domingo, 14 de octubre de 2012

EL MUSEO DEL PURGATORIO ¡IMPRESIONANTE!

Estamos en Roma, una ciudad llena de historia y de obras de arte conocidas en el mundo entero. Pero muy pocos conocen este pequeño museo dedicado a las almas del Purgatorio que se halla en la iglesia del Sagrado Corazón del Sufragio. Está a orillas del Tíber, es la única iglesia de estilo neogótico que hay en Roma. Se trata de una de las colecciones más originales de la ciudad eterna. El padre Jouet, primer párroco de esta iglesia, se dedicó a difundir la devoción a las almas del Purgatorio. Por eso decidió recorrer Europa en busca de testimonios sobre las visitas que las almas del Purgatorio hacen a los vivos para pedirles oraciones.

El museo del Purgatorio, como acertadamente se le llama, es la colección de documentos sobre apariciones en toda Europa de las almas del Purgatorio que pedían oraciones. Así se puede ver la marca de fuego que dejó la difunta Palmira Rastelli, en 1871, sobre un libro. Con esta aparición pedía que se ofrecieran varias Misas por su alma. O también otro objeto: se trata de la huella de la mano de la difunta Luisa LeSenèchal en el gorro de noche de su marido. Le visitó en 1875 para pedirle que rezara por ella.

Otro suceso fue la noche del 21 de diciembre de 1838. José Stitz estaba leyendo un libro de oraciones cuando, de improviso, se estampó en una de las páginas la huella de una mano. El corazón de Stitz dio un brinco de temor, tanto más porque le pareció sentir una presencia insólita, una ráfaga de viento frío. Después, creyó escuchar una voz: reconoció la de su hermano, muerto hacía poco, que le suplicaba que hiciera rezar unas misas por su alma, para abreviar su estancia en el purgatorio. Stitz se sobresaltó; creyó que se había quedado dormido un momento, pero no era así: lo probaba la palma ennegrecida claramente visible en una página del libro.
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También le hermana Margarita del Sagrado Corazón recibió, en la noche del 5 de junio de 1864, una visita de ultratumba. La religiosa estaba acostada; de pronto, su celda se llenó de sombras indistintas y una de éstas se fue concretando, lentamente, hasta hacerse reconocible: era la hermana María, muerta poco tiempo antes. La aparición, vestida con el hábito de las clarisas –orden a la que había pertenecido la difunta–, parecía desesperada. Cuando vivía –explicó a la atónita Margarita– había cometido un grave pecado: había deseado ardientemente la muerte, con el objeto de sustraerse a los dolores que le causaba la enfermedad que sufría, y a consecuencia de la cual murió. Por esto, le habían correspondido veinte años de purgatorio. Pidió luego oraciones que apresuraran su paso al paraíso. La hermana Margarita, aunque lógicamente se sentía aterrorizada, creía ser víctima de una alucinación. Y, para convencerla, la aparición quiso dejar un signo tangible de su presencia y tocó con un dedo de fuego la funda de su almohada.
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Junto a este documento, se encuentra en la iglesia del Sagrado Corazón del Sufragio otro testimonio ultraterreno. Fue dejado, el 1 de noviembre de 1731, por el padre Panzini, abad de la ciudad italiana de Mantua. Su venida a este mundo para pedir la intercesión de los vivos se estampó sobre la túnica de la venerable madre Isabella Fornari, abadesa de las clarisas de Todi, con dos huellas, la segunda de las cuales quemó el hábito y la camisa de la religiosa. El padre Panzini dejó además otros «signos» en hojas de papel y en una mesilla de madera en la que hasta quedó impresa una cruz.
La lista podría continuar largamente, pero bastará con recordar aquí otra historia vinculada a una huella de fuego. Se remonta a 1814. Una noche de ese año Margarita Demmerlé, de Metz (Francia), recibió la visita de la madre de su marido: «Soy tu suegra, muerta de parto hace treinta años –dijo el fantasma–. Haz una peregrinación al santuario de Nuestra Señora de Marienthal por mí.» La nuera obedeció, y cuando hubo realizado la peregrinación, la difunta reapareció. Después de agradecerle su bondad le dijo que, finalmente, estaba a punto de ascender al paraíso y le dejó un «recuerdo»: una huella de fuego en el vestido que llevaba.
Este es el objetivo del museo: Reavivar la antiquísima tradición cristiana de rezar por las almas de los difuntos que tienen que purificarse antes de entrar en el Cielo. El museo muestra objetos personales que no interfieren para nada en la fe. Creemos en el Purgatorio porque es un DOGMA DE FE. Estos documentos ni la aumentan ni la disminuyen. Pero nos recuerdan la realidad del Purgatorio y de las almas que habitan en él. Esto es lo importante. Un pequeño museo en memoria de aquellos que todavía no pueden ver al Señor y que te piden -y nos piden a todos- una ayuda que mucho agradecerán.
 

¡Recordemos a nuestros queridos difuntos!


La Indulgencia consiste en esto: cuando alguien comete un pecado y se arrepiente, Dios le perdona, pero le queda algo pendiente. Esa obligación o deuda que nos queda pendiente puede eliminarse total o parcialmente mediante la práctica de Indulgencias.

Existe con motivo de la Fiesta de los Difuntos, la posibilidad de ganar una INDULGENCIA PLENARIA aplicable a las Benditas Almas del Purgatorio. Sólo se puede ganar una indulgencia plenaria por día.

LAS OBRAS SON:
1.- El día 2 de Noviembre: Visitar una Iglesia u Oratorio público, y rezar allí, un Pater Noster.
2.- Desde el día 1º al 8 de noviembre: Se puede ganar cada día una indulgencia plenaria, visitando un Cementerio y rezando allí por los difuntos.

CONDICIONES GENERALES PARA GANAR TODA INDULGENCIA PLENARIA:
1.- Estar bautizado y no estar excomulgado.
2.- Tener una intención al menos general de ganar la indulgencia.
3.-Confesión: La misma puede ser hecha dentro de los ocho días anteriores o posteriores al día en cuestión.
4.-Recibir la Santa Comunión en el día.
5.-Rezar por las intenciones del Papa, un Páter Noster, un Ave María y un Gloria (u otra oración). Esas intenciones son las siguientes:
Exaltación de la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana.
Extirpación de las herejías.
Propagación de la Fe.
Conversión de los pecadores.
Paz y concordia entre los príncipes cristianos.
Los demás bienes del pueblo cristiano.
7.- No tener afecto actual a ningún pecado, ni venial.
8.- Cumplir con la obra particular prescrita.

NOTA: Si las condiciones no son cumplidas en su totalidad, igualmente existe la posibilidad de ganar la Indulgencia en forma parcial

¡Lo que necesitan las almas del purgatorio son indulgencias y misas, muchas misas! Mándalas decir por tus parientes en particular y por los difuntos en general, Dios sabrá a quien aplicarlas.

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