domingo, 4 de noviembre de 2012

Frente a una Nueva Era…


Desafío a la pastoral en el horizonte de la Nueva Evangelización

Presentación

Las Conclusiones de Santo Domingo han resaltado la urgencia de una acción pastoral, capaz de concretar la Nueva Evangelización, la promoción humana y la inculturación de la fe.
Desde hace algún tiempo y cada vez con mayor intensidad, está presente entre nosotros uno de los fenómenos relevantes de la llamada “cultura postmoderna”: la nueva religiosidad.
Al concluir la X Semana Argentina de Teología, dedicada a la “Cristología ante el desafío del secularismo”, la Sociedad Argentina de Teología (SAT) nos hizo llegar su viva inquietud “dada la importancia que está cobrando este fenómeno… y sus consecuencias por la distorsión de la religiosidad”.
Cabe reconocer que de formas nuevas, están creciendo los dos principales desafíos señalados en las “Líneas Pastorales para la Nueva Evangelización”: el secularismo y la injusticia (LPNE 11-14).
En efecto, en este fenómeno unido a una expandida sed de religiosidad, el secularismo se hace presente al diluírse —en las conciencias— la realidad del misterio del Dios vivo y de su trascendencia. A su vez, la injusticia se ve favorecida por el énfasis unilateral puesto en el sentimiento y en la percepción experiencial subjetiva, con un notorio desentendimiento de la búsqueda del “bien común”, aislándose —casi exlusivamente— en el afán de bienestar individual y decreciendo en la solidaridad.
Entre nosotros, la expresión más difundida de la nueva religiosidad es el fenómeno de la “Nueva Era” (New Age) o “Era de Acuario”, que se está constituyendo en un gran desafío cultural a la Nueva Evangelización. Realidad que exige de los pastores y de los agentes evangelizadores: lúcido discernimiento, serena clarificación doctrinal y acertada creatividad pastoral, para responder evangélicamente al nuevo fenómeno cultural. Tareas que habríamos de llegar a compartir con los hermanos cristianos pertenecientes a las iglesias históricas, aún separadas.
Para ayudar a este objetivo —dentro del horizonte de las “Líneas Pastorales para la Nueva Evangelización” y las Conclusiones de la IV Conferencia realizada en Santo Domingo— la Comisión Permanente de la CEA nos ha solicitado la elaboración y publicación del subsidio que presentamos.
Agradecemos particularmente a Mons. Luis H. Rivas, Presidente de la Sociedad Argentina de Teología, al R.P. Juan C. Meinvielle sdb y al Pbro. Oscar Gerometta, por su paciente colaboración en las tareas de redacción y revisión.
Que el Espíritu Santo nos conceda el don de sabiduría para discernir y la fervorosa audacia evangelizadora que necesitamos a fin de “satisfacer el hambre de Dios mediante el pan de la Palabra y la sed de justicia con la promoción más íntegra de la dignidad humana” (LPNE32).
Octava de Pascua de 1993
Comisión Episcopal de Fe y Cultura

Introducción

Desde hace algún tiempo somos testigos de una presencia masiva —sobre todo a través de los medios de comunicación social— de una serie de elementos incompatibles con nuestra fe católica como son algunos ritos propios de religiones paganas, orientalismo, esoterismo 1 , ocultismo 2 , magia, pseudos-psicología, curandería y ‘ciencias alternativas’. Su propalación suele ir acompañada de la certeza acerca del comienzo de una nueva era, caracterizada por una religión única, una ‘sabiduría’ global accesible a todos, que posibilitaría al individuo verse a sí mismo y al mundo en mayor armonía y hasta como un todo único.
Este fenómeno ha sido enmarcado por algunos investigadores dentro del fenómeno de la nueva religiosidad 3 . Sus difusores afirman que no se trata de una religión sino de una espiritualidad, a la que presentan como si fuera compatible con todos los credos religiosos. Sin embargo, New Age o la Nueva Era es algo mucho más amplio que una propuesta sobre la verdad de Dios y la relación del hombre con Él: se trata de una nueva alternativa cultural post moderna que no excluye lo religioso pero lo vacía de trascendencia.

Algunas nociones previas

Como todo fenómeno cultural, la Nueva Era conlleva la elaboración de un vocabulario propio, en el cual términos de uso habitual adquieren un nuevo significado accesible sólo para quienes están insertos en esa corriente cultural, sus ‘iniciados’. Ello exige detenernos en algunos conceptos centrales que utilizan, antes de abordar su presentación más detallada.

‘Era de Acuario’

Según esta peculiar visión del hombre y el universo, la historia de la Tierra puede dividirse en períodos de tiempo o ‘eras’ cuyo comienzo y duración está dominado por el ingreso de nuestro sistema solar en los distintos signos del zodíaco. Cada uno de estos ciclos dura entre 1970 y 2160 años (el cálculo varía según los autores). En el momento actual, luego de haber recorrido Tauro, Capricornio y Piscis, nos encontraríamos en la etapa de transición hacia el ingreso en Acuario.
La Era de Piscis es presentada como la era de desarrollo y dominio del Cristianismo. Se habría iniciado con el nacimiento de Jesús de Nazareth y estiman que está próxima a concluir. La era de Piscis se habría caracterizado por la división, el conflicto y el enfrentamiento, que han llevado a la humanidad al borde del desastre ecológico y la disgregación; división entre la Tierra y el Universo, el hombre y la naturaleza, el cuerpo y el alma, Dios y el hombre. En contraposición la nueva era de Acuario es presentada como un tiempo de concordia y armonía, de reconciliación de opuestos, de unificación; era de prosperidad, de paz y abundancia, especialmente de evolución interna del género humano hacia un nivel superior de conciencia cósmica.

‘Conspiración de Acuario’

Una de las denominaciones que se suele dar a este nuevo fenómeno cultural post moderno es la de ‘conspiración’. En este contexto el término adquiere una significación distinta. No se refiere a ‘un acuerdo de voluntades para cometer un delito’ como lo definiría un diccionario; sino que es un término acuñado por Marilyn Ferguson —una de las principales inspiradoras del movimiento—para referirse a un ‘espíritu que se respira juntos’. Los conspiradores son los que co-inspiran este mismo aliento de la Nueva Era de Acuario que late y se manifiesta de maneras diversas en ambientes diversos, dando de este mundo lugar a lo que la misma autora denominó también ‘red de redes’.

‘Armonía’

El término ‘armonía’ es usado recurrentemente. La armonía, la unidad, es pregonada como la característica de la Era de Acuario, el distintivo de la Nueva Era, la meta de todo acto humano. Esta armonía no es concebida como la superación de rupturas o la síntesis de lo diverso, sino como la coexistencia de los opuestos. A la armonía no se llega a través de un proceso de reedificación de lazos de unión rotos, sino mediante la superación de estas rupturas por un simple acto de voluntad. La armonía de la Nueva Era no implica diversidades o antagonismos, sino desestimarlos, ignorarlos.

‘Dualidad’

Aunque pudiera parecer paradójico, el concepto de armonía que presenta la New Age está indisolublemente relacionado con el de dualidad, concepto tomado propiamente de la simbología china, particularmente del ‘ying—yang’. En este contexto, la dualidad de ying-yang es la expresión más elevada del hecho del cambio y la transformación del universo. Etimológicamente es contraste entre la luz y la sombra: ‘yin’ es el elemento femenino, intuitivo, conciliador, mientras ‘yang’ es el elemento masculino, analítico, polémico y conflictivo; el dinamismo positivo de esta dualidad estaría dado porque la luz, el ‘yin’, ha de penetrar finalmente en las sombras, el ‘yang’, mientras las sombras son alcanzadas por la luz.

‘Espiritualidad’ vs. ‘Religión’

‘La New Age no es una religión es una espiritualidad’ es una de las afirmaciones quizás más utilizadas en el debate sobre estas nuevas formas religiosas, planteando de este modo el interrogante sobre si es posible hablar de espiritualidad al margen de la religión; en definitiva, sobre qué es lo que entendemos por ‘espiritualidad’.
Normalmente, cuando nos referimos a ‘cosas espirituales’ nos estamos refiriendo a todo aquello que está relacionado con el cultivo de la vida espiritual del hombre, con lo superior de él, aquello que lo pone en relación con Dios; quedando de este modo implícita su relación con lo propiamente religioso. Pero ocurre que en el contexto de Acuario, la religión ya no es considerada desde la perspectiva objetiva de la búsqueda de una relación verdadera con la trascendencia, sino a partir de la experiencia subjetiva de los estados de conciencia. Para la Nueva Era, la religión es generadora de divisiones porque no se la percibe como camino objetivo que conduce al establecimiento de una relación verdadera con la realidad trascendente de un Dios personal; sino como descubrimiento arbitrario de una voluntad ética divina, la cual es percibida como límite y barrera, ‘causa de división’.
Por esto la Nueva Era reduce la vivencia religiosa a la búsqueda subjetiva de sintonía e identificación ‘mística’ con la naturaleza y el universo, a través de la cual se supone que el hombre alcanza la verdadera libertad y encuentra su puesto en el devenir cósmico. A esta búsqueda de una experiencia de conciencia de libertad en comunión con el universo, al margen de toda realidad objetiva de lo divino, trascendente, es a la que denominan ambiguamente ‘espiritualidad’.

