martes, 3 de julio de 2012

Fue bruja quince años, pero las novelas de terror y un superhéroe católico la llevaron a la Iglesia

Historia de una neopagana

Fue bruja quince años, pero las novelas de terror y un superhéroe católico la llevaron a la Iglesia


Todo empezó con un libro de la sección de Astrología y terminó con un juego de rol: el personaje de Rondador Nocturno le dio la clave.

Pablo Ginés


Libby Edwards es una mujer que nació en Halloween y fue, desde los 20 a los 35 años, neopagana y bruja. Realizaba rituales, organizaba eventos paganos y practicaba talentos "ocultos" (en el sentido de sobrenaturales): "Yo parecía tener un don particular para la adivinación y el trato con los muertos, y aprendí a sanar y a maldecir, aunque decididamente tenía más éxito con lo segundo que con lo primero".




¿Cómo llegó a eso? Por los libros. ¿Y como salió de allí? Por las novelas, los cómics, los juegos de rol y la gracia de Dios, "que vino a buscarme donde yo estaba".



Una joven sin iglesia

Libby nació en Estados Unidos en una familia de cultura protestante. Cuando la familia se mudó a Carolina del Norte, teniendo ella 8 años, adoptó el mormonismo, debido a la calurosa acogida de una comunidad mormona de la zona. Pero al pasar el tiempo, siendo ella ya estudiante de instituto, su familia no era practicante. "Yo era la típica adolescente sin iglesia, más interesada en gustar a la gente que en cultivar una relación con Dios", recuerda.



Tenía amigos cristianos y durante un tiempo salió con un novio protestante, de la Church of God. Ella evidenciaba un cierto interés por lo espiritual y algunas veces iba a las iglesias de sus amigos si la invitaban.



Con el catolicismo tenía entonces sólo dos enlaces: las novelas y películas de terror, como El Exorcista, y una familia de conocidos, bastante tibios pero que le fascinaban igualmente, porque tenían un cajón lleno de rosarios que nunca rezaban. "Nunca había visto un rosario en la vida real y el hecho de que tuviesen toda una colección y ni siquiera lo usasen me parecía un sinsentido. Yo no sabía lo que significaba rezar el rosario, pero sí sabía que era algo especial", explica.



"Yo podía ser bruja de verdad"

El verano que cumplió 20 años, Libby estaba buscando novelas de fantasía o ciencia ficción en la librería. No encontró nada interesante pero justo al lado de esa sección estaba la de Nueva Era y Astrología, "donde un libro de brujería cautivó mi atención. La cubierta era tonta, el título más aún, pero a una chica impresionable de 20 años con un amor por las cosas oscuras y misteriosas y un ansia profunda por cualquier cosa espiritual, las promesas de la tapa del libro despertaban un acorde que resonaba con intensidad. ¡La brujería no era sólo un cuento de hadas! Tampoco era adorar al demonio. Sólo tenía que comprar ese libro y también yo podría ser una bruja de verdad".



Lo compró y lo leyó fascinada. Estudió sus lecciones. Empezó a citarse con otras personas "de mi nueva fe recién encontrada". No pasó mucho antes de que su guardarropa tuviese un sólo color: el negro. Compró numerosos pentáculos de plata. Creó un círculo de amistades neopaganas. "Encontré maestros con experiencia del mundo real para que me ayudasen y leía sin cesar cualquier cosa relacionada con el Arte ["the Craft", el arte de la magia] que cayese en mis manos".



"Practiqué la brujería neopagana durante 15 años. Era activa en solitario y también como miembro de un coven [grupo o comunidad de brujos que se reúnen y hacen rituales juntos]. Organicé eventos paganos y tenía una extensa red online", enumera Libby.



Maldecir es más fácil que sanar

Quizá por su nacimiento en Halloween, parecía tener más facilidad para el "trato con los muertos" y la adivinación. Y comprobó que la magia de maldecir se le daba mejor que la de sanar. "No creo que esto fuese una coincidencia. Una de las grandes frases neopaganas y un argumento que usan los brujos para defender su fe es que se centra, supuestamente, en la magia positiva, pero tiene poca base en la realidad. Lo de ´no dañes a nadie, haz como quieras´, rápidamente se descarta por ¡el brujo que no puede cercar, no puede curar!".



