él se ocultaba) en el día de la fiesta de la Manifestación. Cosme Indicopleustes sugiere (P.G., LXXXVIII, 197) que, incluso a mediados del siglo sexto, Jerusalén se distinguía por combinar las dos conmemoraciones, arguyendo que en Lucas III,23, el día del bautismo de Cristo se realizó el día de Su cumpleaños. Sin embargo, la conmemoración en Jerusalén de David y del Apóstol Santiago se realizaba el día 25 de diciembre, hecho que muestra que esta fiesta no era celebrada en este día. Usener, tomando argumentos del "Laudatio S. Stephani" de Basilio de Seleucia (c. 430. -P.G., LXXXV, 469), piensa que Juvenal intentó introducir esta fiesta, pero que la fama del nombre de Cirilo hizo que la fecha se mantuviera sin variación.
Antioquía
En Antioquía, durante la fiesta de San Filogonio, Crisóstomo predicó un importante sermón. Esto sucedió, casi con certeza, en el año 386, aunque Clinton da como fecha el 387, y Usener, por una larga reestructuración de los sermones del santo, en el 388 (Religionsgeschichtl. Untersuch., pp. 227-240). Pero, entre febrero del 386, época en la que Flaviano ordenó a Crisóstomo de sacerdote, y diciembre, hay tiempo suficiente para la predicación de todos los sermones en cuestión. (Véase Kellner, Heortologie, Friburgo, 1906, pág. 97, n. 3). En vista a una reacción por algunas fiestas y ritos judíos, Crisóstomo intenta unir Antioquía en la celebración del nacimiento de Cristo el 25 de diciembre, ya que parte de la comunidad ya lo venía haciendo desde hacía más o menos diez años. Él declara que en Occidente esta fiesta es celebrada en esa fecha, anothen; esta introducción en Antioquía la cual él siempre buscó, fue opuesta por los conservadores. Esta vez, Crisóstomo tuvo éxito; en una iglesia llena de gente, defendió esta nueva costumbre. No era ninguna novedad; desde Tracia a Cádiz esta fiesta era observada debidamente, ya que su milagrosa difusión demostró su autenticidad. Además, Zacarías, que era sacerdote, entró en el Templo el Día de la Expiación, recibiendo el anuncio de la concepción de Juan, por consiguiente, fue en septiembre; seis meses después, Cristo fue concebido, es decir, en Marzo, naciendo en Diciembre.
Finalmente, aunque no estuvo nunca en Roma, sabía que los documentos del censo sobre la Sagrada Familia, todavía se encontraban ahí. [Esta apelación a los archivos romanos es bastante antigua, desde Justino Mártir (Apol., I, 34, 35) y Tertuliano (Adv. Marc., IV, 7, 19). En las falsificaciones de Cirilino, se dice que Julio calculó la fecha basándose en Josefo, de la misma forma que Crisóstomo se basó en injustificadas suposiciones sobre Zacarías]. Por ello, sabemos que Roma ha observado esta fiesta el 25 de diciembre, bastante tiempo antes del año 388, pues ese es el año en que Crisóstomo decretó el 25 de diciembre como fecha oficial de esta fiesta (P.G., XLVIII, 752, XLIX, 351).
Constantinopla
En el año 379 ó 380, Gregorio Nacianceno se convirtió en exarchos de esta nueva fiesta en Constantinopla, es decir, en iniciador, ciudad en la que después de la muerte de Valente, la ortodoxia renació. Sus tres Homilías (véase Hom. XXXVIII en P.G., XXXVI), fueron predicadas en días sucesivos (Usener, op. cit., pág. 253) en la capilla privada conocida con el nombre de Anastasia. Durante su destierro en el 381, esta fiesta desapareció.