‘Mística’

En esta nueva perspectiva nos encontramos con un hombre que ‘es religioso aunque sin Dios’, donde lo religioso es propiamente un sentimiento, una percepción originaria de la vida de la naturaleza, de la multiformidad de su energía. Así, no se denomina ‘místico’ al encuentro personal con Dios trascendente en la plenitud del amor de caridad; sino que la mística New Age es básicamente un movimiento de vuelta sobre sí mismo que tiene como objetivo no la comunión unitiva con el Dios que es totalmente otro, sino la experiencia de síntesis con el universo, con el todo, de anulación de la propia individualidad para disolverse en la unidad de la totalidad.
La mística New Age, no es una mística de comunión sino de disolución; no es un camino de crecimiento personal en la unión con el Otro, sino de disolución personal para confundirse con un ‘todo cósmico’. Lo que denominan espiritualidad se confunde con sentimiento ecológico.

‘Evolución’

El término ‘evolución’ ha recibido en el contexto New Age un significado totalmente diferente. Cuando escucha hablar de diverso nivel evolutivo de los individuos, de que el hombre de Acuario es aquél, que ha alcanzado una instancia evolutiva superior, el oyente desprevenido no termina de captar la idea, ya que espontáneamente asocia el término ‘evolución’ al evolucionismo biológico que relaciona a todos los seres vivos en un proceso histórico de interrelación más o menos homogénea según las distintas escuelas.
La idea de evolución en la Nueva Era va mucho más allá de una mera evolución material, proyectando conceptos tomados del evolucionismo biológico al denominado ‘plano espiritual’: la evolución de los seres animados hacia formas de vida consideradas superiores, deviene en este contexto en evolución hacia formas espirituales estimadas como más elevadas, proyectando en el ámbito de lo espiritual una necesidad que es propia del reino de lo corpóreo.
Así, habría en definitiva una fuerza inmanente, interior al hombre, que lo conducirá hacía planos de evolución espiritual superiores; fuerza sobre la cual el hombre no tiene dominio pleno, ya que inevitablemente se proyecta y avanza siendo sólo demora o acelerada por la bondad o maldad del obrar del individuo. Así el hombre y con él toda la creación, se encuentran inmersos en un movimiento necesario que lo arrastra hacia una ‘perfección’ que no depende de su obrar y que consiste en una espiritualización creciente que culminará en la fusión con la divinidad. Una divinidad a la medida de sí mismo.

Antecedentes e historia del movimiento

El movimiento New Age encuentra sus raíces en el siglo pasado en la obra de Madame Blavatzki 4 , quien fundó junto con Olcott la Sociedad Teosófica en 1875; es ella quien comienza la interpretación esotérica de los escritos de Saint Germán y es autora de los libros “Isis desvelada” (1975) y “La doctrina secreta” .
En torno al primero de estos escritos, “Isis desvelada”, se conformará la ‘Orden Hermética del Amanecer Dorado’ 5 , grupo al que perteneció Aleister Crowley, considerado como uno de los creadores del satanismo moderno, quien entre sus prácticas incluía el consumo de drogas y los rituales sexuales, conocía perfectamente el tarot y el I Ching. Crowley ya sostenía que la historia debía dividirse en eras que él tomaba del panteón egipcio:
la de Isis, de dominio espiritual, en torno al matriarcado egipcio;
la de Osiris, época del judaísmo, budismo, el Islam y el Cristianismo, caracterizadas por el dominio del varón;
la de Horus, que habría comenzado en 1904, y que corresponde al dominio del verdadero ser del hombre, donde desaparecerá toda sumisión a autoridades religiosas, políticas y al mismo Dios.
También fueron discípulos de Madame Blavatzki Rudolf Steiner 6 y Alice Ann Bailey, quien además de acuñar el término ‘Nueva Era’, afirma que la ‘conciencia crística’ ha tenido varias manifestaciones a través de la historia, entre ellas Jesús de Nazareth y Buda, para enseñar a los hombres el camino de la salvación. Al comenzar la era de Acuario ha de manifestarse nuevamente esta conciencia a través de su encarnación en un nuevo maestro, el más grande de todos, al que denomina ‘Maitreya’.
La Teosofía, junto con diversas formas del ocultismo europeo y un contacto creciente con elementos periféricos de la cultura hindú, inspiran el movimiento contracultural del rock ácido y el movimiento hippie a partir de los años ’60, tomando como base el estado de California. Es en la misma California, más precisamente en Big Sur, donde en 1962 Michael Murphy y Richard Price fundarán Esalen, una comunidad cuya finalidad declarada es lograr la autorrealización personal a partir de métodos como el nudismo y la inducción de visiones, a los que luego se anexaron las denominadas ‘drogas blandas’. Esta corriente tuvo gran impacto desde un principio en ciertos ambientes de profesionales y ejecutivos norteamericanos, asumiéndolas como terapias para combatir el stress, a las que actualmente se han sumado los ‘mind machine’ 7 . Esalén es para muchos, la cuna de la actual difusión de la conciencia de Acuario.
A pesar de los antecedentes ya centenarios, su expansión se verifica a comienzos de la segunda mitad de nuestro siglo y cabe vincularla con la aparición en 1948 de “El retorno de Cristo”, libro escrito por Alice Bailey. Es en esta obra donde se resta importancia al Cristo histórico. En realidad, dice Bailey, el Cristo es una idea, una energía, un conjunto de vibraciones que puede reencarnarse en distintas apariciones: Buda, Hermes, Zarathustra, Jesús, etc. Ella anuncia también que estaría próxima una nueva reencarnación del Cristo; es para acelerar esta venida que todos los fieles han de unirse en un Día General de Súplica, en el que la energía concentrada por esa unión de oración podría cambiar el curso del mundo.
El empuje y despegue final de la New Age es adjudicado principalmente a Marilyn Ferguson, a través de su libro La Conspiración de Acuario 8 . En este escrito se considera a la cultura de la costa Oeste de los Estados Unidos como una visión social emergente que presagia algo sin precedentes: no un nuevo orden mundial, sino una civilización mundial.

Fundamentos filosóficos y religiosos de la Nueva Era

Intentar definir la Nueva Era es una empresa imposible ya que la Conspiración de Acuario presenta tanto el aspecto de una religión, como de una filosofía, como de una ciencia, todo a la vez y ninguna de estas cosas en particular, y aún mucho más que todo eso. Cabe más bien analizarla como un fenómeno cultural post moderno.
Como señalara el Cardenal Danneels 9 : “No es una religión, pero es por lo menos religiosa; no es una filosofía, pero es por lo menos una visión del hombre y del mundo, así como una clave de interpretación; no es una ciencia, pero se apoya en leyes “científicas”, aunque haya que ir a buscarlas entre las estrellas. New Age es una nebulosa que contiene esoterismo y ocultismo, pensamiento mítico y mágico respecto de los secretos de la vida, y una pizca de cristianismo, todo revuelto con ideas que proceden de la astrofísica.”
Una visión del hombre, del mundo y de la divinidad ‘científicas’, que según el mismo Card. Danneels se puede describir a través de cuatro pilares o fuentes de inspiración:
Una subestructura pretendidamente científica
Un intento de ‘nueva psicología’
El recurso a las religiones orientales
Las artes adivinatorias o mancias

La cosmología de la Nueva Era: una subestructura mítica pretendidamente científica

