miércoles, 13 de junio de 2012

Supersticiones en torno a San Antonio de Padua


QUIEN FUÉ, ANTES QUE NADA, SAN ANTONIO DE PADUA?

(Nace en Lisboa, hacia 1195 - Muere en Arcella, junto a Padua, 1231) Santo franciscano de origen portugués, sacerdote y doctor de la Iglesia. Su nombre de nacimiento era Fernando Martins; era hijo primogénito de Martín de Alfonso, caballero portugués descendiente de nobles franceses (los Bouillon), y de María Taveira.


Estudió en la escuela catedralicia, donde un tío suyo era maestrescuela; más tarde, en torno a 1210, ingresó en el monasterio de canónigos regulares de San Agustín de San Vicente de Fora, cerca de Lisboa. Allí tuvo como maestros al propio prior, Pedro, y a un hombre de amplios conocimientos como Petrus Petri. Pero su familia y amigos no aceptaron su vocación y trataron de hacerle abandonar.

Para evitar estas presiones renunció a la herencia familiar y se trasladó en 1212 al monasterio de Santa Cruz de Coimbra, importante centro de enseñanza religiosa que contaba con una gran biblioteca. En este otro lugar recibió la influencia de la escuela teológica de San Víctor (París) a través de profesores que habían estudiado allí. Tampoco en Coimbra encontró tranquilidad, pues el monasterio se vio afectado por el enfrentamiento entre el rey Alfonso II de Portugal y el papa Inocencio III: su propio prior, Juan, fue excomulgado por apoyar al primero.

Hacia 1219, fecha en que probablemente era ya sacerdote, conoció a la pequeña comunidad franciscana de Coimbra, establecida poco antes en el eremitorio de Olivais, y se sintió atraído por su modo de vida fraterno, evangélico y en pobreza. Cuando poco después llegaron a su monasterio restos de los primeros mártires franciscanos, muertos en Marrakech, decidió ingresar en la nueva orden, que a causa de su reciente creación aún estaba poco extendida y carecía del prestigio que alcanzaría más adelante. Fray Juan Parenti, provincial de España, presidió la sencilla ceremonia de toma de hábito franciscano (verano de 1220), en la que cambió el nombre de Fernando por el de Antonio (el eremitorio de Olivais estaba dedicado a San Antonio Abad), símbolo de su cambio de vida.


Tras un breve noviciado, e impulsado por el ejemplo de los mártires franciscanos, parece que en otoño de ese mismo año embarcó hacia Marruecos junto con otro hermano de orden, fray Felipe de Castilla, para alcanzar él mismo el martirio. Sin embargo, al poco de desembarcar enfermó de malaria; convaleciente todo el invierno, ello le obligaría a abandonar el país además de dejarle secuelas para toda la vida.

Su intención era ahora llegar a las costas españolas y desde ellas volver por tierra a Portugal, pero una tempestad llevó el barco en que viajaba hasta Sicilia. Permaneció algún tiempo en Milazzo (costa noreste de la isla), donde había una comunidad franciscana, para completar su recuperación. En junio de 1221 asistió al capítulo de su orden en Asís ("capítulo de las Esteras", que convocó a 3.000 franciscanos); allí conoció a San Francisco de Asís y decidió no regresar a Coimbra para ponerse al servicio de fray Gracián, provincial de la Romaña (circunscripción franciscana que abarcaba todo el norte de Italia).

Éste lo envió durante un año al eremitorio de Montepaolo (cerca de Forli) para que se fortaleciese antes de encomendarle alguna misión de apostolado. A mediados de 1222, ya con buena salud, predicó en la catedral de Forli (sin haber preparado previamente sus palabras, pero con gran profundidad), con ocasión de unas ordenaciones de franciscanos y dominicos.

Su provincial le nombró predicador y le encargó ejercer su ministerio por todo el norte de Italia, donde se extendía por muchos lugares el catarismo. Recorrió así, enseñando, numerosos lugares. Su labor catequética en Rímini en 1223, por ejemplo, fue difícil, pero sus exhortaciones y discusiones públicas acabaron teniendo éxito, logrando convertir entre otros a Bononillo, obispo cátaro. A finales de este año o principios de 1224 estuvo también en Bolonia, enseñando teología a otros frailes franciscanos en el convento de Santa María de la Pugliola; fue el primer maestro de la orden, recibiendo para ello el permiso de San Francisco, que le escribió una carta llamándole "mi obispo".

