Título: Halloween o el regreso al paganismo
Autor: Dr. Marian T. Horvat
Original en inglés: Halloween: A Return to Paganism
Traducción: Alejandro Villarreal -octubre de 2012- Algunas imágenes y notas añadidas
Cada año por esta época los hechiceros
lanzan un reto en contra de los santos, no se necesita ser muy astuto
para darse cuenta de qué lado está la mayoría en este tema.
Se celebra el Halloween con
figuras de esqueletos, brujas, fantasmas, arañas y cuervos, junto con
calabazas, decorando ventanas y jardines, con casi la misma regularidad
de las luces y adornos navideños. Adultos y niños escogen y preparan
disfraces para sus rondas callejeras de «caramelo o travesura» o para
las fiestas alusivas al tema. Los jovenes visitan «casas encantadas»,
las cadenas televisivas presentan programas de monstruos donde predomina
el horror en todas sus formas, entrevistan a brujas y hechiceros reales
quienes explican el significado y la importancia de esta especial
celebración dentro de sus creencias.
Cada año por esta época algunas iglesias,
escuelas y familias católicas valientemente contraponen a esto un
festival de los santos. Los niños se visten como su santo patrón
favorito para celebrar el día de Todos los Santos, el 1º de
noviembre, una fiesta solemne obligatoria para honrar a todos aquellos,
conocidos y desconocidos, quienes ya están en la gloria de Dios. El día
siguiente, el 2 de noviembre, celebramos a Todos los fieles difuntos,
cuando los católicos rezamos por la liberación de las almas que sufren
en el Purgatorio, los familiares son quienes llevan a cabo esto en forma
especial por sus difuntos.
Recuerdo a las Hermanas de la Caridad instruyéndonos para visitar una iglesia y rezar allí seis Padrenuestros, seis Avemarías y seis Glorias
por las intenciones del papa para recibir una indulgencia plenaria en
favor de un alma del Purgatorio. Uno podía salir y volver a entrar a la
iglesia para ofrecer estas oraciones por otra alma. Mi madre me relataba
acerca de estas «santas contiendas» que ella y sus amigas realizaban en
el pequeño poblado de St. Mary, en Kansas, para ver quién de ellas
podía liberar más almas del Purgatorio. En México, El Día de los Muertos
era una fiesta muy importante durante la cual las familias católicas
elaboraban altares caseros donde ofrecían sus oraciones por los miembros
fallecidos de la familia.
Estas buenas prácticas y costumbres
católicas se están olvidando, se están poniendo a un lado junto con un
creciente descenso de la vida cristiana, dándole paso al paganismo.
Incluso ha sido abrogada la obligatoriedad de la fiesta y muchos
católicos ya no piensan en el significado religioso del Halloween, el
cual en inglés significa holy eve -literalmente: santa víspera-, y que tiene origen en el inglés antiguo all hallow E’en -Hallow es la forma antigua de holy y significa santo y E’en es la contracción de evening y significa víspera-.
Desafortunadamente esta es la razón de la negligencia actual. En los
medios y los salones de clases se da toda la atención a las calabazas, a
los monstruos, la sangre y el sadismo. En la Iglesia, aquellos
disfraces de santos de años pasados son ridiculizados como anacronismos
anteriores al Concilio Vaticano II donde ya ni siquiera los sacerdotes
predican acerca del Purgatorio.
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Origenes paganos.
El origen del Halloween data hacia el antiguo festival celta del Samhein,
el cual marcaba el fin de las cosechas y el comienzo del invierno, una
época del año asociada con la muerte. Los celtas paganos creían que
durante esa noche se borraban las fronteras entre el mundo de los vivos y
los muertos, y los espíritus de los muertos regresaban a la tierra. Era
una noche de comunicación preternatural con los muertos, mediante
varias formas de adivinación y quiromancia, así como de rituales
sexuales.
Hacia el año 800 AD, la influencia de la
Iglesia católica entró a tierras celtas. En el siglo VI el papa
Bonifacio IV ya había designado el 1º de noviembre como el día de Todos los Santos, una fecha para honrar a santos y mártires. Posteriormente se instituyó la fiesta de Todos los fieles difuntos el 2 de noviembre, una fecha para honrar a quienes habían fallecido. La víspera de Todos los santos, el día de la fiesta y el día de los fieles difuntos se celebraba con grandes fogatas, desfiles y disfraces de santos, ángeles y diablos.