La crisis ecológica, el temor a la contaminación radiactiva, las dificultades para controlar y detener enfermedades terminales, la aparición de nuevos problemas como consecuencias no deseadas del progreso tecnológico, han sido entre otras tantas cosas algunos de los factores determinantes que están conduciendo a un replanteo del optimismo cientificista que suponía como principio indemostrable que todo podía ser solucionado y alcanzado por el progreso científico.
Paralelamente el pensamiento científico se encuentra enredado en un enjambre de teorías e hipótesis, de informes y comunicaciones producto de su propia actividad, que hacen cada día más necesaria la colaboración interdisciplinaria, el acotamiento de los campos de investigación, el fluído intercambio de información.
Esta colaboración interdisciplinaria ha sido fecundada logrando algunos puntos de coincidencia entre áreas del pensamiento científico que se consideran como totalmente diversas hace pocos años. Es así como se han hallado repentinamente coincidencias desde campos tan dispares como la física cuántica, la acústica, la neurología, la óptica y la psiquiatría. Estos principios de coincidencia han servido básicamente para alimentar y alentar el deseo de reencontrar la primitiva unidad del saber perdida en el proceso de diversificación de las ciencias, pero sobre todo para propiciar la apertura de las ciencias naturales a lo trascendente, a lo divino, a una visión de totalidad.
A partir de estos presupuestos se habla de una ‘nueva ciencia’, más humana, más ecológica, cuyos principios fundamentales podrían sintetizarse en dos 10 :
La ‘holonomía’ : todo el universo se encuentra regido por un principio de relación recíproca, todo está unido, interconectado, y aún más que eso, cada parte de este universo es en sí misma una imagen de la totalidad 11 ; y esto porque el cosmos entero es una unidad compenetrada e influenciada recíprocamente. Todo está en cada uno y cada uno está en todo. Todos los seres están hermanados y forman una única familia con diferentes grados de evolución. El hombre, no es más que una parte de ese todo, de esa intrincada y extensa red; un microcosmos que es en sí mismo una imagen acabada de toda la creación. Aquí encuentra su fundamento el monismo 12 de la Nueva Era: en definitiva, todo es el mismo ser, la misma imagen, sin distinción.
La calidad dinámica de la realidad: todo es un permanente cambio, todo está regido por un movimiento inmanente de evolución, por un principio intrínseco e inevitable de desplegamiento y replegamiento que abarca desde el todo hasta la más ínfima de las partes y que hace que todo intento de comprensión de la realidad que no esté regido por la asimilación a este mismo movimiento esté condenado a no ser más que una instancia muy imperfecta de conocimiento. La distancia entre nuestro conocimiento analítico — científico y la realidad sería la misma que hay entre la contemplación de unos fuegos artificiales y la fotografía de estos mismos artificios.
Estos dos principios surgen básicamente de la extrapolación de elementos tomados de la física atómica según la cual la realidad última y auténtica del cosmos no está constituida por cosas y cuerpos sólidos tal como podrían hacernos suponer erróneamente nuestra conciencia cotidiana, sino por vibraciones, energías, movimientos ondulatorios. El elemento fundamental de la materia no es algo sólido sino vibraciones; por esto, la multiplicidad de nuestra realidad diaria es sólo apariencia, superficie débil del ser, que es en realidad un todo vibrante. La misma divinidad es vibración. Los minerales, los seres vivos, el alma del hombre y Dios son vibraciones en distintas frecuencias. Nueva Era adopta así una visión diversa del universo al que considera como una gran masa energética en permanente oscilación, vibración que se confunde con la vida y que deja sólo lugar a meras diferencias cualitativas. Desde esta perspectiva los planetas, las galaxias, son seres vivos dotados de afectos y pasiones (vibraciones de frecuencias diversas), capaces de responder a la agresión o el cuidado de los hombres.
Esta hermandad y unidad de todo lo existente es concebida como una hermandad de origen, ya que todo el cosmos esta constituído por una misma materia: la vibración primera, divina; todo ha emanado 13 de la Divinidad, es variación de una única y primigenia vibración. Lo existente es una emanación, un desprendimiento del mismo ser de la divinidad; no hay distinción entre el ser divino y el ser de las criaturas, no hay un acto creador; la misma alma del hombre es una chispa, un desprendimiento de la divinidad.
En estos aspectos, los seguidores de Acuario se manifiestan claramente como seguidores del más antiguo gnosticismo 14 según el cual, el principio filosófico de explicación del mundo radicaría en el hecho de que en cada una de las partes, por pequeña que sea, está contenido siempre también el todo.
En el contexto New Age, esta cosmología extraída más propiamente de los mitos y leyendas del Antiguo Oriente no se considera como originada propiamente en el mundo de las religiones orientales sino que es presentada como ‘científica’ por autores provenientes del ámbito de las ciencias, quienes sostienen que una ciencia mas avanzada es aquella que descubre y recupera una visión religiosa del universo; tal es el caso de Fritjof Capra 15 y entre nosotros el profesor Pedro Romaniuk 16 .

La antropología de la Nueva Era: un intento de ‘nueva psicología’

El hombre es parte de ese todo, del cosmos, y no sólo en lo que se refiere a la materialidad de su cuerpo o a la espiritualidad de su alma, sino aún también en su psiquis.
Pretendiendo fundarse en la que denominan ‘psicología transpersonal’ de Kart Jung, pero que en realidad han recibido a través de Abraham Maslow 17 , la Nueva Era afirma que el yo consciente de cada individuo se encuentra inmerso en una conciencia suprapersonal, común a la humanidad entera, una especie de depósito de experiencias y conocimientos forjados por el conjunto de la humanidad desde sus orígenes, y a los cuales el individuo normalmente no accede de un modo consciente.
Este cúmulo de conocimientos se hace accesible solo a través de formas de conocimiento a-racionales como la intuición, los sueños, los símbolos y mitos, que serían funciones propias del hemisferio cerebral derecho. Ocurre (sostiene Nueva Era) que normalmente no solemos recurrir a estas formas de conocimiento ya que por educación hemos desarrollado mejor las funciones analíticas propias del hemisferio izquierdo. Como juzgan que el conocimiento analítico es parcial y carente de unidad, el hombre de Acuario necesita apelar a formas de educación no tradicionales para poder desarrollar las potencialidades del hemisferio cerebral derecho, el del conocimiento sintético, a fin de alcanzar un conocimiento totalizante y armonioso. La educación, en consecuencia, debe centrarse en el desarrollo de las potencialidades de conocimiento analítico, a las que consideran las más importantes y las menos desarrolladas hasta ahora, ya que ellas no permiten salir ‘conscientemente’ al encuentro de nuestro ‘yo soy’. Estas premisas de aprendizaje deben ser aplicadas especialmente a los niños, ya que ellos todavía no han sido sometidos a un proceso de aprendizaje analítico que dificulta el desarrollo de estas nuevas formas de percepción.
Todo ello da origen a una nueva teoría educativa según la cual, el hombre debe centrar su aprendizaje en el descenso a lo más profundo de su yo, donde ha de encontrarse con sí mismo, con su ‘yo soy’, es decir, el mismo Dios que es parte de cada una de sus creaturas. Este sería el verdadero conocimiento, el que se alcanza no por la observación de la realidad, sino por la instrospección lograda a través de técnicas de auto-hipnosis y de sueño dirigido. Esto es lo que algunos suelen denominar ‘desarrollo de la conciencia crística’.
Acorde también con esta psicología, la Nueva Era sostiene que es posible vivir conscientemente momentos fundamentales para el desarrollo del ‘karma’ 18 presente de cada uno de nosotros, como son el nacimiento y la muerte, proponiendo terapias de rebirth y de viaje a las puertas de la muerte 19 . A estas dos, suele sumarse otra técnica de gran importancia en el contexto acuariano: el channeling 20 , que permite ‘canalizar’ mensajes de entidades que habitan más allá del mundo visible y que pueden ser tanto espíritus ya difuntos y aún no reencarnados, como entidades extraterrestres, incluído el mismo Jesús o algún otro de los ‘Maestros Ascendidos’ 21 . Técnicas basadas en los procesos de hiperoxigenación y auto-hipnosis tomadas de los ejercicios respiratorios del yoga y el control mental, de alto riesgo para el equilibrio psíquico y emocional de los individuos, son recursos muy frecuentes entre los indicados en la Nueva Era.

Una teología New Age: el recurso a las religiones orientales

Detrás de este gran cambio cultural que impulsa la Nueva Era, subyace la necesidad del hombre contemporáneo de alcanzar una síntesis capaz de cubrir sus expectativas en el campo afectivo, intelectual y religioso, desde una perspectiva de unidad. Necesidad que al no verse satisfecha, ha generado en la cultura urbana del fin del presente milenio un cúmulo de tensiones de muy difícil resolución fuera del contexto de una fe cristiana integralmente vivida, celebrada y comprendida.
Pero la concepción de la realidad y del hombre propugnada por la Nueva Era, en gran medida es incompatible con la fe cristiana, la New Age busca sus fundamentos en una teología de origen oriental con una concepción monista panteísta y un notorio dualismo de yin y yang en perfecto equilibrio (equilibrio que sería la causa de la tan ansiada paz interior).

