La Devoción al Sagrado Corazón de Jesús
La devocion al Sagrado Corazón de Jesús ha existido desde los primeros tiempos de la Iglesia, cuando se meditaba en el costado y el Corazón abierto de Jesús, de donde salió sangre y agua. De ese Corazón nació la Iglesia y por ese Corazón se abrieron las puertas del Cielo. La devoción está por encima de otras devociones, porque veneramos al mismo Corazón de Dios.
Pero fue Jesús mismo quien en el Siglo XVII en Paray-le-Monial, Francia, solicitó a través de una humilde religiosa, que se estableciera definitiva y específicamente la devoción a su Sacratísimo Corazón.
El 16 de Junio de 1675 se le apareció Nuestro Señor y le mostró su Corazón a Santa Margarita María Alacoque. Su Corazón estaba rodeado de llamas de amor, coronado de espinas y con una herida abierta de la cual brotaba sangre y, del interior de su Corazón salía una cruz.
Santa Margarita escuchó a Nuestro Señor decir: “He aquí el Corazón que tanto ha amado a los hombres y en cambio, de la mayor parte de los hombres, no recibe nada más que ingratitud, irreverencia y desprecio, en este Sacramento de Amor”. Con éstas palabras Nuestro Señor mismo nos dice en qué consiste la devoción a su Sagrado Corazón.
Se compone de cinco decenas, en honor a las cinco Llagas de Nuestro Señor Jesucristo
Al comenzar:
En lugar del Acto de Contrición, se rezará la siguiente oración de San Ignacio:
Ánima Christi
Alma de Cristo, santifícame.
Cuerpo de Cristo, sálvame.
Corazón de Cristo, vivifícame.
Sangre de Cristo, embriágame.
Agua del costado de Cristo, lávame.
Pasión de Cristo, confórtame.
¡Oh, buen Jesús! Óyeme.
Dentro de tus llagas, escóndeme.
No permitas que me aparte de Ti.
Del maligno enemigo, defiéndeme.
A la hora de mi muerte, llámame.
Y mándame ir a Ti.
Para que, con San José, La Virgen María,
tus Ángeles y tus Santos
Te alabe y te bendiga por los siglos de los siglos.
Amén.
(300 días de Indulgencias*)
-. Al principio de cada decena:
Jesús, dulce y humilde de Corazón, haced el mío, semejante al Vuestro
(300 días de Indulgencias)
-. Diez veces:
Sagrado Corazón de Jesús: En Vos confío
(300 días de Indulgencias)
.- En las cuentas grandes:
Inmaculado Corazón de María: Sé la Salvación del alma mía
(300 días de Indulgencias)
-. Al concluir la quinta decena:
Dulce Corazón de Jesús: Sé Tú mi amor y ten piedad de nosotros
(300 días de Indulgencias)
Dulce Corazón de María: Ruega por nosotros
(100 días de Indulgencias)
Este Rosario es un verdadero tesoro de Indulgencias, porque las oraciones de que se compone, han sido tan enriquecidas que, en 3 minutos que dura, se ganan 18.500 días de Indulgencias.
(Traducido del que se publicó en francés con aprobación del Sr. Obispo de Montreal, Canadá).
Corazón de Jesús: ¡Misericordia!
(50 días de Indulgencias)
Corazón agonizante: Ten piedad de los moribundos
Un Padre Nuestro y un Ave María por una persona enferma
* Actualmente La Iglesia ha definido las indulgencias únicamente en dos clases: Plenarias y parciales.
Plenarias: Se consigue salvar un alma del Purgatorio. Sólo se puede ganar una al día.
Parciales: Se gana el doble del mérito por la oración rezada o la acción realizada, al estar enriquecida con la indulgencia.
Para ganar indulgencias es necesario estar en gracia de Dios y rezar por las intenciones del Santo Padre.
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos
A las siguientes invocaciones se responde:
“Ten piedad de nosotros”
Dios Padre celestial, ...
Dios Hijo, Redentor del mundo, ...
Dios, Espíritu Santo, ...
Santísima Trinidad, ...
Corazón de Jesús, Hijo del Eterno Padre, ...
Corazón de Jesús, formado en el seno de la Virgen Maria por obra del Espíritu Santo,...
Corazón de Jesús, unido sustancialmente al Verbo de Dios, ...
Corazón de Jesús, templo santo de Dios, ...
Corazón de Jesús, tabernáculo del Altísimo, ...
Corazón de Jesús, casa de Dios y puerta del cielo,
Corazón de Jesús, horno ardiente de caridad, ...
Corazón de Jesús, santuario de la Justicia y del Amor, ...
Corazón de Jesús, lleno de bondad y de amor, ...
Corazón de Jesús, abismo de todas las virtudes, ..
Corazón de Jesús, digno de toda alabanza, ...
Corazón de Jesús, Rey y centro de todos los corazones, ...
Corazón de Jesús, en quien se hallan todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia, ...
Corazón de Jesús, en quien reside toda la plenitud de la divinidad, ...
Corazón de Jesús, en quien el Padre se complace,
Corazón de Jesús, de cuya plenitud, todos hemos recibido, ...
Corazón de Jesús, deseado de los eternos collados, ...
Corazón de Jesús, paciente y lleno de misericordia, ...
Corazón de Jesús, generoso para todos los que le invocan, ...
Corazón de Jesús, fuente de vida y santidad, ...
Corazón de Jesús, propiciación por nuestros pecados, ...
Corazón de Jesús, triturado por nuestros pecados,
Corazón de Jesús, hecho obediente hasta la muerte, ...
Corazón de Jesús, traspasado por una lanza, ...
Corazón de Jesús, fuente de todo consuelo, ...
Corazón de Jesús, vida y resurrección nuestra, ...
Corazón de Jesús, paz y reconciliación nuestra, ...
Corazón de Jesús, víctima por los pecadores, ...
Corazón de Jesús, salvación por los que en ti esperan, ...
Corazón de Jesús, esperanza de los que en ti mueren, ...
Corazón de Jesús, delicia de todos los santos, ...
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, perdónanos Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, escúchanos Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
Las doce promesas del Sagrado Corazón de Jesús
1.- A las almas consagradas a mi CORAZÓN les daré las gracias necesarias para su estado (Condición Civil de vida Legal).
2.- Daré PAZ a sus Familias.
3.- Las consolaré en todas sus aflicciones.
4.- Seré un amparo y refugio seguro durante la vida, especialmente a la hora de la muerte.
5.- Derramaré bendiciones abundantes sobre sus Empresas.
6.-Los pecadores hallarán en mi Corazón la Fuente y el Océano infinitos de las Misericordias.
7.-Las almas tibias se harán fervorosas.
8.- Las almas fervorosas se elevarán rápidamente a gran perfección.
9.- Bendeciré las casas en que la IMAGEN de mi "SAGRADO CORAZÓN" se EXPONGA y sea HONRADA.
10.-Daré a los Sacerdotes la Gracia de mover corazones pecadores empedernidos.
11.- Las personas que PROPAGUEN ésta Devoción, tendrán escrito su nombre en mi Corazón y jamás será borrado de Él.
12.- A los que COMULGAREN en el Primer Viernes por nueve meses consecutivos, les daré la GRACIA de la “PENITENCIA FINAL".