Hacia 1224 o 1225, sus superiores lo trasladaron al sur de Francia, donde los albigenses tenían más fuerza que en Italia. Su método para combatir la herejía consistió en llevar una vida ejemplar, en charlas con los no creyentes y en catequesis para fortalecer la fe de los cristianos. Prosiguió su enseñanza teológica en Montpellier (donde se formaban los franciscanos y dominicos que iban a predicar en la región) y Tolosa (ciudad con fuerte presencia albigense), además de ser guardián del convento de Le Puy-en-Velay (al oeste de Valence y Lyon) y, desde el capítulo de Arlés de 1225, custodio de Limoges. Como tal estableció la residencia de los franciscanos de la ciudad en una antigua ermita benedictina y fundó un convento cerca de Brieve.

A finales de 1225 participó en el sínodo de Bourges, que examinó la situación de la región. Antonio señaló a los prelados la necesidad de vivir sencillamente para dar ejemplo; el obispo de Bourges, Simón de Sully, respondió a sus palabras y aplicó en lo sucesivo la reforma de costumbres, ayudándose de franciscanos y dominicos para la evangelización de su diócesis.

La muerte de San Francisco el 3 de octubre de 1226 le obligó a viajar a Asís, como custodio de Limoges, al capítulo general que debía elegir nuevo ministro general; éste tuvo lugar el 30 de mayo de 1227, siendo elegido fray Juan Parenti. Buen conocedor de la valía de Antonio, le nombró provincial de Romaña. Muy querido por sus frailes, recorrió los lugares de su provincia donde había conventos franciscanos; uno de ellos fue Vercelli, donde predicó en la catedral con gran impacto y conoció al teólogo y canónigo regular Tomás Galo.


También por entonces debió estar durante estancias largas en Padua, donde fundó una escuela de franciscanos y comenzó a escribir una serie de sermones. Fruto de su labor fue el aumento de las misiones de predicación y la fundación de numerosos conventos. En el capítulo general de 1230, reunido con ocasión del traslado de los restos de San Francisco a su basílica de Asís, pidió a Parenti que le retirase el cargo, a causa de su mala salud.

El general aceptó su renuncia a cambio de formar parte de una comisión que debía presentar al papa Gregorio IX varias cuestiones sobre la regla franciscana que el pontífice debía estudiar y aprobar. Ante él y la curia romana predicó por entonces Antonio, siendo escuchado con entusiasmo: el papa lo llamó "Arca del Testamento". Es posible que colaborase en la redacción de la bula Quo elongati, respuesta a los problemas planteados por la orden al pontífice.

Después marchó al que sería su último destino, Padua, en la que se entregó con tal ardor que en lo sucesivo a su nombre quedaría asociado el de la ciudad, Antonio de Padua. Se instaló primero en la capilla de la Arcella, junto al convento de clarisas, pero solía predicar en el convento franciscano de Santa María, extramuros de la ciudad.

Escribió, por petición del cardenal Reinaldo dei Segni (el futuro Alejandro IV), una serie de sermones según las fiestas del año litúrgico y predicó hasta el agotamiento la Cuaresma de 1231; a sus sermones diarios asistió gran parte de la ciudad y consiguió del Consejo Mayor de la ciudad la liberación de los deudores presos por no tener medios con qué pagar sus deudas (origen del "Estatuto de San Antonio"). Poco después, el podestá Esteban Badoer le rogó que solicitase al poderoso Ezzelino IV da Romano la liberación de varios nobles paduanos que tenia prisioneros; de este modo, viajó a Verona y se entrevistó con Ezzelino, aparentemente sin éxito (unos meses después de la muerte de Antonio acabaría por ceder).

En mayo, habiendo empeorado su salud por el viaje, se retiró al cercano lugar de Camposampiero para descansar y terminar de escribir los Sermones. Pero la gente tuvo conocimiento del lugar en que estaba y acudió en masa a oírle y pedirle consejo. El viernes 13 de junio sufrió un colapso y, ante el próximo fin, pidió que le trasladasen a Padua. Así se hizo, aunque para evitar las multitudes se detuvieron en la Arcella, donde murió Antonio esa misma tarde tras recibir la extremaunción y recitar los salmos penitenciales. No tenía aún cuarenta años, y había ejercido su intensa predicación poco más de diez.

Orador sagrado, fundador de hermandades y de cofradías, teólogo y hombre de gobierno, dejó varios tratados de mística y de ascética y se publicaron todos sus sermones. Un año después de su muerte fue beatificado. Su culto, muy popular, se generalizó a partir del siglo XV. Su representación más valiosa se debe a Goya, quien lo plasmó en San Antonio de la Florida. Fue proclamado doctor de la Iglesia en el año 1946. Su fiesta se celebra el 13 de junio.

