domingo, 14 de octubre de 2012

LA ORACIÓN POR LOS DIFUNTOS, LA BIBLIA Y LA HEREJÍA DE LUTERO por el Padre Manuel Robledo

  • Lo que señala N.S. Jesucristo
  • La tergiversación que hizo Lutero
  • Análisis católico
  • Textos bíblicos               
  • Autor: R.P. Manuel Robledo Gutiérrez, E.D.
     
     

    EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS, Cap. XII, Vers. 38-40.

    Y decíales en sus instrucciones: Guardaos de los escribas, que hacen gala de pasearse con vestidos rozagantes, y de ser saludados en la plaza, y de ocupar las primeras sillas en las sinagogas y los primeros asientos en los convites; que devoran las casas de las viudas con el pretexto de largas oraciones: éstos serán castigados con más rigor.

    Pues todos los años celebramos la Conmemoración de los Fieles Difuntos y continuamente elevamos sufragios por el eterno descanso de sus almas, conviene fijarnos en una advertencia de Nuestro Señor acerca de esta práctica piadosa.

    Reprocha el Señor a los Escribas y Fariseos que "devoran las casas de las viudas haciendo ostentación de largos rezos". San Lucas escribe: "simulando largas oraciones" (XX-4-7). Lo mismo se halla en San Mateo: "¡Ay de vosotros, Escribas y Fariseos hipócritas, que os coméis las casas de las viudas haciendo largas oraciones" (XXIII-14). Aunque debemos advertir que este versículo en San Mateo, es tenido por la crítica textual como una interpolación posterior de los copistas, proveniente de San Marcos.

    En los tres Sinópticos se consigna la amenaza: "Estos recibirán un juicio más largo" (Mth. XXIII-14).
     
     
     
     
    Pintura de Lutero, realizada en 1521 por su amigo
    Lucas Cranach, el Viejo. Lutero negó el dogma del

      Purgatorio y la necesidad de rezar por los difuntos
     
     
    Es urgente examinar el sentido de estos textos, pues el protestantismo, nacido de la envidia de Martín Lutero so pretexto de la predicación de las indulgencias, pronto degeneró en la negación de los sufragios y rompió con el dogma del Purgatorio. Los actuales seguidores de esa religión sostienen las mismas herejías apoyándose en este y en otros Textos para torcer su interpretación en apoyo a sus gratuitas negaciones.

    Puntualicemos. En estos Textos se trata:

    a) de una invectiva de Jesús contra los Escribas y Fariseos (Mth. XXIII-1-36; Mc. XII-38-40; Luc. XX-45-47).

    b) motivada por su impostura, maldad e hipocresía, que se ha opuesto sistemáticamente al establecimiento del Reino de Dios. (Mth. XXIII-13).

    c) de señalar con índice de fuego sus vicios y pecados con ejemplos prácticos que eran hechos comprobados. (Ib. passim).

    d) de desautorizarlos y librar al pueblo: no de su autoridad (Cf. Mth. XXIII-3/a), sino de su mal ejemplo (Ib. 3/b).

    Señalado el contexto, claro es que lo que nos corresponde explicar está indicado en los incisos a) y d).

    Vicios repugnantes y característicos de estos impostores eran la soberbia, la hipocresía y la avaricia. Estos dos últimos entraban en juego para "devorar las casas de las viudas fingiendo largas oraciones".

    Luego lo que se reprende no es la oración, sino la rapiña encubierta por una repugnante simulación de piedad.

      
    Ahora bien, ¿para qué acudían los piadosos israelitas a estos Ministros de la Sinagoga y del Templo? Para suplicarles oraciones de intercesión. Y era común entre las gentes del pueblo el pensar que la oración sería infaliblemente oída por Yahvéh si procedía del corazón y la boca de un santo intercesor. Por eso fingían ellos santidad: para ser buscados como santos intercesores.

    Pero es lógico que todo encargo piadoso obtuviera una remuneración o un obsequio temporal. Así lo estableció la Ley y así lo sancionaban las costumbres: Saúl no se atrevió a consultar a Samuel sin preparar un presente para la subsistencia del "Vidente" que no sólo empeñaría su intercesión espiritual sino también su tiempo y persona en atender a su negocio. (Cf. I Sam. IX-7-8).