Novena al Sagrado Corazón de Jesús
I) ¡Oh Jesús mío! que dijiste: “En verdad os digo: Pedid y recibiréis, buscad y encontraréis, llamad y os abrirán”: He ahí porque yo llamo, yo busco, yo pido la gracia... (:Mencione la gracia que se desea)
Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío.
II) ¡Oh Jesús mío! que dijiste: “En verdad os digo, todo aquello que pidiereis en mi Nombre al Padre, Él os lo concederá”: Eterno Padre, en Nombre de tu Hijo Jesucristo, yo pido la gracia ... (Pedid la gracia).
Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío.
III) ¡Oh Jesús mío! que dijiste: “En verdad os digo, pasarán los cielos y la tierra, pero mis palabras, jamás pasarán”: He ahí, que basándome en tus santas palabras, yo pido la gracia ...(Pedidla)
Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío.
Oración final
¡Oh, Sagrado Corazón de Jesús!
Al cual es imposible no sentir compasión por los infelices,
ten piedad de nosotros, pobres pecadores
y concédenos las gracias que pedimos
por medio del Inmaculado Corazón de María.
Amén
San José, custodio de los Sagrados Corazones de Jesús y de María, ruega por nosotros.
Para terminar, rezar la Salve.
Las dos biografías de los elegidos del Señor para conocer y difundir en el mundo LOS SECRETOS de su“SAGRADO CORAZÓN”
Santa Margarita María Alacoque, depositaria de las Revelaciones del Sagrado Corazón de Jesús y San Claudio de La Colombière: Propagó el amor al Sagrado Corazón de Jesús, tal como lo recibió de la vidente Margarita.
SANTA MARGARITA MARÍA ALACOQUE
Margarita nace el 22 de Julio de 1647 en el pequeño pueblo de Lautecour, en Francia, siendo la menor de cinco hermanos. Su padre Claudio Alacoque, era juez y notario y su madre era Filiberta Lamyn.
El párroco Antonio Alacoque, que era tío suyo, la bautiza a los tres días de nacida. Ella dice en su autobiografía que desde pequeña le concedió Dios que Jesucristo fuera el único dueño de su corazón y un gran horror al pecado, de manera que aún la más pequeña falta, le resultaba insoportable.
Un Voto de Castidad
Siendo todavía una niña, un día en la elevación de la Hostia Santa en la Misa, le hizo a Dios la promesa de mantenerse siempre pura y casta. Aprendió a rezar el Rosario y lo recitaba con especial fervor cada día y la Virgen Santísima le correspondió librándola de muchos peligros.
La llevan al Colegio de las Clarisas y a los 9 años hizo su Primera Comunión. Dice: “Desde ese día, el buen Dios me concedió tanta amargura en los placeres mundanos que aunque, como jovencita inexperta que era, a veces los buscaba, me resultaban muy amargos y desagradables. En cambio encontrabas un gusto especial en la oración”.
Vino una enfermedad que la tuvo paralizada por varios años; pero al fin se le ocurrió consagrarse a la Virgen Santísima y ofrecerle propagar su devoción y poco tiempo después Nuestra Señora le concedió la salud.
Era muy joven cuando quedó huérfana de padre, entonces la mamá de Don Claudio Alacoque y dos hermanas de él, se pasaron a la casa y se apoderaron de todo y la mamá de Margarita y sus 5 hijos se quedaron como esclavizados. Todo estaba bajo llave y sin el permiso de las tres mandonas mujeres no salía nadie de la casa. Así que a Margarita no le permitían ni siquiera salir entre semana a la iglesia y la regañaban continuamente. Ella se retiraba a un rincón y allí rezaba y oraba.
En medio de tantas penas, le pareció que Nuestro Señor le decía que deseaba que ella imitara lo mejor posible en la vida de dolor al Divino Maestro que tan grandes penas y dolores sufrió en su Pasión y Muerte. En adelante, a ella no sólo no le disgusta que le lleguen las penas y dolores sino que acepta todo esto con el mayor gusto por asemejarse lo mejor posible a Cristo sufriente. Y lo que más le hacía sufrir, era ver cuán mal y duramente trataban a su propia madre, pero ella le insistía a su mamá a que ofrecieran todo esto por amor a Dios.
Una vez su mamá se enfermó tan gravemente de Erisipela que el médico diagnosticó que aquella enfermedad ya no tenía curación. Margarita fue entonces a asistir a la Santa Misa por la salud de la enferma y al volver, encontró que la mamá había empezado a sanar de manera admirable e inexplicable.
Lo que más le atraía era el Sagrario donde está Jesús Sacramentado en la Sagrada Hostia. Cuando ibas al templo, siempre se colocaba lo más cerca posible al altar, porque sentía un amor inmenso hacia Jesús Eucaristía y quería hablarle y escucharle.
A los 18 años, por deseo de sus familiares, empezó a arreglarse esmeradamente y a frecuentar amistades y fiestas sociales con jóvenes. Pero esos pasatiempos mundanales, le dejaban en el alma una profunda tristeza y su corazón deseaba dedicarse más a la oración y a la soledad, ... pero la familia le prohibía todo esto.
El demonio le traía la tentación de que si se iba de religiosa no sería capaz de perseverar y tendría que volverse a su casa con vergüenza y desprestigio. Rezó a la Virgen María y Ella le alejó éste engaño y tentación y la convenció de que siempre la ayudaría y defendería. Un día después de comulgar sintió que Jesús le decía: “Yo soy lo mejor que en esta vida puedes elegir. Si te decides dedicarte a mi servicio, tendrás paz y alegría. Si te quedas en el mundo, tendrás tristeza y amargura”. Desde entonces decidió hacerse religiosa, costara lo que costara.
En el año 1671 fue admitida en la comunidad de La Visitación fundada por San Francisco de Sales. Entró al convento de Paray-le-Monial y una de sus compañeras del noviciado dejó escrito: “Margarita dio muy buen ejemplo a las hermanas por su caridad; jamás dijo una sola palabra que pudiera molestar a alguna y demostraba una gran paciencia al soportar las duras reprimendas y humillaciones que recibía frecuentemente”.
La pusieron de ayudante de una hermana que era muy fuerte de carácter y ésta se desesperaba al ver que Margarita era tan tranquila y callada. La Superiora empleaba métodos duros y violentos que hacían sufrir fuertemente a la joven religiosa, pero esta nunca daba muestras de estar disgustada. Con esto la estaba preparando Nuestro Señor para que se hiciera digna de las revelaciones que iba a recibir.
El 27 de diciembre de 1673 se le apareció por primera vez el Sagrado Corazón de Jesús. Ella había pedido permiso para ir los jueves de 9 a 12 de la noche a rezar ante el Santísimo Sacramento del altar, en recuerdo de las 3 horas que Jesús pasó orando y sufriendo en el Huerto de Getsemaní.
De pronto se abrió el sagrario donde están las Hostias consagradas y apareció Jesucristo como lo vemos en algunos cuadros que ahora tenemos en las casas. Sobre el manto, su Sagrado Corazón rodeado de llamas y con una corona de espinas encima y una herida. Jesús señalando su Corazón con la mano le dijo: “He aquí el corazón que tanto ha amado a la gente y en cambio recibe ingratitud y olvido. Tú debes procurar desagraviarme”.
Nuestro Señor le recomendó que se dedicara a propagar la devoción al Corazón de Jesús, porque el mundo es muy frío en amor hacia Dios y es necesario enfervorizar a las personas por este amor.
