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Tipificación de las sectas |
El fenómeno de las sectas es muy difícil de
entender, mucho más lo es el tratar de clasificarlos, tomando
en cuenta que cada día surgen nuevas sectas. Algunos expertos
en este tema consideran que en Occidente deben de operar
más de 10,000 grupos diferentes.
Para introducirnos en el tema,
ponemos a su consideración algunos factores que sirven a
la hora de determinar la "técnicas de condicionamiento
conductual" (generalmente mal llamadas "lavado de cerebro"). Siguiendo este esquema
se suelen distinguir sectas "duras" y sectas "blandas".
Sectas
duras" o "destructivas": se denomina así a aquellos grupos
que sistemáticamente recurren a técnicas de proselitismo agresivas, y que
emplean métodos de reprogramación o de condicionamiento de comportamientos, como
técnicas para que el individuo se integre a la
comunidad. En la mayoría de los casos estos grupos son
comunidades muy cerradas o aisladas, sin gran contenido doctrinal pero
con un marcado énfasis en la pertenencia al grupo y
el cuidado de las conductas. Son pequeños grupos, entre 500
y 1500 personas, en ocasiones de sólo unas pocas decenas
de miembros. Son agrupaciones muy agresivas, ya que las técnicas
que emplean para alterar los patrones de conducta del individuo
pueden provocar serios trastornos a nivel psicológico, de difícil recuperación.
Según el periodista español Pepe Rodríguez, la tipificación de un
grupo como secta destructiva depende de que en el
adoctrinamiento se utilicen técnicas que provoquen la despersonalización del individuo.
Rodríguez
señala diez puntos que, a su juicio, pueden utilizarse como
indicadores de cuán peligroso es el grupo. Es importante tener
en cuenta que estos puntos deben darse todos conjuntamente.
Su conjunción sería la que crea las condiciones necesarias para
que se dé el proceso de "programación" de la
personalidad. Cuando más intensamente se den, más destructiva será considerada
la secta:
1. Que el grupo esté relacionado en torno a
una doctrina socio-religiosa demagógica, y encabezado por un líder al
que se le atribuye la divinidad o su elección por
ella. También se suele atribuir a este líder la posesión
de la verdad absoluta en cualquier ámbito de conocimiento.
2. Que
su organización sea teocrática, vertical y totalitaria, dando a la
palabra de los dirigentes un valor absoluto fundado exclusivamente en
la fe y no en la razón. Los líderes llegan
a intervenir hasta en los detalles más insignificantes de la
vida del adepto y rechazan toda crítica.
3. La exigencia de
adhesión total al grupo, con la consiguiente ruptura con todos
los vínculos afectivos anteriores al ingreso (padres, pareja, amigos, trabajo,
etc.).
4. La adopción de un modo de vida en comunidad
o en total dependencia (afectiva, cognoscitiva, laboral y económica) del
grupo.
5. La supresión de la capacidad de auto-determinación del individuo
y la invasión de su intimidad.
6. El control de la
información que llega a cada miembro del grupo, con la
consiguiente posibilidad de manipularla.
7. La implementación de técnicas de manipulación
psicológica escondidas bajo el título de "meditación", "técnicas de
visualización", "renacimiento espiritual" u otras semejantes, de modo tal que
se tiende a anular la capacidad de discernimiento y el
razonamiento crítico de los individuos.
8. El rechazo total de la
sociedad y sus instituciones. Su existencia y sus acciones
sólo interesan en la medida en que pueden servir a
los intereses del grupo.
9. Que en el actuar, las actividades
principales del grupo sean el proselitismo y la recaudación de
fondos.
10. La entrega (bajo coacción psicológica) del patrimonio personal de
los nuevos adeptos, o de grandes sumas de dinero para
poder asistir a cursos, encuentros, u otros eventos semejantes.
Quienes trabajan
fuera del grupo suelen tener la obligación de entregar su
salario (o gran parte de él); los que trabajan en
empresas del grupo no reciben salario o lo devuelven al
grupo. Quienes sostienen este tipo de catalogaciones, suelen considerar como
sectas agresivas a los Niños de Dios, la Secta Moon,
y otros grupos semejantes. En general no tienen un impacto
importante en el ámbito de estructuras sociales y culturales debido
al número reducido de miembros, lo exótico de su doctrina,
y el carácter cerrado de sus comunidades.
Sectas "blandas": Por
contraposición, suelen denominarse "sectas blandas" aquellos grupos sectarios que
no hacen uso de técnicas de captación "duras" (o
sólo recurren a ellas parcialmente), y cuya doctrina no ofrece
proposiciones exóticas.
Generalmente se da esta denominación a grupos de
origen cristiano, e incluso a los de culto de tipo
africanista.
Esta clasificación es muy simplista, siendo difícil vislumbrar la
realidad, y puede llevar a errores de catalogación importantes.
Por otro
lado, parecería que el mensaje resulta ser que las "sectas blandas" no entrañan un riesgo para la sociedad y
que por lo tanto debieran ser aceptadas en un contexto
de libertad religiosa.