Proclamado Santo, tan sólo once meses después de su muerte, el 8 de abril de 1263 tuvo lugar el más grande reconocimiento de su cuerpo, al ser trasladado a la nueva iglesia, que posteriormente se transformó en la actual Basílica. Fue en aquella ocasión que, al abrir la tumba, San Buenaventura, ministro general de la Orden franciscana, encontró la lengua del Santo incorrupta: un prodigio que motivó una mayor difusión de la devoción a San Antonio en toda Europa.


Otra traslación, que se sabe con seguridad, tuvo lugar el 14 de junio de 1310, cuando acabada la nueva capilla, la actual Capilla del Arca, en el extremo izquierdo del crucero, se transportaron allí solemnemente sus restos y se enriqueció con obras maestras de los mejores artistas del Renacimiento. Posteriormente, el 14 de febrero de 1350, el cardenal Guido de Boulogne fue a Padua para cumplir un voto que había hecho al Santo (se había curado de la peste negra), y regaló un precioso relicario donde se puso el mentón del Santo. Desde aquel día no se tocó para nada el Arca, hasta 1981.

En 1981 tuvo lugar el último reconocimiento del cuerpo de San Antonio, para verificar el estado de conservación de los restos a los 750 años de su muerte. Este reconocimiento permitió, gracias a la colaboración de varios expertos, realizar exámenes históricos y científicos que desvelaron al mundo el verdadero rostro de Antonio. Cuando, la noche del 6 de enero de 1981, la caja extraída de su tumba se vio que era de madera (y no de plata dorada como había sido descrita por un historiador), que contenía tres envoltorios con los huesos, el sayo, y la massa corporis, fue un alivio para los frailes, significaba el regreso del Santo bajo el signo de la pobreza. Una señal que se añade a otras características desveladas por las pericias médico-científicas: del examen de de las dos rótulas, se confirmaba que San Antonio transcurría muchas horas rezando, de rodillas; y del engrandecimiento de los miembros inferiores, se demostraba su incesante peregrinar por las regiones del norte de Italia y del sur de Francia para llevar a las multitudes el mensaje de la palabra de Dios. Creó gran estupor el hallazgo, por parte de los expertos, entre los restos de la massa corporis, de dos membranas pertenecientes al aparato vocal del Santo, custodiado hoy en la Capilla de las Reliquias, junto al más insigne de la Lengua encontrada incorrupta en el reconocimiento 1231.

Del 31 de enero al 1 de marzo de 1981, la multitud acudió a venerar los restos del Santo, se superaron todas las previsiones, dando testimonio de la universalidad de una devoción hacia este testimonio del Evangelio.


MILAGROS

 Se le llama el "Muilagroso San Antonio" por ser interminable la lista de favores y beneficios que ha obtenido el cielo para sus devotos, desde el momento de su muerte.

 Uno de los milagros más famosos de su vida es uno relacionado con una mula:

1.-  A Rimini Antonio trató de convertir un hereje y la disputa se basó alrededor del sacramento de la Eucaristía osea sobre la real presencia de Jesús. El hereje, llamado Bonvillo, lanza el desafío a Antonio afirmando: Si tú, Antonio, lograrás probar con un milagro que en la Comunión de los creyentes hay, por cuanto velado, el verdadero cuerpo de Cristo, yo abjurado cada herejía, someteré sin demora mi cabeza a la fe católica.


Antonio acepta el desafío porque convencido de conseguir de Dios cada cosa por la conversión del hereje. Entonces Bonfillo, invitando con la mano a callarse dijo: Yo tendré encerrada mi mula por tres días privándola de la comida. Los tres días pasados, la sacaré ante la presencia del pueblo, le enseñaré el forraje listo. Tú mientras tanto estarás por el otro lado con aquello que afirmas ser el cuerpo de Cristo. Si el animal incluso hambriento rechazara el forraje y adorará tu Dios yo creeré sinceramente en la fe de la Iglesia. Antonio rezó y ayunó por todos los tres días. En el día establecido, la plaza estaba repleta de gente, todos en espera de ver como iba a acabar. Antonio celebró la misa delante de la muchedumbre numerosa y luego con suma reverencia lleva el cuerpo de Dios ante la mula hambrienta que fue llevada en la plaza. Al mismo tiempo Bonfillo le enseñó el forraje.