Sin embargo, según Juan de Nikiu, Honorio, cuando estuvo en Constantinopla durante una visita, fijó con Arcadio, la observación de esta fiesta según la fecha romana. Kellner dice que esta visita se realizó en el 395; Baumstark (Oriens Chr., 1902, 441-446) dice que fue entre el 398 y el 402. Este último se basa en una carta de Jacobo de Edesa, citada por Jorge de Beeltân, en la que afirma que la Navidad fue llevada a Constantinopla desde Italia por Arcadio y Crisóstomo, ciudad en la que, "según historias", se había celebrado desde tiempos Apostólicos. El episcopado de Crisóstomo duró desde el año 398 al 402; por consiguiente, la fiesta debe de haber sido introducida entre esas fechas por el Obispo Crisóstomo, así como en Antioquía por El sacerdote Crisóstomo. Pero Lübeck (Hist. Jahrbuch., XXVIII, I, 1907, pp. 109-118) declara que las evidencias de Baumstark son inválidas. Otra declaración, incluso más importante pero poco acreditada, es el argumento de Erbes (Zeitschrift f. Kirchengesch., XXVI, 1905, 20-31), declarando que esta fiesta fue introducida por Constantino en el año 330-35.
Roma
En Roma, la evidencia más antigua la tenemos en el Calendario de Filocalio (P. L., XIII, 675; puede verse en su totalidad en J. Strzygowski, Kalenderbilder des Chron. von Jahre 354, Berlín, 1888), recopilado en el 354, el cual contiene tres importantes datos. En el calendario civil, el 25 de diciembre figura como "Natalis Invicti". En el "Depositio Martyrum", una antigua lista de mártires romanos y universalmente venerados, el día 25 de diciembre dice: "VIII kal. ian. natus Christus in Betleem Iudeæ". También menciona en el "VIII kal. mart." (22 de Febrero) la Cátedra de San Pedro. En la lista de cónsules, encontramos cuatro extraños registros eclesiásticos: los días en que nació y murió Cristo; la llegada a Roma y martirio de San Pedro y San Pablo. Esta significativa entrada dice: "Chr. Cæsare et Paulo sat. XIII. hoc. cons. Dns. ihs. XPC natus est VIII Kal. ian. d. ven. luna XV", es decir, durante el consulado de (Augusto) César y Paulo, nació Nuestro Señor Jesucristo en la octava antes de las calendas de Enero (25 de Diciembre), un día Viernes, el día catorceavo de la luna. Los detalles concuerdan con la tradición y las posibilidades. El epact, aquí XIII, normalmente es XI; el año es A.U.C. 754, una fecha que se creyó primero dos siglos después; ningún año, entre el 751 y el 754 pudo el día 25 de diciembre caer viernes; la tradición es constante en colocar el nacimiento de Cristo un miércoles. Es más, según la fecha dada para la muerte de Cristo (duobus Geminis coss., es decir, el 29 A.D.), Cristo murió a los veintiocho años. Además, estos datos en una lista de cónsules, queda claro que son una interpolación. Pero, �no están estos dos datos también en el "Depositio Martyrum"? Aquí encontramos sólo el día del nacimiento de Cristo en la carne, por lo que puede ser que encabece el año de los natales espirituales de los mártires; pero el 22 febrero está totalmente fuera de lugar. Aquí, como en el fasti consular, fueron, por conveniencia, insertadas algunas fiestas populares. El calendario civil en sí mismo no fue exclusivamente modificado, pues dejó de ser útil después del abandono de las fiestas paganas. Por ello, aun cuando el "Depositio Martyrum" sea, como es probable, del año 336, no queda claro si el calendario contiene evidencias anteriores al propio Filocalio, es decir, al 354, salvo que, en efecto, la pre-existencia de esta celebración popular represente la posibilidad de su reconocimiento oficial. Si el manuscrito Chalki de Hipólito es genuino, tendríamos evidencias sobre esta fiesta de Diciembre desde aproximadamente el 205. El pasaje pertinente [el cual existe en el manuscrito de Chigüí, sin las palabras entre paréntesis, y que siempre a sido citado así antes de Jorge Syncellus (c. 1000)] dice así:
He gar prote parousia tou kyriou hemon he ensarkos [en he gegennetai] en Bethleem, egeneto [pro okto kalandon ianouarion hemera tetradi] Basileuontos Augoustou [tessarakoston kai deuteron etos, apo de Adam] pentakischiliosto kai pentakosiosto etei epathen de triakosto trito [pro okto kalandon aprilion, hemera paraskeun, oktokaidekato etei Tiberiou Kaisaros, hypateuontos Hrouphou kai Hroubellionos. - (Comm. In Dan., iv, 23; Brotke; 19)
"La primera venida de Nuestro Señor en la carne [en la que fue engendrado], en Belén, sucedió [el 25 de diciembre, el cuarto día] durante el reinado de Augusto [el cuadragésimo segundo año, y] en el año 5500 [desde Adán]. Sufrió en Su trigésimo tercer año [el 25 de marzo, en el decimoctavo año de Tiberio César, durante el consulado de Rufo y Rubelio]".
