Desafío a la pastoral en el horizonte de la Nueva Evangelización
Presentación
Las Conclusiones de Santo Domingo han
resaltado la urgencia de una acción pastoral, capaz de concretar la
Nueva Evangelización, la promoción humana y la inculturación de la fe.
Desde hace algún tiempo y cada vez con mayor
intensidad, está presente entre nosotros uno de los fenómenos
relevantes de la llamada “cultura postmoderna”: la nueva religiosidad.
Al concluir la X Semana Argentina de Teología, dedicada a la “Cristología ante el desafío del secularismo”, la Sociedad Argentina de Teología (SAT) nos hizo llegar su viva inquietud “dada la importancia que está cobrando este fenómeno… y sus consecuencias por la distorsión de la religiosidad”.
Cabe reconocer que de formas nuevas, están creciendo los dos principales desafíos señalados en las “Líneas Pastorales para la Nueva Evangelización”: el secularismo y la injusticia (LPNE 11-14).
En efecto, en este fenómeno unido a una
expandida sed de religiosidad, el secularismo se hace presente al
diluírse —en las conciencias— la realidad del misterio del Dios vivo y
de su trascendencia. A su vez, la injusticia se ve favorecida por el
énfasis unilateral puesto en el sentimiento y en la percepción
experiencial subjetiva, con un notorio desentendimiento de la búsqueda
del “bien común”, aislándose —casi exlusivamente— en el afán de
bienestar individual y decreciendo en la solidaridad.
Entre nosotros, la expresión más difundida de la nueva religiosidad
es el fenómeno de la “Nueva Era” (New Age) o “Era de Acuario”, que se
está constituyendo en un gran desafío cultural a la Nueva
Evangelización. Realidad que exige de los pastores y de los agentes
evangelizadores: lúcido discernimiento, serena clarificación doctrinal y
acertada creatividad pastoral, para responder evangélicamente al nuevo
fenómeno cultural. Tareas que habríamos de llegar a compartir con los
hermanos cristianos pertenecientes a las iglesias históricas, aún
separadas.
Para ayudar a este objetivo —dentro del horizonte de las “Líneas Pastorales para la Nueva Evangelización”
y las Conclusiones de la IV Conferencia realizada en Santo Domingo— la
Comisión Permanente de la CEA nos ha solicitado la elaboración y
publicación del subsidio que presentamos.
Agradecemos particularmente a Mons. Luis H.
Rivas, Presidente de la Sociedad Argentina de Teología, al R.P. Juan C.
Meinvielle sdb y al Pbro. Oscar Gerometta, por su paciente colaboración
en las tareas de redacción y revisión.
Que el Espíritu Santo nos conceda el don de
sabiduría para discernir y la fervorosa audacia evangelizadora que
necesitamos a fin de “satisfacer el hambre de Dios mediante el pan de
la Palabra y la sed de justicia con la promoción más íntegra de la
dignidad humana” (LPNE32).
Octava de Pascua de 1993
Comisión Episcopal de Fe y Cultura
Introducción
Desde hace algún tiempo somos testigos de
una presencia masiva —sobre todo a través de los medios de comunicación
social— de una serie de elementos incompatibles con nuestra fe católica
como son algunos ritos propios de religiones paganas, orientalismo,
esoterismo
1
, ocultismo
2
, magia, pseudos-psicología, curandería y ‘ciencias
alternativas’. Su propalación suele ir acompañada de la certeza acerca
del comienzo de una nueva era, caracterizada por una religión única, una
‘sabiduría’ global accesible a todos, que posibilitaría al individuo
verse a sí mismo y al mundo en mayor armonía y hasta como un todo único.
Este fenómeno ha sido enmarcado por algunos investigadores dentro del fenómeno de la nueva religiosidad
3
. Sus difusores afirman que no se trata de una religión sino de
una espiritualidad, a la que presentan como si fuera compatible con
todos los credos religiosos. Sin embargo, New Age o la Nueva Era
es algo mucho más amplio que una propuesta sobre la verdad de Dios y la
relación del hombre con Él: se trata de una nueva alternativa cultural
post moderna que no excluye lo religioso pero lo vacía de trascendencia.
Algunas nociones previas
Como todo fenómeno cultural, la Nueva Era
conlleva la elaboración de un vocabulario propio, en el cual términos de
uso habitual adquieren un nuevo significado accesible sólo para quienes
están insertos en esa corriente cultural, sus ‘iniciados’. Ello exige
detenernos en algunos conceptos centrales que utilizan, antes de abordar
su presentación más detallada.
‘Era de Acuario’
Según esta peculiar visión del hombre y el
universo, la historia de la Tierra puede dividirse en períodos de tiempo
o ‘eras’ cuyo comienzo y duración está dominado por el ingreso de
nuestro sistema solar en los distintos signos del zodíaco. Cada uno de
estos ciclos dura entre 1970 y 2160 años (el cálculo varía según los
autores). En el momento actual, luego de haber recorrido Tauro,
Capricornio y Piscis, nos encontraríamos en la etapa de transición hacia
el ingreso en Acuario.
La Era de Piscis es presentada como la era
de desarrollo y dominio del Cristianismo. Se habría iniciado con el
nacimiento de Jesús de Nazareth y estiman que está próxima a concluir.
La era de Piscis se habría caracterizado por la división, el conflicto y
el enfrentamiento, que han llevado a la humanidad al borde del desastre
ecológico y la disgregación; división entre la Tierra y el Universo, el
hombre y la naturaleza, el cuerpo y el alma, Dios y el hombre. En
contraposición la nueva era de Acuario es presentada como un tiempo de
concordia y armonía, de reconciliación de opuestos, de unificación; era
de prosperidad, de paz y abundancia, especialmente de evolución interna
del género humano hacia un nivel superior de conciencia cósmica.
‘Conspiración de Acuario’
Una de las denominaciones que se suele dar a
este nuevo fenómeno cultural post moderno es la de ‘conspiración’. En
este contexto el término adquiere una significación distinta. No se
refiere a ‘un acuerdo de voluntades para cometer un delito’ como lo
definiría un diccionario; sino que es un término acuñado por Marilyn
Ferguson —una de las principales inspiradoras del movimiento—para
referirse a un ‘espíritu que se respira juntos’. Los conspiradores son
los que co-inspiran este mismo aliento de la Nueva Era de Acuario que
late y se manifiesta de maneras diversas en ambientes diversos, dando de
este mundo lugar a lo que la misma autora denominó también ‘red de
redes’.
‘Armonía’
El término ‘armonía’ es usado
recurrentemente. La armonía, la unidad, es pregonada como la
característica de la Era de Acuario, el distintivo de la Nueva Era, la
meta de todo acto humano. Esta armonía no es concebida como la
superación de rupturas o la síntesis de lo diverso, sino como la
coexistencia de los opuestos. A la armonía no se llega a través de un
proceso de reedificación de lazos de unión rotos, sino mediante la
superación de estas rupturas por un simple acto de voluntad. La armonía
de la Nueva Era no implica diversidades o antagonismos, sino
desestimarlos, ignorarlos.
‘Dualidad’
Aunque pudiera parecer paradójico, el
concepto de armonía que presenta la New Age está indisolublemente
relacionado con el de dualidad, concepto tomado propiamente de la
simbología china, particularmente del ‘ying—yang’. En este contexto, la
dualidad de ying-yang es la expresión más elevada del hecho del cambio y
la transformación del universo. Etimológicamente es contraste entre la
luz y la sombra: ‘yin’ es el elemento femenino, intuitivo, conciliador,
mientras ‘yang’ es el elemento masculino, analítico, polémico y
conflictivo; el dinamismo positivo de esta dualidad estaría dado porque
la luz, el ‘yin’, ha de penetrar finalmente en las sombras, el ‘yang’,
mientras las sombras son alcanzadas por la luz.
‘Espiritualidad’ vs. ‘Religión’
‘La New Age no es una religión es una
espiritualidad’ es una de las afirmaciones quizás más utilizadas en el
debate sobre estas nuevas formas religiosas, planteando de este modo el
interrogante sobre si es posible hablar de espiritualidad al margen de
la religión; en definitiva, sobre qué es lo que entendemos por
‘espiritualidad’.
Normalmente, cuando nos referimos a ‘cosas
espirituales’ nos estamos refiriendo a todo aquello que está relacionado
con el cultivo de la vida espiritual del hombre, con lo superior de él,
aquello que lo pone en relación con Dios; quedando de este modo
implícita su relación con lo propiamente religioso. Pero ocurre que en
el contexto de Acuario, la religión ya no es considerada desde la
perspectiva objetiva de la búsqueda de una relación verdadera con la
trascendencia, sino a partir de la experiencia subjetiva de los estados
de conciencia. Para la Nueva Era, la religión es generadora de
divisiones porque no se la percibe como camino objetivo que conduce al
establecimiento de una relación verdadera con la realidad trascendente
de un Dios personal; sino como descubrimiento arbitrario de una voluntad
ética divina, la cual es percibida como límite y barrera, ‘causa de
división’.
Por esto la Nueva Era reduce la vivencia
religiosa a la búsqueda subjetiva de sintonía e identificación ‘mística’
con la naturaleza y el universo, a través de la cual se supone que el
hombre alcanza la verdadera libertad y encuentra su puesto en el devenir
cósmico. A esta búsqueda de una experiencia de conciencia de libertad
en comunión con el universo, al margen de toda realidad objetiva de lo
divino, trascendente, es a la que denominan ambiguamente
‘espiritualidad’.