El concepto de Dios

Es sobre todo en las religiones nacidas a las orillas del Ganges, pero interpretadas a su modo por personas occidentales, donde hallamos el origen de buena parte del esquema conceptual religioso implícito en las propuestas de la Nueva Era. Particularmente su concepción de lo divino como un todo impersonal en el que se identifican como en una unidad absoluta el ser y la nada, el dios y la creatura, la luz y la oscuridad.

La espiritualidad

De esta concepción de Dios surge una espiritualidad que se funda más en la experiencia que en la razón y en el sentimiento antes que en la verdad. La ‘espiritualidad’ queda librada exclusivamente a la esfera de lo sensitivo e irracional: al ‘sentirse bien’, al encuentro con el ‘sí mismo’, a la búsqueda excluyente del propio bienestar individual.
La oración deja ya de ser un diálogo interpersonal con el Dios trascendente, para convertirse en monólogo interior, en una búsqueda introspectiva del propio yo. Lo más profundo del hombre ya no es el ‘interior íntimo meo’ 22 de san Agustín, sino sólo el propio yo. Dios no es la Trinidad personal, sino que se lo hallaría en la inmanencia del propio ‘sí mismo’. El hombre queda así abandonado en completa soledad ante sí mismo.

El pecado

En la visión de la Nueva Era lo humano se confunde e identifica con lo divino y la realidad del pecado carece de sentido. Es más, llega a considerarse al hombre como incapaz de pecar. Lo que puede aparecer como pecado es interpretado por la Nueva Era como imperfecciones provocadas por la falta de evolución del individuo y han de superarse a través de la toma de conciencia de su ‘yo soy’. Por tanto, no hay necesidad de Redención y se prescinde totalmente del misterio de la Encarnación y la Historia de la Salvación. Lo único que requeriría el hombre de la Nueva Era para salir de su actual estado de imperfección es adquirir el conocimiento que le posibilite el desarrollo de la conciencia de la propia divinidad y la consecuente evolución.

La reencarnación

La evolución de la que se habla, no es por supuesto la evolución personal tal como habitualmente solemos comprenderla, sino la evolución espiritual que se da a través de los distintos ciclos del karma, a través de sucesivas reencarnaciones 23 hasta alcanzar un estado de divinización pleno. No hay que olvidar que para la Nueva Era, el hombre es un ‘espíritu’ o energía divina, una partícula del todo cósmico, en continua evolución hacia la divinización.

Las artes adivinatorias o ‘mancias’ 24

Cuando el hombre pierde el camino de la Verdad que lo conduce al gozo verdadero de los hijos de Dios, dos son las sendas que se le presentan: la lucha inmanentista de un mesianismo temporal, o la seducción de una falsa trascendencia manipulable por la magia. La Nueva Era, con su exaltación sistemática de la irracionalidad y su búsqueda de una sabiduría escondida en el mismo ser del hombre, que le de una clave de interpretación del cosmos entero orientada hacia la comunión con la naturaleza, no puede obviar el camino del ocultismo y el esoterismo que responden a la inclinación primitiva del hombre a apoderarse de la ‘sabiduría de los dioses’.
Las artes adivinatorias de todo tipo, desde las cartas españolas hasta el I Ching, pasando por el Tarot, la lectura de la borra del café, la astrología de alto vuelo y todas las formas de percepción extrasensorial, tienen un lugar privilegiado en el corazón del hijo de Acuario. Todas son válidas para intentar llegar más allá de las posibilidades de conocimiento del hombre y se prescinde de la Revelación realizada por Dios.
El supuesto básico es aquella comunión de origen que existe en toda la creación, lo que hace que el destino de cada hombre particular esté indisolublemente unido, a través de una larga cadena de acontecimientos (de ‘casualidades’) hasta con el de la más alejada de las estrellas. Por esto afirmarán que la astrología y las demás mancias, no son supersticiones o creencias sin fundamento, sino que son ciencias fundadas en la casualidad universal. Este supuesto se traduce en un cerrado determinismo 25 , aunque siempre se reivindique la existencia del ‘libre albedrío’ de cada uno, albedrío que nunca llega a clarificarse qué función cumple en el desarrollo de la historia.
De este modo, la responsabilidad personal en la construcción del bien común es inexistente; el progreso del hombre no está relacionado con el desarrollo libre de las potencialidades que Dios ha depositado en él, sino con un poder o fuerza impersonal e intrínseca a la creación que la conduce necesariamente en un sentido que dicen ser de unidad creciente. Por lo tanto, el hombre ha dejado de ser el artífice y responsable de la propia cultura y de la propia historia, para pasar a ser un elemento anónimo más, parte de una red infinita, pasivo ante el devenir social, que debe dejar de lado toda preocupación real por lo socio-cultural (que en realidad está regido por esta fuerza interior a la que hicimos referencia), para ocuparse simplemente de cultivar una espiritualidad de introspección, a la medida del propio gusto, cuyo sólo propósito es la comunión en ‘un plano vibracional más elevado’, pero no con el otro, con la imagen de Dios presente en el prójimo, sino con una impersonal e indefinible onda de energía.
En la Nueva Era todo se confunde: las artes adivinatorias son ‘ciencias’, los brujos son ‘parapsicólogos’, y la curiosidad desordenada por conocer el futuro es ‘investigación’. En el contexto de Acuario, los dones paranormales ya no son dones sino capacidades que se adquieren y desarrollan por la práctica, los ‘parapsicólogos’, canalizadores, investigadores o amigos, son los nuevos gurúes o maestros de esta espiritualidad cósmica. A partir de su búsqueda de unión y comunión en armonía con el universo, objeto propio de este nuevo naturalismo, se ha elevado a categoría de una cuasi-religión a la ecología que se convierte prácticamente en objeto de culto, y la deforman hasta convertirla de hecho en un camino místico-espiritual, junto con muchas otras prácticas como las medicinas alternativas o los grupos de auto-ayuda, que se ven así convertidos de repente en opciones religiosas.
Los libros de las civilizaciones antiguas adquieren a la luz de la Nueva Era la categoría de ‘sagrados’, por el sólo hecho de ser antiguos o de origen desconocido, la Sagrada Biblia es tan sólo uno más entre ellos, pero las ‘canalizaciones’ realizadas por cualquiera de los ‘hermanos’ tiene carácter de verdad indiscutible y constituyen parámetro de interpretación de toda otra escritura.

La inminencia del fin de los tiempos

A los cuatro elementos o pilares enunciados hasta aquí, es oportuno agregar un último ingrediente que es preciso no olvidar al referirnos a la Nueva Era: su impostación mesiánica. Cada grupo y cada autor de modo diverso, hará referencia al fin de la historia, del eón presente, a la catástrofe planetaria o al llamado ‘plan de evaluación planetaria’.
En este punto hallamos una gran dispersión de opiniones: desde los que son optimistas y afirman que de un modo u otro el planeta encontrará su equilibrio, hasta los abiertamente pesimistas que consideran la casi inevitable destrucción del planeta que habitamos. Es en este punto donde la referencia al fenómeno O.V.N.I. 26 se hace más fuerte, ya que se apela a naves y seres extra-terrestres para afirmar que estamos siendo custodiados o impulsados en nuestro desarrollo por ellos (la diferencia reside en que según algunos hay una intervención activa en un cierto sentido de los ET 27 , y según otros no), serían ellos los que con sus enseñanzas guían y advierten al género humano acerca de los cambios por venir, los que intervienen en la historia del mundo evitando nuestra auto-destrucción, e incluso los que estarían a cargo de evacuar el planeta, en la eventualidad de un cataclismo planetario. No sólo dan por segura su existencia sino que los estiman como aquellos que han alcanzado el debido grado de desarrollo de sus conciencias.
Este cultivo de la referencia a fenómenos extraterrestres ha llegado ha convertirse en la conciencia de muchos, en un hecho pseudos-religioso: se habla de tener ‘fe’ en los O.V.N.I.s y en los E.T., se buscan referencias bíblicas de intervenciones similares a las planeadas apelando a la figura de los ángeles. De modo semejante al desarrollo de la angelología se ha creado todo un universo de ‘espíritus ascendidos’ con sus nombres, a los cuales se presta veneración y respeto, y cuya enseñanza, canalizada a través de diversos ‘canalizadores’, se adopta como revelación de los dinamismos de la energía divina sobre el destino de la humanidad. Todo aquello que según las Sagradas Escrituras no nos ha sido dado saber, estaría siendo ahora comunicado a través de estas mediaciones.

