Si en su predicación del Viernes Santo el obispo de San Sebastián calificó el aborto (que ha crecido un 22% en el País Vasco) como "masacre de inocentes" y "holocausto silencioso", y anunció el programa de la diócesis para ayudar a las madres en dificultades, este Domingo de Pascua ha difundido un artículo tituladoEl vaso, el agua y el elefante donde refuta el relativismo religioso de corte New Age [Nueva Era] que difunden dos imágenes poderosas, "claramente incompatibles con nuestra fe católica".
Otra es la del elefante: "Se representa a un elefante rodeado de una serie de personajes vestidos con los atuendos típicos de diferentes religiones; todos ellos con los ojos totalmente vendados", que tocan diversas partes del animal. Bajo la viñeta, un lema: Dios es mayor que lo que las religiones dicen sobre Él. "Es obvio", concluye el prelado vasco, "que la conclusión a la que pretende hacernos llegar esta imagen del elefante es que todas las religiones se reducen a un intento infructuoso del hombre de alcanzar a Dios".
Ambas remiten al “pluralismo religioso -es decir, la presentación de todas las religiones como igualmente verdaderas", que "no es sino la lectura del hecho religioso a la luz del relativismo". Y "la Nueva Era ha resultado ser una aliada inestimable para la penetración del relativismo en el campo religioso. Lo que hoy en día se lleva es el sincretismo y el esoterismo, como distintivo de una espiritualidad que está abierta a todo, sin necesidad de creer en nada en concreto".
Un pluralismo religioso que permite creer en todo sin creer en nada. |
No es nada nuevo, advierte monseñor Munilla, porque ya en el siglo IV el senador romano Simanco quiso que todas las religiones quemasen incienso a la divinidad en el altar de la Victoria, porque "a tan gran Misterio es imposible que se pueda llegar por un solo camino”.
Los cristianos se negaron, y San Ambrosio, obispo de Milán, le explicó por qué: "San Ambrosio mantiene que el politeísmo es irracional, y que Dios nos ha librado de él gracias a la Revelación. A diferencia de otras religiones, la religión cristiana no es una gnosis, una salvación por el conocimiento, sino que nace del hecho histórico de la Encarnación, Muerte y Resurrección de Cristo, gracias a las cuales Dios nos ha abierto el camino de acceso a su Misterio de vida. Aquí reside la originalidad del cristianismo: el acontecimiento central de la historia humana ha sido la venida de Dios, quien en Cristo, ha salido al encuentro del hombre. La teoría del pluralismo religioso es totalmente incompatible con nuestra fe en la Encarnación".
Y en ello ha querido insistir el José Ignacio Munilla por una razón sustancial: "Los obispos hemos recibido el ministerio de guardar la integridad de la fe. Se trata de una encomienda que abarca tres niveles: Tener una fe coherente, predicar con pedagogía y rebatir los errores contrarios"
Pasados cincuenta años, estamos ante una buena oportunidad de redescubrir el Concilio Vaticano II, en el que de una forma muy equilibrada, se afirma por una parte, que en las diversas religiones podemos encontrar semillas de verdad, e incluso una cierta preparación para el Evangelio (cfr. LG 16). Pero al mismo tiempo se recuerda que solamente en Cristo y en su Iglesia se pueden encontrar la Revelación de Dios y la plenitud de los medios de la salvación (cfr. UR 3).
En definitiva, Jesucristo no solo es el agua, sino que también es el vaso. Y es que, en el cristianismo no se puede distinguir entre religiosidad y espiritualidad; de la misma forma que en el ser humano no se pueden separar las venas de la carne, sin acabar con su vida.
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