‘Mística’
En esta nueva perspectiva nos encontramos
con un hombre que ‘es religioso aunque sin Dios’, donde lo religioso es
propiamente un sentimiento, una percepción originaria de la vida de la
naturaleza, de la multiformidad de su energía. Así, no se denomina
‘místico’ al encuentro personal con Dios trascendente en la plenitud del
amor de caridad; sino que la mística New Age es básicamente un
movimiento de vuelta sobre sí mismo que tiene como objetivo no la
comunión unitiva con el Dios que es totalmente otro, sino la experiencia
de síntesis con el universo, con el todo, de anulación de la propia
individualidad para disolverse en la unidad de la totalidad.
La mística New Age, no es una mística de
comunión sino de disolución; no es un camino de crecimiento personal en
la unión con el Otro, sino de disolución personal para confundirse con
un ‘todo cósmico’. Lo que denominan espiritualidad se confunde con
sentimiento ecológico.
‘Evolución’
El término ‘evolución’ ha recibido en el
contexto New Age un significado totalmente diferente. Cuando escucha
hablar de diverso nivel evolutivo de los individuos, de que el hombre de
Acuario es aquél, que ha alcanzado una instancia evolutiva superior, el
oyente desprevenido no termina de captar la idea, ya que
espontáneamente asocia el término ‘evolución’ al evolucionismo biológico
que relaciona a todos los seres vivos en un proceso histórico de
interrelación más o menos homogénea según las distintas escuelas.
La idea de evolución en la Nueva Era va
mucho más allá de una mera evolución material, proyectando conceptos
tomados del evolucionismo biológico al denominado ‘plano espiritual’: la
evolución de los seres animados hacia formas de vida consideradas
superiores, deviene en este contexto en evolución hacia formas
espirituales estimadas como más elevadas, proyectando en el ámbito de lo
espiritual una necesidad que es propia del reino de lo corpóreo.
Así, habría en definitiva una fuerza
inmanente, interior al hombre, que lo conducirá hacía planos de
evolución espiritual superiores; fuerza sobre la cual el hombre no tiene
dominio pleno, ya que inevitablemente se proyecta y avanza siendo sólo
demora o acelerada por la bondad o maldad del obrar del individuo. Así
el hombre y con él toda la creación, se encuentran inmersos en un
movimiento necesario que lo arrastra hacia una ‘perfección’ que no
depende de su obrar y que consiste en una espiritualización creciente
que culminará en la fusión con la divinidad. Una divinidad a la medida
de sí mismo.
Antecedentes e historia del movimiento
El movimiento New Age encuentra sus raíces en el siglo pasado en la obra de Madame Blavatzki
4
, quien fundó junto con Olcott la Sociedad Teosófica en 1875; es
ella quien comienza la interpretación esotérica de los escritos de
Saint Germán y es autora de los libros “Isis desvelada” (1975) y “La doctrina secreta” .
En torno al primero de estos escritos, “Isis desvelada”, se conformará la ‘Orden Hermética del Amanecer Dorado’
5
, grupo al que perteneció Aleister Crowley,
considerado como uno de los creadores del satanismo moderno, quien entre
sus prácticas incluía el consumo de drogas y los rituales sexuales,
conocía perfectamente el tarot y el I Ching. Crowley ya sostenía que la
historia debía dividirse en eras que él tomaba del panteón egipcio:
la de Isis, de dominio espiritual, en torno al matriarcado egipcio;
la de Osiris, época del judaísmo, budismo, el Islam y el Cristianismo, caracterizadas por el dominio del varón;
la de Horus, que habría comenzado en 1904, y
que corresponde al dominio del verdadero ser del hombre, donde
desaparecerá toda sumisión a autoridades religiosas, políticas y al
mismo Dios.
También fueron discípulos de Madame Blavatzki Rudolf Steiner
6
y Alice Ann Bailey, quien además de acuñar el
término ‘Nueva Era’, afirma que la ‘conciencia crística’ ha tenido
varias manifestaciones a través de la historia, entre ellas Jesús de
Nazareth y Buda, para enseñar a los hombres el camino de la salvación.
Al comenzar la era de Acuario ha de manifestarse nuevamente esta
conciencia a través de su encarnación en un nuevo maestro, el más grande
de todos, al que denomina ‘Maitreya’.
La Teosofía, junto con diversas formas del
ocultismo europeo y un contacto creciente con elementos periféricos de
la cultura hindú, inspiran el movimiento contracultural del rock ácido y
el movimiento hippie a partir de los años ’60, tomando como base el
estado de California. Es en la misma California, más precisamente en Big
Sur, donde en 1962 Michael Murphy y Richard Price fundarán Esalen,
una comunidad cuya finalidad declarada es lograr la autorrealización
personal a partir de métodos como el nudismo y la inducción de visiones,
a los que luego se anexaron las denominadas ‘drogas blandas’. Esta
corriente tuvo gran impacto desde un principio en ciertos ambientes de
profesionales y ejecutivos norteamericanos, asumiéndolas como terapias
para combatir el stress, a las que actualmente se han sumado los ‘mind
machine’
7
. Esalén es para muchos, la cuna de la actual difusión de la conciencia de Acuario.
A pesar de los antecedentes ya centenarios,
su expansión se verifica a comienzos de la segunda mitad de nuestro
siglo y cabe vincularla con la aparición en 1948 de “El retorno de Cristo”,
libro escrito por Alice Bailey. Es en esta obra donde se resta
importancia al Cristo histórico. En realidad, dice Bailey, el Cristo es
una idea, una energía, un conjunto de vibraciones que puede reencarnarse
en distintas apariciones: Buda, Hermes, Zarathustra, Jesús, etc. Ella
anuncia también que estaría próxima una nueva reencarnación del Cristo;
es para acelerar esta venida que todos los fieles han de unirse en un
Día General de Súplica, en el que la energía concentrada por esa unión
de oración podría cambiar el curso del mundo.
El empuje y despegue final de la New Age es adjudicado principalmente a Marilyn Ferguson, a través de su libro La Conspiración de Acuario
8
. En este escrito se considera a la cultura de la costa Oeste
de los Estados Unidos como una visión social emergente que presagia
algo sin precedentes: no un nuevo orden mundial, sino una civilización
mundial.
Fundamentos filosóficos y religiosos de la Nueva Era
Intentar definir la Nueva Era es una
empresa imposible ya que la Conspiración de Acuario presenta tanto el
aspecto de una religión, como de una filosofía, como de una ciencia,
todo a la vez y ninguna de estas cosas en particular, y aún mucho más
que todo eso. Cabe más bien analizarla como un fenómeno cultural post
moderno.
Como señalara el Cardenal Danneels
9
: “No es una religión, pero es por lo menos religiosa; no es
una filosofía, pero es por lo menos una visión del hombre y del mundo,
así como una clave de interpretación; no es una ciencia, pero se apoya
en leyes “científicas”, aunque haya que ir a buscarlas entre las
estrellas. New Age es una nebulosa que contiene esoterismo y ocultismo,
pensamiento mítico y mágico respecto de los secretos de la vida, y una
pizca de cristianismo, todo revuelto con ideas que proceden de la
astrofísica.”
Una visión del hombre, del mundo y de la
divinidad ‘científicas’, que según el mismo Card. Danneels se puede
describir a través de cuatro pilares o fuentes de inspiración:
Una subestructura pretendidamente científica
Un intento de ‘nueva psicología’
El recurso a las religiones orientales
Las artes adivinatorias o mancias
La cosmología de la Nueva Era: una subestructura mítica pretendidamente científica
La crisis ecológica, el temor a la
contaminación radiactiva, las dificultades para controlar y detener
enfermedades terminales, la aparición de nuevos problemas como
consecuencias no deseadas del progreso tecnológico, han sido entre otras
tantas cosas algunos de los factores determinantes que están
conduciendo a un replanteo del optimismo cientificista que suponía como
principio indemostrable que todo podía ser solucionado y alcanzado por
el progreso científico.
Paralelamente el pensamiento científico se
encuentra enredado en un enjambre de teorías e hipótesis, de informes y
comunicaciones producto de su propia actividad, que hacen cada día más
necesaria la colaboración interdisciplinaria, el acotamiento de los
campos de investigación, el fluído intercambio de información.
Esta colaboración interdisciplinaria ha
sido fecundada logrando algunos puntos de coincidencia entre áreas del
pensamiento científico que se consideran como totalmente diversas hace
pocos años. Es así como se han hallado repentinamente coincidencias
desde campos tan dispares como la física cuántica, la acústica, la
neurología, la óptica y la psiquiatría. Estos principios de coincidencia
han servido básicamente para alimentar y alentar el deseo de
reencontrar la primitiva unidad del saber perdida en el proceso de
diversificación de las ciencias, pero sobre todo para propiciar la
apertura de las ciencias naturales a lo trascendente, a lo divino, a una
visión de totalidad.
A partir de estos presupuestos se habla de
una ‘nueva ciencia’, más humana, más ecológica, cuyos principios
fundamentales podrían sintetizarse en dos
10
:
La ‘holonomía’ : todo el universo se
encuentra regido por un principio de relación recíproca, todo está
unido, interconectado, y aún más que eso, cada parte de este universo es
en sí misma una imagen de la totalidad
11
; y esto porque el cosmos entero es una unidad compenetrada e
influenciada recíprocamente. Todo está en cada uno y cada uno está en
todo. Todos los seres están hermanados y forman una única familia con
diferentes grados de evolución. El hombre, no es más que una parte de
ese todo, de esa intrincada y extensa red; un microcosmos que es en sí
mismo una imagen acabada de toda la creación. Aquí encuentra su
fundamento el monismo
12
de la Nueva Era: en definitiva, todo es el mismo ser, la misma imagen, sin distinción.