Finalmente, imponiendo el silencio, el hombre de Dios con mucha fe ordenó al animal: "En virtud y en nombre del Creador, que yo, por indigno que sea, tengo de verdad entre mis manos, te digo oh animal, y te ordeno que te acerques rápidamente con humildad y le presentes la debida veneración, para que los malvados herejes comprendan de este gesto claramente que todas las criaturas están sujetas a su Creador, tenido entre las manos por la dignidad sacerdotal en el altar". El siervo de Dios ni siquiera había acabado estas palabras, cuando el animal, dejando a un lado el forraje, inclinándose y bajando la cabeza, se acercó arrodillándose delante del sacramento del cuerpo de Cristo. Una gran alegría contagió a los fieles y católicos, tristeza y humillación a los herejes y a los no creyentes. Dios fue loado y bendecido, la fe católica exaltada y enaltecida. El mencionado hereje, abjuró de su doctrina en presencia de toda la gente, y a partir de aquel momento prestó leal obediencia a los preceptos de la santa Iglesia.

Su nombre se invoca para encontrar los objetos perdidos, Pues bien, ¿de dónde viene esta costumbre?


2.- No hay ninguna explicación satisfactoria sobre el motivo por el que se le invoca para encontrar los objetos perdidos, pero es muy posible que esa devoción esté relacionada con un suceso que se relata entre los milagros, en la «Chronica XXIV Generalium» (No. 21): un novicio huyó del convento y se llevó un valioso salterio que utilizaba San Antonio; el santo oró para que fuese recuperado su libro y, al instante, el novicio fugitivo se vio ante una aparición terrible y amenazante que lo obligó a regresar al convento y devolver el libro.

3.- Un maravilloso milagro fue causado por una confesión. Un hombre de Padua, llamado Leonardo, refirió una vez al hombre de Dios, entre otros pecados de los cuales se había acusado, que había dado una patada a su madre, con... tal violencia que la había hecho caer por el suelo de forma terrible. El beato padre Antonio, que detestaba ferozmente todas las maldades, en fervor de espíritu y con aire de deploración, comentó: "El pie que golpea a la madre o al padre, merecería ser cortado al instante".


Aquel hombre, no habiendo entendido el sentido de la frase, lleno de remordimiento por la falta cometida y por las duras palabras del Santo, al volver a casa no dudó en cortarse el pie. La noticia de un castigo tan cruel se difundió en un abrir y cerrar de ojos por toda la ciudad, y llegó hasta oídos del siervo de Dios. Antonio se dirigió a toda prisa a casa de éste y, después de una angustiada devota oración, unió a la pierna el pie cortado, haciendo la señal de la Cruz.

¡Qué admirable! En cuanto el Santo acercó el pie a la pierna haciendo la señal de la Cruz, pasando por encima de la pierna dulcemente sus sagradas manos, el pie de aquel hombre quedó unido a la pierna tan rápidamente que éste se levantó alegre y sano, y se puso a caminar y a saltar, loando al Señor y dando gracias infinitas al beato Antonio, que de forma admirable lo había curado (Benignitas 17,36-40).
Foto: El pie reinjertado

Un maravilloso milagro fue causado por una confesión. Un hombre de Padua, llamado Leonardo, refirió una vez al hombre de Dios, entre otros pecados de los cuales se había acusado, que había dado una patada a su madre, con tal violencia que la había hecho caer por el suelo de forma terrible. El beato padre Antonio, que detestaba ferozmente todas las maldades, en fervor de espíritu y con aire de deploración, comentó: "El pie que golpea a la madre o al padre, merecería ser cortado al instante".

Aquel hombre, no habiendo entendido el sentido de la frase, lleno de remordimiento por la falta cometida y por las duras palabras del Santo, al volver a casa no dudó en cortarse el pie. La noticia de un castigo tan cruel se difundió en un abrir y cerrar de ojos por toda la ciudad, y llegó hasta oídos del siervo de Dios. Antonio se dirigió a toda prisa a casa de éste y, después de una angustiada devota oración, unió a la pierna el pie cortado, haciendo la señal de la Cruz.

¡Qué admirable! En cuanto el Santo acercó el pie a la pierna haciendo la señal de la Cruz, pasando por encima de la pierna dulcemente sus sagradas manos, el pie de aquel hombre quedó unido a la pierna tan rápidamente que éste se levantó alegre y sano, y se puso a caminar y a saltar, loando al Señor y dando gracias infinitas al beato Antonio, que de forma admirable lo había curado (Benignitas 17,36-40).

(Patricia)

El recién nacido que habla.