La interpolación es clara, y es un hecho admitido por Funk, Bonwetsch, etc., Los nombres de los cónsules [los cuales debían ser Fufio y Rubelio] están equivocados; Cristo vive treinta y tres años; en el genuino de Hipólito treinta y uno; estos minuciosos datos no tienen nada en común con los del milenarista Severiano; además, es poco creíble que Hipólito conociera estos detalles, cuando sus contemporáneos (Clemente, Tertuliano, etc.) al tratar este tema, lo ignoran o guardan silencio; o, después de haberlo publicado, seguía estando sin dichas anotaciones (Kellner, op. cit., pág. 104, tiene un excursus sobre este pasaje).
San Ambrosio (de virg., III, 1 en P. L., XVI, 219) ha preservado un sermón predicado por el Papa Liberio I en San Pedro, cuando, el día de Natalis Christi, Marcelina, la hermana de Ambrosio, tomó el velo. El pontificado de este Papa fue desde mayo del 352 hasta el 366, exceptuando los años 355-357, época en la que estuvo desterrado. Si Marcelina se hizo monja después de la edad canónica -veinticinco-, y si Ambrosio nació en el año 340, lo más probable es que este hecho ocurriera después del 357. Si bien el sermón abunda en referencias apropiadas para la Epifanía (las bodas de Caná, la multiplicación de los panes, etc.), aparentemente se debe a (Kellner, op. cit., pág. 109) un orden en su pensamiento, y no a que hubiese sido pronunciado el día 6 de enero, una fiesta que sólo fue conocida en Roma bastante después. Sin embargo, Usener defiende (pág. 272) la teoría de que Liberio lo predicó en esa fecha, en el 353, instituyendo la fiesta de la Natividad en diciembre de ese mismo año; pero, Filocalio justifica nuestra suposición que esta fiesta antecedió a su pontificado por algún tiempo, aunque Duchesne lo relega al 243 (Bull. crit., 1890, 3, pp. 41 ss.) algo que no es muy de alabar. En Occidente, el Concilio de Zaragoza (380) ignora aún la fiesta del 25 de diciembre (véase can. XXI, 2). El Papa Siricio, escribiendo en el año 385 (P. L., XII, 1134) a Himerio, en España, distingue las fiestas de Navidad y de Epifanía; pero no queda claro si se está refiriendo a la costumbre romana o española. Ammiano Marcelino (XXI, ii) y Zonaras (Ann., XIII, 11) fechan una visita que hizo Juliano el Apóstata a una iglesia de Vienne, en la Galia, durante la Epifanía y la Natividad, respectivamente. A menos que sean dos visitas, Vienne en el año 361 d. C, combinaba estas fiestas, aunque la fecha exacta es dudosa. Durante la época de Jerónimo y Agustín, la fiesta de Diciembre fue establecida, aunque este último (Epp., II, liv, 12, en P.L., XXXIII, 200) la omite en una lista de fiestas de primera importancia. A partir del cuarto siglo, el calendario de Occidente le asignan a esta fiesta el día 25 de diciembre. En conclusión, en Roma la Navidad se celebraba el día 25 de diciembre desde antes del 354; en Oriente, en Constantinopla, no antes del 379, a menos que sigamos a Erbes y rechacemos a Gregorio, diríamos que fue desde el 330. Por lo tanto, es casi universalmente aceptado que la fecha llegó a Oriente desde Roma, por el Bósforo, durante el reavivamiento anti-arriano, y gracias a los defensores de la ortodoxia. De Santi (L'Orig. delle Fest. Nat., en Civiltæ Cattolica, 1907), siguiendo a Erbes, dice que Roma tomó la fiesta de la Epifanía de Oriente, con un claro sentido Navideño, y, junto con un creciente número de Iglesias Orientales, la celebró el 25 de diciembre; después, Oriente y Occidente dividieron sus fiestas, dejando la Epifanía el 6 de enero, y la Navidad el 25 de diciembre. La primera hipótesis sigue siendo más aceptable.