La calidad dinámica de la realidad:
todo es un permanente cambio, todo está regido por un movimiento
inmanente de evolución, por un principio intrínseco e inevitable de
desplegamiento y replegamiento que abarca desde el todo hasta la más
ínfima de las partes y que hace que todo intento de comprensión de la
realidad que no esté regido por la asimilación a este mismo movimiento
esté condenado a no ser más que una instancia muy imperfecta de
conocimiento. La distancia entre nuestro conocimiento analítico —
científico y la realidad sería la misma que hay entre la contemplación
de unos fuegos artificiales y la fotografía de estos mismos artificios.
Estos dos principios surgen básicamente de
la extrapolación de elementos tomados de la física atómica según la cual
la realidad última y auténtica del cosmos no está constituida por cosas
y cuerpos sólidos tal como podrían hacernos suponer erróneamente
nuestra conciencia cotidiana, sino por vibraciones, energías,
movimientos ondulatorios. El elemento fundamental de la materia no es
algo sólido sino vibraciones; por esto, la multiplicidad de nuestra
realidad diaria es sólo apariencia, superficie débil del ser, que es en
realidad un todo vibrante. La misma divinidad es vibración. Los
minerales, los seres vivos, el alma del hombre y Dios son vibraciones en
distintas frecuencias. Nueva Era adopta así una visión diversa del
universo al que considera como una gran masa energética en permanente
oscilación, vibración que se confunde con la vida y que deja sólo lugar a
meras diferencias cualitativas. Desde esta perspectiva los planetas,
las galaxias, son seres vivos dotados de afectos y pasiones (vibraciones
de frecuencias diversas), capaces de responder a la agresión o el
cuidado de los hombres.
Esta hermandad y unidad de todo lo
existente es concebida como una hermandad de origen, ya que todo el
cosmos esta constituído por una misma materia: la vibración primera,
divina; todo ha emanado
13
de la Divinidad, es variación de una única y primigenia
vibración. Lo existente es una emanación, un desprendimiento del mismo
ser de la divinidad; no hay distinción entre el ser divino y el ser de
las criaturas, no hay un acto creador; la misma alma del hombre es una
chispa, un desprendimiento de la divinidad.
En estos aspectos, los seguidores de Acuario se manifiestan claramente como seguidores del más antiguo gnosticismo
14
según el cual, el principio filosófico de explicación del mundo
radicaría en el hecho de que en cada una de las partes, por pequeña que
sea, está contenido siempre también el todo.
En el contexto New Age, esta cosmología
extraída más propiamente de los mitos y leyendas del Antiguo Oriente no
se considera como originada propiamente en el mundo de las religiones
orientales sino que es presentada como ‘científica’ por autores
provenientes del ámbito de las ciencias, quienes sostienen que una
ciencia mas avanzada es aquella que descubre y recupera una visión
religiosa del universo; tal es el caso de Fritjof Capra
15
y entre nosotros el profesor Pedro Romaniuk
16
.
La antropología de la Nueva Era: un intento de ‘nueva psicología’
El hombre es parte de ese todo, del cosmos,
y no sólo en lo que se refiere a la materialidad de su cuerpo o a la
espiritualidad de su alma, sino aún también en su psiquis.
Pretendiendo fundarse en la que denominan
‘psicología transpersonal’ de Kart Jung, pero que en realidad han
recibido a través de Abraham Maslow
17
, la Nueva Era afirma que el yo consciente de cada individuo se
encuentra inmerso en una conciencia suprapersonal, común a la humanidad
entera, una especie de depósito de experiencias y conocimientos forjados
por el conjunto de la humanidad desde sus orígenes, y a los cuales el
individuo normalmente no accede de un modo consciente.
Este cúmulo de conocimientos se hace
accesible solo a través de formas de conocimiento a-racionales como la
intuición, los sueños, los símbolos y mitos, que serían funciones
propias del hemisferio cerebral derecho. Ocurre (sostiene Nueva Era) que
normalmente no solemos recurrir a estas formas de conocimiento ya que
por educación hemos desarrollado mejor las funciones analíticas propias
del hemisferio izquierdo. Como juzgan que el conocimiento analítico es
parcial y carente de unidad, el hombre de Acuario necesita apelar a
formas de educación no tradicionales para poder desarrollar las
potencialidades del hemisferio cerebral derecho, el del conocimiento
sintético, a fin de alcanzar un conocimiento totalizante y armonioso. La
educación, en consecuencia, debe centrarse en el desarrollo de las
potencialidades de conocimiento analítico, a las que consideran las más
importantes y las menos desarrolladas hasta ahora, ya que ellas no
permiten salir ‘conscientemente’ al encuentro de nuestro ‘yo soy’. Estas
premisas de aprendizaje deben ser aplicadas especialmente a los niños,
ya que ellos todavía no han sido sometidos a un proceso de aprendizaje
analítico que dificulta el desarrollo de estas nuevas formas de
percepción.
Todo ello da origen a una nueva teoría
educativa según la cual, el hombre debe centrar su aprendizaje en el
descenso a lo más profundo de su yo, donde ha de encontrarse con sí
mismo, con su ‘yo soy’, es decir, el mismo Dios que es parte de cada una
de sus creaturas. Este sería el verdadero conocimiento, el que se
alcanza no por la observación de la realidad, sino por la instrospección
lograda a través de técnicas de auto-hipnosis y de sueño dirigido. Esto
es lo que algunos suelen denominar ‘desarrollo de la conciencia
crística’.
Acorde también con esta psicología, la
Nueva Era sostiene que es posible vivir conscientemente momentos
fundamentales para el desarrollo del ‘karma’
18
presente de cada uno de nosotros, como son el nacimiento y la muerte, proponiendo terapias de rebirth y de viaje a las puertas de la muerte
19
. A estas dos, suele sumarse otra técnica de gran importancia en el contexto acuariano: el channeling
20
, que permite ‘canalizar’ mensajes de entidades que habitan
más allá del mundo visible y que pueden ser tanto espíritus ya difuntos y
aún no reencarnados, como entidades extraterrestres, incluído el mismo
Jesús o algún otro de los ‘Maestros Ascendidos’
21
. Técnicas basadas en los procesos de hiperoxigenación y
auto-hipnosis tomadas de los ejercicios respiratorios del yoga y el
control mental, de alto riesgo para el equilibrio psíquico y emocional
de los individuos, son recursos muy frecuentes entre los indicados en la
Nueva Era.
Una teología New Age: el recurso a las religiones orientales
Detrás de este gran cambio cultural que
impulsa la Nueva Era, subyace la necesidad del hombre contemporáneo de
alcanzar una síntesis capaz de cubrir sus expectativas en el campo
afectivo, intelectual y religioso, desde una perspectiva de unidad.
Necesidad que al no verse satisfecha, ha generado en la cultura urbana
del fin del presente milenio un cúmulo de tensiones de muy difícil
resolución fuera del contexto de una fe cristiana integralmente vivida,
celebrada y comprendida.
Pero la concepción de la realidad y del
hombre propugnada por la Nueva Era, en gran medida es incompatible con
la fe cristiana, la New Age busca sus fundamentos en una teología de
origen oriental con una concepción monista panteísta y un notorio
dualismo de yin y yang en perfecto equilibrio (equilibrio que sería la
causa de la tan ansiada paz interior).
El concepto de Dios
Es sobre todo en las religiones nacidas a
las orillas del Ganges, pero interpretadas a su modo por personas
occidentales, donde hallamos el origen de buena parte del esquema
conceptual religioso implícito en las propuestas de la Nueva Era.
Particularmente su concepción de lo divino como un todo impersonal en el
que se identifican como en una unidad absoluta el ser y la nada, el
dios y la creatura, la luz y la oscuridad.
La espiritualidad
De esta concepción de Dios surge una
espiritualidad que se funda más en la experiencia que en la razón y en
el sentimiento antes que en la verdad. La ‘espiritualidad’ queda librada
exclusivamente a la esfera de lo sensitivo e irracional: al ‘sentirse
bien’, al encuentro con el ‘sí mismo’, a la búsqueda excluyente del
propio bienestar individual.
La oración deja ya de ser un diálogo
interpersonal con el Dios trascendente, para convertirse en monólogo
interior, en una búsqueda introspectiva del propio yo. Lo más profundo
del hombre ya no es el ‘interior íntimo meo’
22
de san Agustín, sino sólo el propio yo. Dios no es la Trinidad
personal, sino que se lo hallaría en la inmanencia del propio ‘sí
mismo’. El hombre queda así abandonado en completa soledad ante sí
mismo.
El pecado
En la visión de la Nueva Era lo humano se
confunde e identifica con lo divino y la realidad del pecado carece de
sentido. Es más, llega a considerarse al hombre como incapaz de pecar.
Lo que puede aparecer como pecado es interpretado por la Nueva Era como
imperfecciones provocadas por la falta de evolución del individuo y han
de superarse a través de la toma de conciencia de su ‘yo soy’. Por
tanto, no hay necesidad de Redención y se prescinde totalmente del
misterio de la Encarnación y la Historia de la Salvación. Lo único que
requeriría el hombre de la Nueva Era para salir de su actual estado de
imperfección es adquirir el conocimiento que le posibilite el desarrollo
de la conciencia de la propia divinidad y la consecuente evolución.