Durante 18 meses el Corazón de Jesús se le fue apareciendo y le pidió que se celebrara la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús cada año el Viernes de la semana siguiente a la fiesta del Cuerpo y la Sangre de Cristo. (Corpus)
El Corazón de Jesús le hizo a Santa Margarita unas promesas maravillosas para los que practiquen esta hermosa devoción. Por ejemplo: “Bendeciré las casas donde sea expuesta y honrada la imagen de mi Sagrado Corazón. Daré paz a las Familias. A los pecadores los volveré buenos y a los que ya son buenos los volveré santos. Asistiré en la hora de la muerte a los que me ofrezcan la comunión de los primeros Viernes de cada mes para pedirme perdón por tantos pecados que se cometen”, ... etc.
Margarita le decía al Sagrado Corazón de Jesús: “¿Porqué no elije a otra que sea santa, para que propague estos Mensajes tan importantes? Yo soy demasiado pecadora y muy fría para amar a mi Dios”. Jesús le dijo: “Te he escogido a ti que eres un abismo de miserias para que aparezca más mi poder; y en cuanto a tu frialdad para amar a Dios, te regalo una chispita del amor de mi Corazón”.
Y le envió una chispa de la llama que ardía sobre su Corazón, y desde ese día la santa empezó a sentir un amor grandísimo hacia Dios y era tal el calor que le producía su corazón que en pleno invierno, a varios grados bajo cero, tenía que abrir la ventana de su habitación porque sentía que se iba a quemar con tan grande llama de amor a Dios, que sentía en su corazón. (Ojalá Dios nos diera a nosotros una chispita de esas!)
Nuestro Señor le decía: “No hagas nada sin el permiso de las Superioras. El demonio no tiene poder contra las que son obedientes”.
Margarita enfermó gravemente. La Superiora le dijo: “Creeré que sí son ciertas las apariciones de que habla, si el Corazón de Jesús le concede la curación”. Ella le pidió al Sagrado Corazón de Jesús que la curara y sanó inmediatamente. Desde ese día su Superiora creyó que sí en verdad se le aparecía Nuestro Señor. Dios permitió que enviaran de capellán al convento de Margarita a San Claudio de la Colombière; y ese hombre de Dios que era jesuita, obtuvo que en la Compañía de Jesús fuera aceptada la devoción al Corazón de Jesús. Desde entonces los jesuitas la han propagado por todo el mundo.
Margarita fue nombrada Maestra de novicias. Enseñó a las novicias la devoción al Sagrado Corazón (que consiste en imitar a Jesús en su bondad y humildad y en confiar inmensamente en ÉL; en ofrecer oraciones, sufrimientos, misas y comuniones para desagraviarlo y en honrar su Santa Imagen) y aquellas jóvenes progresaron rapidísimo en santidad.
Luego enseñó a su hermano (comerciante) esta devoción y el hombre hizo admirables progresos en santidad. Los jesuitas empezaron a comprobar que en las casas donde se practicaba la devoción, las personas se volvían mucho más fervorosas.
El Corazón de Jesús le dijo: Si quieres agradarme confía en Mí. Si quieres agradarme más, confía más. Si quieres agradarme inmensamente, confía inmensamente en Mí”.
Tres armas para la Lucha
Margarita recibió del Señor tres armas necesarias en la lucha que debía emprender para lograr la Purificación y la Transformación:
1ª Arma: Una conciencia delicada y un profundo odio y dolor ante la más pequeña falta. Una vez le dijo el Señor cuando Margarita había cometido una falta: “Sabe que soy un Maestro santo y enseño la santidad. Soy puro y no puedo sufrir la más pequeña mancha. Por lo tanto, es preciso que andes en mi presencia con simplicidad de corazón en intención recta y pura. Pues no puedo sufrir el menor desvío y te daré a conocer que si el exceso de mi amor me ha movido a ser tu Maestro para enseñarte y formarte en mi manera y según mis designios, no puedo soportar las almas tibias y cobardes; y que si soy manso para sufrir tus flaquezas, no seré menos severo y exacto en corregir tus infidelidades”.
Y así confiesa Margarita, que nada era más doloroso para ella que ver a Jesús incomodado contra ella, aunque fuese de manera muy poca; y en comparación a este dolor, nada le parecían los demás dolores, correcciones y mortificaciones. Por lo tanto, acudía inmediatamente a pedir penitencia a su Superiora cuando cometía una falta, pues sabía que Jesús sólo se contentaba con las penitencias impuestas por la obediencia.
Esta arma se fundamenta en su gran deseo de amar.
2ª Arma: “La Santa Obediencia”. Lo que más severamente le reprendía Jesús a Margarita, eran sus faltas de obediencia, ya sea a sus superiores o a su Regla. La menor réplica a los superiores con señales de incomodidad o repugnancia, le es insoportable al Señor en un alma religiosa. Una vez, corrigiéndola le dijo: “Te engañas creyendo que puedes agradarme con esa clase de acciones y mortificaciones en las cuales la voluntad propia hace su elección y consigue doblegar la voluntad de las superioras. Oh, yo rechazo todo esto como fruto corrompido por el propio querer, el cual en un alma religiosa me causa horror y me gustaría más verla gozando de todas sus pequeñas comodidades por obediencia, que martirizándose con austeridades y ayunos por voluntad propia”.
3ª. Arma: “Su Santa Cruz”. La Cruz es el más precioso de todos sus regalos. Un día después que ella recibió la comunión, se hizo presente ante los ojos de ella una gran cruz, cuya extremidad no podía ver; estaba la cruz toda cubierta de flores y el Señor le dijo: "He ahí el lecho de mis castas esposas, donde te haré gustar de mi amor; poco a poco irán cayendo esas flores y sólo te quedarán las espinas ocultas ahora, a causa de tu flaqueza, las cuales te harán sentir tan vivamente sus punzadas y tendrás necesidad de toda la fuerza de mi amor para soportar el sufrimiento”.
Era de esta forma intensa y purificadora que el Señor obraba sus designios en el corazón de Margarita. Él, para desatar cada vez más de su alma el afecto a las cosas de esta tierra y sobre todo a sí misma, quiso permitir que viniese sobre ella continuas humillaciones y desprecios. Pero no dejaba por ello el Señor de suplirle todas las gracias necesarias.
En otra ocasión le dijo el Señor: “Has de querer como si no quisieras, debiendo ser tus delicias agradarme a Mí. No debes buscar algo fuera de Mí, pues de lo contrario, injuriarías a mi poder y me ofenderías gravemente ya que yo quiero ser sólo todo para ti”.
Jesús le comunicó una parte de sus terribles angustias en Getsemaní y la quiere víctima inmolada. Ella le dice a Jesús: “Nada quiero sino tu amor y tu cruz y esto me basta para ser Buena Religiosa, que es lo que deseo”.
Revelaciones del “Corazón de Jesús”a Santa Margarita María Alacoque Vidente del Sagrado Corazón de Jesús
Primera Revelación
El 27 de diciembre de 1673, día de San Juan Apóstol, Margarita María que llevaba sólo 14 meses de profesa y con 26 años, se encontraba como de costumbre arrodillada ante el Señor en el Santísimo Sacramento expuesto en la capilla. Era el momento de la primera gran revelación del Señor. Ella lo cuenta así:
“Estando yo delante del Santísimo Sacramento, me encontré toda penetrada por su divina presencia. El Señor me hizo reposar por muy largo tiempo sobre su pecho divino, en el cual me descubrió todas las maravillas de su amor y los secretos inexplicables de su Corazón Sagrado.