    Luego obtenían más regalos o estipendios más jugosos quienes fueran más buscados y recomendados para estos ministerios, prolongándose estos ingresos si se prolongaban las oraciones y recomendaciones.

    A esto alude el Divino Maestro: a la hipocresía, a la simulación y avaricia.

    Pero el ejemplo que propone Nuestro Señor va más a fondo: hace notar que la avaricia de estos hombres no perdonaba a lo(a)s más indigentes, como eran las viudas.

    ¿Y para qué acudían las viudas en recomendación de oraciones? ¿Sólo para obtener de Dios beneficios temporales? No por cierto, pues por algo se hace notar la viudez y el prolongado ministerio de esos farsantes. Acudían para recomendar sus difuntos maridos, el alma de sus esposos muertos; acudían en demanda de sufragios.

    Concluimos que Jesús no reprueba los sufragios sino la hipocresía y avaricia de esos rezanderos.

    Y les llamamos "rezanderos" e "impostores", porque no era a ellos a quienes por oficio y consagración tocara elevar sufragios, sino a los Sacerdotes. Estos últimos, ocupados continuamente en los Sacrificios del Templo, habían encomendado la instrucción del pueblo y el cuidado de algunas Sinagogas a estos agremiados, que poco a poco se fueron auto-atribuyendo autoridad y funciones sacerdotales, llegando a dominar el gobierno espiritual de Israel, al envolver en sus ideas y cofradías a muchos miembros del Sacerdocio Levítico.

    Siempre fue una preocupación general del pueblo judío la suerte que tocaría a los muertos en la otra vida. Si lo fue entre los pueblos paganos de todos los siglos, con mucho mayor arraigo y sólido fundamento lo fue en el pueblo privilegiado con la Revelación divina.

    Basta, para comprobarlo, abrir al azar la Biblia.

    TEXTOS BÍBLICOS

    Saúl consultó a Samuel después de muerto y por una excepción de los arcanos divinos constató su supervivencia, aunque para confirmación de su rechazo. (Cf. I Sam. XXVIII).

    David, lloroso y penitente, al saber la muerte del hijo habido en adulterio, expresa su esperanza de encontrarle cuando él también pase del tiempo a la eternidad. (II Sam. XI-23).

    Ezequiel contempla la visión de los huesos restablecidos a la vida por el Espíritu. (Ez. XXXVIII).

    El Eclesiastés apunta la dualidad alma-cuerpo, dando a éste una destrucción temporal y a aquélla una supervivencia retornando a Dios. (XII-7).

    El Libro de la Sabiduría representa el juicio post mortem del justo y la suerte infeliz de los impíos, y proclama la inmortalidad del alma. (Sap. V-II-2).

    Job contempla, en espíritu profético, su propia resurrección en virtud de la Redención que había de efectuarse en Cristo. (Job. XIX-26-27).

    Y, en cuanto a los sufragios, Judas Macabeo manda ofrecerlos por los soldados muertos en combate. (Cf. II-Mac. XII-43 sgs.).

    Esto es algo de lo que se escribió, pero indica mucho de lo no escrito: de lo que vivía íntimamente el pueblo como parte principal de su fe en un solo Dios espiritual, eterno, creador y remunerador; "Dios de vivos y no de muertos" (Cf. Mth. XXII-32), cuyas relaciones con la humanidad comenzaron al inspirar con su aliento en Adán, el alma viviente. (Gén. 11-7).

    Cuando Jesús proponía a las turbas la parábola del rico avariento que daría cuenta de su alma la misma noche en que hacia proyectos para acumular sus cosechas (Luc. XII-16-21): cuando hablaba de las suertes dispares del rico Epulón y el mendigo Lázaro (Luc. XVI-19-31); cuando prometía a los Apóstoles una permanencia ininterrumpida y una potestad judiciaria en el día del juicio (Mth. XIX-28), sembraba sus enseñanzas en almas ya convencidas, desde su aparición en el mundo, de que habían de permanecer vivas después de la muerte.
     