La reencarnación
La evolución de la que se habla, no es por
supuesto la evolución personal tal como habitualmente solemos
comprenderla, sino la evolución espiritual que se da a través de los
distintos ciclos del karma, a través de sucesivas reencarnaciones
23
hasta alcanzar un estado de divinización pleno. No hay que
olvidar que para la Nueva Era, el hombre es un ‘espíritu’ o energía
divina, una partícula del todo cósmico, en continua evolución hacia la
divinización.
Las artes adivinatorias o ‘mancias’ 24
Cuando el hombre pierde el camino de la
Verdad que lo conduce al gozo verdadero de los hijos de Dios, dos son
las sendas que se le presentan: la lucha inmanentista de un mesianismo
temporal, o la seducción de una falsa trascendencia manipulable por la
magia. La Nueva Era, con su exaltación sistemática de la irracionalidad y
su búsqueda de una sabiduría escondida en el mismo ser del hombre, que
le de una clave de interpretación del cosmos entero orientada hacia la
comunión con la naturaleza, no puede obviar el camino del ocultismo y el
esoterismo que responden a la inclinación primitiva del hombre a
apoderarse de la ‘sabiduría de los dioses’.
Las artes adivinatorias de todo tipo, desde
las cartas españolas hasta el I Ching, pasando por el Tarot, la lectura
de la borra del café, la astrología de alto vuelo y todas las formas de
percepción extrasensorial, tienen un lugar privilegiado en el corazón
del hijo de Acuario. Todas son válidas para intentar llegar más allá de
las posibilidades de conocimiento del hombre y se prescinde de la
Revelación realizada por Dios.
El supuesto básico es aquella comunión de
origen que existe en toda la creación, lo que hace que el destino de
cada hombre particular esté indisolublemente unido, a través de una
larga cadena de acontecimientos (de ‘casualidades’) hasta con el de la
más alejada de las estrellas. Por esto afirmarán que la astrología y las
demás mancias, no son supersticiones o creencias sin fundamento, sino
que son ciencias fundadas en la casualidad universal. Este supuesto se
traduce en un cerrado determinismo
25
, aunque siempre se reivindique la existencia del ‘libre
albedrío’ de cada uno, albedrío que nunca llega a clarificarse qué
función cumple en el desarrollo de la historia.
De este modo, la responsabilidad personal
en la construcción del bien común es inexistente; el progreso del hombre
no está relacionado con el desarrollo libre de las potencialidades que
Dios ha depositado en él, sino con un poder o fuerza impersonal e
intrínseca a la creación que la conduce necesariamente en un sentido que
dicen ser de unidad creciente. Por lo tanto, el hombre ha dejado de ser
el artífice y responsable de la propia cultura y de la propia historia,
para pasar a ser un elemento anónimo más, parte de una red infinita,
pasivo ante el devenir social, que debe dejar de lado toda preocupación
real por lo socio-cultural (que en realidad está regido por esta fuerza
interior a la que hicimos referencia), para ocuparse simplemente de
cultivar una espiritualidad de introspección, a la medida del propio
gusto, cuyo sólo propósito es la comunión en ‘un plano vibracional más
elevado’, pero no con el otro, con la imagen de Dios presente en el
prójimo, sino con una impersonal e indefinible onda de energía.
En la Nueva Era todo se confunde: las artes
adivinatorias son ‘ciencias’, los brujos son ‘parapsicólogos’, y la
curiosidad desordenada por conocer el futuro es ‘investigación’. En el
contexto de Acuario, los dones paranormales ya no son dones sino
capacidades que se adquieren y desarrollan por la práctica, los
‘parapsicólogos’, canalizadores, investigadores o amigos, son los nuevos
gurúes o maestros de esta espiritualidad cósmica. A partir de su
búsqueda de unión y comunión en armonía con el universo, objeto propio
de este nuevo naturalismo, se ha elevado a categoría de una
cuasi-religión a la ecología que se convierte prácticamente en objeto de
culto, y la deforman hasta convertirla de hecho en un camino
místico-espiritual, junto con muchas otras prácticas como las medicinas
alternativas o los grupos de auto-ayuda, que se ven así convertidos de
repente en opciones religiosas.
Los libros de las civilizaciones antiguas
adquieren a la luz de la Nueva Era la categoría de ‘sagrados’, por el
sólo hecho de ser antiguos o de origen desconocido, la Sagrada Biblia es
tan sólo uno más entre ellos, pero las ‘canalizaciones’ realizadas por
cualquiera de los ‘hermanos’ tiene carácter de verdad indiscutible y
constituyen parámetro de interpretación de toda otra escritura.
La inminencia del fin de los tiempos
A los cuatro elementos o pilares enunciados
hasta aquí, es oportuno agregar un último ingrediente que es preciso no
olvidar al referirnos a la Nueva Era: su impostación mesiánica. Cada
grupo y cada autor de modo diverso, hará referencia al fin de la
historia, del eón presente, a la catástrofe planetaria o al llamado
‘plan de evaluación planetaria’.
En este punto hallamos una gran dispersión
de opiniones: desde los que son optimistas y afirman que de un modo u
otro el planeta encontrará su equilibrio, hasta los abiertamente
pesimistas que consideran la casi inevitable destrucción del planeta que
habitamos. Es en este punto donde la referencia al fenómeno O.V.N.I.
26
se hace más fuerte, ya que se apela a naves y seres
extra-terrestres para afirmar que estamos siendo custodiados o
impulsados en nuestro desarrollo por ellos (la diferencia reside en que
según algunos hay una intervención activa en un cierto sentido de los ET
27
, y según otros no), serían ellos los que con sus enseñanzas
guían y advierten al género humano acerca de los cambios por venir, los
que intervienen en la historia del mundo evitando nuestra
auto-destrucción, e incluso los que estarían a cargo de evacuar el
planeta, en la eventualidad de un cataclismo planetario. No sólo dan por
segura su existencia sino que los estiman como aquellos que han
alcanzado el debido grado de desarrollo de sus conciencias.
Este cultivo de la referencia a fenómenos
extraterrestres ha llegado ha convertirse en la conciencia de muchos, en
un hecho pseudos-religioso: se habla de tener ‘fe’ en los O.V.N.I.s y
en los E.T., se buscan referencias bíblicas de intervenciones similares a
las planeadas apelando a la figura de los ángeles. De modo semejante al
desarrollo de la angelología se ha creado todo un universo de
‘espíritus ascendidos’ con sus nombres, a los cuales se presta
veneración y respeto, y cuya enseñanza, canalizada a través de diversos
‘canalizadores’, se adopta como revelación de los dinamismos de la
energía divina sobre el destino de la humanidad. Todo aquello que según
las Sagradas Escrituras no nos ha sido dado saber, estaría siendo ahora
comunicado a través de estas mediaciones.
El cristianismo ante la Nueva Era
Como hemos indicado, la Nueva Era no se
presenta propiamente como una religión, busca ponerse por sobre las
religiones, por sobre ‘la división que significan los diversos credos’,
para profesar el culto de la unidad. Se habla propiamente de ‘técnicas’
de ‘oración’, de un ‘desarrollo crístico’ de pontencializar las
‘dimensiones espirituales’ del hombre, de un cosmos donde la ‘Ley
suprema es la Ley del Amor’. En el caso particular de nuestro país, sus
difusores más fervorosos se manifiestan públicamente y sin ningún reparo
como católicos, y se alude reiteradamente a figuras culturalmente
distintivas de lo católico como la Madre Teresa de Calcuta o el mismo
Santo Padre.
Todo esto provoca en el Pueblo de Dios
confusión e interrogantes. ¿La Nueva Era es católica? ¿Puede un
católico, permaneciendo fiel a su fe ‘creer’ en los extraterrestres, las
flores de Bach, la ecología?, si la respuesta fuera afirmativa, ¿puede,
en consecuencia, creer en la reencarnación, acudir a la invocación de
entidades misteriosas, y adorar a la diosa Gaia
28
?
Son muchos los puntos particulares que es
necesario clarificar y discernir, la extensión de esta publicación sólo
nos permite una primera y básica definición:
Algunos elementos a rescatar
Ante todo es preciso distinguir con
claridad que constituye propiamente esta ‘nueva corriente cultural’, de
distintos elementos independientes asumidos por ella. Nueva Era recoge
en sí, muchos elementos que no le son propios, sino que vienen de muy
antiguo y cuyo origen no está directamente ligado a ella.
Tal es el caso de, entre otras cosas, la
homeopatía, las terapias y comidas naturistas, las técnicas de
relajación y concentración, la misma ecología y la parapsicología.
Elementos que se han desarrollado independientemente, que tienen entidad
por sí, pero que a través del desarrollo del pensamiento New Age han
sido asumidos como propios y ahora se los propaga como distintivos de
este movimiento.
Siempre se corre el riesgo de descartar
conjuntamente el trigo con la cizaña, por lo que es necesaria una tarea
de discernimiento que se funde principalmente en la fidelidad al núcleo
de nuestra fe cristiana, y el respeto de la verdad y la auténtica
libertad, de modo que se de cabida a una respuesta libre en el corazón
de cada hombre
29
. Todo lo que no sea compatible con la verdadera fe, debe ser
abandonado; lo que pueda ser compatibilizado con ella podrá ser asumido
según dicte la prudencia.