ORIGEN DE LA FECHA
Los Evangelios
Los Evangelios no proporcionan ayuda alguna acerca de la fecha del nacimiento de Cristo; según sus datos, nos encontramos con argumentos contradictorios. Parece imposible que el censo se haya realizado en invierno: toda una población no podría haberse puesto en camino. Por otra parte, sí pudo haberse realizado en invierno; pues sólo durante esta época del año el trabajo en el campo era suspendido. Pero, Roma no era tan considerada. Además, las autoridades difieren acerca de si los pastores solían cuidar sus rebaños y dejarlos pastear durante las noches de la estación de las lluvias.
El servicio en el templo de Zacarías
Los argumentos que se basan en el ministerio en el templo de Zacarías, no son de fiar, aunque, los cálculos sobre su antigüedad (ver más arriba) han sido reavivados de una manera más complicada, por ejemplo por Friedlieb (Leben J. Christi des Erlösers, Münster, 1887, pág. 312). Se dice que, las veinticuatro clases de sacerdotes judíos servían en el Templo, cada una, durante una semana; Zacarías pertenecía a la octava clase, los Abia. El Templo fue destruido en el año 9 Ab, 70 d. C.; la tradición rabínica tardía dice que la primera clase, los Jojarib, estaban sirviendo entonces. De estos datos poco fiables, asumiendo que Cristo nació el año 79 A.U.C., y que en ningún momento, de esos setenta turbulentos años, la sucesión semanal falló, se calcula que la octava clase sirvió durante la semana del 2 al 9 de octubre del año 748 A.U.C., por lo que se deduce que la concepción de Cristo fue en marzo, y su nacimiento en diciembre. Kellner (op. cit., pp. 106, 107) declara que es muy poco serio calcular la semana que Zacarías estuvo sirviendo en el Templo partiendo de cualquier referencia anterior o posterior.
Analogía con las fiestas del Antiguo Testamento
Parece imposible poder relacionar la analogía que existe entre la Pascua y Pentecostés judías, con la Pascua y Pentecostés cristianas, con la Navidad y la fiesta de los Tabernáculos, como lo hizo, por ejemplo, Lightfoot (Horæ Hebr, et Talm., II, 32), argumentando desde las profecías del Antiguo Testamento, por ejemplo la de Zacarías 14, 16 ss,; combinando, además, la muerte de Cristo ocurrida en Nisan, con la profecía de Daniel de un ministerio de tres años y medio de duración (9, 27), declara que el nacimiento se realizó en Tisri, -septiembre. Esto es tan poco feliz como relacionar el 25 de diciembre con la fiesta Oriental (Diciembre) de la Dedicación (Jos. Ant. Jud., XII, VII, 6).
Natalis Invicti
La conocida fiesta solar del Natalis Invicti, celebrada el 25 de diciembre, ejerció una fuerte influencia sobre nuestra fecha Navideña. Para conocer la historia del culto solar, su importancia en el Imperio romano, y su sincretismo con el Mitraísmo, véase la obra de Cumont "Textes et Monuments" etc., I, ii, 4, 6, pág. 355. Mommsen (Corpus Inscriptionum Latinarum, 1�, pág., 338), en la que ha recogido datos sobre esta fiesta, la cual llegó a su punto máximo de popularidad bajo Aureliano, el 274. Filippo del Torre, en 1700, advirtió su importancia; habría que subrayar que, como ya se ha dicho, sin la adición en el Calendario de Filocalo. Nos sería imposible aquí, el poder perfilar la historia e idioma del simbolismo solar aplicado a Dios, el Mesías y a Cristo, tanto en los canónicos judíos o cristianos, en la patrística, o obras de devoción. Los himnos y oficios de Navidad abundan en esto; Cumont ha delineado bien los textos (op. cit., addit. Nota C, pág. 355).