Él me dijo: “Mi Divino Corazón está tan apasionado de Amor a los hombres, en particular hacia ti que, no pudiendo contener en él las llamas de su ardiente caridad, es menester que las derrame valiéndose de ti y se manifieste a ellos, para enriquecerlos con los preciosos dones que te estoy descubriendo, los cuales contienen las gracias santificantes y saludables necesarias para separarles del abismo de perdición. Te he elegido como un abismo de indignidad y de ignorancia a fin de que sea todo obra mía”.
Y continua Margarita: “Luego me pidió el corazón, el cual yo le suplicaba que lo tomara y lo cual hizo, poniéndome entonces en el suyo adorable, desde el cual me lo hizo ver como un pequeño átomo que se consumía en el horno encendido del suyo, de donde lo sacó como una llama encendida en forma de corazón poniéndolo a continuación en el lugar de donde lo había tomado, diciéndome al mismo tiempo: “He ahí, mi bien amada, una preciosa prenda de mi amor que encierra en tu costado una chispa de sus más vivas llamas, para que te sirva de corazón y te consumas hasta el último instante y cuyo ardor no se extinguirá ni enfriará. De tal modo te marcaré con la Sangre de mi Cruz, que te reportará más humillaciones que consuelos. Como prueba de que la gracia que te acabo de conceder no es algo imaginario, aunque he cerrado la llaga de tu costado, te quedará para siempre su dolor y, si hasta el presente sólo has tomado el nombre de esclava mía, ahora te doy el de discípula muy amada de mi Sagrado Corazón”.
Después de este favor tan grande, Margarita quedó por muchos días como abrasada toda y embriagada y tan fuera de sí que podía hablar y comer solamente haciéndose una gran violencia.
Ni siquiera podía compartir lo sucedido con su Superiora, lo cual tenía gran deseo de hacer. Tampoco podía dormir, pues la llaga cuyo dolor le era tan grato y engendraba en ella tan vivos ardores, que la consumía y la abrasaba toda.
A partir de la primera revelación, Margarita sufriría todos los primeros viernes de mes una reproducción de la misteriosa llaga del costado, cosa que le sucedería hasta su muerte. Estos eran los momentos particularmente elegidos por el Señor para manifestarle lo que quería de ella y para descubrirle los secretos de su amable Corazón.
Entre estas visitas, le decía el Señor: “Busco una víctima para mi Corazón que quiera sacrificarse como hostia de inmolación en el cumplimiento de mis designios”.
En su gran humildad Margarita le presentó varias almas que, según ella corresponderían más fielmente. Pero el Señor le respondió que era ella a quien había escogido. Esto no era sino ocasión de confusión para Margarita, pues su temor era que llegasen a atribuir a ella las gracias que del Señor recibía.
Unos dos o tres meses después de la primera aparición, se produjo la segunda revelación. Escribe Margarita: “El Divino Corazón se me presentó en un trono de llamas más brillante que el sol y transparente como el cristal, con la llaga adorable rodeado de una corona de espinas y significando las punzadas producidas por nuestros pecados y una cruz en la parte superior (...) el cual significaba que, desde los primeros instantes de su Encarnación, es decir desde que se formó el Sagrado Corazón, quedó plantado en la cruz, quedando lleno desde el primer momento, de todas las amarguras que debían producirle las humillaciones, la pobreza, el dolor y el menosprecio que su Sagrada Humanidad iba a sufrir durante todo el curso de su vida y en Su Santa Pasión.”
Y continúa Margarita: “Me hizo ver que el ardiente deseo que tenía de ser amado por los hombres y apartarlos del camino de la perdición, en el que los precipita Satanás en gran número, le había hecho formar el designio de manifestar su Corazón a los hombres, con todo los tesoros de amor, de misericordia, de gracias, de santificación y de salvación que contiene, a fin de que cuantos quieran rendirle y procurarle todo el amor, el honor y la gloria que puedan, queden enriquecidos abundante y profusamente con los divinos tesoros del Corazón de Dios, cuya fuente es, al que se ha de honrar bajo la figura de su Corazón de carne, cuya imagen quería ver expuesta y llevada por mi sobre el corazón, para grabar en el su amor y llenarlo de los dones de que está repleto y para destruir en él todos los movimientos desordenados.
Que esparciría sus gracias y bendiciones por dondequiera que estuviere expuesta su santa imagen para tributarle honores y que tal bendición sería como un último esfuerzo de su amor, deseoso de favorecer a los hombres en estos últimos siglos de la Redención amorosa a fin de apartarlos del imperio de Satanás, al que pretende arruinar, para ponernos en la dulce libertad del imperio de su amor, que quiere restablecer en el corazón de todos los que se decidan a abrazar esta devoción”.
En esta segunda gran revelación, Nuestro Señor empezó a descubrir sus intenciones y formular sus promesas. La imagen del Sagrado Corazón de Cristo es el símbolo de su ardiente amor hacia nosotros, el cual había entregado sin condiciones y el Señor quería que esta imagen se expusiese en las casas o llevase sobre el pecho en forma de Medalla, ofreciendo así promesas de gracias y bendiciones a quienes lo veneraran. Pero por el momento Margarita no podía decir algo de lo que había visto, pues no había llegado la hora. Estas revelaciones tendrían que pasar primero por muchos exámenes y sufrir mucha oposición y Jesús tenía mucho más que revelar al mundo por medio de ella.
Primer viernes de Junio de 1674, fiesta del Corpus Christi.
Escribe Margarita: “Se hallaba expuesto el Santísimo Sacramento, después de sentirme retirada en mi interior por un recogimiento extraordinario de todos mis sentidos y potencias, Jesucristo mi Amado se presentó delante de mí, todo resplandeciente de Gloria, con sus cinco llagas brillantes, como cinco soles y despidiendo de su sagrada humanidad rayos de luz de todas partes, pero sobre todo, de su adorable pecho, que parecía un horno encendido; y habiéndose abierto, me descubrió su amante y amable Corazón”.
Entonces Jesús le explicó las maravillas de su puro amor y hasta que exceso había llegado su amor para con los hombres de quienes no recibía sino ingratitudes. Esta aparición es más brillante que las demás. Amante apasionado, se queja del desamor de los suyos y así divino mendigo, nos tiende la mano el Señor para solicitar nuestro amor.
Jesús le dirige las siguientes peticiones:
- Comulgarás tantas veces cuanto la obediencia quiera permitírtelo.
- Jueves o viernes haré que participes de aquella mortal tristeza que te reducirá a una especie de agonía más difícil de sufrir que la muerte.
- Te levantaré de 11 a 12 de la noche para postrarte una hora conmigo, el rostro en el suelo.
“Eso - le dice Jesús a Margarita - fue lo que más me dolió de todo cuanto sufrí en mi Pasión, mientras que si me correspondiesen con algo de amor, tendría por poco todo lo que hice por ellos y de poder ser aún, habría querido hacer más. Más sólo frialdades y desaires tienen para todo mi afán en procurarles el bien. Al menos dame tú el gusto de suplir su ingratitud de todo cuanto te sea dado conforme a tus posibilidades”.