Además es necesario tener presente, que hay
muchos de estos elementos que aún cuando no son en sí mismos
incompatibles con la fe cristiana, el modo como son presentados es
objetable, ya que se pretende divulgarlos como remedios ‘espirituales’
cuasi milagros y totalmente ‘inocuos’, cuando en realidad se trata de
técnicas y elementos procedentes del ámbito de la medicina o la
psicología (p.e. las teorías de auto-hipnosis implícitas en el control
mental), que realizados fuera del imprescindible control profesional
pueden acarrear consecuencias de gravedad para la salud física o
psíquica de quienes desprevenidamente las practiquen o utilicen.
El núcleo del pensamiento Nueva Era
Al margen de una multitud de elementos que
requieren un discernimiento para ver hasta dónde pueden ser rescatables,
hay en el núcleo conceptual de Dios y su obra que son en todo
incompatibles con la fe cristiana, por lo tanto inaceptables para un
fiel católico y que pueden sintetizarse en los puntos que se formulan a
continuación:
Dios no es una fuerza o energía informe e
impersonal de una trascendencia diluída, sino un Ser personal que
conoce, quiere, ama, guía, enseña y entra en diálogo permanente con los
hombres
30
.
El cosmos, no ha ‘emanado’ del ser divino,
sino que ha sido creado de la nada por el Dios personal que crea por un
acto de puro amor y con entera libertad
31
.
Este cosmos, no es una parte del Ser divino (panteísmo), sino que Dios es trascendente y realmente distinto de sus creaturas
32
.
En consecuencia, el universo no es en sí
mismo adorable y autosuficiente, sino que las creaturas son dependientes
de su Creador, el Único necesario
33
.
El alma del hombre no es una chispa de la
divinidad, algo de Dios alojado en el hombre, sino que este es una
persona (cuerpo y alma) creada por Dios, distinta de Él, no divina sino
llamada a una vocación divina no por derecho propio, sino por gracia
34
.
El alma de la persona humana no se halla
sometida a un proceso evolutivo a través del tiempo y del espacio
(karma) que se realiza mediante sucesivas reencarnaciones que tendrían
como objetivo final la autodivinización; sino que cada hombre será
juzgado por Dios al final de su vida presente, en atención a sus
opciones libres y podrá ser llamado a la gloria de los hijos de Dios por
pura Misericordia divina
35
.
La persona de Jesús de Galilea, no ha sido
una manifestación más de la ‘conciencia crística’ semejante a Buda,
Mahoma, Gandhi, etc. Afirmaciones de este tenor implican negar la
originalidad central de la fe cristiana, a saber, que Jesús de Nazareth,
nacido de María siempre Virgen, es el Hijo de Dios, verdadero Dios y
verdadero hombre
36
.
Es necesario además tener en cuenta que
hay prácticas propias de Nueva Era, que no pueden ser suscriptas por un
cristiano bajo ningún concepto, entre otras:
El ‘channeling’ o invocación de espíritus, sean éstos de ‘maestros ascendidos’, extraterrestres o difuntos.
Las diversas ‘mancias’ o artes adivinatorias de cualquier tipo.
La aceptación de mensajes de los tales
‘maestros’ como verdades reveladas y parámetro para la interpretación de
la fe de la Iglesia y de las Sagradas Escrituras.
La práctica de ‘trabajos’ o ritos
generalmente originados en la magia negra, los rituales esotéricos o las
religiones paganas, y cuyo fin es obrar la ‘pureza’ espiritual, obtener
algún beneficio o forzar la voluntad de terceros
37
.
Una referencia a los niños
Consideradas en su conjunto, las
publicaciones que se inspiran en la Nueva Era abundan en referencias a
la niñez. Muchas de ellas están dirigidas primariamente a niños y en las
demás se habla de la infancia espiritual, de la importancia de los
niños, de la educación de los mismos, de los ‘niños de Acuario’.
Propuestas pedagógicas, libros de cuentos y
programas infantiles, están ejerciendo una creciente influencia
silenciosa en los ambientes educacionales, bajo la inspiración de la New
Age.
Alguno de los autores adscriptos a este
movimiento, al hablar de los ‘niños de Acuario’ los consideran como una
‘avanzada de la Nueva Era’, una serie de niños prodigio que, se dice,
están naciendo en hogares cuyos padres han logrado niveles adecuados de
vibración y cuyas almas ya han alcanzado el nivel de Amor-Sabiduría que
corresponde a la Era de Acuario. Estos niños, de los que se publican
diálogos increíbles, no sólo tienen un desarrollo intelectual excesivo
para su corta edad, sino que esto sería la manifestación de una nueva
conformación genética de una nueva conformación genética basada no en el
ADN
38
, sino en el GNA. Este GNA, según un mensaje canalizado en 1987,
es también un ácido nucléico pero con ‘una estructura química más sutil
… más estructurado para la vibración magnética Astral de la 4ª
dimensión’
39
.
Pero al margen de afirmaciones como ésta,
de modo inmediato es más preocupante —por su posibilidad de inserción
en el contexto general del pueblo de Dios— toda una bibliografía y una
serie de programas televisivos, infantiles y para padres, que tienen a
considerar a todo niño como un prodigio reencarnado que corre el riesgo
de ser anulado por la aplicación de los métodos educativos
tradicionales: ‘cuando uno pretende educar al niño ya mutiló su
inocencia’ afirma uno de sus autores
40
.
De este modo se pretende evitar el
desarrollo del pensamiento analítico en los niños, potenciando
unilateralmente el desarrollo de la intuición y proponiendo el empleo en
la niñez de técnicas de alto riesgo psicológico como son el control
mental, la auto-hipnosis, los sueños dirigidos, etc. todo lo cual tiende
a anular la capacidad de discernimiento crítico y de percepción activa
de la realidad circundante que el niño desarrolla, precisamente a través
de la educación recibida durante su infancia.
No hemos de olvidar que según el decir de
Marilyn Ferguson, una de las principales exponentes del movimiento,
Nueva Era es una ‘conspiración silenciosa’ cuyo objeto es obrar un
cambio radical de orden cultural y social; y según el decir de otro de
sus autores, ‘…si queremos modificar un estado de cosas, son los hijos,
los niños, los primeros que deben ser modificados, … es decir, llevarlos
a su caudal sagrado para que desde allí descienda esa bendición que no
es sólo una bendición para ellos sino también para el mundo’
41
.
La Nueva Era: desafío pastoral para la Nueva Evangelización
Cuando reunidos en abril de 1990 los Obispos Argentinos pasaron revista a la realidad de nuestra Iglesia con vistas a proponer ‘puntos
esenciales… que servirán para revisar la actividad eclesial y para
inspirar la planificación de la diócesis, sectores, asociaciones y
movimientos…’
42
, destacaron particularmente dos ‘desafíos en el actual
proceso histórico-cultural: el secularismo y la urgente necesidad de lo
que el Papa llama una justicia demasiado largamente esperada’
43
.
El secularismo, en cuanto silenciamiento y olvido de la necesaria conexión con Dios que guarda todo el orden creado, ‘conlleva el riesgo de alimentar en los hombres la autosuficiencia y de absolutizar el poder’
44
. Autosuficiencia y búsqueda de poder que son el sustrato
propio del desarrollo de la Nueva Era, y que llevan al hombre a caer en
este nuevo naturalismo mágico inmanente, que no hace más que revivir
viejas idolatrías que degradan y esclavizan a la persona humana a sus
pasiones, inclinaciones y temores más primitivos. Cuando una cultura
olvida al Dios verdadero que es su fundamento último e ignora que su
núcleo esencial está dado por el modo particular en que ese pueblo se
relaciona con su Dios, por sus valores o desvalores religiosos
45
; se coloca en la vía rápida que conduce a la esclavitud de la idolatría, la superstición y la magia.
Este es el sustrato socio-cultural que
alimenta el fenómeno del estallido religioso contemporáneo que se ha
denominado ‘nueva religiosidad’; fenómeno en el cual se inserta la Nueva
Era, aunque en este caso particular se trate de una alternativa de
mayor globalidad, elaboración y agresividad ya que se trata de una
explícita propuesta cultural alternativa.
Por esto, el desafío pastoral que Nueva
Era plantea a nuestra Iglesia en las décadas por venir se puede
describir como un intento sutil y silencioso de reemplazar al Dios
verdadero por una energía vibracional impersonal e imposible de amar; de
reemplazar a la Iglesia de Cristo por una serie de mediadores, maestros
astrales y extraterrestres que nos darán a conocer las ciencias ocultas
y nos guiarán por senderos cuyo fin no se ve claro; de reemplazar el
camino de la espiritualidad verdadera que se centra en el diálogo con
Dios y el reconocimiento de nuestra condición de creaturas, por el
camino de la introspección, la autosuficiencia y la autodivinización del
sujeto individual carente de compromiso solidario en la construcción de
la justicia y del bien común.
Nueva Era es la oferta de un
espiritualismo sin Dios trascendente y personal, sin Iglesia, sin
compromisos y objetivos y solidarios; a medida de la propia necesidad y
gusto.
En consecuencia, es necesaria una
respuesta eclesial que suscite, consolide y madure en los fieles
cristianos de la fe en Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo,
presentándola como potencial que sana, afianza y promueve la dignidad
del hombre; teniendo presente como aspectos fundamentales: 1) la fe
cristiana en Dios; 2) la dignidad del hombre; 3) la profunda vinculación
entre la fe cristiana y la dignidad humana
46
. Respuesta que en principio puede canalizarse básicamente a través de dos niveles de acción complementarios:
Un nivel primario de esclarecimiento, es
decir, de tarea orientada a que todos los bautizados tengan elementos de
discernimiento que les permitan distinguir con claridad aquellas
propuestas y publicaciones que no son cristianas, en un clima de
fidelidad a la Verdad y respeto de la libertad.