En Ferrara había un caballero extremadamente celoso de la mujer, que poseía una innata gracia y dulzura. Quedando embarazada, injustamente la acusó de adulterio y una vez nacido el niño, que tenia la tez bastante oscura, el marido se convenció aún más que este lo hubiera traicionado.

Al bautismo del niño, mientras el cortejo se dirigía a la iglesia con el padre, parientes y amigos, Antonio pasó cerca de ellos y sabiendo las acusaciones del caballero, impuso el nombre de Jesús al crío preguntando quien fuera su padre. El niño, nacido de poco, apuntó el dedo hacia el caballero y luego, con voz clara, dijo: "¡éste es mi padre!La maravilla de los presentes fue grande, y sobre todo aquel del caballero que retiró todas las acusaciones hacia la mujer y vivió felizmente con ella.



El corazón del avaro.

En Florencia, gran región de Italia, Antonio se encontraba predicando, se estaban celebrando solemnemente, como sucede en estos casos, las exequias de un hombre muy rico. Al funeral estaba presente nuestro San Antonio, que, movido por una inspiración impetuosa, se puso a gritar que el muerto no tenía que ser enterrado en un sitio consagrado, sino a lo largo de las murallas de la ciudad, como un perro. Y esto porque su alma estaba condenada al infierno, y aquel cadáver no tenía corazón, como había dicho el Señor según el santo evangelista Lucas: Donde está tu tesoro, allí está también tu corazón (Lc 6,21) Ante esta exhortación, como es natural, todos se quedaron estupefactos y tuvo lugar un encendido cambio de opiniones. Al final se abrió el pecho del difunto. Y no se encontró su corazón que, según las predicciones del Santo, fue encontrado en la caja fuerte donde conservaba su dinero. Delante de tal prodigio bastantes avaros y usureros se convirtieron y trataron de arreglar al mal acabado. No busques las riquezas que vuelven al hombre esclavo y lo ponen en peligro de condenarse, sino la virtud, la única aceptada por Dios. Por dicho motivo, la ciudadanía alabó con entusiasmo a Dios y a su Santo. Y aquel muerto no fue enterrado en el mausoleo que se le había preparado, sino llevado como un asno a la muralla y allí enterrado.



Los pajaros en prisión.

Fernando, nombre de pila de San Antonio, quiso a mucho Dios y los padres. Demostró el amor por Dios con largas oraciones y el amor a papa y a mamá con pura obediencia lista y encantada. A la voz de los padres que lo llamaron, él estuvo listo a dejar el juego y también la oración. Una vez Dios premió su ardiente deseo de ir a iglesia, de este modo: era el periodo en que en los campos el trigo destella en color dorado y los pajaros, a bandadas, se descuelgan sobre las espigas produciendo daños. El padre le confió a Fernando la tarea de vigilar el campo alejando los pajaros durante su ausencia. El niño obedeció, pero después de una hora sintió un gran deseo de ir a iglesia a rezar.

Entonces llamó a la bandada de todos los pajaros y los encerro en una habitación de la casa. Cuando el padre volvió, se asombró de no encontrar Fernando en el campo y lo llamó para regañarlo. Pero el hijo alegó que ni un grano de trigo fue comido; lo condujo en casa y le enseñó los pajaros prisioneros, luego abrió las ventanas y los dejó libres. El padre, sorprendido, apretó al corazón y besó al hijo extraordinario.



El pecador arrepentido.

Un día fue a él a un gran pecador, decidido a cambiar vida y de reparar todos los males cometidos. Se arrodilló a sus pies para hacer la confesión pero fue tal su conmoción que no logro abrir boca, mientras que lágrimas de arrepentimiento le mojaron el rostro. Entonces el santo fraile lo aconsejó de apartarse y de escribir sobre de una hoja sus pecados. El hombre obedeció y volvió con una larga lista. Fray Antonio los leyó en voz alta, luego recobró la hoja del reacio que estaba de rodillas. ¡Cuál fue la maravilla del pecador arrepentido, cuando vio la hoja perfectamente limpia! Los pecados desaparecieron del alma del pecador e incluso del papel.



La comida envenenada.

EI grande número de oyentes que acudían a los sermones de fray Antonio y a las conversiones que el obtenía, llenaban cada vez más de odio los herejes de Rimini, pensaban en hacerlo morir envenenándolo. Un día fingieron querer discutir con él sobre algunos puntos del catecismo y lo invitaron a un almuerzo. Nuestro frailecillo, que no quiso perder la ocasión para hacer bien, aceptó la invitación. En un cierto momento le hicieron poner adelante un platillo envenenado. Fray Antonio, inspirado por Dios, se dio cuenta y los regañó diciendo: "¿Por qué habéis hecho ésto?". "Para ver - contestaron - si son verdaderas las palabras que Jesús les dijo a los Apóstoles: "Beberéis el veneno y no os hará mal"."