Libby se daba cuenta que la permisividad moral del neopaganismo era radical. "Es una especie de hedonismo rodeado de fe", dice. Decidió librarse de sus restos de cultura cristiana, buscar una "libertad" que violase los puntos morales de origen cristiano que aún tenía. "Ahora practicar la magia era el menor de mis problemas, había adoptado una visión del mundo que me hacía caminar sobre una cuerda floja espiritual sin red de seguridad", explica.



Enfrascada en sus rituales y volcada en el hedonismo, Libby no se dio cuenta de que Dios iba a tejer su red "buscándome de formas sorprendentes".



Cuando viene el mal real ¿a quien llamas?

Ella seguía leyendo novelas de terror y disfrutaba con las películas de miedo. "Me di cuenta de que cuando un mal real amenaza en estas historias, nadie llama al pastor protestante local ni al mabo vudú ni a la sacerdotisa pagana, ya que estamos. Llaman a la Iglesia católica", afirma.



Una vez le dijo a un amigo que "si algo maligno se manifestase en mi casa, llamaría al cura católico local antes que a una sacerdotisa wicca". Lo dijo medio en broma. Pero no del todo. "Había un poder y autoridad en la Iglesia católica que reconocía inconscientemente incluso entonces".


También disfrutaba leyendo cómics. "Mi superhéroe preferido era un mutante azul, con cola y pendiente, bucanero con espada, de los X-Men. Su nombre es Rondador Nocturno, y era católico devoto, quizá el único católico devoto que protagoniza comics. Era algo nuevo en mi experiencia hasta entonces: un católico enamorado de Dios y feliz por ello", explica.




Estudiar para jugar bien a rol

Su otra afición eran los juegos de rol. Jugaba al juego de rol de superhéroes Marvel y solía interpretar a su personaje preferido, Rondador Nocturno. Como muchos jugadores de rol, que son un tipo de personas con impulsos creativos, también escribía relatos de fantasía o terror, que a veces publicaba a nivel semi-profesional. Y una y otra vez los personajes tendían a ser católicos. Y para interpretar un católico, sea en un juego de rol o en un relato, Libby decidió documentarse. En las partidas de rol, por ejemplo, los personajes enemigos, u otros jugadores, podían criticar la fe de su superhéroe católico. ¿Con qué argumentos respondería él?



Así que Libby, la bruja neopagana, se puso a leer apologética católica. ¡Y el Catecismo!



Belleza... y Verdad

"Y me empecé a preguntar si había estado descolocada desde el principio. Ya me encantaba todo el ropaje de la Iglesia: los olores, las campanas, el arte y la música, la grandeza de los rituales, algo menos sorprendente dado mi similar amor por esos ropajes en el neopaganismo. Pero empecé a ver VERDAD en la apologética. Verdad dura, pero verdad. Los rituales y hechizos del Arte parecían baratos en comparación, meras sombras de la Verdad, y yo tenía hambre por algo real".



Libby se apuntó al curso de iniciación cristiana para adultos que se impartía en su parroquia local, muy común en las iglesias católicas de EEUU. "Me di un año. Hizo falta menos. Yo ya era Suya", dice.



No es que fuese fácil, sobre todo en los hábitos morales. "Pasaba de una religión de extrema permisividad a una que era exigente de verdad conmigo", reconoce. Pero Libby cita al cardenal Newman: "Profundizar en la historia es dejar de ser protestante, y en mi caso, también dejar de ser pagana".



El poder del Espíritu Santo

Esta conversión intelectual se vio completada esa Semana Santa con una experiencia mística. "Me hice católica de corazón. Experimenté a Dios en el Espíritu Santo, de una forma muy real, que cambió mi vida, y dejé atrás el paganismo. Ese fue el momento en el que me enamoré de Dios y ya nunca quise separarme de Él".



Fue bautizada en la Vigilia Pascual de 2010. "Ahora mi vida es más simple, más hermosa y más pacífica, que cuando estaba bajo el paganismo. La verdadera libertad descansa en Dios", explica en su testimonio en WhyImCatholic.com.



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