Un nivel de profundización en la propia ‘pertenencia cordial a la Iglesia’
47
, ya que la manera adecuada de evitar que los fieles católicos
se vean tentados de recurrir a respuestas y salidas falsas, es trabajar
para que se encuentren las respuestas a sus interrogantes y la solución a
sus necesidades espirituales en el seno de nuestras parroquias y
comunidades eclesiales.
Nivel de esclarecimiento
Buena parte de la promoción y expansión de
la Nueva Era puede originarse en que se auto presenta como una
espiritualidad alternativa válida para todo hombre con prescindencia de
su credo religioso, aún para un católico. Con vehemencia suelen recalcar
—insistentemente— que no hay incompatibilidad entre las prácticas de la
Nueva Era y la fe católica. Esto como ya hemos notado, es absolutamente
incorrecto ya que el núcleo conceptual de Acuario está opuesto
abiertamente a la fe revelada por Cristo y transmitida por su Iglesia;
pero no es obstáculo para que buena parte del Pueblo de Dios, merced a
aquella falta de formación que hiciera notar Juan Pablo II en Santo
Domingo
48
, se encuentre confundido y muchas veces engañado en su buena fe.
A su vez la difusión de la Nueva Era como
alternativa cultural, exige una serena revisión crítica de nuestros
actuales métodos de acción pastoral evangelizadora como respuesta a las
demandas manifiestas en la así llamada cultura post moderna
—especialmente en las grandes urbes—, expresada a través de la sed
religiosa contemporánea. ¿Cómo predicamos a Jesucristo? ¿Con qué
lenguaje, actitudes y símbolos comunicamos la verdad del Evangelio? ¿Qué
rostro de la Iglesia estamos presentando hoy? ¿Qué facilidades
ofrecemos al hombre de la calle para que pueda hallar acogida, escucha y
respuestas cordiales y veraces en nuestras parroquias? ¿Capacitamos
eficazmente a los laicos de nuestras comunidades como maestros de
oración y de espiritualidad católica, a fin de que puedan satisfacer el
hambre de Dios con lenguajes y gestos realmente significativos para
nuestros contemporáneos? ¡Qué iniciativas de diálogo y discernimiento
estamos desarrollando a nivel religioso-cultural?
En atención a brindar un adecuado esclarecimiento parece importante:
Clarificar el vocabulario y la doctrina:
Escuchando el discurso de los iniciados de
la Nueva Era, el creyente poco alerta puede suponer que dicen lo mismo
que los católicos. El vocabulario en efecto, muchas veces es el mismo,
pero los contenidos son distintos. Se utilizan palabras semejantes y
hasta se cita el evangelio, a numerosos autores y teólogos cristianos e
incluso el Magisterio. Pero la interpretación que se suele hacer de
estas citas, no pocas veces resulta contraria al pensamiento de sus
autores, y con frecuencia se tergiversan o sacan de contexto.
Distinguir entre ciencia y fe:
Es importante tener claro que fe y ciencia
no se oponen; se distinguen pero no se identifican, la Iglesia reconoce
la legítima autonomía de las ciencias. Una teoría psicológica, un
método terapéutico, una técnica pueden ser buenas en su campo
específico, pero no por eso deben ser utilizadas como medios religiosos.
El cristiano ha de discernir a la luz de la fe, todas las realidades.
Estos criterios han de aplicarse particularmente a una multitud de
publicaciones de parapsicología, mentalismo, espiritualidad, etc., que
se refieren tanto a la oración como a la energía radiante, confundiendo
la Era de Acuario con citas bíblicas y teóricas de espiritualidad
dudosa.
En este aspecto es importante no olvidar la perspectiva que tan bien sintetizara el Card. Danneels: “todo lo que hace bien no es necesariamente sano, y todo lo que es agradable no es necesariamente verdadero”
49
.
Nivel de profundización
En octubre de 1985 el Secretariado para la
Unidad de los Cristianos hizo pública la síntesis de la encuesta
realizada sobre el fenómeno de los nuevos movimientos religiosos y
advierte que “el fenómeno se debe considerar no sólo como una amenaza a la Iglesia, sino, por el contrario, como un desafío pastoral.”
50
. Desafío pastoral que ha de orientarse a dar respuesta a las
necesidades y aspiraciones del hombre contemporáneo. A este respecto,
parece oportuno señalar tres grandes necesidades a las que la acción
evangelizadora en nuestras ciudades ha de dar respuesta desde la
plenitud e integridad del mensaje del Evangelio:
Necesidad de una nueva Evangelización:
Es indudable que muchos de los adherentes a
las prácticas y doctrinas difundidas por la Nueva Era lo hacen con
total buena fe, y por otro lado es indiscutible que algunos de esos
elementos son buenos y rescatables. Pero también es cierto que aún
cuando buenos, se ponen en ellos una esperanza y una confianza que sólo
corresponde depositar en Dios. En consecuencia se hace más urgente la
necesidad de inculturar el Evangelio en nuestras grandes ciudades con
una creatividad, claridad y rotundez tal que a nadie le quepa duda de
que en Cristo se ha inaugurado una era no solo nueva, sino también única
y definitiva.
Necesidad de una profunda y renovada vida eclesial:
El mandamiento Nuevo de Cristo vivido en
plenitud debe llevar a que los miembros de la Iglesia nos reconozcamos
como hermanos en la fe y miembros de un mismo Cuerpo, siendo reconocidos
ante el mundo por esta unión en la caridad
51
. Así es preciso renovar continuamente los esfuerzos para que
toda persona pueda encontrar en la Iglesia una cordial acogida como
expresión de la caridad fraterna y la comprensión personalizada que
tanto necesita el hombre contemporáneo.
Necesidad de una sólida espiritualidad:
La Nueva Era está desafiando a los
cristianos a que seamos capaces de comunicar y contagiar la verdad, con
la certeza de que ‘nosotros tenemos lo que ellos necesitan’
52
. La necesidad básica del hombre post moderno es la necesidad de
trascendencia, la necesidad de Dios. La Iglesia en el transcurso de su
larga historia ha atesorado en su seno —-como frutos preciosos que el
Espíritu suscita en cada época— una gama amplísima de formas de oración y
escuelas de espiritualidad; es oportuno entonces que ante el hambre de
Dios a que está sometida nuestra sociedad, como el servidor prudente del
Evangelio que administra a cada uno la ración a sus horas
53
, busquemos el lenguaje, símbolos y gestos comprensibles y
significativos para brindar de ese tesoro tanto lo nuevo como lo viejo
54
a fin de saciar “el hambre de Dios mediante el pan de la Palabra y la sed de justicia con la promoción más íntegra de la dignidad humana”
55
.
Necesidades y desafíos a los que corresponde dar respuesta desde la madurez de una Iglesia misionera que siga teniendo en cuenta
56
:
Asumir decididamente un espíritu y estilo
de diálogo con los diferentes círculos de personas y ambientes de la
cultura urbana post moderna.
Proponer un contenido evangelizador de
índole ‘misionero’ que aborde desde la fe los desafíos y problemas del
hombre contemporáneo; iluminando todas las dimensiones de su realidad
existencial con el mensaje específico de la Buena Nueva de Cristo
Redentor.
Ser misionera por tener como destinatarios
de su acción evangelizadora a todos los hombres, considerando de modo
preferencial a aquellos que están más indefensos ante la agresión
cultural en razón de su edad, grado de instrucción o nivel de angustia:
fruto de la necesidad económica, afectiva o laboral.
Esta tarea exige a su vez, que cada agente
evangelizador posea ‘un estilo cimentado en la santidad de vida’ y una
actitud de respeto a la verdad y a la libertad que se nutran en una
profunda ‘vida de oración’
57
.
Creencia en un conjunto de doctrinas
y prácticas cuyo conocimiento y transmisión está reservado solamente a
un círculo de iniciados. Actualmente y merced a que estas doctrinas han
dejado de ser patrimonio de unos pocos sino que han sido puestas al
alcance de todos a través de los medios de comunicación, se suele
emplear el término como sinónimo de ocultismo.
Creencia en fuerzas ocultas, a las que se puede acceder a través de prácticas mágicas.
CF. Sudbrack, Josef, La nueva religiosidad, un desafío para los cristianos, Paulinas, Madrid, 1990.
Medium espiritista de origen ruso
que afirmó haber estado en el Tibet entre 1851 y 1858 recibiendo las
enseñanzas de la ‘Gran Fraternidad Blanca’.
Grupo ocultista inglés de origen alemán, fundado por Mc Gregor Mathers, considerado por algunos como abiertamente satanista.
Teósofo austriaco, fundador en 1913
de su propio movimiento: la Antroposofía. Autor de obras sobre la
agricultura y la medicina biodinámica, y además de otras sobre
educación.
Aparatos electrónicos compuestos
básicamente de auriculares y anteojos que combinan efectos sonoros y
visuales con el objeto de inducir relajación, estimulación cerebral,
etc. a través de la armonización de ambos hemisferios cerebrales.
Ferguson Marilyn, La conspiración de Acuario. Transformaciones personales y sociales de este fin de siglo. Kairón- Troquel, Buenos Aires, 1991.