Ante estas palabras, Margarita sólo podía expresarle al Señor su impotencia; Él le replicó: “Toma, ahí tienes con qué suplir cuanto te falle”. Y del Corazón abierto de Jesús, salió una llamarada tan ardiente que pensó que la iba a consumir, pues quedó muy penetrada y no podía ella aguantarlo, por lo que le pidió que tuviese compasión de su debilidad. Él le respondió: “Yo seré fortaleza, nada temas, sólo has de estar atenta a mi voz y a lo que exija de ti con el fin de prepararte para la realización de mis designios”.
Entonces el Señor le describió a Margarita exactamente de qué forma se iba a realizar la práctica de la devoción a su Corazón, junto con su propósito, que era la reparación.
Finalmente Jesús mismo le avisa sobre las tentaciones que el demonio levantará para hacerla caer: “Primeramente me recibirás en el Santísimo Sacramento tanto como la obediencia tenga a bien permitírtelo; algunas mortificaciones y humillaciones por ello habrán de producirse y que recibirás como gajes de mi amor. Comulgarás además todos los primeros viernes de mes y en la noche del jueves al viernes, te haré partícipe de la mortal tristeza que quise sentir en el Huerto de los Olivos, cuya tristeza te reducirá, sin que logres comprenderlo, a una especie de agonía más difícil de soportar que la muerte.
Para acompañarme en la humilde plegaria que le elevé entonces a mi Padre, en medio de todas tus angustias, te levantarás entre las 11 y las 12 de la noche para postrarte conmigo durante una hora con la cara al suelo, tanto para apaciguar la cólera divina, pidiendo por los pecadores, como para endulzar de algún modo, la amargura que sentía por el abandono de mis apóstoles, lo cual me llevó a reprocharles que no habían podido velar una hora conmigo. Durante esa hora harás lo que te diga. Pero oye hija mía, no creas a la ligera en todo espíritu, ni te fíes, porque Satanás estará rabiando por engañarte. Por eso, no hagas nada sin permiso de los que te guían, a fin de que, contando con la autoridad de la obediencia, él no pueda engañarte, ya que no tiene poder alguno sobre los obedientes”.
Duras pruebas le esperan a Margarita
Después de la aparición, Margarita sintiéndose que ella estaba fuera de sí y no sabiendo donde estaba, le faltaron las fuerzas y cayó desmayada. Sus hermanas viéndola en tal condición, la levantaron y la llevaron donde la Madre Superiora. Ella viendo que Margarita no podía hablar, ni aún sostenerse, arrodillada ante sus pies, la mortificó y la humilló con todas sus fuerzas y cuando Margarita le respondió a su pregunta de lo sucedido, contándole todo cuanto había pasado, recargó sobre ella nuevas humillaciones y no le concedió nada de cuanto decía que el Señor le mandaba hacer, mas bien, lo acogió con desprecio.
El fuego que devoraba a Margarita por dentro a causa de las revelaciones, le ocasionó una fiebre continua. Ante esta misteriosa enfermedad, la Madre Superiora no podía sino sentir miedo y por tanto le dijo a Margarita: “Pida a Dios su curación, de esta forma sabré si todo viene del Espíritu del Señor”.
Margarita obedeciendo esta orden, le expuso todo cuanto le pedía el Señor a su Superiora, lo cual, no tardó en restablecerse por completo en su salud por las manos de la Virgen Santísima; y así consiguió Margarita el poder cumplir lo que Dios le pedía.
Pero viendo la Madre Superiora que continuaban las visiones y no sabiendo que más hacer para asegurarse de su veracidad, decide consultar a los teólogos. Ella creyó que debía obligarla a romper el profundo silencio que hasta entonces había observado con el fin de hablar del asunto con personas de doctrina.
Compareció pues Margarita ante estos personajes y haciéndose gran violencia para sobrepasar su extremada timidez, les contó todo lo sucedido. Mas Dios permitió que algunos de los consultados no conocieran la verdad de las revelaciones. Condenaron el gran atractivo que tenía Margarita por la oración y la tildaron de visionaria, prohibiéndole seguir con sus inspiraciones. Hasta uno de ellos llegó a aconsejar: “procuren que esta hija se alimente bastante y todo irá mejor”. “Se me empezó a decir - cuenta Margarita- que el diablo era el autor de cuanto sucedía en mí y que me perdería si no ponían muy en guardia en contra de sus engaños e ilusiones”.
Para Margarita todo esto fue motivo de gran sufrimiento. No por razón del rechazo o porque pensaban mal de ella, sino por el conflicto interno que le causaba. Llegó a pensar que ella estaba en el error, pero por más que trataba de resistir las atracciones de Dios, no lo lograba. Se sentía profundamente abandonada, puesto que se le aseguraba que no la guiaba el Espíritu de Dios y sin embargo, no lo podía resistir.
Cada vez era mayor la oposición aún dentro del convento contra Margarita. Había significativos movimientos de cabeza, miradas reprobatorias y muecas. Algunas pensaban que era visionaria. Venía a ser como la personificación de todo un escuadrón de demonios, un peligro evidente y una gran amenaza para todas. Llegó hasta tal punto la situación, que las hermanas empezaban a rociarla con agua bendita cuando pasaba.
El Gran Triunfo
El Señor le había prometido a Margarita que su obra triunfaría a pesar de todos los obstáculos. Esta promesa empezó a cumplirse cuando, a los primeros días de febrero de 1675, le envió al jesuita Padre Claudio Colombière. En cuanto este santo sacerdote habló con Margarita, pudo ver su santidad y creyó en sus revelaciones, lo cual comunicó inmediatamente a la Madre Superiora. Ante el juicio del Padre Claudio, quien era reconocido por su sabiduría y santidad, la Madre pudo por fin descansar y le ordenó a Margarita que le contase todo al Padre Colombière.
Cuarta Revelación
Fue bajo esta nueva aceptación que se dio la cuarta y última revelación que se puede considerar como la más importante. El Señor quería establecer en la Iglesia una fiesta litúrgica en honor del Sagrado Corazón de Jesús.
Sucedió esta revelación en el curso de la octava del Corpus Christi del año 1675, o sea entre el 13 y el 20 de junio. Cuenta Margarita: "Estando ante el Santísimo Sacramento un día de su octava y queriendo tributarle amor por su tan gran amor, me dijo el Señor: “No puedes tributarme ninguno mayor que haciendo lo que tantas veces te he pedido ya”.
Entonces, el Señor le descubrió su Corazón y le dijo: “He aquí el Corazón que tanto ha amado a los hombres y que no ha ahorrado nada hasta el extremo de agotarse y consumirse para testimoniarles su amor. Y, en compensación, sólo recibe de la mayoría de ellos, ingratitudes por medio de sus irreverencias y sacrilegios, así como de las frialdades y menosprecios que tienen para conmigo en este Sacramento de Amor. Pero lo que más me duele es que se porten así los corazones que se me han consagrado. Por eso te pido que el primer viernes después de la octava del Corpus se celebre una fiesta especial para honrar a mi Corazón y que se comulgue dicho día para pedirle perdón y reparar los ultrajes por él recibidos durante el tiempo que ha permanecido expuesto en los altares. También te prometo que mi Corazón se dilatará para esparcir en abundancia las influencias de su divino amor sobre quienes le hagan ese honor y procuren que se le tribute”.