El cristianismo ante la Nueva Era

Como hemos indicado, la Nueva Era no se presenta propiamente como una religión, busca ponerse por sobre las religiones, por sobre ‘la división que significan los diversos credos’, para profesar el culto de la unidad. Se habla propiamente de ‘técnicas’ de ‘oración’, de un ‘desarrollo crístico’ de pontencializar las ‘dimensiones espirituales’ del hombre, de un cosmos donde la ‘Ley suprema es la Ley del Amor’. En el caso particular de nuestro país, sus difusores más fervorosos se manifiestan públicamente y sin ningún reparo como católicos, y se alude reiteradamente a figuras culturalmente distintivas de lo católico como la Madre Teresa de Calcuta o el mismo Santo Padre.
Todo esto provoca en el Pueblo de Dios confusión e interrogantes. ¿La Nueva Era es católica? ¿Puede un católico, permaneciendo fiel a su fe ‘creer’ en los extraterrestres, las flores de Bach, la ecología?, si la respuesta fuera afirmativa, ¿puede, en consecuencia, creer en la reencarnación, acudir a la invocación de entidades misteriosas, y adorar a la diosa Gaia 28 ?
Son muchos los puntos particulares que es necesario clarificar y discernir, la extensión de esta publicación sólo nos permite una primera y básica definición:

Algunos elementos a rescatar

Ante todo es preciso distinguir con claridad que constituye propiamente esta ‘nueva corriente cultural’, de distintos elementos independientes asumidos por ella. Nueva Era recoge en sí, muchos elementos que no le son propios, sino que vienen de muy antiguo y cuyo origen no está directamente ligado a ella.
Tal es el caso de, entre otras cosas, la homeopatía, las terapias y comidas naturistas, las técnicas de relajación y concentración, la misma ecología y la parapsicología. Elementos que se han desarrollado independientemente, que tienen entidad por sí, pero que a través del desarrollo del pensamiento New Age han sido asumidos como propios y ahora se los propaga como distintivos de este movimiento.
Siempre se corre el riesgo de descartar conjuntamente el trigo con la cizaña, por lo que es necesaria una tarea de discernimiento que se funde principalmente en la fidelidad al núcleo de nuestra fe cristiana, y el respeto de la verdad y la auténtica libertad, de modo que se de cabida a una respuesta libre en el corazón de cada hombre 29 . Todo lo que no sea compatible con la verdadera fe, debe ser abandonado; lo que pueda ser compatibilizado con ella podrá ser asumido según dicte la prudencia.
Además es necesario tener presente, que hay muchos de estos elementos que aún cuando no son en sí mismos incompatibles con la fe cristiana, el modo como son presentados es objetable, ya que se pretende divulgarlos como remedios ‘espirituales’ cuasi milagros y totalmente ‘inocuos’, cuando en realidad se trata de técnicas y elementos procedentes del ámbito de la medicina o la psicología (p.e. las teorías de auto-hipnosis implícitas en el control mental), que realizados fuera del imprescindible control profesional pueden acarrear consecuencias de gravedad para la salud física o psíquica de quienes desprevenidamente las practiquen o utilicen.

El núcleo del pensamiento Nueva Era

Al margen de una multitud de elementos que requieren un discernimiento para ver hasta dónde pueden ser rescatables, hay en el núcleo conceptual de Dios y su obra que son en todo incompatibles con la fe cristiana, por lo tanto inaceptables para un fiel católico y que pueden sintetizarse en los puntos que se formulan a continuación:
Dios no es una fuerza o energía informe e impersonal de una trascendencia diluída, sino un Ser personal que conoce, quiere, ama, guía, enseña y entra en diálogo permanente con los hombres 30 .
El cosmos, no ha ‘emanado’ del ser divino, sino que ha sido creado de la nada por el Dios personal que crea por un acto de puro amor y con entera libertad 31 .
Este cosmos, no es una parte del Ser divino (panteísmo), sino que Dios es trascendente y realmente distinto de sus creaturas 32 .
En consecuencia, el universo no es en sí mismo adorable y autosuficiente, sino que las creaturas son dependientes de su Creador, el Único necesario 33 .
El alma del hombre no es una chispa de la divinidad, algo de Dios alojado en el hombre, sino que este es una persona (cuerpo y alma) creada por Dios, distinta de Él, no divina sino llamada a una vocación divina no por derecho propio, sino por gracia 34 .
El alma de la persona humana no se halla sometida a un proceso evolutivo a través del tiempo y del espacio (karma) que se realiza mediante sucesivas reencarnaciones que tendrían como objetivo final la autodivinización; sino que cada hombre será juzgado por Dios al final de su vida presente, en atención a sus opciones libres y podrá ser llamado a la gloria de los hijos de Dios por pura Misericordia divina 35 .
La persona de Jesús de Galilea, no ha sido una manifestación más de la ‘conciencia crística’ semejante a Buda, Mahoma, Gandhi, etc. Afirmaciones de este tenor implican negar la originalidad central de la fe cristiana, a saber, que Jesús de Nazareth, nacido de María siempre Virgen, es el Hijo de Dios, verdadero Dios y verdadero hombre 36 .
Es necesario además tener en cuenta que hay prácticas propias de Nueva Era, que no pueden ser suscriptas por un cristiano bajo ningún concepto, entre otras:
El ‘channeling’ o invocación de espíritus, sean éstos de ‘maestros ascendidos’, extraterrestres o difuntos.
Las diversas ‘mancias’ o artes adivinatorias de cualquier tipo.
La aceptación de mensajes de los tales ‘maestros’ como verdades reveladas y parámetro para la interpretación de la fe de la Iglesia y de las Sagradas Escrituras.
La práctica de ‘trabajos’ o ritos generalmente originados en la magia negra, los rituales esotéricos o las religiones paganas, y cuyo fin es obrar la ‘pureza’ espiritual, obtener algún beneficio o forzar la voluntad de terceros 37 .

Una referencia a los niños

Consideradas en su conjunto, las publicaciones que se inspiran en la Nueva Era abundan en referencias a la niñez. Muchas de ellas están dirigidas primariamente a niños y en las demás se habla de la infancia espiritual, de la importancia de los niños, de la educación de los mismos, de los ‘niños de Acuario’.
Propuestas pedagógicas, libros de cuentos y programas infantiles, están ejerciendo una creciente influencia silenciosa en los ambientes educacionales, bajo la inspiración de la New Age.
Alguno de los autores adscriptos a este movimiento, al hablar de los ‘niños de Acuario’ los consideran como una ‘avanzada de la Nueva Era’, una serie de niños prodigio que, se dice, están naciendo en hogares cuyos padres han logrado niveles adecuados de vibración y cuyas almas ya han alcanzado el nivel de Amor-Sabiduría que corresponde a la Era de Acuario. Estos niños, de los que se publican diálogos increíbles, no sólo tienen un desarrollo intelectual excesivo para su corta edad, sino que esto sería la manifestación de una nueva conformación genética de una nueva conformación genética basada no en el ADN 38 , sino en el GNA. Este GNA, según un mensaje canalizado en 1987, es también un ácido nucléico pero con ‘una estructura química más sutil … más estructurado para la vibración magnética Astral de la 4ª dimensión’ 39 .
Pero al margen de afirmaciones como ésta, de modo inmediato es más preocupante —por su posibilidad de inserción en el contexto general del pueblo de Dios— toda una bibliografía y una serie de programas televisivos, infantiles y para padres, que tienen a considerar a todo niño como un prodigio reencarnado que corre el riesgo de ser anulado por la aplicación de los métodos educativos tradicionales: ‘cuando uno pretende educar al niño ya mutiló su inocencia’ afirma uno de sus autores 40 .
De este modo se pretende evitar el desarrollo del pensamiento analítico en los niños, potenciando unilateralmente el desarrollo de la intuición y proponiendo el empleo en la niñez de técnicas de alto riesgo psicológico como son el control mental, la auto-hipnosis, los sueños dirigidos, etc. todo lo cual tiende a anular la capacidad de discernimiento crítico y de percepción activa de la realidad circundante que el niño desarrolla, precisamente a través de la educación recibida durante su infancia.
No hemos de olvidar que según el decir de Marilyn Ferguson, una de las principales exponentes del movimiento, Nueva Era es una ‘conspiración silenciosa’ cuyo objeto es obrar un cambio radical de orden cultural y social; y según el decir de otro de sus autores, ‘…si queremos modificar un estado de cosas, son los hijos, los niños, los primeros que deben ser modificados, … es decir, llevarlos a su caudal sagrado para que desde allí descienda esa bendición que no es sólo una bendición para ellos sino también para el mundo’ 41 .