Danneels, Godfried, Cristo o Acuario. Carta pastoral del arzobispado de Manillas – Bruselas, Navidad de 1990: Criterio – año LXIV – 2072 – 295 – 311.
Sudbrack, Josef, o.c, 29-30.
Se trata de una idea tomada del
fenómeno de la ‘holografía’. La holografía es una especie de fotografía
realizada utilizando rayo láser que tiene la particularidad de que si se
secciona la imagen cada parte es una reproducción exacta, aunque más
chica, de la imagen primitiva. No es posible dividir la imagen, y en
teoría, aunque siguiéramos dividiendo infinitamente la imagen se
conservaría completa.
Pensamiento que afirma la unidad
esencial de Dios y el mundo, suprimiendo a la vez toda distinción real
entre materia, espíritu, individuo y comunidad, etc.
La doctrina de la emanación afirma
que no hay creación de la nada, oponiéndose de este modo a la enseñanza
bíblica sobre la creación.
Movimiento espiritual pre-cristiano,
que dará origen ya en los comienzos del cristianismo a sectas diversas
caracterizadas básicamente por una visión dualista de la realidad, que
ha de ser superada a través de un camino espiritual caracterizado por la
apelación al conocimiento como elemento salvador y unificador de la experiencia espiritual.
Capra, Fritjof, El Tao de la física; El punto crucial. Ciencia, sociedad y cultura naciente.
Romaniuk, Pedro, Revoluciones
atmosféricas. Sus orígenes y causas; Texto de ciencia extraterrestre;
Ciencia extraterrestre, de dónde venimos y hacia dónde vamos; y otros.
Psicólogo norteamericano adscripto
junto con Wilhelm Reich, Kurt Lewin y Carl Rogers a la nueva psiquiatría
y la nueva psicología, que trabajan preferentemente sobre grupos o
sobre el cuerpo; de notable influencia en los escritos de otra autora
New Age: Patricia Mische.
La ‘ley del karma’ es un concepto
propio del budismo y el hinduismo, según el cual el destino de la
persona está determinado por un conjunto de efectos cuyo origen se halla
en acciones cometidas en otra vida.
Se trata de procedimientos para
trasladar la persona, mediante el empleo de técnicas de hipnosis, a los
instantes considerados centrales para su estado presente: el nacimiento
(rebirth) y la propia muerte.
Procedimiento por el cual se reciben
mensajes e informaciones procedentes de un nivel de realidad distinto
(pretendidamente superior) del correspondiente a la comunicación
ordinaria entre personas. Se lo reconoce conectado con la mediumnidad
espiritista.
Denominación genérica que se da a
diversos espíritus con los que dicen entrar en contacto diversos
mediums, encargados de guiar la humanidad hacia un nuevo estadio
evolutivo. Muchos investigadores los asimilan a la Gran Fraternidad
Blanca de la que habla Mdme. Blavatzky.
Agustín de Hipona, san, Confecciones, 3, 6, 11
La doctrina de la reencarnación
pretende que el alma sobrevive a la muerte y posteriormente vuelve a
entrar en otro cuerpo que puede ser vegetal, animal o humano. No se debe
confundir con la fe cristiana en la resurrección de los muertos, según
la cual sabemos que la muerte es el final de la vida terrena y creemos
en la verdadera resurrección de esta carne que poseemos ahora, al fin de
los tiempos. Cf. Más adelante: 5, 2, VI.
Arte de adivinar por medios diversos tales como harinas, huesos, caracoles, naipes, etc.
Suposición de que un efecto dado se
produce necesariamente una vez puesta la causa. Este supuesto, aplicado a
las acciones de los hombres implica la negación de la opción libre por
parte de la persona humana.
Objeto Volador No Identificado.
Extra Terrestre.
Denominación con la que se suelen referir a la Tierra como ser dotado de vida.
Cf. Conferencia Episcopal Argentina, Líneas Pastorales para la Nueva Evangelización, San Miguel, 25 de abril de 1990, 36 (en adelante LPNE).
“A su pueblo Israel Dios, se
reveló dándole a conocer su Nombre. El nombre expresa la esencia, la
identidad de la persona y el sentido de su vida. Dios tiene un nombre.
No es una fuerza anónima. Comunicar su nombre es darse a conocer a los
otros. Es, en cierta manera, comunicarse a sí mismo haciéndole
accesible, capaz de ser más íntimamente conocido y de ser invocado
personalmente” – Catecismo de la Iglesia Católica, 203 (en adelante Catecismo).
“el misterio de la Santísima Trinidad es el misterio central de la fe y de la vida cristiana. Sólo Dios puede dárnoslo a conocer revelándose como Padre, Hijo, y Espíritu Santo.
“La Encarnación del Hijo de Dios revela que Dios es el Padre eterno, y que el Hijo es consubstancial al Padre, es decir, que es en él y con él el mismo y único Dios.
“ La misión del Espíritu Santo, enviado por el Padre en el nombre del Hijo (cf. Jn 14,26) y por el Hijo ‘de junto al Padre’ (Jn 15,26), revela que él es con ellos el mismo Dios único. ‘Con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria’.
“’El Espíritu Santo procede de Padre en cuanto fuente primera y, por el don eterno de éste al Hijo, del Padre y del Hijo en comunión’ (S. Agustín, Trin. 15,26-47).
“Por la gracia del bautismo ‘en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo’ somos llamados a participar en la vida de la Bienaventurada Trinidad, aquí abajo en la oscuridad de la fe y, después de la muerte, en la luz eterna (cf. Pablo VI, SPF 9)” – Catecismo, 261-265.
“el misterio de la Santísima Trinidad es el misterio central de la fe y de la vida cristiana. Sólo Dios puede dárnoslo a conocer revelándose como Padre, Hijo, y Espíritu Santo.
“La Encarnación del Hijo de Dios revela que Dios es el Padre eterno, y que el Hijo es consubstancial al Padre, es decir, que es en él y con él el mismo y único Dios.
“ La misión del Espíritu Santo, enviado por el Padre en el nombre del Hijo (cf. Jn 14,26) y por el Hijo ‘de junto al Padre’ (Jn 15,26), revela que él es con ellos el mismo Dios único. ‘Con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria’.
“’El Espíritu Santo procede de Padre en cuanto fuente primera y, por el don eterno de éste al Hijo, del Padre y del Hijo en comunión’ (S. Agustín, Trin. 15,26-47).
“Por la gracia del bautismo ‘en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo’ somos llamados a participar en la vida de la Bienaventurada Trinidad, aquí abajo en la oscuridad de la fe y, después de la muerte, en la luz eterna (cf. Pablo VI, SPF 9)” – Catecismo, 261-265.
“Creemos que Dios creó el mundo
según su sabiduría (cf. Sb 9,9). Este no es producto de una necesidad
cualquiera, de un destino ciego o del azar. Creemos que procede de la
voluntad libre de Dios que ha querido hacer participar a las criaturas
de su ser, de su sabiduría y de su bondad: ‘Porque tú has creado todas
las cosas; por tu voluntad lo que no existía fue creado’ (Ap 4,11).
‘¡Cuán numerosas son tus obras, Señor! Todas las has hecho con
sabiduría’ (SI 104,24). ‘Bueno es el Señor para con todos, y sus
ternuras sobre todas sus obras’ (SI 145,9).
“Creemos que Dios no necesita nada preexistente ni ninguna ayuda para crear. La creación tampoco es una emanación necesaria de la substancia divina. Dios crea libremente ‘de la nada’.
“¿Qué tendría de extraordinario si Dios hubiera sacado el mundo de una materia preexistente? Un artífice humano, cuando se le da un material, hace de él todo lo que quiere. Mientras que el poder de Dios se muestra precisamente cuando parte de la nada para hacer todo lo que quiere (S. Teófilo de Antioquia, Autol. 2,4)” – Catecismo, 295-296.
“Creemos que Dios no necesita nada preexistente ni ninguna ayuda para crear. La creación tampoco es una emanación necesaria de la substancia divina. Dios crea libremente ‘de la nada’.
“¿Qué tendría de extraordinario si Dios hubiera sacado el mundo de una materia preexistente? Un artífice humano, cuando se le da un material, hace de él todo lo que quiere. Mientras que el poder de Dios se muestra precisamente cuando parte de la nada para hacer todo lo que quiere (S. Teófilo de Antioquia, Autol. 2,4)” – Catecismo, 295-296.
“Dios es infinitamente más grande
que todas sus obras (cf. Si 43,28): ‘Su majestad es más alta que los
cielos’ (SI 8,2), ‘su grandeza no tiene medida’ (SI 145,3). Pero porque
es el Creador soberano y libre, causa primera de todo lo que existe,
está presente en lo más íntimo de sus criaturas: ‘En Él vivimos, nos
movemos y existimos’ (Hch 17,28). Según las palabras de S. Agustín, Dios
es ‘superior summo meo et interior intimo meo’ (‘Dios está por encima
de lo más alto que hay en mí y está en lo más hondo de mi intimidad’,
Conf. 3,6,11).” – Catecismo, 300.
“El mundo y el hombre atestiguan
que no tienen en ellos mismos ni su primer principio, ni su fin último,
sino que participan de Aquel que es el Ser en sí sin origen y sin fin.
Así, por estas diversas ‘vías’, el hombre puede acceder al conocimiento
de la existencia de una realidad que es la causa primera y el fin último
de todo, ‘y que todos llaman Dios’ (S. Tomás de A., s. th. 1,2,3)” – Catecismo, 34.