El Padre Colombière le ordenó a Margarita que cumpliese plenamente la voluntad del Señor. Y que también escribiese todo lo que le había revelado. Margarita obedeció a todo lo que se le pidió, pues su más grande deseo era que se llegase a cumplir los designios del Señor.
Unos dos o tres meses después de la primera aparición, se produjo la segunda revelación. Escribe Margarita: “El Divino Corazón se me presentó en un trono de llamas más brillante que el sol y transparente como el cristal, con la llaga adorable rodeado de una corona de espinas y significando las punzadas producidas por nuestros pecados y una cruz en la parte superior (...) el cual significaba que, desde los primeros instantes de su Encarnación, es decir desde que se formó el Sagrado Corazón, quedó plantado en la cruz, quedando lleno desde el primer momento, de todas las amarguras que debían producirle las humillaciones, la pobreza, el dolor y el menosprecio que su Sagrada Humanidad iba a sufrir durante todo el curso de su vida y en Su Santa Pasión.”
Y continúa Margarita: “Me hizo ver que el ardiente deseo que tenía de ser amado por los hombres y apartarlos del camino de la perdición, en el que los precipita Satanás en gran número, le había hecho formar el designio de manifestar su Corazón a los hombres, con todo los tesoros de amor, de misericordia, de gracias, de santificación y de salvación que contiene, a fin de que cuantos quieran rendirle y procurarle todo el amor, el honor y la gloria que puedan, queden enriquecidos abundante y profusamente con los divinos tesoros del Corazón de Dios, cuya fuente es, al que se ha de honrar bajo la figura de su Corazón de carne, cuya imagen quería ver expuesta y llevada por mi sobre el corazón, para grabar en el su amor y llenarlo de los dones de que está repleto y para destruir en él todos los movimientos desordenados.
Que esparciría sus gracias y bendiciones por dondequiera que estuviere expuesta su santa imagen para tributarle honores y que tal bendición sería como un último esfuerzo de su amor, deseoso de favorecer a los hombres en estos últimos siglos de la Redención amorosa a fin de apartarlos del imperio de Satanás, al que pretende arruinar, para ponernos en la dulce libertad del imperio de su amor, que quiere restablecer en el corazón de todos los que se decidan a abrazar esta devoción”.
En esta segunda gran revelación, Nuestro Señor empezó a descubrir sus intenciones y formular sus promesas. La imagen del Sagrado Corazón de Cristo es el símbolo de su ardiente amor hacia nosotros, el cual había entregado sin condiciones y el Señor quería que esta imagen se expusiese en las casas o llevase sobre el pecho en forma de Medalla, ofreciendo así promesas de gracias y bendiciones a quienes lo veneraran. Pero por el momento Margarita no podía decir algo de lo que había visto, pues no había llegado la hora. Estas revelaciones tendrían que pasar primero por muchos exámenes y sufrir mucha oposición y Jesús tenía mucho más que revelar al mundo por medio de ella.
Primer viernes de Junio de 1674, fiesta del Corpus Christi.
Escribe Margarita: “Se hallaba expuesto el Santísimo Sacramento, después de sentirme retirada en mi interior por un recogimiento extraordinario de todos mis sentidos y potencias, Jesucristo mi Amado se presentó delante de mí, todo resplandeciente de Gloria, con sus cinco llagas brillantes, como cinco soles y despidiendo de su sagrada humanidad rayos de luz de todas partes, pero sobre todo, de su adorable pecho, que parecía un horno encendido; y habiéndose abierto, me descubrió su amante y amable Corazón”.
Entonces Jesús le explicó las maravillas de su puro amor y hasta que exceso había llegado su amor para con los hombres de quienes no recibía sino ingratitudes. Esta aparición es más brillante que las demás. Amante apasionado, se queja del desamor de los suyos y así divino mendigo, nos tiende la mano el Señor para solicitar nuestro amor.
Jesús le dirige las siguientes peticiones:
- Comulgarás tantas veces cuanto la obediencia quiera permitírtelo.
- Jueves o viernes haré que participes de aquella mortal tristeza que te reducirá a una especie de agonía más difícil de sufrir que la muerte.
- Te levantaré de 11 a 12 de la noche para postrarte una hora conmigo, el rostro en el suelo.
“Eso - le dice Jesús a Margarita - fue lo que más me dolió de todo cuanto sufrí en mi Pasión, mientras que si me correspondiesen con algo de amor, tendría por poco todo lo que hice por ellos y de poder ser aún, habría querido hacer más. Más sólo frialdades y desaires tienen para todo mi afán en procurarles el bien. Al menos dame tú el gusto de suplir su ingratitud de todo cuanto te sea dado conforme a tus posibilidades”.
Ante estas palabras, Margarita sólo podía expresarle al Señor su impotencia; Él le replicó: “Toma, ahí tienes con qué suplir cuanto te falle”. Y del Corazón abierto de Jesús, salió una llamarada tan ardiente que pensó que la iba a consumir, pues quedó muy penetrada y no podía ella aguantarlo, por lo que le pidió que tuviese compasión de su debilidad. Él le respondió: “Yo seré fortaleza, nada temas, sólo has de estar atenta a mi voz y a lo que exija de ti con el fin de prepararte para la realización de mis designios”.
Entonces el Señor le describió a Margarita exactamente de qué forma se iba a realizar la práctica de la devoción a su Corazón, junto con su propósito, que era la reparación.
Finalmente Jesús mismo le avisa sobre las tentaciones que el demonio levantará para hacerla caer: “Primeramente me recibirás en el Santísimo Sacramento tanto como la obediencia tenga a bien permitírtelo; algunas mortificaciones y humillaciones por ello habrán de producirse y que recibirás como gajes de mi amor. Comulgarás además todos los primeros viernes de mes y en la noche del jueves al viernes, te haré partícipe de la mortal tristeza que quise sentir en el Huerto de los Olivos, cuya tristeza te reducirá, sin que logres comprenderlo, a una especie de agonía más difícil de soportar que la muerte.
Para acompañarme en la humilde plegaria que le elevé entonces a mi Padre, en medio de todas tus angustias, te levantarás entre las 11 y las 12 de la noche para postrarte conmigo durante una hora con la cara al suelo, tanto para apaciguar la cólera divina, pidiendo por los pecadores, como para endulzar de algún modo, la amargura que sentía por el abandono de mis apóstoles, lo cual me llevó a reprocharles que no habían podido velar una hora conmigo. Durante esa hora harás lo que te diga. Pero oye hija mía, no creas a la ligera en todo espíritu, ni te fíes, porque Satanás estará rabiando por engañarte. Por eso, no hagas nada sin permiso de los que te guían, a fin de que, contando con la autoridad de la obediencia, él no pueda engañarte, ya que no tiene poder alguno sobre los obedientes”.
Duras pruebas le esperan a Margarita
Después de la aparición, Margarita sintiéndose que ella estaba fuera de sí y no sabiendo donde estaba, le faltaron las fuerzas y cayó desmayada. Sus hermanas viéndola en tal condición, la levantaron y la llevaron donde la Madre Superiora. Ella viendo que Margarita no podía hablar, ni aún sostenerse, arrodillada ante sus pies, la mortificó y la humilló con todas sus fuerzas y cuando Margarita le respondió a su pregunta de lo sucedido, contándole todo cuanto había pasado, recargó sobre ella nuevas humillaciones y no le concedió nada de cuanto decía que el Señor le mandaba hacer, mas bien, lo acogió con desprecio.