Este fue el sabio designio de la Iglesia
misionera al actuar frente a las celebraciones paganas a las que
transformó. Ella ordenó las costumbres y hábitos que han existido en los
pueblos de religión católica.
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Un proceso regresivo, el retorno al paganismo.
¿Cómo podríamos interpretar el gran
énfasis actual del Halloween sobre lo macabro y lo oculto?, ¿es un
simple proceso de secularización?, ¿es una noche para explotar la
credulidad y los temores de los niños sobre los espíritus y fantasmas?
Pienso que existe algo más en el fondo.
En lugar de las venerables tradiciones
sabiamente implementadas por la Iglesia que reemplazaron a las
costumbres paganas, hoy estamos atestiguando un proceso regresivo. Una
sociedad paganizada está barriendo hasta con el recuerdo de nuestras
fiestas católicas. Halloween alguna vez designó la vípsera de la Fiesta de Todos los santos, pero hoy se ha convertido estrictamente en una celebración secular en la mente de la mayoría de las personas. La fiesta de los fieles difuntos ha sido casi erradicada de la memoria de la sociedad.
Las fiestas católicas tenían como
objetivo mostrar a los fieles que las almas justas creyentes en la
Resurrección y en una retribución eterna no tenían nada que temer a la
muerte. Se conmemoraba a los muertos, y al hacer esto, se invitaba a los
fieles a realizar una saludable meditación sobre la muerte. Al explotar
los esqueletos, los fantasmas, vampiros y demonios, incluso a través de
grotescos disfraces y máscaras, el moderno Halloween hace algo más que
borrar la memoria de los difuntos, es una especie de invitación dirigida
a nuestros niños para acostumbrarse al peor lado del paganismo, hacia
la familiaridad con el horror y lo maligno.
El mero hecho de que los católicos ya no
se perturben ante este rampante neopaganismo y ante la desaparición
paulatina de nuestras festividades religiosas, es un signo de cuánto se
ha debilitado esta vigilancia católica. A través de los años la mayoría
de los padres de familia han dejado de transmitir las costumbres
católicas a sus hijos, monjas y sacerdotes en las escuelas católicas ya
no difunden la herencia católica ni sus tradiciones. El resultado es que
generaciones de niños ya no tienen memoria de las fiestas religiosas ni
de las tradiciones.
¿Qué está tomando su lugar? No sólo son
los valores seculares y el materialismo, lo que vemos es el regreso a
rituales demoníacos del paganismo.
Por ejemplo, el Halloween actual enfatiza
sobre la agresión, lo macabro, lo sanguinario, la muerte [como antónimo
de la vida], lo monstruoso e incluso las figuras inmorales. ¿Qué
horizontes ofrecen estas figuras siniestras y grotescas a los niños y la
juventud? No es lo maravilloso, sino lo horrendo. ¿Qué clase de
emociones estimulan? No la templanza y la serenidad que conllevan las
celebraciones sobre la muerte, sino el tenor y la excitación nerviosa de
los rituales paganos. Lo grotesco y lo monstruoso se están
conviertiendo en algo connatural al espìritu moderno, lo cual es un
producto típicamente neopagano.
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Así que, ¿qué debemos hacer con el Halloween?
En principio, lo que presentamos a los
niños debe tender a promover su madurez, sí sólo si es una influencia
saludable. La Iglesia, en su sabiduría, estimuló la celebración del
Festival de los Santos para formar la imaginación de los niños así como
abrirles sus horizontes ante las grandes hazañas de héroes y heroínas de
su Historia. Ella promovió las oraciones y las celebraciones por las
almas de los fieles que ya han fallecido, de tal manera que los niños
fueran más balanceados y serenos, en vez de agitarlos y atemorizarlos
ante la imagen de un espectro de la muerte.
Mi consejo para enfretar esto es el
siguiente: Evítese participar en las conmemoraciones neopaganas del
Halloween moderno. Reinstitúyase las costumbres católicas y celébrense
las fiestas, santas y felices, del día de Todos los santos y Todos los fieles difuntos.
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