“La persona humana, creada a
imagen de Dios, es un ser a la vez corporal y espiritual. El relato
bíblico expresa esta realidad con un lenguaje simbólico cuando afirma
que ‘Dios formó al hombre con polvo del suelo e insufló en sus narices
aliento de vida y resultó el hombre un ser viviente’ (Gn 2,7). Por
tanto, el hombre es su totalidad es querido por Dios.”. – Catecismo, 362.
“ De todas las criaturas visibles sólo el hombre es ‘capaz de conocer y amar a su Creador’; es la ‘única criatura en la tierra a la que Dios ha amado por sí misma’; sólo él está llamado a participar, por el conocimiento y el amor, en la vida de Dios. Para este fin ha sido creado y ésta es la razón fundamental de su dignidad:
‘¿Qué cosa, o quién, fue el motivo de que establecieras al hombre en semejante dignidad? Ciertamente, nada que no fuera el amor inextinguible con el que contemplaste a tu criatura en ti mismo y te dejaste cautivar de amor por ella. Por amor lo creaste, por amor lo diste un ser capaz de gustar tu Bien eterno (S. Catalina de Siena, Diálogo 4,13)”. – Catecismo, 356.
“ De todas las criaturas visibles sólo el hombre es ‘capaz de conocer y amar a su Creador’; es la ‘única criatura en la tierra a la que Dios ha amado por sí misma’; sólo él está llamado a participar, por el conocimiento y el amor, en la vida de Dios. Para este fin ha sido creado y ésta es la razón fundamental de su dignidad:
‘¿Qué cosa, o quién, fue el motivo de que establecieras al hombre en semejante dignidad? Ciertamente, nada que no fuera el amor inextinguible con el que contemplaste a tu criatura en ti mismo y te dejaste cautivar de amor por ella. Por amor lo creaste, por amor lo diste un ser capaz de gustar tu Bien eterno (S. Catalina de Siena, Diálogo 4,13)”. – Catecismo, 356.
“La muerte es el fin de la
peregrinación terrena del hombre, del tiempo de gracia y de misericordia
que Dios le ofrece para realizar su vida terrena según el designio
divino y para decidir su último destino. Cuando ha tenido fin ‘el único
curso de nuestra vida terrena’, ya no volveremos a otras vidas terrenas.
‘Está establecido que los hombres mueran una sola vez’ (Hb 9,27). No
hay ‘reencarnación después de la muerte’ – Catecismo, 1013.
“La muerte pone fin a la vida del hombre como tiempo abierto a la aceptación o rechazo de la gracia divina manifestada en Cristo (cf. 2Tm 1,9-10). El Nuevo Testamento habla del juicio principalmente en la perspectiva del encuentro final con Cristo en su segunda venida; pero también asegura reiteradamente la existencia de la retribución inmediata después de la muerte de cada uno como consecuencia de sus obras y de su fe. La parábola del pobre Lázaro (cf. Lc 16,22) y la palabra de Cristo en la Cruz al buen ladrón (cf. Lc23,43), así como otros textos del Nuevo Testamento (cf. 2 Co 5,8; Flp 1,23; Hb 9,27; 12,23) hablan de su último destino del alma (cf. Mt 16,26) que puede ser diferente para unos y para otros” – Catecismo, 1021.
“La muerte pone fin a la vida del hombre como tiempo abierto a la aceptación o rechazo de la gracia divina manifestada en Cristo (cf. 2Tm 1,9-10). El Nuevo Testamento habla del juicio principalmente en la perspectiva del encuentro final con Cristo en su segunda venida; pero también asegura reiteradamente la existencia de la retribución inmediata después de la muerte de cada uno como consecuencia de sus obras y de su fe. La parábola del pobre Lázaro (cf. Lc 16,22) y la palabra de Cristo en la Cruz al buen ladrón (cf. Lc23,43), así como otros textos del Nuevo Testamento (cf. 2 Co 5,8; Flp 1,23; Hb 9,27; 12,23) hablan de su último destino del alma (cf. Mt 16,26) que puede ser diferente para unos y para otros” – Catecismo, 1021.
“La fe en la verdadera
encarnación del Hijo de Dios es el signo distintivo de la fe cristiana:
‘Podréis conocer en esto el Espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa
a Jesucristo, venido en carne, es de Dios’ (1 Jn 4,2). Esa es la alegre
convicción de la Iglesia desde sus comienzos cuando canta ‘el gran
misterio de la piedad’: ‘El ha sido manifestado en la carne’.
“ El acontecimiento único y totalmente singular de la Encarnación del Hijo de Dios no significa que Jesucristo sea en parte Dios y en parte hombre, ni que sea el resultado de una mezcla confusa entre lo divino y lo humano. Él se hizo verdadero Dios y verdadero hombre” – Catecismo, 463-464.
“ El acontecimiento único y totalmente singular de la Encarnación del Hijo de Dios no significa que Jesucristo sea en parte Dios y en parte hombre, ni que sea el resultado de una mezcla confusa entre lo divino y lo humano. Él se hizo verdadero Dios y verdadero hombre” – Catecismo, 463-464.
“Dios puede revelar el porvenir a
sus profetas o a otros santos. Sin embargo, la actitud cristiana justa
consiste en entregarse con confianza en las manos de la providencia en
lo que se refiere al futuro y en abandonar toda curiosidad malsana al
respecto…
“Todas las formas de adivinación deben rechazarse: el recurso a Satán o a los demonios, la evocación de los muertos, y otras prácticas que equivocadamente se supone ‘desvelan’ el porvenir (cf. Dt 18,10; Jr 29,8). La consulta de horóscopos, la astrología, la quiromancia, la interpretación de presagios y de suertes, los fenómenos de visión, el recurso a ‘mediums’ encierran una voluntad del poder sobre el tiempo, la historia y, finalmente, los hombres, a la vez que un deseo de granjearse la protección de poderes ocultos. Están en contradicción con el honor y el respeto, mezclados de temor amoroso, que debemos solamente a Dios.
“Todas las prácticas de magia o de hechicería mediante las que se pretende domesticar potencias ocultas para ponerlas a su servicio y obtener un poder sobrenatural sobre el prójimo –aunque sea para procurar la salud-, son gravemente contrarias a la virtud de la religión. Estas prácticas son más condenables aún cuando van acompañadas de una intención de dañar a otro, recurran o no a la intervención de los demonios. Llevar amuletos es también reprensible. El espiritismo implica con frecuencia prácticas adivinatorias o mágicas. Por eso la Iglesia advierte a los fieles que se guarden de él. El recurso a las medicinas llamadas tradicionales no legitima ni la invocación de las potencias malignas, ni la explotación de la credulidad del prójimo.” - Catecismo, 2115-2117.
“Todas las formas de adivinación deben rechazarse: el recurso a Satán o a los demonios, la evocación de los muertos, y otras prácticas que equivocadamente se supone ‘desvelan’ el porvenir (cf. Dt 18,10; Jr 29,8). La consulta de horóscopos, la astrología, la quiromancia, la interpretación de presagios y de suertes, los fenómenos de visión, el recurso a ‘mediums’ encierran una voluntad del poder sobre el tiempo, la historia y, finalmente, los hombres, a la vez que un deseo de granjearse la protección de poderes ocultos. Están en contradicción con el honor y el respeto, mezclados de temor amoroso, que debemos solamente a Dios.
“Todas las prácticas de magia o de hechicería mediante las que se pretende domesticar potencias ocultas para ponerlas a su servicio y obtener un poder sobrenatural sobre el prójimo –aunque sea para procurar la salud-, son gravemente contrarias a la virtud de la religión. Estas prácticas son más condenables aún cuando van acompañadas de una intención de dañar a otro, recurran o no a la intervención de los demonios. Llevar amuletos es también reprensible. El espiritismo implica con frecuencia prácticas adivinatorias o mágicas. Por eso la Iglesia advierte a los fieles que se guarden de él. El recurso a las medicinas llamadas tradicionales no legitima ni la invocación de las potencias malignas, ni la explotación de la credulidad del prójimo.” - Catecismo, 2115-2117.
Ácido Desoxiribo Nucleico,
sustancia constitutiva de los cromosomas de nuestras células,
responsable de la transmisión de la información genética.
Cf. Revista de la Nueva Era, Niños de Acuario: el surgimiento de la nueva humanidad. Mayo-Junio 1992, IV, 18, 13-16.
Albala, Jaco, Los hijos nuestros maestros. Citados en Mensajes Cósmicos, Revista de la Nueva Era, Agosto 1991, III, 13, 22-25.
Albala, Jaco, l.c.
LPNE, 5
LPNE, 11
LPNE, 12
Cf. Documento de Puebla, 389
Cf. LPNE, 16-17
LPNE, 30
“El avance de las sectas pone de
relieve un vacío pastoral, que tiene frecuentemente su causa en la
falta de formación, lo cual mina identidad cristiana y hace que grandes
masas de católicos sin una atención religiosa adecuada –entre otras
razones, por la falta de sacerdotes- queden a merced de proselitismo
sectario muy activas”. Juan Pablo II, discurso inaugural: IVª Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, Santo Domingo, Conclusiones, Oficina del Libro, Buenos Aires, 1992, 15
Danneels, Godfried, o.c.
Secretariado para la Unidad de los Cristianos, Sectas o nuevos movimientos religiosos, desafíos pastorales, Paulinas, Buenos Aires, 1985, 1.6.
Cf. Jn 17,21
S.S. Pablo VI
Cf. Mt 24,45
Cf. Mt 13,52
LPNE, 32
Cf. LPNE, 31
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