La Nueva Era: desafío pastoral para la Nueva Evangelización

Cuando reunidos en abril de 1990 los Obispos Argentinos pasaron revista a la realidad de nuestra Iglesia con vistas a proponer ‘puntos esenciales… que servirán para revisar la actividad eclesial y para inspirar la planificación de la diócesis, sectores, asociaciones y movimientos…’ 42 , destacaron particularmente dos ‘desafíos en el actual proceso histórico-cultural: el secularismo y la urgente necesidad de lo que el Papa llama una justicia demasiado largamente esperada’ 43 .
El secularismo, en cuanto silenciamiento y olvido de la necesaria conexión con Dios que guarda todo el orden creado, ‘conlleva el riesgo de alimentar en los hombres la autosuficiencia y de absolutizar el poder’ 44 . Autosuficiencia y búsqueda de poder que son el sustrato propio del desarrollo de la Nueva Era, y que llevan al hombre a caer en este nuevo naturalismo mágico inmanente, que no hace más que revivir viejas idolatrías que degradan y esclavizan a la persona humana a sus pasiones, inclinaciones y temores más primitivos. Cuando una cultura olvida al Dios verdadero que es su fundamento último e ignora que su núcleo esencial está dado por el modo particular en que ese pueblo se relaciona con su Dios, por sus valores o desvalores religiosos 45 ; se coloca en la vía rápida que conduce a la esclavitud de la idolatría, la superstición y la magia.
Este es el sustrato socio-cultural que alimenta el fenómeno del estallido religioso contemporáneo que se ha denominado ‘nueva religiosidad’; fenómeno en el cual se inserta la Nueva Era, aunque en este caso particular se trate de una alternativa de mayor globalidad, elaboración y agresividad ya que se trata de una explícita propuesta cultural alternativa.
Por esto, el desafío pastoral que Nueva Era plantea a nuestra Iglesia en las décadas por venir se puede describir como un intento sutil y silencioso de reemplazar al Dios verdadero por una energía vibracional impersonal e imposible de amar; de reemplazar a la Iglesia de Cristo por una serie de mediadores, maestros astrales y extraterrestres que nos darán a conocer las ciencias ocultas y nos guiarán por senderos cuyo fin no se ve claro; de reemplazar el camino de la espiritualidad verdadera que se centra en el diálogo con Dios y el reconocimiento de nuestra condición de creaturas, por el camino de la introspección, la autosuficiencia y la autodivinización del sujeto individual carente de compromiso solidario en la construcción de la justicia y del bien común.
Nueva Era es la oferta de un espiritualismo sin Dios trascendente y personal, sin Iglesia, sin compromisos y objetivos y solidarios; a medida de la propia necesidad y gusto.
En consecuencia, es necesaria una respuesta eclesial que suscite, consolide y madure en los fieles cristianos de la fe en Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, presentándola como potencial que sana, afianza y promueve la dignidad del hombre; teniendo presente como aspectos fundamentales: 1) la fe cristiana en Dios; 2) la dignidad del hombre; 3) la profunda vinculación entre la fe cristiana y la dignidad humana 46 . Respuesta que en principio puede canalizarse básicamente a través de dos niveles de acción complementarios:
Un nivel primario de esclarecimiento, es decir, de tarea orientada a que todos los bautizados tengan elementos de discernimiento que les permitan distinguir con claridad aquellas propuestas y publicaciones que no son cristianas, en un clima de fidelidad a la Verdad y respeto de la libertad.
Un nivel de profundización en la propia ‘pertenencia cordial a la Iglesia’ 47 , ya que la manera adecuada de evitar que los fieles católicos se vean tentados de recurrir a respuestas y salidas falsas, es trabajar para que se encuentren las respuestas a sus interrogantes y la solución a sus necesidades espirituales en el seno de nuestras parroquias y comunidades eclesiales.

Nivel de esclarecimiento

Buena parte de la promoción y expansión de la Nueva Era puede originarse en que se auto presenta como una espiritualidad alternativa válida para todo hombre con prescindencia de su credo religioso, aún para un católico. Con vehemencia suelen recalcar —insistentemente— que no hay incompatibilidad entre las prácticas de la Nueva Era y la fe católica. Esto como ya hemos notado, es absolutamente incorrecto ya que el núcleo conceptual de Acuario está opuesto abiertamente a la fe revelada por Cristo y transmitida por su Iglesia; pero no es obstáculo para que buena parte del Pueblo de Dios, merced a aquella falta de formación que hiciera notar Juan Pablo II en Santo Domingo 48 , se encuentre confundido y muchas veces engañado en su buena fe.
A su vez la difusión de la Nueva Era como alternativa cultural, exige una serena revisión crítica de nuestros actuales métodos de acción pastoral evangelizadora como respuesta a las demandas manifiestas en la así llamada cultura post moderna —especialmente en las grandes urbes—, expresada a través de la sed religiosa contemporánea. ¿Cómo predicamos a Jesucristo? ¿Con qué lenguaje, actitudes y símbolos comunicamos la verdad del Evangelio? ¿Qué rostro de la Iglesia estamos presentando hoy? ¿Qué facilidades ofrecemos al hombre de la calle para que pueda hallar acogida, escucha y respuestas cordiales y veraces en nuestras parroquias? ¿Capacitamos eficazmente a los laicos de nuestras comunidades como maestros de oración y de espiritualidad católica, a fin de que puedan satisfacer el hambre de Dios con lenguajes y gestos realmente significativos para nuestros contemporáneos? ¡Qué iniciativas de diálogo y discernimiento estamos desarrollando a nivel religioso-cultural?
En atención a brindar un adecuado esclarecimiento parece importante:

Clarificar el vocabulario y la doctrina:

Escuchando el discurso de los iniciados de la Nueva Era, el creyente poco alerta puede suponer que dicen lo mismo que los católicos. El vocabulario en efecto, muchas veces es el mismo, pero los contenidos son distintos. Se utilizan palabras semejantes y hasta se cita el evangelio, a numerosos autores y teólogos cristianos e incluso el Magisterio. Pero la interpretación que se suele hacer de estas citas, no pocas veces resulta contraria al pensamiento de sus autores, y con frecuencia se tergiversan o sacan de contexto.

Distinguir entre ciencia y fe:

Es importante tener claro que fe y ciencia no se oponen; se distinguen pero no se identifican, la Iglesia reconoce la legítima autonomía de las ciencias. Una teoría psicológica, un método terapéutico, una técnica pueden ser buenas en su campo específico, pero no por eso deben ser utilizadas como medios religiosos. El cristiano ha de discernir a la luz de la fe, todas las realidades. Estos criterios han de aplicarse particularmente a una multitud de publicaciones de parapsicología, mentalismo, espiritualidad, etc., que se refieren tanto a la oración como a la energía radiante, confundiendo la Era de Acuario con citas bíblicas y teóricas de espiritualidad dudosa.
En este aspecto es importante no olvidar la perspectiva que tan bien sintetizara el Card. Danneels: “todo lo que hace bien no es necesariamente sano, y todo lo que es agradable no es necesariamente verdadero” 49 .

Nivel de profundización

En octubre de 1985 el Secretariado para la Unidad de los Cristianos hizo pública la síntesis de la encuesta realizada sobre el fenómeno de los nuevos movimientos religiosos y advierte que “el fenómeno se debe considerar no sólo como una amenaza a la Iglesia, sino, por el contrario, como un desafío pastoral.” 50 . Desafío pastoral que ha de orientarse a dar respuesta a las necesidades y aspiraciones del hombre contemporáneo. A este respecto, parece oportuno señalar tres grandes necesidades a las que la acción evangelizadora en nuestras ciudades ha de dar respuesta desde la plenitud e integridad del mensaje del Evangelio:

Necesidad de una nueva Evangelización:

Es indudable que muchos de los adherentes a las prácticas y doctrinas difundidas por la Nueva Era lo hacen con total buena fe, y por otro lado es indiscutible que algunos de esos elementos son buenos y rescatables. Pero también es cierto que aún cuando buenos, se ponen en ellos una esperanza y una confianza que sólo corresponde depositar en Dios. En consecuencia se hace más urgente la necesidad de inculturar el Evangelio en nuestras grandes ciudades con una creatividad, claridad y rotundez tal que a nadie le quepa duda de que en Cristo se ha inaugurado una era no solo nueva, sino también única y definitiva.

Necesidad de una profunda y renovada vida eclesial:

El mandamiento Nuevo de Cristo vivido en plenitud debe llevar a que los miembros de la Iglesia nos reconozcamos como hermanos en la fe y miembros de un mismo Cuerpo, siendo reconocidos ante el mundo por esta unión en la caridad 51 . Así es preciso renovar continuamente los esfuerzos para que toda persona pueda encontrar en la Iglesia una cordial acogida como expresión de la caridad fraterna y la comprensión personalizada que tanto necesita el hombre contemporáneo.