Una tipificación de las sectas resulta muy
útil en la medida en que nos permite identificar con
facilidad las características generales de cada grupo, especialmente en lo
referente a su doctrina y origen histórico, a fin de
facilitar la elaboración de una respuesta adecuada. Además una buena
clasificación debiera permitirnos conocer algún lineamiento general sobre el modo
en que opera el grupo en cuestión.
Estos grupos pueden
dividirse según la doctrina religiosa de origen; así podemos distinguir
entre grupos de origen cristiano, grupos paganos y grupos
originados en las religiones orientales.
Grupos de origen cristiano: Asambleas
de Dios, grupos Evangélicos, grupos Pentecostales, grupos para-cristianos, grupos de
cristianos marginales.
Grupos de características paganas: Grupos esotéricos, Rosacruces, grupos
sincréticos, grupos Nueva Era.
Grupos de religiones orientales: Grupos de
origen hindú, Misión de la Luz Divina, grupos de origen
islámico, Baha´i, grupos de origen japonés, Seicho No Ié.
Se consideran
grupos de origen cristiano a aquellos que reconocen de
un modo implícito o explícito su raíz principal en alguna
de las iglesias cristianas históricas, por lo tanto todos ellos
tienen un tronco doctrinal básicamente cristiano y reconocen al menos
una cierta autoridad al texto bíblico, aunque no todos pueden
decirse propiamente cristianos.
Sólo se pueden considerar cristianos aquellos grupos que
reconocen que Jesucristo es verdadero Dios, tan Dios como el
Padre.
Muchos de estos grupos no tienen una clara afirmación
de la divinidad de Jesús de Nazaret, dividimos esta categoría
en grupos cristianos y grupos para-cristianos. Por último hemos
querido dar cabida también en esta categoría a un gran
número de grupos que surgen marginalmente a las iglesias históricas,
que no reconocen ninguna filiación aunque se centran en algún
punto de la doctrina cristiana. Estos últimos grupos son los
llamados grupos de cristianos marginales.
Los llamados "grupos cristianos"
son grupos que tienen su origen y doctrina cristianos, y
que reconocen a Jesucristo como verdadero Dios y verdadero hombre.
En general se han separado de alguna de las iglesias
cristianas históricas, incluida la Iglesia Católica. La dificultad con estos
grupos, es poder distinguirlos de las distintas iglesias evangélicas presentes
en cada país. En este sentido se pueden explicitar 8
puntos que las iglesias protestantes tradicionales consideran como aberraciones de
estos grupos:
1. Tienen un conocimiento muy pobre de historia de
la iglesia y de las categorías teológicas, consecuentemente las Escrituras
son consideradas fuera de contexto y utilizadas descuidadamente para justificar
sus propias opciones doctrinales.
2. Hay un control muy marcado por
parte del líder o grupo de liderazgo, buscando una sumisión
implícita o explícita de los miembros. Se argumenta que los
líderes son los "voceros de Dios".
3. Los miembros son separados
del "mundo" por una variedad de caminos con el argumento
de que es necesario "protegerlos" de su influencia.
4.Los miembros
son los pocos escogidos, no es posible encontrar la salvación
fuera de los límites del grupo.
5. Uniformidad en su estilo
de vida, que se manifiesta no sólo en las creencias
sino también en el lenguaje, el modo de vestir y
las condiciones de vida.
6. Dado que los líderes son los
profetas de Dios, los seguidores no pueden cuestionar ninguna de
sus palabras.
7. El abandono del grupo es siempre extremadamente traumático.
Incluso se maneja la amenaza con el castigo divino para
aquellos que se alejan. Manejan el “terrorismo espiritual”.
8. Las doctrinas
y prácticas están sometidas a permanentes cambios y transiciones según
las decisiones del grupo dirigente.
Los "grupos para-cristianos", en cambio,
aunque tienen su origen histórico en alguna iglesia cristiana, han
abandonado la fe en la Divinidad de Cristo afirmando en
el mejor de los casos que "Jesús es el hijo
de Dios", pero no es propiamente Dios. Crean confusión ya
que todos estos grupos sostienen que son cristianos.
Los que llamamos
grupos de características paganas reflejan el pensamiento occidental a
la que nos hemos referido antes, y que ha buscado
de distintos modos un punto de convergencia con el cristianismo
desde los inicios de nuestra era. Todo esto no significa
que tengan una doctrina explícitamente pagana o que impliquen un
rechazo del cristianismo; si no por el contrario, se dicen
que son los auténticos cristianos, muchas de las veces se
consideran los verdaderos continuadores de la predicación de Cristo; o
al menos afirman una presunta compatibilidad con la fe cristiana,
que posibilitaría a un cristiano el acceso también a este
nuevo cuerpo de enseñanzas.
En la mayoría de estos grupos nos
encontramos con lecturas ocultistas de diversos textos sagrados, que se
enraízan tanto en auténticas tradiciones paganas primitivas, como en presuntas
revelaciones escondidas en las pirámides o entregadas por algún mensajero
interplanetario.
Lo que es indudable en todos los casos, es que
sus enseñanzas son verdaderas y profundamente incompatibles con la fe
cristiana, y que su práctica y doctrina está inspirada más
(aunque no totalmente) en alguna creencia pagana que en la
Verdad del Evangelio.
Bibliografía: Cuadernillos de Catequesis Elemental, Nelson Cooper
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