Estamos en
Roma, una ciudad llena de historia y de obras de arte conocidas en el
mundo entero. Pero muy pocos conocen este pequeño museo dedicado a las
almas del Purgatorio que se halla en la iglesia del Sagrado Corazón del
Sufragio. Está a orillas del Tíber, es la única iglesia de estilo
neogótico que hay en Roma. Se trata de una de las colecciones más
originales de la ciudad eterna. El padre Jouet, primer párroco de esta
iglesia, se dedicó a difundir la devoción a las almas del Purgatorio.
Por eso decidió recorrer Europa en busca de testimonios sobre las
visitas que las almas del Purgatorio hacen a los vivos para pedirles
oraciones.
El
museo del Purgatorio, como acertadamente se le llama, es la colección
de documentos sobre apariciones en toda Europa de las almas del
Purgatorio que pedían oraciones. Así se puede ver la marca de fuego que
dejó la difunta Palmira Rastelli, en 1871, sobre un libro. Con esta
aparición pedía que se ofrecieran varias Misas por su alma. O también
otro objeto: se trata de la huella de la mano de la difunta Luisa
LeSenèchal en el gorro de noche de su marido. Le visitó en 1875 para
pedirle que rezara por ella.
Otro
suceso fue la noche del 21 de diciembre de 1838. José Stitz estaba
leyendo un libro de oraciones cuando, de improviso, se estampó en una de
las páginas la huella de una mano. El corazón de Stitz dio un brinco de
temor, tanto más porque le pareció sentir una presencia insólita, una
ráfaga de viento frío. Después, creyó escuchar una voz: reconoció la de
su hermano, muerto hacía poco, que le suplicaba que hiciera rezar unas
misas por su alma, para abreviar su estancia en el purgatorio. Stitz se
sobresaltó; creyó que se había quedado dormido un momento, pero no era
así: lo probaba la palma ennegrecida claramente visible en una página
del libro.
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También
le hermana Margarita del Sagrado Corazón recibió, en la noche del 5 de
junio de 1864, una visita de ultratumba. La religiosa estaba acostada;
de pronto, su celda se llenó de sombras indistintas y una de éstas se
fue concretando, lentamente, hasta hacerse reconocible: era la hermana
María, muerta poco tiempo antes. La aparición, vestida con el hábito de
las clarisas –orden a la que había pertenecido la difunta–, parecía
desesperada. Cuando vivía –explicó a la atónita Margarita– había
cometido un grave pecado: había deseado ardientemente la muerte, con el
objeto de sustraerse a los dolores que le causaba la enfermedad que
sufría, y a consecuencia de la cual murió. Por esto, le habían
correspondido veinte años de purgatorio. Pidió luego oraciones que
apresuraran su paso al paraíso. La hermana Margarita, aunque lógicamente
se sentía aterrorizada, creía ser víctima de una alucinación. Y, para
convencerla, la aparición quiso dejar un signo tangible de su presencia y
tocó con un dedo de fuego la funda de su almohada.
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Junto
a este documento, se encuentra en la iglesia del Sagrado Corazón del
Sufragio otro testimonio ultraterreno. Fue dejado, el 1 de noviembre de
1731, por el padre Panzini, abad de la ciudad italiana de Mantua. Su
venida a este mundo para pedir la intercesión de los vivos se estampó
sobre la túnica de la venerable madre Isabella Fornari, abadesa de las
clarisas de Todi, con dos huellas, la segunda de las cuales quemó el
hábito y la camisa de la religiosa. El padre Panzini dejó además otros
«signos» en hojas de papel y en una mesilla de madera en la que hasta
quedó impresa una cruz.
La
lista podría continuar largamente, pero bastará con recordar aquí otra
historia vinculada a una huella de fuego. Se remonta a 1814. Una noche
de ese año Margarita Demmerlé, de Metz (Francia), recibió la visita de
la madre de su marido: «Soy tu suegra, muerta de parto hace treinta años
–dijo el fantasma–. Haz una peregrinación al santuario de Nuestra
Señora de Marienthal por mí.» La nuera obedeció, y cuando hubo realizado
la peregrinación, la difunta reapareció. Después de agradecerle su
bondad le dijo que, finalmente, estaba a punto de ascender al paraíso y
le dejó un «recuerdo»: una huella de fuego en el vestido que llevaba.
Este
es el objetivo del museo: Reavivar la antiquísima tradición cristiana
de rezar por las almas de los difuntos que tienen que purificarse antes
de entrar en el Cielo. El museo muestra objetos personales que no
interfieren para nada en la fe. Creemos en el Purgatorio porque es un
DOGMA DE FE. Estos documentos ni la aumentan ni la disminuyen. Pero nos
recuerdan la realidad del Purgatorio y de las almas que habitan en él.
Esto es lo importante. Un pequeño museo en memoria de aquellos que
todavía no pueden ver al Señor y que te piden -y nos piden a todos- una
ayuda que mucho agradecerán.
¡Recordemos a nuestros queridos difuntos!
La
Indulgencia consiste en esto: cuando alguien comete un pecado y se
arrepiente, Dios le perdona, pero le queda algo pendiente. Esa
obligación o deuda que nos queda pendiente puede eliminarse total o
parcialmente mediante la práctica de Indulgencias.
Existe con motivo de la Fiesta de los Difuntos, la posibilidad de ganar una INDULGENCIA PLENARIA aplicable a las Benditas Almas del Purgatorio. Sólo se puede ganar una indulgencia plenaria por día.
LAS OBRAS SON:
1.- El día 2 de Noviembre: Visitar una Iglesia u Oratorio público, y rezar allí, un Pater Noster.
2.- Desde el día 1º al 8 de noviembre: Se puede ganar cada día una indulgencia plenaria, visitando un Cementerio y rezando allí por los difuntos.
CONDICIONES GENERALES PARA GANAR TODA INDULGENCIA PLENARIA:
1.- Estar bautizado y no estar excomulgado.
2.- Tener una intención al menos general de ganar la indulgencia.
3.-Confesión: La misma puede ser hecha dentro de los ocho días anteriores o posteriores al día en cuestión.
4.-Recibir la Santa Comunión en el día.
5.-Rezar por las intenciones del Papa, un Páter Noster, un Ave María y un Gloria (u otra oración). Esas intenciones son las siguientes:
Exaltación de la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana.
Extirpación de las herejías.
Propagación de la Fe.
Conversión de los pecadores.
Paz y concordia entre los príncipes cristianos.
Los demás bienes del pueblo cristiano.
7.- No tener afecto actual a ningún pecado, ni venial.
8.- Cumplir con la obra particular prescrita.
NOTA: Si las condiciones no son cumplidas en su totalidad, igualmente existe la posibilidad de ganar la Indulgencia en forma parcial
¡Lo que necesitan las almas del purgatorio son indulgencias y misas, muchas misas! Mándalas decir por tus parientes en particular y por los difuntos en general, Dios sabrá a quien aplicarlas.
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