Fray Antonio se recogió en oración, trazó una señal de cruz sobre la comida y luego serenamente comió, sin reconducir da alguno. Confusos y arrepentidos de su mala acción, los herejes pidieron perdón, prometiendo de convertirse.



El joven resucitado.

Fray Antonio logró salvar al padre, falsamente imputado. Mientras Antonio se encontraba en Padua, en la ciudad de Lisboa un jóven mato por la noche un enemigo suyo y lo enterró en el jardín del padre de Antonio. Encontrado el cadáver, el dueño del jardín fue acusado. Ése trató de demostrar su inocencia, pero no lo logró. El hijo, sabiendo esto, fue a Lisboa y se presentó al juez declarando la inocencia del padre, pero este no quiso creerle.

Entonces el Santo hizo llevar en tribunal el cadáver del muerto y entre el susto de los presentes, lo volvió a llamar en vida y le preguntó: ¿Ha sido mi padre a matarte?". El resucitado, sentándose sobre su cama, contestó: "No, no ha sido tu padre" y recayó supino, volviendo cadáver. Entonces el juez, convencido de la inocencia de aquel hombre, lo dejó ir.



El don de la bilocación.

Antonio tenia a Montpellier, en Francia, un curso de predicación. Durante el discurso en la iglesia catedral se acordó que aquel día le tocaba cantar el aleluya durante la Misa conventual que se celebró en su convento, y él no pidió a nadie de reemplazarlo. Entonces suspendido el discurso, se puso la capucha sobre la cabeza y quedó inmóvil por algunos minutos.

¡Maravilla! En el mismo tiempo los frailes lo vieron en el coro de su iglesia y lo oyeron cantar el aleluya. Al término del canto los fieles de la catedral de Montpellier lo vieron sacudirse como del sueño y retomar el sermon. De este modo Dios demostró cuánto le fueran gratas las fatigas del siervo fiel.



El demonio burlado.

Un día en la ciudad de Limoges, en Francia, el Santo tuvo un discurso al abierto porque ninguna iglesia podía contener el gran número de oyentes que acudieron. A la improviso el cielo se cubrió de densas nubes que amenazaron con precipitar en un gran chubasco. Algunos oyentes asustados, empezaron a irse, pero fray Antonio los volvió a llamar asegurándoles que no habrían sido tocados por la lluvia. En efecto la lluvia empezó a caer a cántaros alrededor de ellos, dejando perfectamente seco el terreno ocupado por la muchedumbre. Acabada el sermón, todos alabaron al Dios por el prodigio que cumplió y se entregaron a las oraciones del santo fraile tan potente contra las insidias del demonio.



Antonio hizo volver en vida a un niño que en el sueño se ahogó con sus cobijas estrechas al cuello.



También después de la muerte muchísimo prodigios fueron cumplidos a través de Antonio.



El día de la sepultura de Antonio una mujer enferma y lisiada rogó delante de su urna y fue completamente curada.



Lo mismo ocurrió a otra mujer que tenia la pierna derecha paralítica. El marido la condujo al sepulcro de Antonio y mientras rezaba sintió como si alguien la sostuviera. Se estaba cumpliendo su curación, dejó las muletas caminando perfectamente.



Una pequeña cría con las extremidades atrofiadas y extremadamente débil fue puesta sobre la tumba del santo y se curó completamente.

Un raro episodio ocurrió a un caballero llamado Aleardino de Salvaterra, que se burlaba desde siempre de los fieles considerándolos ignorantes o ingenuos. En una fonda inició a burlarse públicamente de algunos que hablaban con entusiasmo de los muchos milagros de Antonio. El caballero, escarneciéndolos, dijo: "Si posible que este fraile haya cumplido milagros cuanto este vaso de vidrio no se rompa echándolo con fuerza al suelo. Haga este milagro vuestro santo y yo abrazaré vuestra fe."

Aleardino de Salvaterra arrojó con fuerza el vaso a tierra, pero este no se rompió, más bien, rayó las piedras sobre que cayó. A este milagro el caballero se convirtió y católico se volvió, abjurando sus errores.