Necesidad de una sólida espiritualidad:

La Nueva Era está desafiando a los cristianos a que seamos capaces de comunicar y contagiar la verdad, con la certeza de que ‘nosotros tenemos lo que ellos necesitan’ 52 . La necesidad básica del hombre post moderno es la necesidad de trascendencia, la necesidad de Dios. La Iglesia en el transcurso de su larga historia ha atesorado en su seno —-como frutos preciosos que el Espíritu suscita en cada época— una gama amplísima de formas de oración y escuelas de espiritualidad; es oportuno entonces que ante el hambre de Dios a que está sometida nuestra sociedad, como el servidor prudente del Evangelio que administra a cada uno la ración a sus horas 53 , busquemos el lenguaje, símbolos y gestos comprensibles y significativos para brindar de ese tesoro tanto lo nuevo como lo viejo 54 a fin de saciar “el hambre de Dios mediante el pan de la Palabra y la sed de justicia con la promoción más íntegra de la dignidad humana” 55 .
Necesidades y desafíos a los que corresponde dar respuesta desde la madurez de una Iglesia misionera que siga teniendo en cuenta 56 :
Asumir decididamente un espíritu y estilo de diálogo con los diferentes círculos de personas y ambientes de la cultura urbana post moderna.
Proponer un contenido evangelizador de índole ‘misionero’ que aborde desde la fe los desafíos y problemas del hombre contemporáneo; iluminando todas las dimensiones de su realidad existencial con el mensaje específico de la Buena Nueva de Cristo Redentor.
Ser misionera por tener como destinatarios de su acción evangelizadora a todos los hombres, considerando de modo preferencial a aquellos que están más indefensos ante la agresión cultural en razón de su edad, grado de instrucción o nivel de angustia: fruto de la necesidad económica, afectiva o laboral.
Esta tarea exige a su vez, que cada agente evangelizador posea ‘un estilo cimentado en la santidad de vida’ y una actitud de respeto a la verdad y a la libertad que se nutran en una profunda ‘vida de oración’ 57 .