El primer texto conocido que une o relaciona el nacimiento de Cristo y el del sol, lo tenemos en Cipriano, "De pasch. Comp"., xix, "O quam præclare providentia ut illo die quo natus est Sol. nasceretur Christus". - "�Oh, qué maravillosamente actuó la Providencia, que en el día en el que nació el Sol. Cristo debía nacer". -En el siglo cuarto, Crisóstomo, en su obra "del Solst. Et Æquin". (II, pág., 118, ed. 1588), dice: "Sed et dominus noster nascitur mense decembris. VIII KAL. Ian. Sed et Invicti Natalem appelant. Quis utique tam invictus nisi dominus noster?. Vel quod dicant Solis esse natalem, ipse est Sol iustitiæ". - "No obstante, Nuestro Señor, también nace en el mes de diciembre. en la octava antes de las calendas de enero [25 diciembre]., Pero ellos lo llaman el "Nacimiento del Invencible". �Quién hay que sea tan invencible como Nuestro Señor.? O, si ellos dicen que es el día del nacimiento del Sol, Él es el Sol de Justicia". Ya Tertuliano (Apol., 16; cf. Ad. Nat., I, 13; Orig. c. Cels., VIII, 67, etc.) tuvo que afirmar que el Sol no era el Dios de los cristianos; Agustín (Tract. XXXIV, in Joan. En P. L., XXXV, 1652) denuncia la identificación herética entre Cristo y el Sol. El Papa León I (Serm. XXXVII in nat. dom., VII, 4; XXII, II, 6 en P. L., LIV, 218 y 198) reprocha duramente los remanentes del culto solar -los cristianos, en la misma puerta de la basílica de los Apóstoles, se voltean para adorar al naciente sol. El culto al sol ha legado rasgos en el culto popular moderno en Armenia, en donde los cristianos dieron en la antigüedad, de manera temporal y externa, culto al sol material (Cumont, op. cit., pág. 356).
Debemos considerar aquí, que incluso al "bautizar" de manera deliberada y legítima una fiesta pagana, no tuvo otro significado que el de la necesidad de transferir la supuesta fecha. El "nacimiento en la montaña" de Mitra y el de Cristo en una "gruta" no tienen nada en común: la adoración de Mitra por los pastores (Cumont, op. cit., I, II, 4, pág., 304 ss.) fue tomada prestada de las fuentes cristianas, y no viceversa.
Otras teorías de origen pagano
El origen de la Navidad no debe buscarse en los Saturnales (1-23 de diciembre), ni tampoco en el santo nacimiento a media noche de Eleusis (véase J.E. Harrison, Prolegom., pág. 549) con su probable conexión a través de Frigia, con los herejes nasenos, o con la ceremonia alejandrina citada anteriormente; ni tampoco con los ritos análogos al culto del solsticio de invierno en Delphi, cuna de Dionisio, con su revocación desde el mar a un nuevo nacimiento (Harrison, op. cit., 402 ss.).
La teoría astronómica
Duchesne (Les origines du culte chrétien, París, 1902, 262 ss.) nos presenta la teoría "astronómica", en la que, tomando el día 25 de marzo como el de la muerte de Cristo [históricamente imposible, pero tan antigua como Tertuliano (Adv. Jud., 8)], el instinto popular, el cual quiere conocer con exactitud el número de años de una vida Divina, pone Su concepción en esa misma fecha, siendo Su nacimiento el 25 de diciembre. Esta teoría se apoya en el hecho que algunos montanistas (Sozomeno, Hist. Eccl., VII, 18) celebraban la Pascua el 6 de abril; así, tanto el 25 de diciembre y el 6 de enero son simultáneamente explicados. Es más, el cálculo sigue en su totalidad los argumentos basados en el número y en la "conveniencia" de la astronomía, en aquella época muy popular. Desgraciadamente, no existe evidencia contemporánea alguna sobre la celebración en el siglo cuarto de la Concepción de Cristo, en el día 25 de marzo.
Conclusión
El presente escritor se inclina a pensar que, estando el origen de esta fiesta en Oriente o Occidente, y a pesar de la abundancia de fiestas análogas celebrando el solsticio de invierno, éstas pueden haber ayudado, aunque de manera imprecisa, en la elección de la fecha de diciembre, de la misma manera que cuando se fijó la fecha del Natalis Invicti en el solsticio de invierno, aparte de la adaptación deliberada o de curiosos cálculos, para fijar en ese mismo día la fiesta cristiana.
LITURGIA Y COSTUMBRES
El calendario
Al fijare esta fecha, quedaron también fijadas la de la Circuncisión y de la Presentación; la de la Expectación y, quizás, la de la Anunciación de la Santísima Virgen María; también la del Nacimiento y Concepción del Bautista (cf. Thurston en Amer. Eccl. Rev., Diciembre, 1898). Hasta el siglo décimo la Navidad era considerada, en los documentos pontificios, el inicio del año eclesiástico, como se sigue haciendo en las Bulas; Bonifacio VIII (1294-1303) restauró temporalmente esta costumbre, la cual Alemania sostuvo durante algún tiempo más.