En los días que siguieron al beato tránsito de fray Antonio, numerosos y estrepitosos milagros fueron atribuidos a la intercesión del popular fraile. Los acontecimientos prodigiosos incrementaron la devoción en todas las clases sociales de la ciudadanía, en los países colindantes y en los barrios más lejanos, y favorecieron el acudir sin parada de muchos peregrinos, el multiplicarse de las narraciones de hechos milagrosos, el crecimiento del entusiasmo, el difundirse de un real culto, que correspondió a una canonización de hecho de parte del pueblo y la movilización general para ver reconocido por el Papa la santidad de Antonio.

Viniendo al encuentro de éste unánime deseo, antes de que fuera transcurrido un mes por la muerte del Santo, las autoridades religiosas y civiles mandaron a Roma una delegación formada por eminentes personalidades religiosas y seglares, para presentarle al Pontífice la petición de toda la ciudad, obispo, clero, alcalde, aristócratas y pueblo, para conseguir el inicio de un regular proceso sobre la santidad y sobre los milagros atribuidos a Antonio.

La delegación fue acogida por Gregorio IX, el Papa que Antonio bien conoció, que fue a Roma para pedir el juicio del Papa sobre algunas cuestiones debatidas entre los frailes, y quedó tan fascinado por su elocuencia y profundidad de doctrina que lo definió "Arca del Testamento" y "Cofre de las Sagradas Escrituras." El viejo pontífice no pudo que alegrarse al oír la fama de santidad que circundó a fray Antonio y en ver madurar frutos tan admirables. Reunió pues enseguida el colegio cardenalicio para discutir la instancia de la misión diplomático paduana y encaminar el proceso de canonización.

La primera fase de esta "tramitación" canónica, que estuvo entre los más breves que se recuerden habiendo durado menos que once meses (julio de 1231 - mayo1232) fue la constitución de un tribunal diocesano a Padua, para formar el que el Papa eligió al obispo de la ciudad, Jacob, el prior benedictino Jordano Forzaté y el prior del dominicano Giovanni de Vicenza, dándoles el encargo de escuchar y tomar en examen los testimonios sobre las virtudes de Antonio y de recoger y analizar todos los episodios creídos milagrosos y atribuidos a su intercesión.

Terminado en febrero de 1232 el trabajo del tribunal, conducido con diligencia y celeridad por tres comisiarios, el obispo y el alcalde enviaron del Papa una nueva delegación, formada por canonigos, frailes, magsitrados y nobles, el cual transmite el "expediente" y peroró eficazmente la causa.

Gregorio IX, paso enseguida a la segunda fase de la causa, instituyendo el proceso apostólico y confiando la presidencia al cardinal de Sta. Sabina, Giovanni de Abbeville, ya monje benedictino de Cluny y abad del monasterio de San Pietro de Abeville. Éste condujo a término el proceso en breve tiempo y con resultado favorable. El Papa, que desde los primeros de mayo del 1232 se encontró a Espoleto, estableció que la canonización de fray Antonio se habría tenido el 30 de mayo, fiesta de Pentecostés, en la espléndida catedral spoletina, resurgido por las ruinas del Barbarroja y consagrada treinta años antes (1198) por Inocencio III.

Sus imágenes

Por regla general, a partir del siglo XVII, se ha representado a San Antonio con el Niño Jesús en los brazos; ello se debe a un suceso que tuvo mucha difusión y que ocurrió cuando San Antonio estaba de visita en la casa de un amigo.

En un momento dado, éste se asomó por la ventana y vio al santo que contemplaba, arrobado, a un niño hermosísimo y resplandeciente que sostenía en sus brazos.

SUPERSTICIONES EN TORNO A ESTE GRAN SANTO FRANCISCANO

En torno a San Antonio de Padua y a sus imágenes hay una serie de supersticiones. No falta quienes llegan a poner «de cabeza» la imagen como una manera de obligar al santo a conseguir novio o  señoritas que piden 13 monedas para conseguir marido, como dice en el siguiente párrafo:

"hay que llevarle trece moneditas rezarle con mucho fervor, y hacer su plegaria o petición durante nueve días, incluso hay una novena que puedes hacer o bien rezar una oración que viene en sus estampitas también por nueve días.
Además de llevarle las moneditas, puedes llevarle también flores blancas como ofrenda

El modo y el tiempo para hacer la novena puede ser antes de su día o bien a partir del día 13 de junio, pero tampoco es exclusivo de este periodo pues si tu crees sinceramente en todos puedes hacerlo en cualquier fecha"

 Encontramos "oraciones supersticiosas y de la NUEVA ERA como la siguiente en páginas de internet esotéricas que, mezclan como todo en la Nueva Era la devoción a un gran santo con lo oculto desvirtuando por completo la correcta manera de orar a este o cualquier otro santo..