Creencia en un conjunto de doctrinas y prácticas cuyo conocimiento y transmisión está reservado solamente a un círculo de iniciados. Actualmente y merced a que estas doctrinas han dejado de ser patrimonio de unos pocos sino que han sido puestas al alcance de todos a través de los medios de comunicación, se suele emplear el término como sinónimo de ocultismo.
Creencia en fuerzas ocultas, a las que se puede acceder a través de prácticas mágicas.
CF. Sudbrack, Josef, La nueva religiosidad, un desafío para los cristianos, Paulinas, Madrid, 1990.
Medium espiritista de origen ruso que afirmó haber estado en el Tibet entre 1851 y 1858 recibiendo las enseñanzas de la ‘Gran Fraternidad Blanca’.
Grupo ocultista inglés de origen alemán, fundado por Mc Gregor Mathers, considerado por algunos como abiertamente satanista.
Teósofo austriaco, fundador en 1913 de su propio movimiento: la Antroposofía. Autor de obras sobre la agricultura y la medicina biodinámica, y además de otras sobre educación.
Aparatos electrónicos compuestos básicamente de auriculares y anteojos que combinan efectos sonoros y visuales con el objeto de inducir relajación, estimulación cerebral, etc. a través de la armonización de ambos hemisferios cerebrales.
Ferguson Marilyn, La conspiración de Acuario. Transformaciones personales y sociales de este fin de siglo. Kairón- Troquel, Buenos Aires, 1991.
Danneels, Godfried, Cristo o Acuario. Carta pastoral del arzobispado de Manillas – Bruselas, Navidad de 1990: Criterio – año LXIV – 2072 – 295 – 311.
Sudbrack, Josef, o.c, 29-30.
Se trata de una idea tomada del fenómeno de la ‘holografía’. La holografía es una especie de fotografía realizada utilizando rayo láser que tiene la particularidad de que si se secciona la imagen cada parte es una reproducción exacta, aunque más chica, de la imagen primitiva. No es posible dividir la imagen, y en teoría, aunque siguiéramos dividiendo infinitamente la imagen se conservaría completa.
Pensamiento que afirma la unidad esencial de Dios y el mundo, suprimiendo a la vez toda distinción real entre materia, espíritu, individuo y comunidad, etc.
La doctrina de la emanación afirma que no hay creación de la nada, oponiéndose de este modo a la enseñanza bíblica sobre la creación.
Movimiento espiritual pre-cristiano, que dará origen ya en los comienzos del cristianismo a sectas diversas caracterizadas básicamente por una visión dualista de la realidad, que ha de ser superada a través de un camino espiritual caracterizado por la apelación al conocimiento como elemento salvador y unificador de la experiencia espiritual.
Capra, Fritjof, El Tao de la física; El punto crucial. Ciencia, sociedad y cultura naciente.
Romaniuk, Pedro, Revoluciones atmosféricas. Sus orígenes y causas; Texto de ciencia extraterrestre; Ciencia extraterrestre, de dónde venimos y hacia dónde vamos; y otros.
Psicólogo norteamericano adscripto junto con Wilhelm Reich, Kurt Lewin y Carl Rogers a la nueva psiquiatría y la nueva psicología, que trabajan preferentemente sobre grupos o sobre el cuerpo; de notable influencia en los escritos de otra autora New Age: Patricia Mische.
La ‘ley del karma’ es un concepto propio del budismo y el hinduismo, según el cual el destino de la persona está determinado por un conjunto de efectos cuyo origen se halla en acciones cometidas en otra vida.
Se trata de procedimientos para trasladar la persona, mediante el empleo de técnicas de hipnosis, a los instantes considerados centrales para su estado presente: el nacimiento (rebirth) y la propia muerte.
Procedimiento por el cual se reciben mensajes e informaciones procedentes de un nivel de realidad distinto (pretendidamente superior) del correspondiente a la comunicación ordinaria entre personas. Se lo reconoce conectado con la mediumnidad espiritista.
Denominación genérica que se da a diversos espíritus con los que dicen entrar en contacto diversos mediums, encargados de guiar la humanidad hacia un nuevo estadio evolutivo. Muchos investigadores los asimilan a la Gran Fraternidad Blanca de la que habla Mdme. Blavatzky.
Agustín de Hipona, san, Confecciones, 3, 6, 11
La doctrina de la reencarnación pretende que el alma sobrevive a la muerte y posteriormente vuelve a entrar en otro cuerpo que puede ser vegetal, animal o humano. No se debe confundir con la fe cristiana en la resurrección de los muertos, según la cual sabemos que la muerte es el final de la vida terrena y creemos en la verdadera resurrección de esta carne que poseemos ahora, al fin de los tiempos. Cf. Más adelante: 5, 2, VI.
Arte de adivinar por medios diversos tales como harinas, huesos, caracoles, naipes, etc.
Suposición de que un efecto dado se produce necesariamente una vez puesta la causa. Este supuesto, aplicado a las acciones de los hombres implica la negación de la opción libre por parte de la persona humana.
Objeto Volador No Identificado.
Extra Terrestre.
Denominación con la que se suelen referir a la Tierra como ser dotado de vida.
Cf. Conferencia Episcopal Argentina, Líneas Pastorales para la Nueva Evangelización, San Miguel, 25 de abril de 1990, 36 (en adelante LPNE).
“A su pueblo Israel Dios, se reveló dándole a conocer su Nombre. El nombre expresa la esencia, la identidad de la persona y el sentido de su vida. Dios tiene un nombre. No es una fuerza anónima. Comunicar su nombre es darse a conocer a los otros. Es, en cierta manera, comunicarse a sí mismo haciéndole accesible, capaz de ser más íntimamente conocido y de ser invocado personalmente” – Catecismo de la Iglesia Católica, 203 (en adelante Catecismo).
“el misterio de la Santísima Trinidad es el misterio central de la fe y de la vida cristiana. Sólo Dios puede dárnoslo a conocer revelándose como Padre, Hijo, y Espíritu Santo.
“La Encarnación del Hijo de Dios revela que Dios es el Padre eterno, y que el Hijo es consubstancial al Padre, es decir, que es en él y con él el mismo y único Dios.
“ La misión del Espíritu Santo, enviado por el Padre en el nombre del Hijo (cf. Jn 14,26) y por el Hijo ‘de junto al Padre’ (Jn 15,26), revela que él es con ellos el mismo Dios único. ‘Con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria’.
“’El Espíritu Santo procede de Padre en cuanto fuente primera y, por el don eterno de éste al Hijo, del Padre y del Hijo en comunión’ (S. Agustín, Trin. 15,26-47).
“Por la gracia del bautismo ‘en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo’ somos llamados a participar en la vida de la Bienaventurada Trinidad, aquí abajo en la oscuridad de la fe y, después de la muerte, en la luz eterna (cf. Pablo VI, SPF 9)” – Catecismo, 261-265.
“Creemos que Dios creó el mundo según su sabiduría (cf. Sb 9,9). Este no es producto de una necesidad cualquiera, de un destino ciego o del azar. Creemos que procede de la voluntad libre de Dios que ha querido hacer participar a las criaturas de su ser, de su sabiduría y de su bondad: ‘Porque tú has creado todas las cosas; por tu voluntad lo que no existía fue creado’ (Ap 4,11). ‘¡Cuán numerosas son tus obras, Señor! Todas las has hecho con sabiduría’ (SI 104,24). ‘Bueno es el Señor para con todos, y sus ternuras sobre todas sus obras’ (SI 145,9).
“Creemos que Dios no necesita nada preexistente ni ninguna ayuda para crear. La creación tampoco es una emanación necesaria de la substancia divina. Dios crea libremente ‘de la nada’.
“¿Qué tendría de extraordinario si Dios hubiera sacado el mundo de una materia preexistente? Un artífice humano, cuando se le da un material, hace de él todo lo que quiere. Mientras que el poder de Dios se muestra precisamente cuando parte de la nada para hacer todo lo que quiere (S. Teófilo de Antioquia, Autol. 2,4)” – Catecismo, 295-296.
“Dios es infinitamente más grande que todas sus obras (cf. Si 43,28): ‘Su majestad es más alta que los cielos’ (SI 8,2), ‘su grandeza no tiene medida’ (SI 145,3). Pero porque es el Creador soberano y libre, causa primera de todo lo que existe, está presente en lo más íntimo de sus criaturas: ‘En Él vivimos, nos movemos y existimos’ (Hch 17,28). Según las palabras de S. Agustín, Dios es ‘superior summo meo et interior intimo meo’ (‘Dios está por encima de lo más alto que hay en mí y está en lo más hondo de mi intimidad’, Conf. 3,6,11).” – Catecismo, 300.
“El mundo y el hombre atestiguan que no tienen en ellos mismos ni su primer principio, ni su fin último, sino que participan de Aquel que es el Ser en sí sin origen y sin fin. Así, por estas diversas ‘vías’, el hombre puede acceder al conocimiento de la existencia de una realidad que es la causa primera y el fin último de todo, ‘y que todos llaman Dios’ (S. Tomás de A., s. th. 1,2,3)” – Catecismo, 34.
“La persona humana, creada a imagen de Dios, es un ser a la vez corporal y espiritual. El relato bíblico expresa esta realidad con un lenguaje simbólico cuando afirma que ‘Dios formó al hombre con polvo del suelo e insufló en sus narices aliento de vida y resultó el hombre un ser viviente’ (Gn 2,7). Por tanto, el hombre es su totalidad es querido por Dios.”. – Catecismo, 362.
“ De todas las criaturas visibles sólo el hombre es ‘capaz de conocer y amar a su Creador’; es la ‘única criatura en la tierra a la que Dios ha amado por sí misma’; sólo él está llamado a participar, por el conocimiento y el amor, en la vida de Dios. Para este fin ha sido creado y ésta es la razón fundamental de su dignidad:
‘¿Qué cosa, o quién, fue el motivo de que establecieras al hombre en semejante dignidad? Ciertamente, nada que no fuera el amor inextinguible con el que contemplaste a tu criatura en ti mismo y te dejaste cautivar de amor por ella. Por amor lo creaste, por amor lo diste un ser capaz de gustar tu Bien eterno (S. Catalina de Siena, Diálogo 4,13)”. – Catecismo, 356.
“La muerte es el fin de la peregrinación terrena del hombre, del tiempo de gracia y de misericordia que Dios le ofrece para realizar su vida terrena según el designio divino y para decidir su último destino. Cuando ha tenido fin ‘el único curso de nuestra vida terrena’, ya no volveremos a otras vidas terrenas. ‘Está establecido que los hombres mueran una sola vez’ (Hb 9,27). No hay ‘reencarnación después de la muerte’ – Catecismo, 1013.
“La muerte pone fin a la vida del hombre como tiempo abierto a la aceptación o rechazo de la gracia divina manifestada en Cristo (cf. 2Tm 1,9-10). El Nuevo Testamento habla del juicio principalmente en la perspectiva del encuentro final con Cristo en su segunda venida; pero también asegura reiteradamente la existencia de la retribución inmediata después de la muerte de cada uno como consecuencia de sus obras y de su fe. La parábola del pobre Lázaro (cf. Lc 16,22) y la palabra de Cristo en la Cruz al buen ladrón (cf. Lc23,43), así como otros textos del Nuevo Testamento (cf. 2 Co 5,8; Flp 1,23; Hb 9,27; 12,23) hablan de su último destino del alma (cf. Mt 16,26) que puede ser diferente para unos y para otros” – Catecismo, 1021.
“La fe en la verdadera encarnación del Hijo de Dios es el signo distintivo de la fe cristiana: ‘Podréis conocer en esto el Espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa a Jesucristo, venido en carne, es de Dios’ (1 Jn 4,2). Esa es la alegre convicción de la Iglesia desde sus comienzos cuando canta ‘el gran misterio de la piedad’: ‘El ha sido manifestado en la carne’.
“ El acontecimiento único y totalmente singular de la Encarnación del Hijo de Dios no significa que Jesucristo sea en parte Dios y en parte hombre, ni que sea el resultado de una mezcla confusa entre lo divino y lo humano. Él se hizo verdadero Dios y verdadero hombre” – Catecismo, 463-464.
“Dios puede revelar el porvenir a sus profetas o a otros santos. Sin embargo, la actitud cristiana justa consiste en entregarse con confianza en las manos de la providencia en lo que se refiere al futuro y en abandonar toda curiosidad malsana al respecto…
“Todas las formas de adivinación deben rechazarse: el recurso a Satán o a los demonios, la evocación de los muertos, y otras prácticas que equivocadamente se supone ‘desvelan’ el porvenir (cf. Dt 18,10; Jr 29,8). La consulta de horóscopos, la astrología, la quiromancia, la interpretación de presagios y de suertes, los fenómenos de visión, el recurso a ‘mediums’ encierran una voluntad del poder sobre el tiempo, la historia y, finalmente, los hombres, a la vez que un deseo de granjearse la protección de poderes ocultos. Están en contradicción con el honor y el respeto, mezclados de temor amoroso, que debemos solamente a Dios.
“Todas las prácticas de magia o de hechicería mediante las que se pretende domesticar potencias ocultas para ponerlas a su servicio y obtener un poder sobrenatural sobre el prójimo –aunque sea para procurar la salud-, son gravemente contrarias a la virtud de la religión. Estas prácticas son más condenables aún cuando van acompañadas de una intención de dañar a otro, recurran o no a la intervención de los demonios. Llevar amuletos es también reprensible. El espiritismo implica con frecuencia prácticas adivinatorias o mágicas. Por eso la Iglesia advierte a los fieles que se guarden de él. El recurso a las medicinas llamadas tradicionales no legitima ni la invocación de las potencias malignas, ni la explotación de la credulidad del prójimo.” - Catecismo, 2115-2117.
Ácido Desoxiribo Nucleico, sustancia constitutiva de los cromosomas de nuestras células, responsable de la transmisión de la información genética.
Cf. Revista de la Nueva Era, Niños de Acuario: el surgimiento de la nueva humanidad. Mayo-Junio 1992, IV, 18, 13-16.
Albala, Jaco, Los hijos nuestros maestros. Citados en Mensajes Cósmicos, Revista de la Nueva Era, Agosto 1991, III, 13, 22-25.
Albala, Jaco, l.c.
LPNE, 5
LPNE, 11
LPNE, 12
Cf. Documento de Puebla, 389
Cf. LPNE, 16-17
LPNE, 30
“El avance de las sectas pone de relieve un vacío pastoral, que tiene frecuentemente su causa en la falta de formación, lo cual mina identidad cristiana y hace que grandes masas de católicos sin una atención religiosa adecuada –entre otras razones, por la falta de sacerdotes- queden a merced de proselitismo sectario muy activas”. Juan Pablo II, discurso inaugural: IVª Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, Santo Domingo, Conclusiones, Oficina del Libro, Buenos Aires, 1992, 15
Danneels, Godfried, o.c.
Secretariado para la Unidad de los Cristianos, Sectas o nuevos movimientos religiosos, desafíos pastorales, Paulinas, Buenos Aires, 1985, 1.6.
Cf. Jn 17,21
S.S. Pablo VI
Cf. Mt 24,45
Cf. Mt 13,52
LPNE, 32
Cf. LPNE, 31

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