Las celebraciones populares
El códice Theod., II, 8, 27 (cf. XV, 5,5) prohíbe, en el año 425, los juegos del circo durante el 25 de diciembre; aunque no fue hasta el Códice de Justino III, 12, 6 (529) que esta prohibición fue realmente impuesta. El Segundo Concilio de Tours (can. XI, XVII), en el año 566 ó 567, proclama la santidad de los "doce días" desde la Navidad hasta la Epifanía, y el deber de ayunar durante el Adviento; el de Agde (506), en los cánones 63-64, decreta una comunión universal, y el de Braga (563) prohíbe el ayuno durante el Día de Navidad. Pero, las celebraciones populares navideñas aumentaron tanto, que en 1110 se dieron las llamadas "Leyes del Rey Cnut", decretando un ayuno desde Navidad hasta Epifanía.
Las tres Misas
Las tres misas que señalan para esta fecha el Misal de Gelasio y el Gregoriano, y éstas con un martirologio especial y sublime, y con la dispensa, si fuera necesaria, de la abstinencia, todavía hoy son guardadas. Si bien Roma señala sólo tres Misas para la Navidad, Ildefonso, un Obispo español, en el 845, alude a una triple Misa en Navidad, Pascua, Pentecostés, y la Transfiguración (P.L., CVI, 888). Estas Misas, de medianoche, al alba, e in die, están místicamente relacionadas con la distribución judía y cristiana, o (como lo dice Santo Tomás, Summa Theol., III:83:2) al triple "nacimiento" de Cristo: en la Eternidad, en el Tiempo, y en el Alma. Los colores litúrgicos variaban: negro, blanco, rojo, o (por ejemplo en Narbona) se usaba el rojo, blanco, y violeta (Durand, Rat. Div. Off., VI, 13). El Gloria era sólo entonado al principio de la primera Misa de ese día.
El origen histórico de esta triple Misa, probablemente fue de la siguiente manera (cf. Thurston, en Amer. Eccl. Rev., Enero, 1899; Grisar, Anal. Rom., I, 595; Geschichte Roms. im mittelalter I, 607, 397; CIV. Catt., 21 septiembre de 1895, etc.): La primera Misa era celebrada en el Oratorium Præsepis en Santa María La Mayor -una iglesia probablemente asimilada desde el principio a la basílica de Belén- y la tercera en San Pedro, reprodujeron en Roma el doble Oficio de Navidad mencionado por Eteria (véase lo anteriormente dicho) en Belén y Jerusalén. La segunda Misa era celebraba por el Papa en la "capilla real" del Palatino, para los miembros de la corte bizantina, es decir, la capilla de Santa Anastasia, como fue originalmente llamada, al igual que la basílica en Constantinopla, Anastasis, y como ella, fue construida para reproducir la basílica del mismo nombre de Jerusalén -y como ella también, finalmente abandonó el nombre de "Anastasis", por el de la mártir Santa Anastasia. La segunda Misa fue, por consiguiente, una deferencia que el Papa hacia a la iglesia imperial en su fiesta patronal. Las tres lugares se mantuvieron así, pues, por el año 1143 (cf. Ord. Romani en P. L., LXXVIII, 1032) el Papa dejó de oficiar la tercera Misa en el distante San Pedro, y la empezó a decir en el altar mayor de Santa María La Mayor. En esta tercera Misa, León II inauguró, en el año 800, por medio de la coronación de Carlomagno, el Sacro imperio romano. Este día se convirtió en el favorito para las ceremonias de la corte, y en él, por ejemplo, Guillermo de Normandía fue coronado en Westminster.