El fuego que devoraba a Margarita por dentro a causa de las revelaciones, le ocasionó una fiebre continua. Ante esta misteriosa enfermedad, la Madre Superiora no podía sino sentir miedo y por tanto le dijo a Margarita: “Pida a Dios su curación, de esta forma sabré si todo viene del Espíritu del Señor”.
Margarita obedeciendo esta orden, le expuso todo cuanto le pedía el Señor a su Superiora, lo cual, no tardó en restablecerse por completo en su salud por las manos de la Virgen Santísima; y así consiguió Margarita el poder cumplir lo que Dios le pedía.
Pero viendo la Madre Superiora que continuaban las visiones y no sabiendo que más hacer para asegurarse de su veracidad, decide consultar a los teólogos. Ella creyó que debía obligarla a romper el profundo silencio que hasta entonces había observado con el fin de hablar del asunto con personas de doctrina.
Compareció pues Margarita ante estos personajes y haciéndose gran violencia para sobrepasar su extremada timidez, les contó todo lo sucedido. Mas Dios permitió que algunos de los consultados no conocieran la verdad de las revelaciones. Condenaron el gran atractivo que tenía Margarita por la oración y la tildaron de visionaria, prohibiéndole seguir con sus inspiraciones. Hasta uno de ellos llegó a aconsejar: “procuren que esta hija se alimente bastante y todo irá mejor”. “Se me empezó a decir - cuenta Margarita- que el diablo era el autor de cuanto sucedía en mí y que me perdería si no ponían muy en guardia en contra de sus engaños e ilusiones”.
Para Margarita todo esto fue motivo de gran sufrimiento. No por razón del rechazo o porque pensaban mal de ella, sino por el conflicto interno que le causaba. Llegó a pensar que ella estaba en el error, pero por más que trataba de resistir las atracciones de Dios, no lo lograba. Se sentía profundamente abandonada, puesto que se le aseguraba que no la guiaba el Espíritu de Dios y sin embargo, no lo podía resistir.
Cada vez era mayor la oposición aún dentro del convento contra Margarita. Había significativos movimientos de cabeza, miradas reprobatorias y muecas. Algunas pensaban que era visionaria. Venía a ser como la personificación de todo un escuadrón de demonios, un peligro evidente y una gran amenaza para todas. Llegó hasta tal punto la situación, que las hermanas empezaban a rociarla con agua bendita cuando pasaba.
El Gran Triunfo
El Señor le había prometido a Margarita que su obra triunfaría a pesar de todos los obstáculos. Esta promesa empezó a cumplirse cuando, a los primeros días de febrero de 1675, le envió al jesuita Padre Claudio Colombière. En cuanto este santo sacerdote habló con Margarita, pudo ver su santidad y creyó en sus revelaciones, lo cual comunicó inmediatamente a la Madre Superiora. Ante el juicio del Padre Claudio, quien era reconocido por su sabiduría y santidad, la Madre pudo por fin descansar y le ordenó a Margarita que le contase todo al Padre Colombière.
Cuarta Revelación
Fue bajo esta nueva aceptación que se dio la cuarta y última revelación que se puede considerar como la más importante. El Señor quería establecer en la Iglesia una fiesta litúrgica en honor del Sagrado Corazón de Jesús.
Sucedió esta revelación en el curso de la octava del Corpus Christi del año 1675, o sea entre el 13 y el 20 de junio. Cuenta Margarita: "Estando ante el Santísimo Sacramento un día de su octava y queriendo tributarle amor por su tan gran amor, me dijo el Señor: “No puedes tributarme ninguno mayor que haciendo lo que tantas veces te he pedido ya”.
Entonces, el Señor le descubrió su Corazón y le dijo: “He aquí el Corazón que tanto ha amado a los hombres y que no ha ahorrado nada hasta el extremo de agotarse y consumirse para testimoniarles su amor. Y, en compensación, sólo recibe de la mayoría de ellos, ingratitudes por medio de sus irreverencias y sacrilegios, así como de las frialdades y menosprecios que tienen para conmigo en este Sacramento de Amor. Pero lo que más me duele es que se porten así los corazones que se me han consagrado. Por eso te pido que el primer viernes después de la octava del Corpus se celebre una fiesta especial para honrar a mi Corazón y que se comulgue dicho día para pedirle perdón y reparar los ultrajes por él recibidos durante el tiempo que ha permanecido expuesto en los altares. También te prometo que mi Corazón se dilatará para esparcir en abundancia las influencias de su divino amor sobre quienes le hagan ese honor y procuren que se le tribute”.
El Padre Colombière le ordenó a Margarita que cumpliese plenamente la voluntad del Señor. Y que también escribiese todo lo que le había revelado. Margarita obedeció a todo lo que se le pidió, pues su más grande deseo era que se llegase a cumplir los designios del Señor.
Pasarían más de diez años antes que se llegase a instituir la devoción al Sagrado Corazón de Jesús en el monasterio de La Visitación. Serían diez años muy duros para Margarita. La Madre Superiora que por fin llegó a creer en ella, fue trasladada a otro monasterio; pero antes de irse, ordena a Margarita a que relatara ante toda la comunidad todo cuanto el Señor le había revelado. Ella accedió sólo en nombre de la santa obediencia y les comunicó a todas lo que el Señor le había revelado incluyendo los castigos que Él haría caer sobre la comunidad y sobre ellas. Y cuando todos enfurecidos empezaron a hablarle duramente, Margarita se mantuvo callada, aguantando en humildad todo cuanto le decían.
Al día siguiente, la mayoría de las monjas sintiéndose culpables de lo que habían hecho, acudían a la confesión. Margarita
entonces oyó que el Señor le decía que ese día por fin llegaba la paz de nuevo al monasterio y que por su gran sufrimiento, su Divina Justicia había sido aplacada.
En contra de su voluntad, Margarita fue asignada como maestra de novicias y asistente a la superiora. Esto llegó a ser parte del plan del Señor para que por fin se empezara a abrazar la devoción del Sagrado Corazón de Jesús. Sin embargo Margarita nunca llegó a ver durante su vida en la tierra el pleno reconocimiento de esta devoción.
En la tarde del 17 de octubre de 1690, habiendo Margarita indicado previamente como el día de su muerte, encomendó su alma a su Señor, quien ella había amado con todo su corazón. La Santa tenía 43 años de edad y 18 años de profesión religiosa. Pasaron solo tres años después de su muerte cuando el Papa Inocencio XIII empezó un movimiento que abriría las puertas a esta devoción. Proclamó una bula papal dando indulgencias a todos los monasterios Visitantinos, que resultó en la institución de la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús en la mayoría de los monasterios. En 1765 el Papa Clemente XIII introdujo la fiesta en Roma y en 1856 el Papa Pío IX extendió la fiesta a toda la Iglesia; finalmente en 1920, Margarita fue elevada a los altares por el Papa Benedicto XV.
► Deseo de amar a Dios y recibir la santa comunión
► Deseo de padecer. A consecuencia del deseo de amar, quería dar su vida, puesto que no tenía nada más que dar
► Deseo de morir, así podría unirse con su gran Amor. Pero se conformaba con vivir hasta el día del Juicio, si esto era la
voluntad de Dios. Esta separación le dolía más que mil muertes.
