"Ese hombre del cuadro fue el que me lo dijo"
San
Alfonso María Liguori decía que, aunque las santas Almas no pueden ya
lograr méritos para sí mismas, pueden obtener para nosotros grandes
gracias.
No
son, formalmente hablando, intercesores, como lo son los Santos, pero a
través de la dulce Providencia de Dios, pueden obtener para nosotros
asombrosos favores y librarnos de los demonios, enfermedades y peligros
de toda clase.
Está más allá de toda duda, como ya hemos dicho, que nos devuelven miles de veces cada cosa que hagamos por ellos.
Los
siguientes hechos, unos pocos de todos los que podríamos mencionar, son
suficientes para mostrar cuan poderosas y generosas amigas son estas
Almas.
COMO UNA NIÑA ENCONTRÓ A SU MADRE
Una
pobre niña sirvienta en Francia llamada Jeanne Marie escuchó una vez un
sermón sobre las Santas Almas, el cual dejó una impresión indeleble en
su mente. Fue profundamente movida por el pensamiento del intenso e
incesante sufrimiento que soportaban las pobres Almas, y se horrorizaba
al ver cuan cruelmente eran olvidadas y dejadas de lado por sus amigos
de la Tierra.
Otra
cosa que la impresionó profundamente es oír que hay muchas almas que
están tan cerca de su liberación, que una sola Misa sería suficiente
para ellas; pero que son retenidas largo tiempo, hasta años, sólo porque
este último y necesario sufragio fue olvidado o negado!
Con una fe simple, Jeanne Marie resolvió
que, costara lo que costara, ella tendría una Misa por las Pobres Almas
cada mes, especialmente por las más cercanas al Cielo. Ella ahorraba un
poquito, y a veces con dificultad, pero nunca falló en su promesa.
En una ocasión fue a
París con su patrona, y la niña cayó enferma. por lo cual se vio
obligada a ir al Hospital. Desafortunadamente, la enfermedad resultó ser
de largo tratamiento, y su patrona tuvo que regresar a casa, deseando
que su mucama pronto se reuniera con ella. Cuando al final la pobre
sirvienta pudo dejar el hospital, y allí había dejado todos sus ahorros,
de manera que sólo le quedaba en la mano un franco.
Qué
hizo? A dónde ir? De repente, un pensamiento cruzó su mente y se acordó
que no había ofrecido ese mes una Misa en favor de las Pobres Almas.
Pero tenía sólo un franco! Apenas le alcanzaría para comer. Como tenía
confianza que las Almas del Purgatorio le ayudarían, fue hasta una
Iglesia y pidió hablar con un sacerdote, para que ofrezca una Misa, en
favor de las Almas del Purgatorio.
El
aceptó, aunque jamás imaginó que la modesta suma que la niña ofreció
era el único dinero que la pobre niña poseía. Al terminar el Santo
Sacrificio, nuestra heroína dejó la Iglesia. Una cierta tristeza nubló
su rostro, y se sintió totalmente perpleja.
Un
joven caballero, tocado por su evidente decepción, le preguntó si tenía
algún problema y si podía ayudarla. Ella le contó su historia
brevemente, y finalizó diciendo cuanto deseaba trabajar.
De alguna manera se sintió consolada por la forma en que el joven la escuchaba, y recobró la confianza.
"Será
un placer ayudarte" dijo." Conozco una dama que en este momento está
buscando una sirvienta. Ven conmigo". Y dicho esto le guió hasta una
casa no muy lejos de allí y le pidió que ella tocara el timbre,
asegurándole que encontraría trabajo.
En
respuesta al toque de timbre, la dama de la casa abrió ella misma la
puerta y preguntó a Jeanne Marie que quería. "madam" dijo ella, "Me
dijeron que usted está buscando una mucama. No tengo trabajo y me
agradaría tener el puesto".
La
dama estaba perpleja y replicó: "Quién pudo haberte dicho que
necesitaba una mucama? Hace sólo un par de minutos que acabo de despedir
a la que tenía, acaso te has encontrado con ella?:"
"No, Madam. La persona que me informó que usted necesitaba una mucama fue un joven caballero".
"Imposible!, exclamó la señora, "Ningún joven, de hecho nadie, pudo haberse enterado que necesitaba una mucama".
"Pero madam", dijo la niña, apuntando un cuadro en la pared "ése es el hombre que me lo dijo".
"No, mi niña, ese es mi único hijo, que ha muerto hace ya más de un año!
"Muerto
o no" aseguró la niña,"el fue el que me trajo hasta aquí, y aún me guió
hasta la puerta. Vea la cicatriz en la frente. Lo reconocería donde
fuera". Luego, le contó toda la historia, con su último franco, y de
cómo ella obtenía Misas por las Santas Almas, especialmente por las más
cercanas al Cielo.
Convencida
al final de la veracidad de la historia de Jeanne Marie, la dama la
recibió con los brazos abiertos. "Ven, pero no como mi siriventa, sino
como mi querida hija. Tu has enviado a mi queridísimo hijo al Cielo. No
tengo duda que él fue el que te trajo a mí".
Del Libro (haz click): Léeme o Laméntalo
No hay comentarios.:
Publicar un comentario