Las representaciones dramáticas
La historia de la dedicación del Oratorium Præsepis en la basílica de Liberio, de las reliquias allí guardadas y sus imitaciones, no pertenecen a esta disertación [cf. Crib; Relics. Los datos están bien dados por Bonaccorsi (Il Natale, Roma, 1903, ch. IV)], pero la práctica de dar una expresión dramática, o por lo menos espectacular, a los hechos de la Navidad, fueron lo que, de alguna manera, dieron origen a los misterios litúrgicos. Por ejemplo, el ordinaria de Ruán y el de Reims, colocan el officium pastorum inmediatamente después del Te Deum y antes de la Misa (cf. Ducange, Gloss. med. et inf. Lat., s.v. Pastores); posteriormente, la Iglesia celebró un segundo misterio "profético" después de Tierce, en la que la Vigilia y la Sibila se unían con los profetas del Antiguo Testamento para honrar a Cristo. (Para más detalles sobre Vigilias y obras sobre la Navidad y profecías, ver la obra de Comparetti, "Virgil in Middle Ages", pág. 310 ss.). La obra "To out-herod Herod", es decir sobreactuar, muestra la violencia de Herodes.
Los pesebres, Belenes o Nacimientos
San Francisco de Asís en el año 1223 dio origen a los pesebres o nacimientos que actualmente conocemos, popularizando entre los laicos una costumbre que hasta ese momento era del clero, haciéndola extra-litúrgica y popular. La presencia del buey y del burro se debe a una errónea interpretación de Isaías 1, 3 y de Habacuc 3, 2 (versión "Itala"), aunque aparecen en el magnífico "Pesebre" del siglo cuarto, descubierto en las catacumbas de San Sebastián en el año 1877. El burro en el que Balaam montó, en el misterio de Reims, hizo que la fiesta recibiera el nombre de Festum Asinorum (Ducange, op. cit., s.v. Festum).
Los himnos y villancicos
La degeneración de las obras dramáticas ocasionó la difusión de villancicos y pastorales, a los cuales se les a otorgado en ocasiones, una posición cuasi-litúrgica. Prudencio, en el siglo cuarto, es el primero (y único en su siglo) en escribir himnos para la Navidad, pues los himnos "Vox clara" (himno para Laudes en Adviento) y "Christe Redemptor" (Vísperas y Maitines de Navidad) no pueden ser asignados a Ambrosio. Sin embargo, el himno "A solis ortu", pertenece a Sedulio (siglo quinto). Los primeros Weihnachtslieder alemanes datan de los siglos undécimo y duodécimo; los primeros villancicos conocidos datan del siglo undécimo, y del siglo decimotercero. El famoso "Stabat Mater Speciosa" es atribuido a Jacopone Todi (1230-1306); "Adeste Fideles" data del siglo decimoséptimo. Pero, éstos aires populares, e incluso palabras, deben de haber existido desde mucho tiempo antes de que fueran puesto por escrito.
Tarjetas y regalos
La costumbre pagana centrada en las calendas de enero, influyó en las de Navidad. Tiele (Yule and Christmas, Londres, 1899) ha recolectado muchos interesantes ejemplos. La strenæ (eacute;trennes) del 1 de enero romano (fuertemente condenado por Tertuliano, de Idol., XIV y X, y por Máximo de Turín, Hom. el CIII, de Kal. gentil., en P.L., LVII, 492, etc.) sobrevivió en la costumbre de los regalos Navideños, las tarjetas, y cajas.
Las fogatas Navideñas
Las fogatas durante las calendas eran un escándalo en Roma, y San Bonifacio logró que el Papa Zacarías las aboliera. Pero, probablemente esta fogata de Navidad, en sus muchas formas, era originalmente encendido sólo debido al invierno. Sólo a partir de 1577 se convirtió en una ceremonia pública en Inglaterra; su popularidad, sin embargo, creció inmensamente, sobre todo en la Provenza; en la Toscana, la Navidad es simplemente llamada ceppo (bloque, leño -Bonaccorsi, op. cit., pág. 145, n. 2).
Además, estuvo también relacionada con otras costumbres; en Inglaterra, un siervo tenía el derecho de alimentarse a expensas de su señor, durante todo el tiempo que durase el fuego de una rueda de madera, que su señor le entregaba, el señor también entregaba a su siervo una carga de madera, cuando nacía un niño; Kindsfuss era el nombre de un regalo que se le daba a los niños cuando les nacía un hermano o hermana, e incluso, los animales de la granja también recibían el suyo, cuando Cristo, el hermano universal, nacía (Tiele, op. cit., pág. 95 ss.).