Este ritual lo encontre en otro foro:



Se deben conseguir 13 monedas, de la misma denominacion o la denominacion mas baja, cada moneda debe ser dada por una persona distinta, es decir conseguiras 13 monedas de 13 personas distintas, las llevaras el día 13 de Junio (día de San Antonio de Padua) a su iglesia y las entregaras como ofrenda y diras una plegaria, mejor si es la de san antonio. y con esto pronto te casaras, si haces una promesa cuando llegue esa persona deberas cumplirla.

*Si ya tienes a alguien y quieres casarte, pide porque el te proponga matrimonio

* Si estas soltera, pide a san antonio que ilumine el camino a esa persona adecuada para ti.


"Hoy decreto y afirmo: Gracias por haber encontrado a mi pareja ideal, con la cual tengo amor, armonia, paz, paciencia, tolerancia, respeto, cariño, pasion, fidelidad, vivencias extraordinarias, felicidad, grandes aventuras y sobre todo entendimiento mutuo. Somos dos almas que se complementan la una a la otra, nos hemos encontrado, estamos unidos y seguiremos juntos. Asi sea"

Como podemos ver, esto tiene conexión con el panteísmo, el creer que YO puedo atraer lo que quiera solo decretandolo como ellos dicen e imaginandomelo, tal como afirma el libro el secreto, de esta manera excluyen por completo a Dios de la jugada y no se acepta Su Voluntad, sino que se busca conseguir lo que la voluntad propia quiere.

Encontramos tambien esta otra forma de superstición y desviaciñon del culto a los santos:


CARTA A SAN ANTONIO:

Es un ejemplo de la carta que se le escribe a San Antonio para la petición de matrimonio o noviazgo.

Se deben hacer dos listas en la misma hoja con dos columnas una al lado de la otra en la primera estarán las cosas que desean es su pareja como por ejemplo:
Que me ame con amor puro
Que me respeta de manera física y espiritual
Que no utilice drogas ni consuma alcohol
Que entre nosotros dos solo existan los hijos que Dios nos de
Que sea económicamente estable
Que sea independiente
Y en la columna siguiente van a nombrar las cosas que NO desean en esa pareja, como por ejemplo;
Que no me sea infiel
Que jamás me maltrate física ni verbalmente
Que no tenga vicios
Que no tenga hijos ni sea casado o divorciado
Que no tenga compromiso con ninguna mujer u hombre
Deben ser lo mas especificas posible acerca de lo que desean en una pareja...
Lo importante es ser honestos y realistas con las peticiones que se hagan. En la carta a demás se debe establecer un periodo de tiempo realista.
Una vez que se completa la carta se firma y se pone en un sobre cerrado, a la vez que se le esta dando las gracias por el favor que les va a conceder. Esta carta se guarda en un lugar donde nadie la vea. Una vez que les concede lo que se pide se saca la carta y aun dentro del sobre se quema y las cenizas se echan al viento y se da gracias de nuevo.


Como se ve, esto entra en la línea de la superstición, pues se le atribuye a la imagen un poder que no tiene.

Cabe mencionar que la supersticion y la IDOLATRÍA estan condenadas en las Sagradas Escrituras y en el catecismo y toda la tradición de la Iglesia:

En el COMPENDIO DEL CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLIcA se nos dice que la superstición es "una desviación del ulto debido al Dios verdadero" y señala que se puede expresar también "bajo las formas de adivinación, magia, brujerñia y espiritismo" (n.444)

Santo Tomás de Aquino señala que se presenta cuando "se ofrece culto divino a quien no se debe, o a quien se debe, pero de un modo impropio" (S. Th 2-2 q92 a1).
Sabemos que a Dios NADIE le puede obligar a conceder algo. Lo que podemos hacer es pedir con fe y confianza, si se trata de algo que nos convenga, seguramente Dios nos lo concederá (a través de la interseción de algun santo, de la Sma Virgen o si lo pedimos a El directamente), de otra manera es inútil intentar obligarlo repitieno oraciones un cierto número de veces, acompañándola con flores y veladoras, o lo que sea.

FUENTE: "La Santa Muerte, el mal de ojo y otras supersticiones, P. Jorge Luis Zarazúa Campa, fmap, Ed. Apóstoles de la palabra, 3º edición.

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San Antonio de Padua, ruega por nosotros





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