     
     
  •  Igualmente, los Apóstoles, y en particular San Pablo, que habla de la muerte inexorable y su juicio inmediato (Hebr. IX-27), y alude, como prueba de la resurrección de los muertos, al hecho de que muchos de los primeros cristianos "se bautizaban" (esto es, hicieran ciertas purificaciones o penitencias especiales) con la intención de favorecer a sus difuntos parientes y amigos; lo cual equivale a decir que ofrecían sufragios en favor de esas almas detenidas por la justicia divina. (Cf. I Cor. XV-29).

    En consecuencia, cuando la Iglesia ora y nos enseña a orar por los muertos, no hace más que recoger y sublimar el sentimiento universal de la humanidad, y confirmar con su doctrina y su práctica las enseñanzas de Cristo y los Apóstoles De ninguna manera incurre en el anatema fulminado contra los hipócritas: antes, pidiendo humildemente en Nombre de Jesucristo, fía que sus ruegos serán escuchados por el Padre a causa del amor y respeto que le tiene: "Exauditus est pro sua reverentia"* Hebr. V-7).
     
     FUNDAMENTOS BÍBLICOS DEL PURGATORIO 
     (Fuente: Corazones.org)
     
     
    La doctrina de la Iglesia sobre el Purgatorio encuentra fundamento en la Biblia, cuando esta se sabe interpretar correctamente:

    El texto del 2 Macabeos 12, 43-46 da por supuesto que existe una purificación después de la muerte.

    (Judas Macabeo) efectuó entre sus soldados una colecta... a fin de que allí se ofreciera un sacrificio por el pecado... Pues... creían firmemente en una valiosa recompensa para los que mueren en gracia de Dios... Ofreció este sacrificio por los muertos; para que fuesen perdonados de su pecado.

    Los protestantes no reconocen que este libro es parte de la Biblia porque Lutero lo quitó de su Biblia precisamente porque él sabía que se refería al purgatorio. (Ver Desarrollo del canon)

    Sin embargo el Nuevo Testamento hace referencia a 2 Macabeos. Por ejemplo, Hebreos 11,35

    "Unos fueron torturados, rehusando la liberación por conseguir una resurrección mejor"

    Los únicos que en el Antiguo Testamento a quienes se aplica este pasaje es a los mártires macabeos, que fueron torturados por conseguir la resurrección (2 Mac. 7:11, 14, 23, 29, 36).

    Asimismo las palabras de nuestro Señor:

    El que insulte al Hijo del Hombre podrá ser perdonado; en cambio, el que insulte al Espíritu Santo no será perdonado, ni en este mundo, ni en el otro. Mt 12,32.

    Cuando vayas con tu adversario al magistrado, procura en el camino arreglarte con él, no sea que te arrastre ante el juez, y el juez te entregue al alguacil y el alguacil te meta en la cárcel. Te digo que no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último céntimo. Lucas 12,58-59

    En estos pasajes Jesús hace referencia a un castigo temporal que no puede ser el infierno ni tampoco el cielo.

    Se llega a semejante conclusión en la carta de San Pablo, 1 Corintios 3, 12-13:

    Pues la base nadie la puede cambiar; ya está puesta y es Cristo Jesús. Pero, con estos cimientos, si uno construye con oro, otro con plata o piedras preciosas, o con madera, caña o paja, la obra de cada uno vendrá a descubrirse. El día del Juicio la dará a conocer porque en el fuego todo se descubrirá. El fuego probará la obra de cada cual: si su obra resiste el fuego, será premiado; pero, si es obra que se convierte en cenizas, él mismo tendrá que pagar. El se salvará, pero como quien pasa por el fuego".

    De manera que hay un fuego después de la muerte que, diferente al del infierno, es temporal. El alma que por allí pasa se salvará. A ese estado de purgación le llamamos el "purgatorio".

    1 Cor 15,29: "De otro modo, ¿qué harán los que se bautizan por los muertos, si en ninguna manera los muertos resucitan? ¿Por qué pues se bautizan por los muertos?"

    La palabra "bautismo" es utilizada aquí como una metáfora para expresar sufrimiento o penitencia (Mc 10,38-39; Lc 3,16; 12,50). Pablo escribe sobre una práctica entre los cristianos de "bautizarse" por los difuntos. El no la condena, si no que la exalta como válida porque demuestra fe en la resurreción.
     
     Compare 1 Cor 15,29 con 2 Macabeos 12,44 y verá la similitud.
     
     
     
     

No hay comentarios.:

Publicar un comentario