El árbol de Navidad
Gervasio de Tilbury (siglo trece), narra que en Inglaterra el grano era expuesto la noche de Navidad, para que adquiera la fertilidad del rocío que cae en respuesta al "Rorate Cæli"; la tradición en la que los árboles y las flores florecen durante esta noche, es citada por primera vez, de un geógrafo árabe del siglo décimo, y se extendió por toda Inglaterra. Alrededor del siglo decimotercero, en la épica francesa, se ven velas en los árboles florecientes. En Inglaterra, el bastón de José de Arimatea era el que florecía en Glastonbury y en otros lugares; cuando el 3 de septiembre se convirtió en 14 de septiembre, en el año 1752, 2000 personas estuvieron observando si el espino Quainton (cratagus præcox) brotaría en la nueva fecha Navideña; y como no lo hizo, se negaron a guardar esta nueva fecha. De esta costumbre de decorar los árboles tomada de las calendas (que fue prohibido por el Arzobispo Martín de Braga, c. 575, P. L., LXXIII -el muérdago fue legado por los Druidas), surgió el del árbol de Navidad, mencionado por primera vez en el año 1605 en Estrasburgo, e introducido en Francia e Inglaterra, recién en el año 1840, por la princesa Helena de Mecklenburg y el príncipe Consorte respectivamente.
El visitante misterioso
Sólo con mucha cautela debemos relacionar al misterioso bienhechor de la noche de Navidad -Knecht Ruprecht, Pelzmärtel en un caballo de madera, San Martín en un caballo de batalla blanco, Martín en un corcel blanco, San Nicolás y su equivalente "reformado", el Padre de la Navidad, quien junto con su esposa Berchta, desciende en las noches entre el 25 de diciembre y el de 6 enero, en un caballo blanco, para bendecir la tierra y los hombres. Las fogatas y las ruedas encendidas iluminaban las colinas, se adornaban las casas, los juicios eran suspendidos y se celebraban fiestas (cf. Bonaccorse, op. cit., pág. 151). Knecht Ruprecht, de todos modos (mencionado por primera vez en un misterio de 1668 y condenado en 1680 como un demonio) era sólo un siervo del Santo Niño.
Celebraciones no-católicas
Sin duda alguna, los nuclei cristianos asumieron costumbres paganas. Pues las momias de las calendas; el extraordinario y obsceno Modranicht; el pastel en honor de la "placenta" de María, condenado por el Concilio de Trullan (692), canon 79; el Tabulæ Fortunæ (comida y bebida ofrecidas para obtener alzas, condenado en el 743), véase Tiele, op. cit., cap. VIII, IX -los datos de Tiele son quizá de mayor valor que sus deducciones- y Ducange (op. cit., s. vv. Cervula y Kalendæ).
En Inglaterra, la Navidad fue prohibida por un Acta del Parlamento en 1644; debía de ser considerado día de ayuno y de mercado; las tiendas fueron obligadas a abrir; los budines de ciruela y los pasteles de carne picada y frutas fueron condenados como paganos. Los conservadores se resistieron; en Canterbury se derramó sangre; pero después de la Restauración, los disidentes continuaron llamándola Yuletide "Fooltide".
Además de los trabajos mencionados en el artículo, véase también, Die Geschichte des deutschen Weihnachts (Leipzig, 1893); MANN-HARDT, Weihnachtsblüthen in Sitte u. Sage (Berlin, 1864); RIETSCHEL, Weihnachten in Kirche, Kunst u. Volksleben (Bielefeld and Leipzig, 1902); SCHMID, Darstellung der Geburt Christin der bildenden Kunst (1890); MÜLLER, Le costumanzi del Natale (Rome, 1880); CORRIERI, Il Natale nelle letterature del Nord in Cosmos Cath. (December, 1900); ERBES, Das Syrische Martyrologium, etc., in Zeitschr. F. Kirchengesch. (1905), IV (1906), I; BARDENHEWER, Mariä Verkündigung (Freiburg, 1905); DE KERSAINT-GILLY, Fêtes de Noël en Provence (Montpellier, 1900); DE COUSSEMAKER, Drames Liturgiques du Moyen Age (Paris, 1861); DOUHET, Dict, des mystères in MIGNE, Nouv, encycl. théol., XLIII; PÉREMÈS, Dict. De Noëls, ibid. LXIII; SMITH AND CHEETHAM, dict. Christ. Antiq., s.v. Christmas.
CYRIL MARTINDALE
Trascrito por Susanti A. Suastika
Traducido por Juli�n Alejandro Nieva


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