Santa Margarita era muy sensible, era tímida, juiciosa y discreta, de buen espíritu, temperamento constante, corazón caritativo hasta lo imposible. Tenía poca educación formal y sin embargo una profunda sabiduría sobre las verdades sobrenaturales. Tenía un gran juicio y valentía para ser fiel a la verdad. Sabía perdonar de corazón. Las más humillantes persecuciones que soportó quedaron para siempre sepultadas hasta llegar a ser extremadamente atenta para cuantos la hicieron sufrir. Inmolaba su ser continuamente por amor en adoración y anonadamiento.
SAN CLAUDIO DE LA COLOMBIÈRE
San Claudio de la Colombière, sacerdote jesuita, fue el primero en creer en las revelaciones místicas del Sagrado Corazón recibidas por Santa Margarita en el convento de Paray-le- Monial, Francia. Gracias a su apoyo, la Superiora de Margarita llegó también a creerla. La devoción al Sagrado Corazón comenzó a propagarse. San Claudio no sólo creyó sino que, en adelante dedicó su vida a propagar la devoción, siempre unido espiritualmente a Santa Margarita en cuyo discernimiento confiaba plenamente.
Sacerdote santo y sabio que supo discernir muy bien la auténtica intervención divina en el alma de Santa Margarita, a pesar que hasta entonces todos los teólogos y las religiosas la despreciaban y hasta algunos la tenían por posesa.
Se dice que cuando Claudio entró a la Compañía de Jesús, era mas bien robusto, de carácter muy alegre, de elevados ideales, prudente y agradable. La vida religiosa no hizo sino desarrollar sus dones naturales. Su inteligencia innata se acostumbró a los juicios agudos y certeros; también amaba las bellas artes y sostuvo una correspondencia con Oliverio PATRU, miembro de la Academia Francesa, quien alababa mucho sus escritos.
Dos meses después de haber hecho la profesión solemne, en febrero de 1675, Claudio fue nombrado superior del colegio de Paray-le-Monial. Por una parte, era un honor excepcional confiar a un joven profeso el gobierno de una casa; pero por otra parte, la pequeña comunidad de Paray, que sólo tenía 4 o 5 padres, era insignificante para las grandes dotes de Claudio.
En realidad se trataba de un designio de Dios para ponerle en contacto con un alma que necesitaba de su ayuda: Margarita María Alacoque. Dicha religiosa se hallaba en un período de perplejidad y sufrimientos, debido a las extraordinarias revelaciones de que la había hecho objeto el Sagrado Corazón, cada día más claras e íntimas. Siguiendo las indicaciones de su superiora, la madre de Saumaise, Margarita se había confiado a un sacerdote muy erudito, pero que carecía de conocimientos de mística. El sacerdote dictaminó que Margarita era víctima de los engaños del demonio, cosa que acabó de desconcertar a la santa.
Movido por las oraciones de Margarita, Dios le envió a su fiel siervo y perfecto amigo: Claudio de la Colombière. El Padre La Colombière fue en una ocasión a predicar a la comunidad de La Visitación. “Mientras él nos hablaba -escribió Margarita- oí en mi corazón estas palabras: “He aquí el que te he enviado”.
Desde la primera vez que Margarita fue a confesarse con él, éste la trató como si estuviera al tanto de lo que le sucedía. La santa sintió una repugnancia enorme a abrirle su corazón y no lo hizo, a pesar de que estaba convencida de que la voluntad de Dios era que se confiase al santo. En la siguiente confesión, el Padre le dijo estar muy contento de ser para ella una ocasión de vencerse y, “en seguida” dice Margarita y sin hacerme el menor daño, puso al descubierto cuanto de bueno y de malo había en mi corazón, me consoló mucho y me exhortó a no tener miedo a los caminos del Señor, con tal de que permaneciese obediente a mis superiores, reiterándome a entregarme totalmente a Dios, para que Él me tratase como quisiera. El Padre me enseñó a apreciar los dones de Dios y a recibir sus comunicaciones con fe y humildad”. Este fue el gran servicio del Padre La Colombière a Margarita María. Por otra parte, el santo trabajó incansablemente en la propagación de la devoción al Sagrado Corazón, pues veía en ella el mejor antídoto contra el jansenismo.
Testimonio ante la persecución
El santo no tuvo mucho tiempo en Paray porque su siguiente ocupación fue muy diferente. Por recomendación del P. La Chaize, que era el confesor de Luis XIV, sus superiores le enviaron a Londres como predicador de María Beatriz D’Este, duquesa de Cork.
El santo predicó en Inglaterra con el ejemplo y la palabra. El amor al Sagrado Corazón era su tema favorito. El proceso de beatificación habla de su apostolado en Inglaterra y de los numerosos protestantes que convirtió. La posición de los católicos en aquel país era extremadamente difícil debido a la gran hostilidad que había contra ellos. En la corte se formó un movimiento para excluir al Duque de Cork, que se había convertido al catolicismo, de la sucesión a la Corona sustituyéndole por el príncipe de Orange o algún otro candidato. El infante Titus Oates y sus secuaces inventaron la historia de un “complot de los papistas” en el que el Padre La Colombière se hallaría complicado con el resto de los católicos. El complot tenía por objeto según los calumniadores, el asesinato del Rey Carlos II y la destrucción de la Iglesia de Inglaterra. Claudio fue acusado de ejercer los ministerios sacerdotales y de haber convertido a muchos protestantes. Aunque fue hecho prisionero, la intervención de Luis XIV impidió que se sellase su vida con el martirio y el santo fue simplemente desterrado de ese país.
La prisión había acabado con su débil salud. A su retorno a Francia en 1679, el santo ya estaba mortalmente enfermo; aunque en algunas temporadas se rehacía un poco y podía ejercer los ministerios sacerdotales, una enfermedad de los riñones no le dejaba reposo. Sus superiores pensaron que los aires del campo podrían ayudarle a recobrar la salud y lo enviaron a Lyón y a Paray.
Durante una de sus visitas a ésta última ciudad, Margarita María le avisó que él moriría ahí. El P. Claudio llega a Paray en abril de 1681, enviado por los médicos en busca de la salud que le negaban otros climas; así hubo comunicación entre él y la Hermana Margarita. Hablando de los ardores de sus almas y proyectos apostólicos a favor del Sagrado Corazón. Aquí se agravó la enfermedad del P. Claudio y estaba listo para ir a otros climas, pero Santa Margarita avisa que si le era posible sin faltar a la obediencia, se quedara en Paray; y le envía este mensaje: “Él me ha dicho que quiere aquí el sacrificio de vuestra vida”. Con tan categórica afirmación, deshizo todos los preparativos del viaje.
En efecto, después de haber dado maravilloso ejemplo de humilde y paciencia, Claudio de la Colombière entregó su alma a Dios al atardecer del 15 de febrerode 1682. Al día siguiente Santa Margarita María recibió el aviso del cielo de que Claudio se hallaba ya en la gloria y no necesitaba de oraciones. Así escribió a una persona devota del querido difunto: “Cesad en vuestra aflicción. Invocadle. Nada temáis. Ahora tiene más poder que nunca para socorrernos”.
El Padre Claudio fue beatificado en 1929 y Su Santidad Juan Pablo II lo declaró Santo en 1992. La Iglesia Universal celebra su fiesta el día 15 de febrero.
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